Libro I: El señor Norrell

1. La biblioteca de Hurtfew

1.- Historia y práctica de la magia inglesa, Jonathan Strange, tomo I, capítulo 2, ed. John Murray, Londres, 1816.
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2.- Llamados más propiamente aureates o magos de la Edad de Oro.
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3.- Descripción completa de los criados duendes del doctor Pale, sus nombres, historias, caracteres y los servicios que le prestaban, de John Segundus, ed. Thomas Burnham, Northampton, 1799.
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4.- El doctor Martin Pale (1485-1567) era hijo de un curtidor de Warwick. Fue el último de los aureates, o magos de la Edad de Oro. Otros magos lo siguieron (véase Gregory Absalom), pero su reputación es cuestionable. Pale fue sin duda el último mago inglés que se aventuró en el mundo encantado de Tierra de Duendes.
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5.- Los magos, como sabemos por la máxima de Jonathan Strange, se pelean por cualquier motivo, y ha habido que dedicar muchos años y mucha erudición al enojoso asunto de si tal y tal tomo merece ser considerado libro de magia. En cualquier caso, la mayoría de los profanos considera útil esta simple distinción: los libros escritos antes de que en Inglaterra se acabara la magia son libros de magia; los escritos después son libros sobre magia. El principio en el que se basa la regla general del profano es el de que un libro de magia tiene que estar escrito por un mago practicante antes que por un teórico o un historiógrafo de la magia. ¿Qué más razonable? No obstante, ya aquí se nos plantea un problema. Los grandes maestros de la magia, los llamados magos de la Edad de Oro o aureates (Thomas Godbless, Ralph Stokesey, Catherine de Winchester, el Rey Cuervo), escribieron poco o se conserva poco de lo que pudieran escribir. Es probable que Thomas Godbless no supiese escribir. Stokesey aprendió latín en una pequeña escuela de su Devonshire natal, pero todo lo que sabemos de él procede de otros autores.
Los magos sólo se pusieron a escribir libros cuando la magia ya decaía. Sobre la gloria de la magia inglesa ya se cernía la oscuridad. Los que denominamos magos de la Edad de Plata o argentinos (Thomas Lanchester, 1518-1590; Jacques Belasis, 1526-1604; Nicholas Goubert, 1535-1578; Gregory Absalom, 1507-1599) eran como velas que temblaran en el crepúsculo; ellos eran, primero, estudiosos, y después, magos. Desde luego, se declaraban magos practicantes y algunos hasta tenían uno o dos criados duendes, pero, al parecer, no hicieron grandes cosas y hay autores modernos que dudan de que llegaran a practicar la magia.
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6.- El primer pasaje que leyó hacía referencia a Inglaterra, a Tierra de Duendes (país encantado que los magos llaman a veces «las Otras Tierras») y a una región fabulosa que, según se cree, se encuentra al otro lado del Averno. Algo había oído el señor Segundus acerca de la unión simbólica y mágica que enlaza estas tres tierras, pero nunca había leído una explicación tan clara como la que allí se daba.
El segundo texto se refería a Martin Pale, uno de los mayores magos de Inglaterra. En El árbol del saber de Gregory Absalom hay un famoso pasaje que narra cómo, viajando por Tierra de Duendes, Martin Pale, el último de los magos aureate, hizo una visita a un príncipe duende. Al igual que la mayoría de los de su condición, el príncipe tenía multitud de nombres, dignidades, títulos y seudónimos, pero habitualmente se lo conocía como Enrique el Frío. El príncipe dirigió a su visitante un largo discurso, deferente y lleno de metáforas y de oscuras alusiones, pero lo que parecía estar diciendo era que los duendes y las hadas son por naturaleza criaturas malvadas que no siempre saben cuándo obran mal. A eso Martin Pale dio la lacónica y un tanto enigmática respuesta de que no todos los ingleses tienen los pies del mismo tamaño.
Durante siglos, nadie consiguió adivinar qué podía significar eso, aunque se propusieron distintas teorías, y John Segundus las conocía todas. La más popular era la desarrollada por William Pantler a principios delsiglo XVIII. Decía Pantler que Enrique el Frío y Pale hablaban de teología. Las hadas y los duendes (como sabe todo el mundo) están fuera del alcance de la Iglesia; para ellos no ha nacido ni nacerá Cristo y nadie sabe lo que será de ellos el Día del Juicio. Según Pantler, Enrique el Frío deseaba que Pale le dijera si existía la esperanza de que las hadas y los duendes pudieran alcanzar la salvación eterna. La respuesta de Pale, que los pies de los ingleses tienen tamaños distintos, fue su forma de decir que no todos los ingleses se salvarían. Partiendo de esta base, Pantler atribuye a Pale la curiosa creencia de que el cielo, por sus proporciones, sólo puede albergar a un número limitado de bienaventurados; por cada inglés que se condena queda libre un lugar en el cielo para un hada o un duende. La fama de mago teórico que tiene Pantler se debe exclusivamente al libro que escribió sobre el tema.
En las Instrucciones de Jacques Belasis el señor Segundus leyó una explicación diferente. Tres siglos antes de que Martin Pale pusiera los pies en el castillo de Enrique el Frío, el príncipe había recibido la visita de otro humano, un mago inglés aún más sabio que Pale —Ralph Stokesey—, que se dejó unas botas al marcharse. Las botas, decía Belasis, eran muy viejas —probablemente, ésa era la razón por la que Stokesey no se las llevó—, pero su presencia en el castillo causó honda preocupación a todos sus mágicos habitantes, que sentían gran veneración por los magos ingleses. Especialmente inquieto estaba Enrique el Frío, quien temía que, por algún oscuro e incomprensible concepto, la moral cristiana pudiera hacerlo responsable de la pérdida de las botas. Por ese motivo trató de librarse de aquellos horribles objetos dándoselos a Pale, que no los quiso.
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2. Posada La Vieja Estrella

1.- A los héroes de la Roma Imperial se los honraba con coronas de laurel; a los enamorados y los afortunados se les alfombra de rosas el camino; pero a los magos ingleses siempre los obsequió con hiedra común.
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2.- La gran iglesia de York es a la vez catedral (donde se encuentra la sede o cátedra del obispo o arzobispo) y minster (iglesia fundada en tiempos remotos por un misionero). El templo ha tenido uno u otro nombre en distintos períodos. En siglos pretéritos se la acostumbraba llamar minster, pero en la actualidad la gente de York prefiere el término de «catedral», que sitúa su iglesia por encima de las de las ciudades vecinas de Ripon y Beverley. Ripon y Beverley tienen minster, pero no catedral.
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3. Las piedras de York

1.- La célebre balada del Rey Cuervo describe uno de estos raptos.
A no tardar, decía el padre, a no tardar nuestra dejarás de ser. El Rey Cuervo bien sabe dónde la flor más bella encontrar.No era el cura menos mundano por mucho que a la oración llamase. Tres cirios el Rey encendió y el cura dijo: muy bien.Ella decía que me quería, mas débiles eran sus abrazos. La mano el Rey Cuervo tendió, ella suspiró y el abrazo deshizo.Llana y yerma esta tierra es, en el cielo escrito está, y tiembla como la lluvia al viento cuando el Rey Cuervo cabalgando va.Por los siglos de los siglos pediré que no me olvides, bajo las estrellas del páramo del fiero Rey Cuervo en compañía.
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2.- El precedente al que aludía el señor Honeyfoot era un asesinato cometido en 1279 en la lúgubre ciudad de Alston, situada en los páramos. En el cementerio se encontró el cuerpo de un muchacho colgado de un espino que crecía frente a la puerta de la iglesia. En el dintel de la puerta había una imagen de la Virgen con el Niño. Los habitantes de Alston enviaron a un emisario a Newcastle, al castillo del Rey Cuervo, y éste, a su vez, envió a dos magos para que hicieran hablar a la Virgen y al Niño Jesús, que dijeron haber visto cómo un forastero mataba al muchacho, pero no sabían el motivo. Después de aquello, a todos los forasteros que llegaban a la ciudad, los habitantes de Alston los agarraban, los llevaban a la puerta de la iglesia y preguntaban: «¿Es éste?», pero la Virgen y el Niño respondían siempre que no. A los pies de la Virgen había un león y un dragón, enroscados el uno en torno al otro de un modo asombroso, mordiendo cada uno el cuello del otro. El que había tallado esas criaturas nunca había visto un león ni un dragón, y sí muchos perros y corderos, y algo del carácter de un perro y un cordero había quedado impreso en las figuras. Cada vez que llevaban a algún infeliz ante la Virgen y el Niño para ser examinado, el león y el dragón dejaban de morderse, levantaban la cabeza como extraños perros guardianes de la Virgen, y el león ladraba y el dragón balaba airadamente.
Pasaron los años, y todos los que recordaban al muchacho murieron, como debió de morir también el asesino. Pero la Virgen y el Niño habían adquirido el hábito de hablar y cuando algún infortunado forastero se ponía al alcance de su mirada, aún movían negativamente sl cabeza de piedra y decían: «No es éste.» Y Alston adquirió fama de lugar misterioso, al que la gente no iba si podía evitarlo.
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3.- Para ayudarse a sí mismo a comprender mejor el carácter de los poderes mágicos del serio Norrell, el señor Segundus decidió hacer una descripción detallada por escrito de la visita a Hurtfew Abbey. Descubrió que, por desgracia, su memoria estaba extrañamente turbia. Cuando releía lo redactado, advertía que recordaba las cosas de otra manera. Tachaba palabras y frases y ponía otras en su lugar, hasta que al fin volvió a escribirlo todo. Al cabo de cuatro o cinco meses, tuvo que reconocer que ya no sabía lo que el señor Honeyfoot le había dicho al señor Norrell ni lo que éste había respondido, ni lo que él (Segundus) había visto en la casa. Decidió que sería en vano tratar de escribir sobre el tema y arrojó al fuego todo lo escrito.
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5. Drawlight

