12
—Veamos —dijo el profesor Williams. Hoy estaba sentado ante la clase en una silla con ruedecillas en las patas. Había bajado de la tarima y tenía los pies apoyados sobre la mesa de enfrente. Se disculpó por haber faltado la semana anterior, pero les dijo que su hijo había contraído una gripe y había sido necesario llevarlo al pediatra.
«Un hijo pequeño —pensó Mary—. Pero del que no tiene fotos en su despacho.»
—¿Alguna teoría? —preguntó el profesor.
—Ese nombre... , Pig —dijo Dennis Flaherty.
—¿Sí? —preguntó Williams.
—¿Conoce usted alguien que lo lleve?
—Hay en DeLane un tipo llamado Pig. Antiguo policía. Ahora trabaja como vigilante nocturno en la marina. Me ayudó... a investigar sobre algunas de mis pistas. Por eso le rindo este homenaje.
—Entiendo —dijo en voz baja Dennis. Mary lo miró a través de la fila. Le pareció cansado... , diferente de alguna manera. Él encontró su mirada y la sostuvo, como tratando de decirle algo, pero luego desvió la vista hacia el bloc de notas que tenía en equilibrio sobre su portafolios.
—¿Algo más? —preguntó el profesor.
—En las fotos del Honda Civic de Polly —dijo una estudiante, sentada detrás de Mary, e inmediatamente ella se sonrojó; ni siquiera las había mirado con atención porque lo otro había acaparado su interés. ¿Habría alguna clave en la foto del coche, algo que ella necesitara saber?
—¿Sí?
—Aparece una vía de ferrocarril en un ángulo, a la derecha —siguió la estudiante.
—¿Y?
—Eso quizá pueda apoyar la hipótesis de un crimen escenificado. Es muy posible que su padre la llevara a Stribbling Road...
—Pero... ¿todavía hay quien piensa eso? —comentó Dennis, suspirando.
—... y la subiera allí al tren.
—Ya no estamos en 1925, señorita Davies. En el lugar de donde es usted, ¿la gente sigue subiéndose así a los vagones de mercancías?
Cuando la otra chica calló, Mary fue a hablar. Pero, antes de poder decir algo, Dennis se anticipó:
—Quiero volver al tema del «Lugar» —dijo.
—Adelante —lo animó Williams.
—Pig y Polly tenían un lío —sugirió Dennis.
—Interesante... , ¿verdad? —pensó en voz alta el profesor—. Él es un hombre quince años mayor que Polly. Obviamente no es de su misma clase social. Ella es una chica agraciada, él... no lo es. —Hubo unas cuantas risas entre los asistentes a la clase. Williams hizo girar su silla a uno y otro lado, pero manteniendo en alto los pies—. Polly ha tenido una familia, mientras que Pig creció en las calles. Es un tipo duro. Pero Polly ve algo en él... ¿Qué es?
—Que se interesa por ella —sugirió una chica sentada en la fila de atrás—. Que es como un padre para ella.
—Un padre —repitió Williams—. Adelante.
—¿Se sintió atraída por él porque mantenía una relación difícil con su propio padre?
—¿Hablamos del mismo padre que estuvo despierto esperándola la última noche en que la vieron? —preguntó el profesor—. Pruebe otra cosa.
—La protege —apuntó Dennis recogiendo el cabo suelto—. Mike la golpea, abusa de ella, se comporta con ella, en general, de forma desagradable. Y Pig, en cambio, está allí para cuidarla, devolverle la salud. Curar sus heridas, su corazón roto.
—Alguien con «pasta» para comprar sus favores —observó Brian. Tenía la cabeza inclinada y miraba a Williams de soslayo.
—Es decir, que chingaban los dos —dijo Williams. La palabra sacudió a la clase. Algunos rieron nerviosamente. Williams, aparentemente, no acusó extrañeza ante la conmoción creada cuando un profesor empleaba un lenguaje tan poco académico—. Tenían una aventura. ¿Cómo cambia eso las cosas?
La muchacha de atrás respondió de nuevo:
—Pig se enamoró de ella.
—¿Y?
—Y él amenazó a Mike con matarlo si volvía a tocarla. Por eso los vieron discutir junto a la piscina.
—Tal vez Polly obedecía a Pig —dijo Williams.
—¿Cómo entiende usted eso? —preguntó Dennis.
—Quiero decir que quizá tenía alguna autoridad sobre ella. Y que tal vez demostraba esa autoridad en todo lo que hacía. En cómo vestía, en cómo le hablaba... Tal vez hacía que ella temiera desafiarlo.
—Quizá —aventuró Mary— fue él quien plantó en su cabeza las semillas del abuso.
—Eso es realmente muy interesante, señorita Butler. Puro Milgram, además.
—¿Quién? —preguntó uno.