1.-En cierta ocasión, se hallaba en una habitación con el gato de angora blanco de lady Bessborough. Drawlight vestía casualmente chaqueta y pantalón de un negro impecable, y se sentía muy alarmado porque el gato daba vueltas y vueltas en torno a él, con el evidente propósito de encaramarse a sus rodillas. Aprovechando un momento en que creyó que nadie lo observaba, agarró al animal, abrió una ventana y lo arrojó a la calle. El gato sobrevivió, a pesar de haber caído desde un tercer piso, aunque quedó cojo de una pata y desde aquel día mostró gran aversión hacia los caballeros vestidos de negro.
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2.- Se cree que Merlín quedó atrapado en un espino por un maleficio de la hechicera Nimue.
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3.- El señor Lascelles exagera. El número de los reinos del Rey Cuervo nunca pasó de tres.
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4.- Tubbs contra Starhouse, un proceso famoso que hace varios años se dirimió ante un tribunal de Nottimgham. Un hombre de Nottinghamshire llamado Tubbs tenía grandes deseos de ver un duende, y de tanto pensar en los duendes día y noche y de leer toda clase de libros raros al respecto, se le metió en la cabeza que su cochero era uno de ellos.
El cochero (que se llamaba Jack Starhouse) era un tipo alto, moreno y reservado, cualidad ésta que contrariaba a los demás criados, que lo consideraban orgulloso. Hacía poco tiempo que estaba al servicio del señor Tubbs. Al presentarse dijo que anteriormente había sido cochero de un anciano llamado Browne, en un lugar del norte denominado Coldmicklehill. Starhouse tenía el don de hacerse querer por cualquier animal. Los caballos se mostraban dóciles cuando él llevaba las riendas, nunca remisos ni nerviosos, y también los gatos lo obedecían, algo que las gentes de Nottinghamshire nunca habían visto . Les hablaba en susurros, y los gatos se quedaban quietos, con una expresión de leve sorpresa en la cara, como si en su vida hubieran oído palabras tan sensatas, ni esperaran volver a oírlas. También los hacía bailar. Los del señor Tubbs eran tan serios y celosos de su dignidad como cualquier familia de gatos, pero Jack Starhouse podía hacerlos danzar frenéticamente, saltar sobre las patas traseras y lanzarse de un lado al otro. Eso lo conseguía con extraños suspiros, silbidos y siseos.
Uno de los criados comentó que si por lo menos los gatos sirvieran para algo —que no servían—, eso podía tener alguna utilidad. Pero el prodigioso don de Starhouse no la tenía, ni tampoco divertía a los otros sirvientes; sólo les producía aprensión.
No sé si era esa habilidad de Starhouse o su agraciado rostro, de ojos un tanto separados, lo que dio al señor Tubbs aquella seguridad de que el hombre era un duende, pero el señor Tubbs empezó a hacer averiguaciones en secreto acerca del cochero.
Un día llamó a Starhouse a su estudio y le dijo que se había enterado de que el señor Browne estaba muy enfermo, que ya lo estaba cuando Starhouse decía que trabajaba para él, y que hacía años y años que no salía de casa. Por lo tanto, sentía curiosidad por saber para qué necesitaba cochero.
Jack Starhouse tardó un poco en contestar. Reconoció que no había estado al servicio del señor Browne. Dijo que trabajaba para otra familia de la región. Tenía muchas obligaciones, era un buen empleo y estaba contento; pero los otros criados no lo miraban con buenos ojos, ignoraba por qué. Ya le había ocurrido antes. Una de las doncellas contó mentiras de él y lo despidieron. Al señor Browne lo había visto una vez, hacía años. Dijo que sentía mucho haber mentido, pero no sabía qué otra cosa podía hacer.
El señor Tubbs le respondió que no necesitaba inventar más historias, que él sabía que era un duende y que no tenía nada que temer, que no lo delataría; sólo quería que le hablara de su tierra y de su gente.
Al principio, Starhouse no entendía qué quería decirle, y cuando al fin lo entendió, declaró que él era humano e inglés, pero fue en vano.
Después de aquello, hiciera lo que hiciera y fuera donde fuera, Starhouse encontraba al señor Tubbs esperándolo con cien preguntas acerca de los duendes y su reino. Starhouse se sentía tan disgustado por esa insistencia (a pesar de que su amo siempre era amable y cortés) que dejó el empleo. Mientras estaba sin trabajo, conoció en una taberna de Southwell a un hombre que lo convenció para que presentara una demanda contra su antiguo amo por difamación. En un célebre fallo judicial, Jack Starhouse fue el primer hombre en ser declarado humano según las leyes inglesas.
Este curioso episodio acabó mal tanto para Tubbs como para Starhouse. El primero fue castigado con la burla general por su inofensivo deseo de ver a un duende. Aparecieron grotescas caricaturas suyas en diarios de Londres, Nottingham, Derby y Sheffield, y vecinos con los que durante años había mantenido excelentes relaciones dejaron de saludarlo. Starhouse, por su parte, no tardó en descubrir que nadie estaba dispuesto a tomar a su servicio a un cochero que había demandado a su amo; tuvo que aceptar un trabajo denigrante y pronto se vio reducido a la más extrema pobreza.
El caso de Tubbs contra Starhouse interesa principalmente porque da prueba de que existe una creencia muy extendida de que los duendes no han abandonado Inglaterra por completo. Muchos ingleses están convencidos de vivir rodeados de duendes todos los días de su vida. Unos son invisibles, y otros se disfrazan de ciudadanos cristianos y hasta pueden estar entre nuestras amistades. Hace siglos que los investigadores discuten sobre el tema, pero no han conseguido ponerse de acuerdo.
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5.- El criado duende de Simon Bloodworth se presentó a él de improviso ofreciéndole sus servicios y diciendo que lo llamaran Buckler. Como hoy saben en Inglaterra hasta los colegiales, Bloodworth debió haberse informado mejor, indagar más a fondo en la personalidad de Buckler y averiguar por qué exactamente había salido de su país sin más ambición que la de convertirse en criado de un mago inglés de tercera.
Buckler era muy diestro en toda clase de magia, y el negocio que Bloodworth poseía en la pequeña ciudad lanera de Bradford on Avon creció y prosperó. Sólo una vez causó Buckler un disgusto, cuando, en un acceso de furor, destruyó un librito del capellán de lord Lovel. Cuanto más tiempo pasaba Buckler con Bloodworth, más poder adquiría, y lo primero que hizo cuando tuvo la fuerza necesaria fue cambiar de aspecto: convirtió sus sucios harapos en un buen traje; unas tijeras oxidadas que había robado a un cerrajero de la ciudad, en una espada; su cara de zorro, pecosa y afilada, en un rostro humano, pálido y agraciado; y de la noche a la mañana creció dos o tres pies. Y entonces se apresuró a asegurar a la señora Bloodworth y a sus hijas que ése era su verdadero aspecto y el anterior, el resultante de un encantamiento al que había estado sometido.
Una hermosa mañana del mes de mayo de 1310, hallándose ausente el señor Bloodworth. su esposa vio un armario alto en un rincón de la cocina, donde nunca hubiera armario alguno. Cuando preguntó a Buckler, éste respondió inmediatamente que era un armario mágico que él había puesto allí. Dijo que siempre le había parecido una lástima que en Inglaterra no se utilizara la magia más frecuentemente; que le dolía ver a la señora Bloodworth y a sus hijas lavar y barrer, guisar y fregar de la mañana a la noche, cuando, pensaba él, podrían estar descansando sobre almohadones, cubiertas de joyas y comiendo dulces. Eso le pareció muy razonable a la mujer. Buckler dijo que le había reprochado muchas veces a su marido que no le hiciera la vida más cómoda, pero él no lo escuchaba. La señora Bloodworth respondió que no la sorprendía lo más mínimo.
Buckler dijo que si ella entraba en el armario, se encontraría en un lugar mágico donde aprendería hechizos que permitían terminar cualquier trabajo en un instante, que harían que apareciera hermosa a los ojos de cuantos la miraran, que surgieran montones de dinero donde ella deseara, que su marido la obedeciera en todo, etcétera, etcétera.
La señora preguntó cuántos conjuros había. Unos tres, creía Buckler. ¿Eran difíciles de aprender? Nada de eso, muy fáciles.
¿Tardaría mucho? No, no mucho; estaría de vuelta a tiempo de ir a misa. Diecisiete personas entraron en el armario de Buckler aquella mañana, y nunca más se las volvió a ver en Inglaterra; entre ellas estaban la señora Bloodworth, sus dos hijas menores dos criadas y dos criados, un tío de la señora y seis vecinos. Sólo Margaret Bloodworth, la hija mayor, se negó a entrar.
El Rey Cuervo envió a dos magos de Newcastle a investigar el caso, y por el relato que escribieron de los hechos conocemos la historia. El testigo principal fue Margaret, quien dijo que, a su regreso,«mi pobre padre entró en el armario con intención de rescatarlos, a pesar de que yo le rogué que no entrara. Y aún no ha salido».
Doscientos años después, el doctor Martin Pale hizo un viaje por Tierra de Duendes. En el castillo de John Hollyshoes (poderoso y anciano príncipe duende), descubrió a une niña de unos siete u ocho años, pálida y famélica. Dijo la niña que se llamaba Anne Bloodworth y que le parecía que estaba allí desde hacía unas dos semanas. Le habían mandado fregar un montón de pucheros. Dijo que había estado fregándolos sin parar desde su llegada) que, cuando terminara, se iría a su casa a ver a sus padres y hermanas. Pensaba terminar en un día o dos.
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6.- Francis Sutton-Grove (1682-1765), mago teórico. Escribió dos libros, De Generibus, Artium Magicarum Ánglorum, 1741, y Prescripciones y descripciones, 1749. El propio señor Norrell, el más grande (y único) admirador de Sutton-Grove, consideraba que Prescripciones y descripciones (en el que el autor trataba de establecer reglas para la práctica de la magia) era un libro rematadamente malo, y Jonathan Strange, el discípulo del señor Norrell, lo detestaba de tal modo que hizo pedazos su ejemplar y se los dio a comer al asno de un calderero (véase Vida de Jonathan Strange, de John Segundus, ed. John Murray, Londres, 1820).
De Generibus Artium Magicarum estaba considerado el libro más árido del canon de la magia inglesa (que contiene muchas obras aburridas). Fue la primera tentativa realizada por un inglés de definir las áreas de la magia que debe estudiar el mago moderno; según Sutton-Grove, su número es de treinta y cinco mil novecientas cuarenta y cinco, y las enumera todas bajo distintos epígrafes. Es precursor del gran señor Norrell en otro aspecto: en ninguna de sus listas se menciona la magia que tradicionalmente se relaciona con los pájaros y animales salvajes, y Sutton-Grove excluye de forma deliberada las clases de magia en las que se acostumbra utilizar a los duendes, como la de invocar a los muertos.
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7.- Duque de Portland, primer ministro y primer lord del Tesoro, 1807-1809.
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8. Un caballero de pelo como el vilano del cardo

1.- «Oh, Lar, mucho necesito de tu auxilio. Esta virgen ha muerto y su familia desea que se le devuelva la vida.»
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2.- «¡He ahí a la muerta, entre la tierra y el cielo! Has de saber, oh Lar, que te he elegido a ti para esta magna obra porque...»
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10. Las dificultades de hallar empleo para un mago

1.- Burlington House, en Piccadilly, era la residencia en Londres del duque de Portland, primer ministro del Tesoro. La casa había sido edificada en una época en la que los nobles ingleses no temían rivalizar con su monarca en la exhibición de poder y riqueza, y no había en toda la capital edificio tan bello. El duque era un anciano muy respetable, pero el pobre no se ajustaba a la idea que tiene la gente de lo que debe ser un primer ministro. Estaba muy viejo y enfermo. En aquel entonces, yacía en alguna habitación de un remoto lugar de la casa, con las cortinas cerradas, aletargado por el láudano, muriendo poco a poco. No tenía utilidad alguna para su país y muy poca para sus compañeros del gobierno. La única ventaja que ellos veían en su liderazgo era la de que les permitía utilizar su magnífica mansión para sus reuniones y pedir a sus magníficos sirvientes que les subieran de la bodega pequeñas cosas que les apetecían. (En general, les parecía que la tarea de gobernar Gran Bretaña daba mucha sed.)
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2.- William Pitt el Joven (1759-1806). Es difícil que podamos conocer a otro como él, porque llegó a primer ministro a los veinticuatro años y, con un breve intervalo de tres años, gobernó el país hasta su muerte.
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12. El espíritu de la Magia Inglesa conduce al señor Norrell al auxilio de Britania

1.- Cuatro años después, durante la Guerra de la Península, Jonathan Strange, el discípulo del señor Norrell, hizo una crítica similar de esta forma de magia.
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2.- En esta descripción, el señor Lascelles consigue combinar en uno solo todos los libros de lord Portishead. Cuando, a principios de 1808, lord Portishead abandonó los estudios de magia, había publicado tres libros: Vida de Jacques Belasis, ed. Longman, Londres, 1801; Vida de Nicholas Goubert, ed. Longman, Londres, 1805, e Historia del Rey Cuervo contada a los niños, ed. Longman, Londres, 1807, con ilustraciones de Thomas Bewick. Los dos primeros eran eruditos estudios sobre dos magos del siglo XVI. El señor Norrell no tenía de ellos muy buena opinión, pero le desagradaba sobre todo Historia del Rey Cuervo contada a los niños. Jonathan Strange, por el contrario, la consideraba una obrita excelente.
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3.- «Resultaba extraño que un hombre tan acaudalado —lord Portishead poseía grandes extensiones de Inglaterra— fuese tan modesto. También era un excelente marido y padre de diez hijos. El señor Strange me dijo que ver a lord Portishead jugar con sus hijos era la escena más deliciosa del mundo. Porque también él era un poco niño. A pesar de su gran erudición, era tan incapaz de ver maldad en nadie como de entender el chino. Era el lord más gentil de toda la aristocracia británica.» Vida de Jonathan Strange, John Segundus, ed. John Murray, Londres, 1820.
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4.- Amigos de la Magia Inglesa se publicó en febrero de 1808 y fue un éxito inmediato. En 1812 Norrell y Lascelles se ufanaban de unas tiradas de más de 13.000 ejemplares, aunque no es seguro el grado de precisión de tales cifras.
De 1808 a 1810 el editor fue, en teoría, lord Portishead, pero no cabe duda de que tanto el señor Norrell como Lascelles interferían en gran medida. Existían ciertas divergencias entre Norrell y Lascelles en lo tocante a los objetivos del periódico. El señor Norrell deseaba, en primer lugar, que Amigos de la Magia Inglesa revelara al público inglés la gran importancia de la magia inglesa moderna; en segundo lugar, aspiraba a corregir las opiniones erróneas acerca de la historia de la magia, y, en tercer lugar, pretendía desacreditar a las clases de magos que él aborrecía. No deseaba explicar en sus páginas los procedimientos de la magia inglesa; en otras palabras, no tenía intención de hacer la revista ni mínimamente informativa. Lord Portishead, cuya admiración por el señor Norrell no tenía límites, consideraba que su primera obligación de editor era la de seguir sus numerosas instrucciones. En consecuencia, los primeros números de Amigos de la Magia Inglesa son bastante aburridos y desconcertantes, con extrañas omisiones, contradicciones y evasivas. Lascelles, por el contrario, comprendía muy bien cómo debía utilizarse el periódico para propiciar el resurgimiento de la magia inglesa, y ansiaba imprimirle un tono más ameno. El cauto enfoque de Portishead lo irritaba más y más, y con una serie de maniobras consiguió ser designado editor adjunto a lord Portishead a partir de 1810.
John Murray publicó Amigos de la Magia Inglesa hasta principios de 1815, en que se peleó con Norrell. Privado del apoyo del mago, Murray se vio obligado a vender el periódico a Thomas Norton Longman. En 1816, Murray y Strange decidieron publicar un periódico rival, llamado Famulus, del que sólo salió un número.
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13. El mago de Threadneedle Street

1.- Según la tradición, el Rey Cuervo poseía tres reinos: uno en Inglaterra, otro en Tierra de Duendes y el tercero en un país situado más allá del infierno.
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2.- Thomas Lanchester, El lenguaje de las aves, capítulo 6.
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14. La granja del Desengaño

1.- Finalmente, ambos procesos se fallaron a favor del hijo de Laurence Strange.
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2 .-Laurence Strange, por el contrario, se felicitaba de poder ahorrarse la manutención y la ropa del niño durante meses. Lo que demuestra cómo el amor al dinero puede convertir a una persona inteligente en un ser mezquino y ridículo.
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3.- John Segundus, biógrafo de Strange, menciona más de una vez que Strange prefería el trato de las mujeres inteligentes al de los hombres. Vida de Jonathan Strange, ed. John Murray, Londres, 1820.
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18. Sir Walter consulta a caballeros de diversas profesiones

1.- Teoría propugnada por primera vez en el siglo XII por un mago de Cornualles llamado Meraud, de la cual existieron muchas variantes. En su forma más extrema incluye la creencia de que todo el que haya sido curado, salvado o resucitado por la magia deja de estar sometido a Dios y a su Iglesia, aunque puede deber acatamiento al mago o ente sobrenatural que lo haya ayudado.
Meraud fue arrestado y conducido ante el rey Esteban de Inglaterra del Sur y sus obispos, en el concilio de Winchester. Meraud fue marcado con fuego, azotado y expulsado, semidesnudo. Los obispos prohibieron que se le prestara ayuda. Meraud trató de ir andando de Winchester a Newcastle, donde el Rey Cuervo tenía su castillo, pero murió por el camino.
La creencia que existía en Inglaterra del Norte de que cierta clase de asesinos no pertenecen a Dios ni al Diablo sino al Rey Cuervo, es otra de las formas de la herejía de Meraud.
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2.- Tres condiciones perfectibles del ser, de William Pantler, ed. Henry Lintot, Londres, 1735. Las tres condiciones son las de ángeles, hombres y duendes.
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3.- De esta frase se deduce que el señor Norrell ignoraba todavía la alta estima en que lo tenían todos los ministros en general y lo deseosos que estaban de utilizar su magia en la guerra.
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19. Los Chicos de la Madrugada

1.- Residencia del príncipe de Gales en Londres, situada en Pall Mall.
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20. El extraño sombrerero

1.- Robert Banks Jenkinson, lord Hawkesbury (1770-1828). A la muerte de su padre, ocurrida en diciembre de 1808, pasó a ser el conde de Liverpool. Durante los nueve años siguientes, sería uno de los más firmes partidarios del señor Norrell.
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21. Las Cartas de Marsella

1.- El rey amaba profundamente a sus seis hijas, pero con un amor que casi lo convertía en su carcelero. No soportaba la idea de que alguna pudiera dejarlo para casarse y las obligaba a llevar una vida de intolerable aburrimiento en el castillo de Windsor, en compañía de la malhumorada reina. De las seis sólo una consiguió casarse antes de cumplir los cuarenta.
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22. El caballero de bastos

1.- Parece ser que Strange no abandonó fácilmente la idea de dedicarse a la poesía. En Vida de Jonathan Strange, ed. John Murray, Londres, 1820, John Segundus describe cómo, frustrados sus esfuerzos por encontrar a un poeta, Strange decidió escribir los poemas él mismo. «Las cosas fueron muy bien el primer día; desde la hora del desayuno hasta la del almuerzo, estuvo sentado al pequeño escritorio de su vestidor, en bata, garabateando rápidamente en varias docenas de cuartillas. Estaba encantado con todo lo que escribía, lo mismo que su ayuda de cámara, que también era literato y le aconsejaba en las difíciles cuestiones de metáforas y retórica, y daba vueltas por la habitación recogiendo las cuartillas que volaban en todas las direcciones, ordenándolas y bajando a toda prisa a leérselas a su amigo, el ayudante del jardinero. Era realmente asombroso lo aprisa que escribía Strange, y el criado decía incluso que cuando acercaba la mano a la cabeza de su señor, notaba el calor que despedía la potente energía creativa del interior. Al segundo día, Strange se sentó a escribir otra cincuentena de páginas, pero enseguida se encontró en dificultades, al no hallar una rima para «que el amor nos baste». «Del vicio el lastre» no prometía demasiado, «preciado engaste» era pedante, y «tú me regalaste», ramplón. Estuvo batallando una hora, no encontró nada, salió a caballo para desembotar el cerebro y no volvió a mirar su poema.
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2.- Pueblo situado a cinco o seis millas de la casa de Strange.
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3.- El señor Norrell, al parecer, lo adaptó de una descripción de un hechizo de Lancashire extraído de La biblioteca de la muerte, de Peter Watershippe (1448).
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Libro II: Jonathan Strange

23. Shadow House

1.- Algunos autores (Jonathan Strange entre ellos) afirman que Maria Absalom sabía muy bien lo que se hacía al dejar que su casa se convirtiera en una ruina. Sostienen que se guiaba por la creencia popular de que todos los edificios en ruinas pertenecen al Rey Cuervo. Ello explicaría por qué en Shadow. House la magia pareció fortalecerse después de quedar en ruinas.
«Todas las obras del hombre, todas sus ciudades, todos sus imperios, todos sus monumentos, un día caerán y se convertirán en polvo. Hasta las casas de mis queridos lectores caerán —aunque sea sólo durante un día, una hora— y serán casas de piedras unidas por mortero de luna, con ventanas abiertas por las estrellas y amuebladas por el viento cargado de polvo. Se dice que ese día, esa hora, nuestras casas se convierten en propiedad del Rey Cuervo. Aunque nos lamentemos del fin de la magia inglesa, digamos que hace tiempo que nos ha abandonado y nos preguntemos unos a otros cómo pudimos perder algo tan precioso, no debemos olvidar que la magia nos espera al fin de Inglaterra y que llegará el día en que no podremos escapar del Rey Cuervo más de lo que ahora, en nuestro tiempo, podemos hacer que vuelva.» Historia y práctica de la magia inglesa, Jonathan Strange, ed. John Murray, Londres, 1816.
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2.- Cuando se habla de las «Otras Tierras» se alude, en general, a Tierra de Duendes, o un lugar parecido, indeterminado. En una conversación de carácter general, basta esta definición, pero un mago debe tratar de concretar. Es bien sabido que el Rey Cuervo gobernaba tres reinos: el primero era el reino de Inglaterra del Norte, que comprendía Cumberland, Northumberland, Durham, Yorkshire, Lancashire, Derbyshire y una parte de Nottinghamshire. Los otros dos reinos se llamaban «las Otras Tierras del Rey». Uno era parte de Tierra de Duendes y el otro se suponía que era un país situado en los confines del infierno, llamado a veces «las Tierras Amargas». Los enemigos del Rey decían que se las había arrendado Lucifer.
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3.- Paris Ormskirk (1496-1587), maestro de escuela del pueblo de Clerkenwell, cerca de Londres. Autor de varios tratados de magia. No era un pensador muy original, pero sí un trabajador diligente que se impuso la tarea de reunir y seleccionar todos los conjuros posibles, a fin de descubrir la versión más segura. Tardó doce años, durante los cuales, su casita de Clerkenwell Green se llenó de miles de papeles con sortilegios escritos en ellos. La señora Ormskirk no se sentía muy complacida y la pobre mujer se convirtió en el prototipo de la esposa del mago de las comedias y las novelas baratas del género.
El encantamiento que por fin encontró Ormskirk se hizo muy popular y se utilizó extensamente durante su propio siglo y los dos siguientes, pero hasta que Jonathan Strange lo modificó e hizo aparecer a Maria Absalom en su propio sueño y el del señor Segundus, no sé de nadie que obtuviera el menor éxito con él, quizá por las razones que aduce Jonathan Strange.
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4.- Parece ser que, en este momento, al señor Segundus lo abandonó su sentido común. Charles HetherGray (1712-1789) fue otro historiógrafo de la magia que publicó un célebre conjuro, tan malo como el de Ormskirk. Sería difícil elegir entre los dos.
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5.- Conjurar a los muertos era un sortilegio mágico muy conocido en la Edad Media. Al parecer había consenso sobre que a un mago muerto le resultaba muy fácil que su espíritu resucitase e incluso hablase.
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6.- Eran muy pocos los magos que no habían aprendido magia de otro practicante. El Rey Cuervo no fue el primer mago británico. Hubo otros antes que él —uno de los más relevantes, Merlín, el medio hombre y medio demonio, en el siglo VII—, pero en el tiempo en que el Rey Cuervo llegó a Inglaterra, no había ninguno. Poco se sabe de los primeros años del Rey Cuervo, pero es lógico suponer que aprendió tanto a ser mago como a ser rey en una corte de Tierra de Duendes. Los magos de la Inglaterra medieval aprendían su arte en la corte del Rey Cuervo y aquellos magos enseñaron a otros.
Una excepción pudiera ser Thomas Godbless (1105?-1182), mago de Nottinghamshire. La mayor parte de su vida nos es desconocida. Estuvo un tiempo con el Rey Cuervo, pero, al parecer, eso fue en su madurez, cuando hacía años que era mago. Él es quizá un ejemplo de que un mago puede ser autodidacta, como lo fueron, evidentemente, Gilbert Norrell y Jonathan Strange.
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24. Otro mago

1.- El Mago Moderno fue el primero de varios periódicos de magia que siguieron a la aparición de Amigos de la Magia Inglesa, acaecida en 1808. Aunque no habían sido nombrados por el señor Norrell, a los directores de estas publicaciones ni les pasaba por la imaginación desviarse de la ortodoxia marcada por él.
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2.- Horace Tott llevó una existencia gris en Cheshire, siempre con el propósito de escribir una gran obra sobre la magia inglesa, que no llegó a empezar. Murió a los setenta y cuatro años, pensando todavía que la iniciaría a la semana siguiente, o quizá a la otra.
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25. La educación de un mago