—Stanley Milgram. ¿No han visto su estatua en el exterior de la biblioteca Orman? Tiene una dedicatoria: A Milgram. Él estuvo aquí en los años setenta como profesor visitante del decano Orman. Enseñó precisamente en esta misma aula en febrero de 1976. ¿Pasan ustedes por delante de su estatua sin fijarse en su inscripción? ¿Por qué será que los estudiantes tienen esa visión en túnel?
—¿Hay biblioteca aquí? —preguntó un muchacho de las últimas filas. Toda la clase estalló en una carcajada, pero Williams se limitó a sonreír sacudiendo la cabeza.
—Milgram llevó a cabo en Yale experimentos sobre el comportamiento humano, por los años sesenta —prosiguió Williams—. Encontró que la gente está dispuesta a seguir adelante con cualquier cosa si una figura con autoridad le dice que lo haga. Quizá Pig fuera esa figura con autoridad para Polly.
—No puedo creerlo —dijo Dennis.
—Probémoslo, entonces —dijo Williams—. ¿Qué tal si yo les dijera que suspenderían esta asignatura si no se ponen, digamos, cabeza abajo en aquel rincón? ¿Lo harían?
—No —replicó Dennis. Mary lo vio palidecer... y supo que mentía.
—Está bien —continuó el profesor—. Y si alguien con tremenda autoridad en esta institución... , el decano Orman, supongamos... , entrara ahora mismo en el aula y le dijera que sería expulsado si no se acercaba a la señorita Butler y le tiraba del pelo... ¿Haría usted eso?
—Bueno... , no se trata de mi cabeza —dijo Dennis.
—¡Exactamente! —se rió Williams—. Milgram demostró que iríamos muy lejos en causar daño a otros si una persona de gran influencia nos lo pidiera. Después de todo, estamos dispuestos a reconocer que hay personas que saben mucho más que nosotros, ¿no? El decano Orman es una de ellas. Es una figura con autoridad, ¿no? Una persona instruida y cuya educación lo convierte en alguien capaz de mantener el control.
—Los nazis —apuntó Brian.
—Sí, en efecto —asintió Williams—. Milgram intentaba mostrar que incluso las nociones del bien y del mal carecen de significado cuando las oponemos a la autoridad. Que obedecemos más a la autoridad de otro que a nuestros propios instintos.
Williams dejó de hablar. Se serenó, tomó una gran bocanada de aire y siguió:
—¿Qué tenemos aquí, pues? Dos personas que han amenazado de muerte a Mike. El padre de Polly y ahora ese tipo, Pig. Mike, por lo que parece, no es el individuo más apreciado del planeta... ¿Qué demuestra eso?
—Que Polly es encantadora —dijo Mary.
—Polly ciertamente es encantadora. Después de todo, es la heroína de esta historia y cuenta con todos ustedes para que localicen su paradero. Tengo la sensación de que en algunos ha aflorado ya cierta obsesión por ella. —Mary se apresuró a apartar la mirada de él. Se preguntaba qué le habría contado Troy—. Algunos de ustedes están pensando en este crimen cuando deberían estar estudiando otras asignaturas. Sé cómo es eso. Se trata de Polly. Lo que sienten es el instinto de salvarla, de cuidar profundamente de ella. Eso es algo que, como especie, los humanos somos los únicos capaces de sentir. Sí, claro... una madre chimpancé salvará a su cría, pero solo si esta se enfrenta a un peligro inmediato. Y ahora, justamente, el peligro es abstracto. Ustedes no saben cuál es. De hecho, se trata de un peligro conceptual: lo he creado yo. Les he dicho que Polly va a ser asesinada y ustedes me creen... en un sentido puramente metafórico, claro. Y por eso me han seguido a través de esta narración hasta llegar a sentirse afectados, profundamente algunos de ustedes, por lo que le sucede a Polly.
—A mí me tiene sin cuidado —dijo una voz. La de Brian.
—Ah, ¿sí, señor House? Y eso... ¿por qué?
—Porque todo el mundo se pondrá a pensarlo, en cualquier caso. Alguien encontrará la respuesta, llamará por teléfono a otro para decírsela... y después la sabremos todos.
—Pero... ¿y si ninguno logra dar con ella? —preguntó Williams y se hizo el silencio en la clase.
—¿Por qué me envió usted una foto de mi amiga? —indagó entonces Mary, rompiendo bruscamente el silencio. Omitió lo de la llamada telefónica de la policía del campus; aún no sabía con seguridad de qué iba todo aquello. No le dijo tampoco lo que ella y Summer habían averiguado: que el sofá en cuestión se hallaba en el sótano de la casa de los Sigma Nu.
—Parece, señores —dijo el profesor sonriendo y girando su silla para colocarla de nuevo detrás de la mesa—, que la señorita Butler piensa que esta clase es para ella. Que es la única estudiante que hay aquí. Por cierto... , recibí su nota.