1.- Naturalmente, el señor Norrell basaba su programa de estudios en las clasificaciones contenidas en De Generibus Artium Magicarum Anglorum, de Francis Sutton-Grove.
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2.- Richard Chaston (1620-1695). Chaston escribió que tanto los hombres como los duendes poseen un componente racional y un componente mágico. En los hombres predomina lo racional sobre lo mágico. En los duendes ocurre lo contrario: la magia es connatural en ellos, pero, según los cánones humanos, apenas son racionales.
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3.- Libro azul: denuncia de las mentiras más extendidas y los fraudes más frecuentes perpetrados por los magos ingleses contra los súbditos del Rey y unos contra otros, Valentine Munday, ed. 1698.
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4.- La historia de la hija del maestro de Nottingham (a la que el señor Norrell no volvió a referirse) es interesante, por lo que voy a contarla aquí.
La feria a la que fue la muchacha se celebraba en Nottingham el día de san Mateo. La joven pasó una mañana muy agradable, recorriendo los puestos y comprando ropa para la casa, encajes y especias. Durante la tarde, se volvió de pronto a mirar a unos titiriteros italianos que caminaban detrás de ella y golpeó con el borde de la capa a una oca. La irascible ave se lanzó aleteando y graznando contra la muchacha, que hizo un ademán de sorpresa, y el anillo de su padre se le escurrió del dedo y fue a caer en el gaznate de la oca, que se lo tragó. Antes de que la hija del maestro de Nottingham pudiera decir o hacer algo, el propietario se llevó al animal y ambos desaparecieron entre la gente.
Compró la oca un hombre llamado John Ford, que vivía en el pueblo de Fiskerton, y al día siguiente, su esposa, Margaret Ford, mató al ave, la desplumó y la destripó. En su interior encontró un pesado anillo de plata adornado con una barra diagonal de ámbar, que dejó en una mesa, al lado de tres huevos de gallina que había recogido aquella mañana.
Inmediatamente, los huevos empezaron a temblar, se abrieron y de cada uno salió algo maravilloso. Del primero, un instrumento de cuerda que parecía una viola, pero tenía brazos y piernas y tocaba solo, con un arco diminuto, una música muy dulce. Del segundo huevo surgió un barco del más puro marfil, con velas de fina batista y remos de plata. Y del último salió un polluelo de extraño plumaje rojo y oro. Éste fue el único portento que llegó a la noche. Al cabo de una hora o dos, la viola se resquebrajó como cáscara de huevo y se hizo pedazos; al atardecer, el barco de marfil desplegó las velas y se fue remando por el aire; el pájaro, empero, creció, y al cabo de un tiempo encendió, un fuego que destruyó la mayor parte de Grantham. Durante el incendio se lo vio bañarse en las llamas, lo que dio lugar a que lo tomaran por un fénix.
Cuando Margaret Ford comprendió que tenía en su poder un anillo mágico, decidió utilizarlo. Por desgracia, era una mujer maliciosa que tiranizaba a su pobre marido y pasaba largas horas tramando venganzas contra sus enemigos. John Ford detentaba el feudo de Fiskerton y, durante los meses siguientes, se vio abrumado por las tierras y los bienes que le regalaban otros hacendados más ricos que él, temerosos de la maléfica magia de su esposa.
No tardaron las nuevas de los portentos obrados por Margaret Ford en llegar a Nottingham, donde el maestro de Nottingham yacía en la cama, esperando la muerte. Era tanto el poder que había puesto en el anillo que su pérdida lo había hecho enfermar de tristeza y desesperanza. Cuando al fin tuvo noticias de su anillo, estaba ya muy débil para poder hacer algo.
Su hija, por el contrario, apenada por la desgracia que había causado a su familia, creyó que era su deber tratar de recuperar el anillo, por lo que, sin revelar a nadie su propósito, se puso en camino hacia el pueblo de Fiskerton, siguiendo la margen del río.
No había llegado más allá de Gunthorpe cuando contempló una escena terrible. Un bosquecillo estaba envuelto en voraces llamas. La negra humareda hacía llorar y se agarraba a la garganta. Pero era un incendio que no consumía el bosque. Un sordo quejido brotaba de los árboles, como si se dolieran del largo tormento. La hija del maestro miró en derredor, buscando a alguien que le explicara aquel prodigio. Un joven leñador que pasaba por allí le dijo:
—Hace dos semanas, Margaret Ford se paró en ese bosque al volver de Thurgarton. Descansó a la sombra de sus árboles, bebió agua de su arroyo y comió de sus nueces y sus bayas, pero cuando se iba, tropezó con una raíz y cayó al suelo, y cuando fue a levantarse, un rosal silvestre cometió la impertinencia de arañarle. el brazo. Entonces ella echó un maleficio al bosque y juró que ardería para siempre.
La hija del maestro dio las gracias al leñador por la información y siguió andando. Sintió sed y se arrodilló a beber en el río. En aquel momento, una mujer —o algo muy parecido a una mujer— que estaba en el agua se incorporó a medias. Tenía el cuerpo cubierto de escamas, la piel moteada como la de una trucha y el cabello convertido en un extraño amasijo de púas. Parecía mirar fieramente a la muchacha, pero sus ojos de pez, redondos y fríos, y su rígida piel de pez no se prestaban a reproducir expresiones humanas, por lo que era dificil adivinar su actitud.
—Oh, perdone —dijo la hija del maestro, asustada.
La mujer abrió la boca y mostró la garganta y la fea dentadura de un pez, pero parecía incapaz de emitir sonido alguno. Entonces se dio media vuelta y volvió a hundirse en el agua. Una mujer que lavaba ropa en el río explicó a la hija del maestro:
—Es Joscelin Trent, que tiene la desgracia de ser la esposa del hombre que le gusta a Margaret Ford, la cual, por celos, le ha echado un maleficio, y la pobre ha de pasar los días y las noches sumergida en los bajíos del río, para que no se le sequen su piel y su carne de pez. Como no sabe nadar, vive con el terror de ahogarse.
La joven dio las gracias a la mujer por haberle dicho esto. Llegó entonces al pueblo de Hoveringham. Un hombre y su esposa, que montaban un pequeño poni, muy apretados, le aconsejaron que no entrara en el pueblo y le hicieron dar un rodeo, llevándola por estrechos senderos. Desde una pequeña loma, la hija del maestro contempló el pueblo y vio que todos sus habitantes llevaban los ojos vendados. Como no estaban habituados a esa ceguera autoimpuesta, continuamente chocaban con las paredes, tropezaban con taburetes y carretillas, se cortaban con cuchillos y otras herramientas, y se quemaban con la lumbre. De manera que todos estaban heridos y magullados, pero ni uno solo se quitaba la venda.
—Es que el cura de Hoveringham tuvo la osadía de denunciar desde el púlpito la maldad de Margaret Ford —explicó la esposa—. Obispos, abades y canónigos han mantenido la boca cerrada, pero ese frágil anciano la desafió y ella maldijo a todo el pueblo. La maldición consiste en tener ante los ojos la imagen de aquello que más temen, y esas pobres gentes ven a sus hijos morir de hambre, a sus padres volverse locos y a aquellos a los que aman traicionarlos y despreciarlos. Marido y mujer se ven el uno al otro atrozmente asesinados. Por eso, aunque tales visiones no son sino ilusiones, los habitantes del pueblo tienen que vendarse los ojos para no enloquecer por lo que ven.
Sacudiendo la cabeza ante la maldad de Margaret Ford, la hija del maestro siguió caminando hacia la casa de John Ford, donde encontró a Margaret y a las criadas, que, armadas de palos, conducían las vacas alestablo para el ordeño de la tarde. La muchacha se acercó audazmente a Margaret Ford. Al instante, ésta se volvió y la golpeó con el bastón.
—¡Ya sé quién eres, bribona! —le gritó—. Me lo ha dicho mi anillo. Sé que piensas mentirme, a mí, que nunca te he hecho daño alguno, y pedirme que te tome a mi servicio. Sé que te propones robarme el anillo. ¡Pues bien, quiero que sepas que el anillo tiene unos hechizos muy poderosos! Si alguien fuera tan necio como para tocarlo siquiera, al momento saldrían de la tierra abejas, avispas e insectos de todas clases a clavarle el aguijón, y del cielo bajarían águilas, halcones y toda clase de aves a picotearlo, y por último, aparecerían osos, jabalíes y toda clase de alimañas a despedazarlo.
Entonces le dio de palos a la hija del maestro y ordenó a sus criadas que la pusieran a trabajar en la cocina. Las criadas, un hatajo de desgraciadas, víctimas de las iras de su ama, daban a la joven los trabajos más arduos, y cada vez que Margaret Ford las golpeaba o les gritaba, ellas se desahogaban haciendo otro tanto con ella. A pesar de todo, la hija del maestro no perdía el ánimo. Varios meses hacía ya que trabajaba en la cocina, y ni un solo momento dejó de pensar en cómo conseguir que Margaret Ford se desprendiera del anillo o lo perdiera. Margaret Ford era una mujer cruel que se ofendía fácilmente y cuya cólera era inextinguible. No obstante, adoraba a los niños pequeños, no desperdiciaba ocasión de cuidarlos y, con un crío en brazos, era toda ternura. No había tenido hijos y quienes la conocían sabían que eso era para ella causa de profunda pena. Se suponía que había probado toda clase de artes de magia para concebir, pero en vano. Un día, mientras jugaba con la niña de una vecina, Margaret Ford dijo que si un día llegaba a tener un hijo, le gustaría que fuera una niña y que tuviera la piel blanca como la nata, los ojos verdes y el pelo rizado y del color del cobre (como ella).
—¡Ah! —exclamó la hija del maestro con aire inocente—. La esposa del agente del rey en Epperstone tiene una niña precisamente así, la criatura más bonita que se pueda imaginar.
Margaret Ford hizo que la muchacha la llevara a Epperston a ver a la hija de la esposa del agente del rey, y cuando comprobó que la criatura era la más bonita que había visto en su vida (tal como le había dicho la joven) anunció a la horrorizada madre su intención de llevársela consigo.
Desde el momento en que se apoderó de la pequeña, Margaret Ford pareció otra. Se pasaba el día cuidando de la niña, jugando con ella y cantándole canciones. Ahora estaba contenta con su suerte. Utilizaba el anillo mágico mucho menos que antes y casi nunca se encolerizaba. Así siguieron las cosas hasta que iba a hacer ya un año que la hija del maestro de Nottingham vivía en casa de Margaret Ford. Un día de verano, Margaret Ford, la niña, la hija del maestro y las otras criadas almorzaron en la orilla del río. Después de comer, Margaret Ford se tendió a descansar a la sombra de un rosal silvestre. Hacía calor y todas tenían sueño. En cuanto estuvo segura de que Margaret Ford dormía, la hija del maestro sacó una ciruela confitada y se la enseñó a la niña. La pequeña, que sabía muy bien lo que hay que hacer con los confites, abrió la boca, y la joven se lo metió en la boca. Luego, rápidamente y asegurándose de que ninguna de las criadas veía lo que hacía, sacó el anillo mágico del dedo de Margaret Ford y gritó:
—¡Oh, oh! ¡Despierte, señora! ¡La niña le ha quitado el anillo y se lo ha metido en la boca! ¡Oh!, por el bien de la criatura, deshaga el hechizo. ¡Deshaga el hechizo!
Margaret Ford se despertó y vio a la niña con la mejilla abultada, pero estaba muy aturdida por el sueño para darse cuenta de lo que ocurría. Volaba por allí una abeja, a la que la hija del maestro señaló con el dedo, gritando. También las otras criadas chillaron.
—¡Pronto, señora, se lo suplico! —rogó—. ¡Oh! —exclamó levantando la mirada—. ¡Ya vienen las águilas y los halcones! ¡Oh! —Miró a lo lejos—. Ahí están ya los osos y los jabalíes que despedazarán a la pobrecita.
Margaret Ford gritó al anillo que deshiciera el hechizo, y el anillo obedeció al instante, y casi al mismo tiempo la niña se tragó el confite. Mientras Margaret Ford y las criadas, con ruegos, carantoñas y golpecitos en la espalda, trataban de que la pequeña escupiera el anillo mágico, la hija del maestro de Nottingham echo a correr por la margen del río en dirección a Nottingham.
El resto de la historia tiene los elementos habituales. Cuando Margaret Ford descubrió el engaño, lanzó a jinetes y perros en persecución de la joven. Varias veces, la muchacha parecía perdida: los caballos estaban a punto de darle alcance y ya tenía a los perros en los talones. Pero la historia nos cuenta cómo las víctimas de la magia de Margaret Ford la ayudaron. Los habitantes del pueblo de Hoveringham se arrancaron las vendas y, a pesar de las horribles visiones que aparecían ante sus ojos, corrieron a construir barricadas para impedir el paso de Margaret Ford. La infortunada Joscelin Trent se levantó del río y trató de hundir a Margaret Ford en las enlodadas aguas; y el bosque en llamas le arrojó ramas ardientes.
El anillo volvió a manos del maestro de Nottingham, que reparó todo el daño que había perpetrado Margaret Ford y recuperó su propia fortuna y su reputación.
Existe otra versión de la historia en la que no aparece el anillo mágico ni el bosque en llamas perpetuas, ni fénix, ni milagro alguno. Según esta versión, Margaret Ford y la hija del maestro de Nottingham (que se llamaba Donata Torel) no eran enemigas, sino las dirigentes de una agrupación de magas que floreció en Nottinghamshire en el siglo XII. Hugh Torel, el maestro de Nottingham, era contrario a la existencia de tal grupo e hizo grandes esfuerzos por destruirlo (a pesar de que su propia hija pertenecía a él). Estuvo a punto de conseguirlo, hasta que las mujeres dejaron sus hogares, abandonando a padres y maridos, y se fueron a vivir al bosque bajo la protección de Thomas Godbless, un mago mucho más poderoso que Hugh Torel. Esta menos pintoresca versión de la historia nunca fue tan popular como la otra, pero es la que Jonathan Strange consideró válida e incluyó en Historia y práctica de la magia inglesa.
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26. Esfera, corona y cetro

1.- Stephen describió cómo, a poco de llegar a estas costas, Julio César se apartó de su ejército para adentrarse en un bosquecillo. No había andado gran trecho cuando se tropezó con dos jóvenes que suspiraban profundamente y golpeaban el suelo con gesto de frustración. Los dos eran muy apuestos y vestían túnicas del más puro lino teñido de exquisitos colores. Julio César, admirado del noble aspecto de los jóvenes, les hizo toda suerte de preguntas, a las que ellos respondieron con candor, sin asomo de desconfianza. Le explicaron que ambos tenían querellas que presentar al tribunal de la región. El tribunal celebraba sesión el primer día de cada trimestre para zanjar disputas y castigar a los delincuentes. Por desgracia, la raza a la que ellos pertenecían era levantisca y violenta, y en ese momento no podían presentar su demanda porque no encontraban un juez imparcial; todas las personas venerables de su casta o estaban acusadas de algún crimen o tenían relación con alguno de los casos en litigio. Al oír eso, César se compadeció e inmediatamente se ofreció a actuar de juez, a lo que ellos accedieron de buen grado. Lo llevaron por el bosque hasta una hondonada cubierta de hierba y rodeada de verdes colinas. Allí encontró César a un millar de los hombres y mujeres más hermosos que viera en su vida. Se sentó en la ladera y escuchó todas sus quejas y acusaciones. Cuando las hubo oído, emitió unos juicios tan sabios que todos quedaron satisfechos y ninguno se fue sintiéndose tratado injustamente. Tan complacidos estaban con las sentencias que, en pago, ofrecieron a César lo que quisiera. Él meditó un momento y dijo que quería dominar el mundo. Y ellos se lo prometieron.
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27. La esposa del mago

1.- El 14 de mayo de 1810, Strange le escribió a John Segundus: «... Existe aquí un gran afán por ver visiones, que me place satisfacer siempre que puedo. A pesar de lo que diga el señor Norrell, cuesta muy poco esfuerzo y nada agrada más al profano. Lo único que lamento es que la gente siempre acaba pidiéndome que les muestre a sus parientes. El martes estaba en Tavistock Square, en casa de una familia llamada Fukher. Derramé vino en la mesa, obré la magia y les mostré un combate naval que en aquel momento se libraba en las Bahamas, una vista de un monasterio napolitano en ruinas al claro de luna y, finalmente, al emperador Napoleón Buonaparte tomando una taza de chocolate con los pies en un barreño de agua caliente».
Los Fulcher son personas lo bastante corteses para aparentar interés en lo que yo hacía, pero casi al final de la velada me preguntaron si no podría mostrarles a su tía, que vive en Carlisle. Durante la media hora siguiente, Arabella y yo tuvimos que hablar el uno con el otro mientras la familia contemplaba, extasiada, la imagen de una anciana sentada junto al fuego, con una cofia blanca, haciendo calceta.» Cartas y documentos de Jonathan Strange, John Segundus, ed. John Murray, Londres, 1824.
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2.- Uno de los libros del señor Norrell. Norrell aludió a él indirectamente cuando los señores Segundus y Honeyfoot fueron a visitarlo a primeros de enero de 1807.
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3.- Eran las pinturas venecianas que el señor Norrell había visto en casa de la señora Wintertowne dos años antes. La señora Wintertowne le dijo entonces al mago que pensaba darlos como regalo de boda a sir Walter y a la señorita Wintertowne.
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28. La biblioteca del duque de Roxburghe

1.- Entre las formas de magia que Strange y Norrell obraban en 1810 figuran: desecar una gran extensión de mar del golfo de Vizcaya y materializar en ella un vasto bosque de árboles monstruosos (con lo que destruyeron veinte barcos franceses, crearon mareas y vientos insólitos que desconcertaban a los franceses, arruinaban las cosechas y hacían morir al ganado); modelar con lluvia flotas de navíos, ciudades amuralladas, figuras gigantescas, bandadas de ángeles, etcétera, etcétera, a fin de asustar, confundir o hechizar a los soldados y marineros enemigos; hacer que cayera la noche cuando los franceses esperaban el amanecer y viceversa.
Todo ello se enumera en De Generibus Artium Magicarum Anglorum, de Francis Sutton-Grove.
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2.- A finales de 1809, lord Castlereagh, el anterior ministro de la Guerra, se había peleado violentamente con el señor Canning. Se batieron en duelo, después del cual ambos tuvieron que dimitir de sus cargos en el gobierno. Lord Liverpool, el actual ministro de la Guerra, es en realidad la misma persona que lord Hawkesbury, que ya ha sido mencionado en estas páginas y que, a la muerte de su padre, ocurrida en diciembre de 1808, había dejado un título y asumido el otro.
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3.- Thaumatomane: persona apasionada por la magia y los milagros, Diccionario de la lengua inglesa, de Samuel Johnson.
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4.- Floors Castle es la casa de los duques de Roxburghe.
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5.- El Comité de Privilegios falló finalmente a favor de sir James Innes, y, como el señor Lascelles había pronosticado, el nuevo duque puso en venta la biblioteca al instante. La subasta, que tuvo lugar en el verano de 1812 (estando Strange en la Península Ibérica), fue sin duda el acontecimiento bibliográfico más extraordinario desde el incendio de la biblioteca de Alejandría. Se prolongó durante cuarenta y dos días y fue causa de dos duelos por lo menos. Entre los libros del duque figuraban siete textos mágicos, a cual más extraordinario. Rosa et Fons era una meditación mística sobre magia, escrita por un mago desconocido del siglo XIV. Thomas de Dundelle, poema hasta entonces ignoto de Chrétien de Troyes, era una versión colorista de Thomas Dundale, el primer sirviente humano del Rey Cuervo.
El libro de Loveday Ingham era la descripción de las ocupaciones cotidianas de un mago del siglo XV en Cambridge.
Exercitatio Magica Nobilissima era un intento de describir toda la magia inglesa que databa del siglo XVII.
Historia de Seven era una obra muy embarullada, parte en inglés, parte en latín y parte en una lengua mágica desconocida. No podía determinarse su antigüedad, no podía identificarse al autor ni podía adivinarse su intención al escribir el libro. En lineas generales, parecía ser la historia de una ciudad de Tierra de Duendes llamada Seven, pero la información se presentaba en un estilo muy confuso y con frecuencia el autor interrumpía su narración para acusar a una persona no especificada de haberlo perjudicado de algún modo misterioso. Esas partes del texto más parecían una carta de protesta que otra cosa. El Parlamento de las mujeres era una descripción alegórica del siglo XVI, de la sabiduría y la magia propias de las mujeres.
Pero, con mucho, el más maravilloso era Espejo de la vida de Ralph Stokesey, que salió a subasta el último día junto con una primera edición del Decamerón de Boccaccio. El mismo señor Norrell ignoraba la existencia de ese libro hasta aquel día. Al parecer, había sido escrito por dos autores, un mago del siglo XV llamado William Thorpe y Col Tom Blue, el criado duende de Ralph Stokesey. Por ese tesoro, el señor Norrell pagó la inaudita suma de 2.100 guineas.
Era tal el respeto que inspiraba el mago que ni uno solo de los caballeros que estaban en la sala pujó contra él. Pero una dama pujó por todos los libros. Arabella Strange había estado muy ocupada durante las semanas que precedieron a la subasta. Escribió cartas a las amistades de su esposo y visitó a todos sus amigos de Londres, tratando de reunir dinero suficiente para comprar algún libro para su marido, pero el señor Norrell los copó todos.
Sir Walter Scott, el escritor, describió el final de la subasta. «Fue tal la decepción de la señora Strange al perder La vida de Ralph Stokesey que se le saltaron las lágrimas. En aquel momento, el señor Norrell pasó por su lado con el libro en la mano. Ni una palabra, ni una mirada tuvo aquel hombre para la esposa de su discípulo. No recuerdo cuándo he visto una conducta tan repelente. Varias personas observaron esa actitud y oí comentarios severos acerca de Norrell. El mismo lord Portishead, cuya admiración por el mago no tiene limites, admite que éste se ha comportado muy mal con la señora Strange.»
Pero no fue sólo el trato dado a Arabella lo que suscitó comentarios adversos. Durante las semanas que siguieron a la subasta, estudiosos e historiadores esperaban enterarse de los nuevos conocimientos que se hubieran hallado en los siete maravillosos libros. Concretamente, esperaban que Espejo de la vida de Ralph Stokesey diera respuesta a algunos de los misterios más desconcertantes de la magia inglesa. Se suponía que el señor Norrell revelaría sus descubrimientos en las páginas de Amigos de la Magia Inglesa o que mandaría imprimir copias de los volúmenes. No hizo ninguna de estas cosas. Una o dos personas le escribieron para hacerle preguntas específicas. No contestó. Y cuando en los periódicos aparecían cartas con quejas acerca de ese comportamiento, se indignaba. Al fin y al cabo, él no hacía nada más que lo que había hecho siempre: adquirir libros valiosos y esconderlos donde nadie pudiera verlos. La diferencia estaba en que, cuando era un desconocido, a la gente no le importaba, pero ahora los ojos del mundo estaban puestos en él. Su silencio era causa de extrañeza y la gente empezó a recordar otras ocasiones en las que el señor Norrell había obrado con rudeza y arrogancia.
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29. En casa de José Estoril

1.- El St. Serlo’s Blessing había sido capturado a los franceses. Su nombre francés era Le Temple Foudroyé. St. Serlo’s Blessing, por supuesto, era el nombre de uno de los cuatro bosques mágicos que rodeaban y protegían la ciudad de Newcastle, capital del Rey Cuervo.
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2.- Desde luego, puede aducirse que Wellington era irlandés, pero un patriótico autor inglés no se rebajaría a responder a semejante objeción.
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3.- Había tres grandes plazas fuertes que guardaban la frontera de España: Almeida, Badajoz y Ciudad Rodrigo. A principios de 1811, las tres estaban en poder de los franceses. Mientras avanzaba sobre Almeida, Wellington envió al general Beresford con el ejército portugués al sur, a poner sitio a Badajoz.
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30. El libro de Robert Findhelm

1.- Yorkshire formaba parte del reino del Rey Cuervo de Inglaterra del Norte. Saber que Vinculus era del norte, igual que ellos, tenía que incrementar el respeto de Childermass y Norrell hacia él.
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2.- Otras muchas personas, además de Lascelles, repararon en la extraña circunstancia de que el señor Norrell, que no toleraba ni oír hablar del Rey Cuervo, hubiera vivido en una casa construida con piedras talladas por orden del Rey y en unas tierras que el Rey había poseído y conocía bien.
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3.- Asesinato de libro fue una adición tardía a la ley de la magia inglesa. La deliberada destrucción de un libro de magia merecía el mismo castigo que el asesinato de un cristiano.
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4.- No todos los personajes mencionados por el caballero eran cristianos. Al igual que nosotros, al referirnos a una gran diversidad de tribus y razas de criaturas sobrenaturales, decimos «duendes», ellos suelen llamarnos «cristianos», independientemente de nuestra religión, raza o era.
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31. Diecisiete napolitanos muertos