Lo dijo en voz alta, dirigiéndose a toda la clase. Estaba claro el mensaje que le había pasado Troy: Mary Butler está intentando tomarle el pelo. Intenta sabotear su clase.
Pero... ¿qué había hecho que mereciera semejante reprimenda? Simplemente le había hecho una pregunta a propósito de Summer McCoy. ¿Le gustaría a alguien de la clase, si conociera como ella a Summer, saber que Williams la había señalado en un e-mail destinado específicamente a ellos?
—La foto era simplemente una foto, Mary —le dijo Dennis—. La foto de una fiesta sin más. Creo que reconozco a algunos de los que aparecen en ella.
—Cuando envío esas claves —dijo Williams— no pretendo que destaque nadie en particular. Todos recibimos la misma información.
—Pero fue mi... —Mary no pudo continuar. De pronto se sintió horriblemente mal, como si se hubieran burlado de ella no solo Williams, sino también todos los de la clase de Lógica y Razonamiento 204.
—No va solo contigo —dijo Dennis en general.
—Pero él estaba con Summer —dijo Mary en voz baja—. Mike estaba con Summer en aquel sofá...
«¡Oh Dios, oh Dios, oh Dios...! ¿Qué es lo que he hecho? ¿Por qué he dejado que esto fuera tan lejos?»
Fue consciente de que se ponía en pie, de que se encaminaba a la puerta. Sin apresuramiento; más bien como un paseo metódico, decidido, como quien va a tirarse de cabeza. Antes de llegar a la puerta, el profesor Williams giró su silla para colocarse delante de ella. Era lo más cerca que había estado del profesor. Observó su rostro marcado, sus ojos, que eran profundos y curiosos, y tenían una permanente expresión de divertida sorpresa. Lo olió: humo de cigarrillos.
—Quédese —le susurró. Había severidad en su tono, una cierta rudeza. Bloqueaba por completo la puerta con todo su cuerpo.
—Deje que me vaya... , por favor —murmuró Mary apretando los dientes. Alargó el brazo y lo tocó. No quería empujarlo; simplemente deseaba hacerle ver su incomodidad, que supiera que necesitaba salir al aire libre. Pero él era tan fuerte que no pudo moverlo.
—Quédese —repitió en tono más firme. Y, aunque Mary no quería hacerlo, volvió a su asiento. Sentía sobre ella los ojos de todos los de la clase, todas las bocas listas para estallar en una risotada a su costa.
—Esas fotografías —dijo Williams— no pretendían ser más que un artificio. Solo para darles una sensación de realidad. Las imágenes nos hacen entender las cosas de un modo al que la narración no puede llegar. Aquel coche era propiedad de un estudiante que está haciendo el doctorado en filosofía aquí en Winchester. Está aparcado junto a la autopista 72. Pretendí que fuera lo más real posible, una carretera que ustedes conocen... , un lugar que ya habían visto. —Le dedicó a Mary una amplia sonrisa intentando atraerla, intentando cambiar el tono de su clase—. La otra foto se tomó en la casa de los Sigma un viernes por la noche. Con un antiguo alumno mío sentado en el sofá. Y dio la casualidad, señorita Butler, de que su amiga estaba allí también en aquel instante. Una mera coincidencia, nada más.
»Aun así, tengo que disculparme ante la señorita Butler. Ignoraba que en la fotografía apareciera alguna persona que ella reconociese. De haberlo sabido, jamás se la hubiese enviado. —Desplazó la silla a un lado para poder abarcar con la vista toda la clase. La luz del Seminario le daba ahora en las piernas y subía por ellas—. Y una vez que ya hemos aclarado esto —prosiguió—, quiero anunciarles que el próximo miércoles recibiremos la visita de un invitado que se dirigirá a la clase.
Fue más tarde, de vuelta ya en su dormitorio y mientras intentaba leer los capítulos centrales de Ciudad de cristal, cuando le vino a la cabeza una idea: «Pero... ¿qué es real y qué no lo es?». ¿Era real el tatuaje del padre de Polly? Williams se había referido a él en clase, así que debía de ser parte del juego. ¿Por qué algunos detalles eran significativos y otros eran simples coincidencias? Eso era lo que les estaba haciendo Williams; mezclando unos y otros a propósito, alejándolos de la verdadera causa del crimen, engañándolos para hacerles creer que unas cosas formaban parte del juego y otras no.
El misterio, pues, debería poder ser resuelto por su sistema de eliminación. Debía descartar todo lo que era falso y centrar su atención solo en lo sustancial del juego de Williams. No le resultaría fácil, porque todo empezaba y acababa en Williams. Tenía que descifrarlo a él, definir sus tendencias. Tenía que prestarle más atención.