1.- Voz acuñada en España durante la guerra de la Independencia para designar la acción de bandas, compuestas por docenas o por miles de hombres, que combatían y hostigaban a los ejércitos franceses. Algunas estaban mandadas por ex soldados y mantenían un grado de disciplina militar impresionante. Otras eran poco más que cuadrillas de bandoleros que dedicaban tantas energías a sembrar el terror entre sus infortunados compatriotas como a luchar contra los franceses.
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2.-Jonathan Strange a John Segundus, Madrid, 20 de agosto de 1812.
«Siempre que hay que encontrar a alguien o algo, lord Wellington me pide que conjure una visión. Nunca da resultado. El Rey Cuervo y otros aureates tenían una magia especial para localizar objetos y personas. Tengo entendido que empezaban por utilizar un cuenco de plata lleno de agua. Dividían la superficie del agua en cuatro partes con rayas de luz. (Por cierto, John, realmente no puedo creer que tengas tantas dificultades como dices para crear esas líneas. Yo no puedo describirlas con más claridad. ¡Son la cosa más sencilla del mundo!) Los cuartos representan Cielo, Infierno, Tierra y Tierra de Duendes. Parece ser que se utiliza un hechizo de elección para determinar en cuál de estos reinos ha de encontrarse la persona o la cosa que buscas, pero no tengo ni la menor idea de lo que se hace a partir de entonces, ni tampoco Norrell. ¡Si yo dispusiera de esa magia...! Wellington y su estado mayor siempre están encomendándome tareas que no puedo realizar o que debo dejar a medias porque no dispongo de ella. Noto su falta casi a diario. Sin embargo, no tengo tiempo para experimentos. Por lo tanto, John, te agradecería infinito que dedicaras un tiempo a ensayar este hechizo y me comunicaras inmediatamente si has conseguido algo.»
En los papeles que dejó John Segundus no hay ninguna indicación de que tuviera éxito en sus intentos por recuperar esta magia. No obstante, en el otoño de 1814 Strange se dio cuenta de que un pasaje de Revelaciones de otros treinta y seis mundos, de Ormskirk —durante mucho tiempo considerado un referente de las rimas basadas en números—, ofrecía, de hecho, una especie de versión embrollada precisamente de este hechizo. Hacia finales de ese año, Strange y Norrell practicaban esta magia con reservas.
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3.- Strange sabía que era un acto de magia que hacía el Rey Cuervo. La magia del Rey era casi toda misteriosa, bella y delicada, por lo que nos sorprende que hubiera utilizado un hechizo tan brutal. A mediados del siglo XIII, los enemigos del Rey trataban de formar una alianza contra él. Conocía a la mayoría de sus integrantes: el rey de Francia era uno de ellos; el rey de Escocia era otro; y había también varios duendes desafectos que se daban títulos altisonantes y que tal vez gobernaran —o tal vez no— los vastos territorios que se atribuían. Había también otros personajes más misteriosos e importantes. Durante la mayor parte de su reinado, el Rey había estado en buenas relaciones con la mayoría de los ángeles y demonios, pero ahora corrían rumores de que se había peleado con dos de ellos: Zadkiel, el que administra la misericordia, y Alrinach, el que rige los naufragios.
No parece que las actividades de la alianza inquietaran mucho al Rey. Pero se despertó su interés cuando los presagios mágicos parecían indicar que uno de sus propios nobles se había unido a los aliados y cons- piraba contra él. El sospechoso era Robert Barbatus, conde de Wharfdale, hombre conocido por su astucia y sus artes manipuladoras, por lo que le habían puesto el mote de Zorro. A los ojos del Rey, no había peor delito que el de la traición.
Cuando Henry Barbatus, el primogénito del Zorro, murió de unas fiebres, el Rey Cuervo ordenó que lo desenterraran y lo resucitó para hacerle decir lo que supiera. Thomas de Dundale y William Lanchester sentían una viva aversión hacia esa clase de magia y le suplicaron que utilizara algún otro medio. Pero el Rey estaba muy enfadado y no lograron disuadirlo. Había otras cien formas de magia que hubiera podido usar, aunque ninguna tan rápida y directa, y, al igual que la mayoría de los grandes magos, el Rey Cuervo era, ante todo, práctico.
Se dijo que, en su furor, golpeó a Henry Barbatus. En vida, Henry era un joven muy agraciado, admirado por su apostura y donaire y temido por su audacia en el combate. Que tan noble caballero fuera reducido por el Rey a la condición de pelele acobardado y quejumbroso enfureció a William Lanchester y fue causa de una enconada pelea entre ambos magos, que duró varios años.
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4.- Para acabar con la «vida» de los cadáveres hay que arrancarles los ojos, la lengua y el corazón.
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5.- «Por lo que respecta a los soldados italianos muertos, sólo puedo decir que todos lamentamos profundamente infligir tal crueldad a hombres que ya habían sufrido mucho. Pero nos vimos obligados a hacerlo. No dejaban en paz al mago y lo habrían vuelto loco. Teníamos que poner a dos hombres de guardia mientras dormía para impedir que fueran a despertarlo. Habían sufrido muchos quebrantos desde su muerte y no eran una visión que a nadie apeteciera contemplar al despertar. Al fin hicimos una hoguera y los arrojamos al fuego.» Lord Fitzroy Somerset a su hermano, 2 de septiembre de 1812.
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6.- El coronel Vickery había reconocido el terreno y descubierto a soldados franceses al acecho entre los árboles, esperando para disparar contra el ejército británico. Sus oficiales estaban discutiendo lo que convenía hacer cuando llegó lord Wellington a caballo.
—Podríamos dar un rodeo —dijo—. Pero nos llevaría tiempo y tengo prisa. ¿Dónde está el mago? —Alguien fue en busca de Strange—. Señor Strange, —le dijo lord Wellington—, no creo que suponga un gran esfuerzo para usted mover esos árboles. Mucho menor que el que tendrían que hacer cuatro mil hombres para dar un rodeo de siete millas. ¡Mueva esos bosques, por favor!
Strange hizo lo que se le pedía y trasladó el olivar y el pinar al otro lado del valle. Los franceses quedaron al descubierto en una ladera desnuda y rápidamente se rindieron a los ingleses.
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7.- Por un error, en los mapas de España de Wellington, la ciudad de Pamplona no estaba situada en su lugar real. Wellington se sintió vivamente defraudado el día en que, después de una marcha de veinte millas, el ejército no llegó a Pamplona, que estaba diez millas más al norte. Tras una breve discusión, se creyó más conveniente hacer que el señor Strange desplazara la ciudad que rectificar todos los mapas.
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8.- Las iglesias de Saint Jean de Luz constituyeron un caso bochornoso. No había ninguna necesidad de moverlas. Lo cierto es que un domingo por la mañana Strange estaba desayunándose con brandy en un hotel de Saint Jean de Luz con tres capitanes y dos tenientes del 16o de la Ligera de Dragones, a los que explicaba la teoría que regía el desplazamiento mágico de objetos diversos. Era una empresa totalmente vana: de haber estado sobrios, tampoco lo habrían entendido, y hacía dos días que ni ellos ni Strange estaban sobrios. A modo de ilustración, Strange intercambió el emplazamiento de las dos iglesias, con los fieles en el interior. Tenía el propósito de devolverlas a su lugar antes de que la gente saliera., pero lo llamaron para jugar una partida de billar y no volvió a pensar en ello. Es más, pese a las seguridades dadas reiteradamente, Strange nunca encontró tiempo ni ocasión para devolver a su lugar original río, árboles, ciudad ni nada.
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9.- El gobierno británico le había otorgado a lord Wellington el título de duque. También se habló de conceder un título nobiliario a Strange. «Una baronía es lo mínimo que esperará —le dijo lord Liverpool a sir Walter—, y estaríamos perfectamente justificados si le diéramos algo más. ¿Qué le parece un vizcondado?» La causa de que esto no llegara a ocurrir fue que, tal como señaló sir Walter, no se le podía dar un título a Strange sin hacer otro tanto por Norrell, y ningún miembro del gobierno sentía por Norrell tanta simpatía. La idea de tener que llamar al señor Norrell «sir Gilbert» o «milord» era deprimente.
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32. El rey

1.- En Vida de Jonathan Strange, John Segundus describe otras maneras en que, en su opinión, el duque de Wellington influyó en la posterior actuación de Strange.
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2.- Ni la tenía Ormskirk, seguramente, que se habría limitado a anotar la fórmula que alguien le había dado o que había encontrado en un libro. Es éste un problema constante en los escritos de los magos argentine. En su afán por preservar hasta el último resto de conocimiento mágico, con frecuencia se sentían obligados a escribir cosas que ni ellos mismos entendían.
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3.- El estanque y la arboleda eran lo único que quedaba de un gran jardín plantado por orden de Guillermo III, que no llegó a terminarse. Su construcción fue abandonada porque el coste era excesivo, y el terreno recuperó su anterior estado de parque y prado.
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33. Ponme la luna en los ojos

1.- Charles James Fox, político radical que había muerto hacía unos ocho años. Esta afirmación demuestra lo muy perturbado que estaba el rey: el señor Fox era un ateo notorio que por nada del mundo hubiera puesto los pies en una iglesia.
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2.- Después, al rememorar los sucesos de la mañana, Strange no pudo sino suponer que el flautista no había tratado de engañarlo por el sentido del gusto.
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3.- Es discutible si el señor Norrell estaba en lo cierto al decir que los caminos de las hadas no hacen daño. Son lugares misteriosos y existen docenas de relatos de las extrañas aventuras ocurridas a los que trataron de transitar por ellos. La que cuento a continuación es una de las más conocidas. Es difícil decir cuál fue con exactitud la suerte que corrieron los caminantes, aunque desde luego no es una suerte que ni tú ni yo deseáramos compartir.
En Yorkshire, a finales del siglo XVI, había un hombre que poseía una granja. Una mañana de verano temprano salió al campo con dos o tres de sus hombres, para empezar la siega del heno. La tierra estaba cubierta de una bruma blanca y el aire era frío. A lo largo de uno de los lados del campo discurría un antiguo camino encantado, bordeado de altos setos de espino. Crecían en él hierba alta y árboles jóvenes, y hasta en los días más claros estaba oscuro y sombrío.
El granjero nunca había visto a nadie en el sendero, pero aquella mañana él y sus hombres vieron avanzar por él a un grupo de personas. El hombre que caminaba delante dejó la senda y entró en el campo. Vestía de negro y era joven y bien parecido, y, aunque ni el granjero ni sus hombres lo habían visto antes, enseguida supieron quién era: John Uskglass, el rey mago. Cayeron de rodillas, pero él los levantó y dijo que iba de viaje. Ellos le llevaron un caballo, comida y bebida. Luego fueron en busca de sus esposas e hijos, y John Uskglass los bendijo y les otorgó buena suerte. El granjero miraba con recelo a la extraña gente que se había quedado en el camino, pero John Uskglass le dijo que no tenía nada que temer. Le prometió que aquella gente no podía hacerle daño alguno. Luego se alejó cabalgando. La gente extraña permaneció en el antiguo sendero mágico durante un rato, pero con los primeros rayos del fuerte sol de verano, se desvaneció, al mismo tiempo que la bruma.
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35. El caballero de Nottinghamshire

1.- El retrato estuvo colgado en la biblioteca del señor Norrell desde noviembre de 1814 hasta el verano siguiente, en que fue retirado. Desde entonces nadie lo ha visto. El siguiente extracto de un tomo de memorias describe las dificultades experimentadas por el señor Lawrence (posteriormente, sir Thomas Lawrence) para pintarlo. También es interesante por la luz que arroja sobre las relaciones entre Norrell y Strange a finales de 1814. Parece ser que, pese a muchas provocaciones, Strange aún trataba de ser paciente con su tutor y animaba a otras personas a hacer lo mismo.
«Los dos magos posaron en la biblioteca del señor Norrell. El señor Lawrence vio en el señor Strange a un hombre de lo más agradable, y su retrato marchaba satisfactoriamente. El señor Norrell, por el contrario, se mostró desde el principio muy inquieto. Se revolvía en su asiento y torcía el cuello como si tratara de ver las manos del señor Lawrence: vano intento, puesto que el caballete se interponía entre ellos. El señor Lawrence, suponiéndolo nervioso por la marcha del retrato, le aseguró que éste iba perfectamente y que si lo deseaba podía mirar la tela para comprobarlo con sus propios ojos, pero eso no bastó para calmar su agitación. De pronto el señor Norrell se dirigió al señor Strange, que estaba escribiendo una carta a un ministro:
—Señor Strange, noto corriente de aire. Me parece que la ventana que hay detrás del señor Lawrence está abierta. ¡Haga el favor de ir a ver si es así!
Sin levantar la mirada del papel, Strange respondió:
—Se equivoca; la ventana no está abierta.
Minutos después, al señor Norrell le pareció oír en la plaza a un vendedor de empanadas y rogó al señor Strange que mirase por la ventana, y nuevamente él se negó. Después era el coche de una duquesa lo que oía. Por todos los medios, quería conseguir que el señor Strange fuera a la ventana, pero éste no iba. Aquello era muy extraño, y el señor Lawrence empezó a sospechar que la agitación del señor Norrell nada tenía que ver con imaginarias corrientes de aire, vendedores de empanadas ni duquesas, sino con el cuadro. Cuando el señor Norrell salió de la habitación, el señor Lawrence preguntó al señor Strange qué ocurría. En un principio, el señor Strange le aseguró que no ocurría nada, pero el señor Lawrence estaba decidido a averiguarlo e insistió hasta que el señor Strange suspiró:
—¡Está bien! Se le ha metido en la cabeza que, al amparo del caballete, copia usted hechizos de sus libros. El señor Lawrence estaba consternado. Él había pintado a los más grandes personajes del país y nunca había sido acusado de robar. Ése no era el trato que esperaba.
—Vamos, no se enfade —dijo el señor Strange suavemente—. Si hay en Inglaterra un hombre que se merezca que seamos pacientes con él, ése es el señor Norrell. El futuro de la magia inglesa gravita sobre sus hombros y le aseguro que él siente su gran peso. Eso hace que sea un poco excéntrico. ¿Cuáles serían sus sensaciones, señor Lawrence, si una mañana al despertarse se encontrara con que usted es el único pintor de Europa? ¿No se sentiría un poco solo? ¿No sentiría fija en usted la mirada atenta de Miguel Ángel, Rafael,
Recuerdos de sir Thomas Lawrence durante una amistad de casi treinta años, de la señora Croft.
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2.- Francis Pevensey, mago del siglo XVI. Escribió Dieciocho prodigios que se encuentran en la casa de Albión. Sabemos que Pevensey fue alumno de Martin Pale. Dieciocho prodigios tiene todas las características de la magia de Pale, incluida su afición a complicados diagramas y aparatos mágicos. Durante muchos años, Francis Pevensey ocupó un lugar, si no preeminente, respetable en la historia de la magia inglesa, gracias a su condición de seguidor de Martin Pale, y causó gran sorpresa cuando, de pronto, fue objeto de una de las más agrias controversias del siglo XVIII sobre la teoría de la magia. Todo empezó en 1754, con el descubrimiento de numerosas cartas en la biblioteca de un caballero de Stanford, en Lincolnshire. Estaban escritas en caligrafía antigua y firmadas por Martin Pale. Los eruditos de la época no cabían en sí de gozo.
Pero luego resultó que se trataba de cartas de amor y en ellas no había ni una sola palabra de magia. Contenían las más apasionadas frases que imaginarse puedan. Pale comparaba a su amada a una lluvia suave que cayera sobre él, a un fuego en el, que él se calentara, a una tortura que él prefería a cualquier goce. Había varias referencias a pechos blancos como la leche, piernas perfumadas, largo cabello castaño en el que se enredaban las estrellas, y a otras cosas que no interesaban en absoluto a los estudiosos de la magia, que esperaban hechizos.
Pale gustaba de repetir el nombre de su amada —que era Francis— y en una de las cartas había compuesto un pequeño poema haciendo un juego de palabras con su apellido: Pevensey. En un principio, los estudiosos del siglo XVIII sostenían que la amante de Pale debía de ser la hermana o la esposa del otro Francis Pevensey. En el siglo XVI, Francis era un nombre muy corriente tanto entre hombres como entre mujeres. Luego, Charles Hether-Gray publicó siete extractos de las cartas en los que se mencionaba Dieciocho prodigios que se encuentran en la casa de Albión y demostró claramente que la amante de Pale y el autor del libro eran una misma persona.
William Pantler dijo que las cartas eran falsas. Habían sido halladas en la biblioteca de un tal Whittlesea. La esposa del señor Whittlesea había escrito varias obras de teatro, dos de las cuales habían sido representadas en el teatro Drury Lane. Era evidente, argumentaba Pantler, que una mujer que se rebajaba a escribir obras de teatro se rebajaría a hacer cualquier cosa, y sugirió que la señora Whittlesea había falsificado las cartas «... con el propósito de elevar a las de su sexo por encima del lugar natural que Dios ha dispuesto para ellas...». El señor Whittlesea desafió a un duelo a William Pantler, y éste, que era un hombre de letras y no sabía nada de armas, presentó excusas y se retractó públicamente de sus acusaciones contra la señora Whittlesea.
El señor Norrell no tenía inconveniente en utilizar la magia de Pevensey, puesto que, desde hacía tiempo, se había convencido a sí mismo de que Pevensey era un hombre. En cuanto a las cartas, como no contenían ni una palabra de magia, se desentendió de ellas. Jonathan Strange tenía otra opinión. Según él, sólo cabía una pregunta para zanjar la cuestión: ¿habría enseñado Martin Pale magia a una mujer? La respuesta, según Strange, era afirmativa. Al fin y al cabo, Martin Pale afirmaba haber sido instruido por una mujer: Catherine de Winchester.
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3.- Thaddeus Hickmann (1700-1738), autor de una biografía de Martin Pale.
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4.-
La hiedra prometió maniatar a los enemigos de Inglaterra,
el escaramujo y la zarza prometieron azotarlos,
el espino dijo que respondería a cualquier pregunta,
el abedul dijo que haría puertas a otros países, el tejo nos trajo armas,
el cuervo castigó a nuestros enemigos,
el roble vigiló los montes lejanos,
la lluvia lavó toda la tristeza.

Este tradicional dicho inglés supuestamente enumera los diversos acuerdos que el Rey Cuervo, en nombre de Inglaterra, alcanzó con los bosques.
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37. Los Cinque Dragownes

1.- Los Cinque Dragownes (los Cinco Dragones) era un tribunal que debía su nombre, no como se supone generalmente, a la ferocidad de sus jueces, sino a una cámara de la casa de John Uskglass, el Rey Cuervo, en Newcastle, donde en un principio se celebraban los juicios. Se dice que la cámara tenía doce lados y estaba decorada con preciosas tallas, unas hechas por hombres y otras, por duendes. Las más bellas eran las que representaban a cinco dragones.
Entre los delitos que juzgaban los Cinque Dragownes figuraban: malas tendencias, magia con una finalidad intrínsecamente malévola; falsa magia, fingir que se obraba un acto de magia o prometer obrar un acto de magia que no se podía o no se tenía intención de hacer; vender anillos, sombreros, zapatos, chaquetas, cinturones, palas, habichuelas, instrumentos musicales, etcétera, mágicos, a personas de las que no cabía esperar que pudieran controlar objetos tan poderosos; fingirse mago o simular que se actuaba en nombre de un mago; enseñar magia a personas no aptas, por ejemplo, a borrachos, locos, niños, personas con malos hábitos e inclinaciones; y otros muchos delitos cometidos por magos propiamente dichos y otros cristianos. También los actos contra la persona de John Uskglass eran juzgados por los Cinque Dragownes. Los únicos delitos para los que los Cinque Dragownes no tenían jurisdicción eran los cometidos por los duendes y demás criaturas sobrenaturales. Éstos eran juzgados por el tribunal de Folflures. Durante los siglos XII, XIII y XIV había en Inglaterra una floreciente comunidad de magos y duendes que continuamente practicaba la magia. Por desgracia, es muy difícil reglamentar la magia y, desde luego, no toda la que se practicaba era bienintencionada. Al parecer, John Uskglass dedicó mucho tiempo y esfuerzo a la creación de un corpus de leyes que rigiera la magia y a los magos. Cuando se extendió por toda Inglaterra la práctica de la magia, los reyes de Inglaterra del Sur se apresuraron a seguir el ejemplo de su vecina del Norte. Es una de las peculiaridades de la época que, si bien Inglaterra estaba dividida en dos naciones, con sistemas judiciales separados, las leyes que gobernaban la magia eran las mismas en una y otra. El equivalente de los Cinque Dragownes en Inglaterra del Sur se llamaba los Petty Dragowners (o Dragowners de primera instancia) de Londres y tenía la sede cerca de Blackfriars.
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39. Los dos magos

1.- A finales del siglo XVII vivía en Newcastle, la ciudad del Rey, un guantero que tenía una hija, una chiquilla despierta y atrevida. Un día, la niña, a la que todos suponían jugando en algún rincón de la casa, desapareció. Sus padres y hermanos la buscaron. También los vecinos, pero nadie la encontraba. Ya atardecía cuando, al levantar la mirada, la vieron bajar por la adoquinada y embarrada calle. Durante un momento, a algunos les pareció distinguir a alguien a su lado a la luz incierta del crepúsculo invernal, pero ella iba sola.
Estaba indemne, y de sus palabras se dedujo que esto era lo ocurrido: salió de casa de su padre para dar un paseo por la ciudad y, al poco rato, se encontró en una calle desconocida. Era una calle ancha y bien pavimentada que la condujo más arriba de lo que ella había estado nunca, hasta la verja y el patio de una gran casa de piedra. Entró en la casa y se asomó a muchas habitaciones, pero todas estaban silenciosas, desiertas y llenas de polvo y telarañas. A un lado, había una serie de habitaciones en cuyas paredes y suelos se proyectaban sombras de hojas, como si tras las ventanas hubiera árboles frondosos, pero no había árboles (y, en cualquier caso, era invierno). En una habitación no había nada más que un espejo muy alto. Espejo y habitación no estaban bien avenidos, porque el espejo mostraba una habitación llena de pájaros y aquélla estaba vacía. No obstante, la hija del guantero oía cantar pájaros a su alrededor. Había un corredor largo y oscuro del que llegaba un murmullo de agua, como si a su extremo hubiera un mar o un río tenebroso. Por las ventanas de algunas de las estancias, la niña veía la ciudad de Newcastle, pero por otras veía una ciudad completamente distinta, y por otras, sólo páramos agrestes y frío cielo azul.
Vio muchas escaleras dentro de la casa, amplias escaleras al principio, que se estrechaban y retorcían a medida que ella iba subiendo, hasta que, en lo más alto, no eran más que pequeños huecos y rendijas en los muros que sólo un niño podría ver y por los que sólo un niño podría meterse. El último llevaba a una sencilla puertecita de madera.
La niña la empujó sin miedo, pero al ver lo que había al otro lado lanzó un grito. Le pareció que miles de aves poblaban el aire, de manera que no había luz ni oscuridad, sino una gran confusión de alas negras. Sentía un viento que parecía llegar de muy lejos y tenía la impresión de encontrarse ante un espacio inmenso, como si hubiera escalado el cielo y lo hubiera encontrado lleno de cuervos. La hija del guantero empezaba a estar muy asustada, pero entonces oyó una voz que pronunciaba su nombre. Al momento, los pájaros desaparecieron y ella se halló en una habitación pequeña de desnudas paredes de piedra y desnudo suelo de piedra. No había mueble alguno, pero, sentado en el suelo, había un hombre que la invitó a acercarse con una seña, volvió a llamarla por su nombre y le dijo que no tuviera miedo. El hombre tenía el pelo negro, largo y despeinado, y llevaba extrañas ropas negras y descuidadas. No tenía nada de rey, y el único símbolo de su magia era el gran cuenco de plata lleno de agua que estaba a su lado. La hija del guantero permaneció junto al hombre durante varias horas, hasta el crepúsculo, y entonces él la condujo por la escalera abajo, hasta la ciudad, cerca de su casa.
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2.- Véase capítulo 33, nota 3.
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3.- Quizá el relato más inquietante que se haya hecho del retorno de John Uskglass sea el de un marinero vasco, superviviente de la Armada Invencible. Cuando su barco fue destrozado por la tempestad frente a las costas del Norte de Inglaterra, este marinero y dos compañeros consiguieron llegar a la playa y se escondieron tierra adentro. No se atrevían a acercarse a los pueblos, pero era invierno, la escarcha cubría el suelo y temían morir de frío. Al anochecer, encontraron una casa de piedra en lo alto de una colina árida y helada. La casa estaba vacía y casi a oscuras, pero por las altas ventanas entraba la luz de las estrellas. Los hombres se tendieron en el suelo y se quedaron dormidos.
El marinero vasco soñó que un rey lo observaba. Despertó. Sobre su cabeza, franjas de una tenue luz gris surcaban la penumbra invernal. Entre las sombras del rincón más lejano de la casa, creyó distinguir un estrado de piedra. Cuando creció la luz, vio que en el estrado había algo, una silla o un trono. En el trono se sentaba un hombre pálido, de largo pelo negro, vestido de negro. El marinero, aterrorizado, despertó a sus compañeros y les mostró la extraña visión. El hombre parecía observarlos desde el trono, sin mover ni un dedo, pero a ninguno se le ocurrió dudar de que estuviera vivo. Salieron atropelladamente y escaparon corriendo por el campo helado.
El marinero vasco no tardó en perder a sus compañeros: uno murió de frío y de pena antes de una semana y el otro, decidido a volver al golfo de Vizcaya, emprendió el camino del sur y nadie sabe qué fue de él. Pero el marinero vasco se quedó en Cumbria, fue recogido por unos granjeros que lo tomaron como criado y se casó con una muchacha de una granja vecina.
Durante toda su vida, contó la historia de la casa de piedra de lo alto de la colina, y sus nuevos amigos y vecinos le decían que el hombre que se sentaba en el trono negro era el Rey Cuervo. El marinero vasco no volvió a encontrar la casa de piedra, ni ninguno de sus amigos, ni sus hijos. Y durante el resto de su vida, siempre que entraba en un lugar oscuro, decía: «Te saludo, señor, y te abro mi corazón», por si el rey pálido de largo pelo negro lo aguardaba, sentado en la oscuridad. En las grandes extensiones del norte de Inglaterra, hay mil y mil lugares oscuros, mil y mil lugares en los que puede estar el Rey. «Te saludo, señor, y te abro mi corazón.»
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4.- Un bosque encantado se marchita (1444), de Peter Watershippe. Descripción extraordinariamente detallada, hecha por un mago contemporáneo, de cómo decayó la magia inglesa cuando John Uskglass abandonó Inglaterra. En 1434 (año de la marcha de Uskglass) Watershippe era un joven de veinticinco años que apenas había empezado a practicar la magia en Norwich. Un bosque encantado se marchita contiene una detallada relación de los hechizos que eran perfectamente practicables cuando John Uskglass y sus súbditos duendes estaban en Inglaterra, pero dejaron de surtir efecto después de su marcha. Es muy sorprendente que gran parte de lo que sabemos de la magia inglesa de los aureates se deba a Watershippe. Un bosque encantado se marchita da la impresión de ser un libro escrito con ira, hasta que lo comparamos con dos de las obras posteriores de Watershippe: Defensa de mis actos, escrita hallándome injustamente encarcelado por mis enemigos en el castillo de Newark (1459-1460) y Crímenes del falso Rey (¿escrito en 1461?, publicado en 1697, Penzance).
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5.- Residencia de lord Liverpool en Londres, una vieja mansión de forma anárquica situada a orillas del Támesis.
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40. «Puede estar seguro de que tal lugar no existe»

1.- Los ciudadanos de Bruselas y los distintos ejércitos que ocupaban la ciudad se sorprendieron al saber que ahora se encontraban en un país lejano. Desgraciadamente, estaban muy ocupados con los preparativos para la inminente batalla (y la parte más rica y más frívola de la población, con los preparativos para el baile que daba la duquesa de Richmond aquella noche), por lo que apenas alguien tuvo tiempo de ir a averiguar cómo era el país ni quiénes eran sus habitantes. Por lo tanto, durante mucho tiempo no se supo dónde había puesto Strange a Bruselas aquella tarde de junio.
En 1830, un comerciante y trampero llamado Pearson Denby viajaba por las grandes llanuras. Le salió al encuentro un jefe lakota amigo suyo llamado Hombre Que Teme al Agua, que le preguntó si podía comprar para él unas cuantas bolas negras del rayo, ya que quería hacer la guerra contra sus enemigos y las necesitaba con urgencia. Dijo que tiempo atrás había tenido unas cincuenta de aquellas bolas, que las había usado siempre con moderación, pero ya se le habían terminado. Denby no sabía de qué le hablaba y le preguntó si se refería a munición. Hombre Que Teme al Agua respondió que no, que se parecía a la munición, pero eran mucho más grandes. Llevó a Denby a su poblado y le mostró un obús de cinco pulgadas y media, fabricado por la Carron Company de Falkirk, Escocia. Denby, atónito, le preguntó de dónde había sacado el cañón, y el jefe lakota respondió que en unos montes cercanos vivía una tribu llamada «gente a medio hacer». Habían sido creados repentinamente un verano, pero su creador sólo les había dado una de las habilidades que los hombres necesitan para vivir: la de combatir. No sabían hacer nada más, ni cazar búfalos o antílopes, ni domar caballos, ni hacerse una casa. Ni siquiera se entendían entre ellos, ya que su creador, que debía de estar loco, les había dado cuatro o cinco lenguas distintas. Pero tenían ese cañón, que le habían dado a cambio de comida.
Denby, intrigado, fue en busca de la gente a medio hacer. Al principio, parecían como cualquier otra tribu, pero después observó que los hombres de más edad tenían un curioso aspecto europeo y algunos hablaban inglés. En general, sus costumbres era las mismas que las de las tribus lakota, pero con reminiscencias de normas militares europeas. Su lengua era el lakota, aunque con muchas palabras inglesas, holandesas y alemanas.
Un hombre llamado Robert Heath (por otro nombre, Hombre Pequeño Que Habla Demasiado) le explicó a Denby que, la tarde del 15 de junio de 1815, todos habían desertado de distintos ejércitos porque al día siguiente iba a librarse una gran batalla y tenían el presentimiento de que si se quedaban, morirían. ¿Sabía Denby si ahora reinaba en Francia Napoleón Buonaparte o el duque de Wellington? Denby lo ignoraba. «En fin, señor —dijo Heath filosóficamente—, quienquiera que sea, supongo que a usted y a mí ha de tenernos sin cuidado.»
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2.- El general Rebecq compuso también una versión de la canción en holandés que entonaban los soldados al marchar hacia Quatre Bras. Ellos la enseñaron a sus camaradas ingleses y después se convirtió en un estribillo que cantan las niñas al saltar a la comba, tanto en Inglaterra como en Holanda.
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3.- Copenhagen, el famoso alazán del duque, 1808-1836.
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4.- En 1810, los señores George y Jonathan Barratt, propietarios de Vauxhall Gardens, les ofrecieron a Strange y Norrell una fuerte suma de dinero para que todas las noches realizaran demostraciones de magia en los jardines. Ésta era exactamente la clase de magia que deseaban los Barratt: visiones de criaturas sobrenaturales, de personajes bíblicos e históricos, etcétera. Naturalmente, el señor Norrell se negó.
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5.- La técnica mágica reconocida para crear confusión en caminos, parajes, habitaciones y otros espacios físicos consiste en crear un laberinto en su interior. Pero Strange no la aprendió hasta febrero de 1817.
No obstante, se ha argumentado que ésta fue la acción que decidió la campaña. El general francés D’Erlon estaba tratando de llegar al campo de batalla con veinte mil hombres, circunstancia que Strange ignoraba, y perdió unas horas cruciales deambulando por un territorio que, inexplicablemente, cambiaba a cada pocos minutos. Si él y sus hombres hubieran conseguido llegar a Quatre Bras, es probable que los franceses hubieran conseguido la victoria, y la batalla de Waterloo no habría tenido lugar. Strange estaba dolido por el exabrupto del duque y no le reveló a nadie lo que había hecho. Después se lo contó a John Segundus y a Thomas Levy. Por lo tanto, los historiadores de Quatre Bras estaban desconcertados por el retraso de D’Erlon, cuyas causas no se explicaron hasta que, en 1820, se publicó Vida de Jonathan Strange, de John Segundus.
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6.- En realidad, el señor Pink fue sólo uno de los varios paisanos que el duque utilizó aquel día como ayudantes de campo improvisados. Entre otros había un joven suizo y otro viajante de comercio, éste, de Londres.
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42. Strange decide escribir un libro

1.- William de Lanchester era senescal y el sirviente de confianza de John Uskglass y, por lo tanto, uno de los hombres más importantes de Inglaterra.
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2.- Thomas de Dundale, el primer sirviente humano de John Uskglass. Véase capítulo 45, nota 2.
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43. La curiosa aventura del señor Hyde

1.- El Dyke es un gran muro de tierra y piedras, ahora muy deteriorado, que separa Gales de Inglaterra, obra de Offa, un rey mercio del siglo VIII al que la experiencia había enseñado a distanciarse de sus vecinos galeses.
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2.- En la época de la boda de Strange y Arabella, Henry era rector de Grace Adieu, en Gloucestershire. Mientras estaba allí, tomó la decisión de casarse con una joven del pueblo, la señorita Parbringer, pero Strange no aprobaba su elección, ya que ni ella ni sus amigos le parecían recomendables. Por aquel entonces, quedó vacante el beneficio de Great Hitherden, y Strange convenció a sir Walter Pole, a quien incumbía el nombramiento, para que se lo otorgara a Henry, que estuvo encantado, ya que Great Hitherden era mucho mayor que Grace Adieu, y no tardó en olvidar sus planes de matrimonio.
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3.- Desde luego, los libros que poseía Strange eran libros «sobre» magia, no libros «de» magia. Estos últimos estaban todos en poder del señor Norrell. Véase capítulo 1, nota 5.
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4.- El significado iba, quizá, más allá. Ya en el siglo XII se reconocía que, en cierto modo, curas y magos son rivales. Unos y otros creen que el universo está habitado por una gran variedad de seres sobrenaturales y sometido a fuerzas sobrenaturales. Unos y otros creen que, con hechizos o con oraciones, se puede mover a estos seres sobrenaturales a ayudar o perjudicar a los hombres. En muchos aspectos, ambas cosmologías son muy similares, pero curas y magos sacan conclusiones muy distintas de esta creencia. Interesa a los magos, principalmente, la utilidad de los seres sobrenaturales; ellos quieren saber en qué circunstancias y por qué medios se puede hacer que ángeles, demonios y duendes presten su ayuda en la práctica de la magia. Para sus fines, casi es indiferente que unos seres sean seráficamente buenos; otros, infernalmente maléficos, y los terceros, moralmente ambiguos. Para los curas, por el contrario, esto es primordial. En la Inglaterra medieval, todos los intentos por reconciliar estas dos cosmologías estaban condenados al fracaso. La Iglesia se daba mucha prisa en identificar multitud de herejías diferentes de las que podía acusar a un mago incauto. Ya hemos hablado de la herejía meraudiana. Alejandro de Whitby (1230?-1302) explicaba que el universo es como un tapiz del que sólo son visibles algunos fragmentos a un mismo tiempo. Cuando muramos, lo veremos entero, y entonces comprenderemos la relación que existe entre las distintas partes. Alejandro fue obligado a publicar una retractación de su tesis, y a partir de entonces los sacerdotes persiguieron la herejía whitbiana. Hasta los más humildes magos de pueblo se vieron en la necesidad de convertirse en astutos políticos, para sustraerse a las acusaciones de herejía.
Esto no significa que todos los magos evitaran confundir la religión con la magia. Muchos «hechizos»
que han llegado hasta nosotros exhortan a tal o cual santo o beato a ayudar al mago. Sorprendentemente, con frecuencia el origen de la confusión fue el criado duende del mago. La mayoría de los duendes eran bautizados a la fuerza tan pronto como entraban en Inglaterra, y no tardaron en empezar a incorporar en su magia referencias a los santos y a los apóstoles.
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Libro III: John Uskglass

45. Prólogo de Historia y práctica de la magia inglesa, de Jonathan Strange

1.- Hoy, en Inglaterra nadie conoce esa lengua, de la que sólo se conservan unas cuantas palabras que nos hemos apropiado para describir oscuras técnicas de magia. Dice Martin Pale en su De Tractatu Magicarum Linguarum que es afín a las antiguas lenguas celtas.
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2.- Llamado también Thomas de Dundelle o Thomas de Donvil. Al parecer, varios nobles que acompañaban a Enrique reconocieron en Thomas al hijo menor de un poderoso gentilhombre normando que había desaparecido una Navidad catorce años atrás. Dadas las circunstancias de su regreso, es de suponer que no se alegraron de volver a verlo.
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3.- En el país de las hadas, cuando era niño, la Sidhe le daba un nombre que en nuestra lengua significa «estornino», pero en la época en que entró en Inglaterra ya lo había desechado. Después adoptó el de su padre, John Uskglass, pero durante la primera parte de su reinado era conocido, simplemente, por uno de los muchos nombres que le daban sus amigos y sus enemigos: el Rey, el Rey Cuervo, el Rey Negro, el Rey del Norte.
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4.- El nombre de este rey de la Daoine Sidhe era muy largo y difícil. Tradicionalmente, se lo ha conocido como Oberon.
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46. «El cielo me hablaba...»

1.- El hechizo que detecta la magia aparece en Instrucciones, de Jacques Belasis.
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47. «Un chico negro y un tipo azul... algo querrá decir eso»

1 El escudo de armas de John Uskglass era el cuervo volante, un cuervo negro sobre un campo blanco.
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2.- Probablemente, el primitivo nombre sidhe del Rey Cuervo, que, según Jonathan Strange, significaba «estornino».
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48. Los grabados

1 Famulus: palabra latina que significa «criado», especialmente el de un mago.
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2.- Sir Walter expresa una preocupación general. La magia de la transformación se ha mirado siempre con recelo. Los aureates solían emplearla durante sus viajes por Tierra de Duendes y por otros territorios situados más allá de Inglaterra. Ellos eran conscientes de que la magia de la transformación se prestaba a toda clase de abusos. Por ejemplo, en 1232, en Londres, la esposa de un noble llamada Cecily de Walbrook encontró a un gato gris que arañaba la puerta de su dormitorio. Lo dejó entrar y le puso el nombre de Sir Loveday. El animal comía de su mano y dormía en su cama. Lo más curioso era que la seguía a todas partes, incluso a la iglesia, donde se enroscaba en el dobladillo de su falda, ronroneando. Un día, un mago llamado Walter de Chepe la vio por la calle con Sir Loveday, y enseguida concibió una sospecha. Acercándose a Cecily, dijo: «Señora, ese gato que la sigue... Me temo que no es un gato.» Se llamó a otros dos magos, que, conjuntamente con Walter, pronunciaron hechizos sobre Sir Loveday, que recuperó su forma verdadera, la de un mago menor llamado Joscelin de Snitton. Poco después Joscelin fue juzgado por los Dragownes de primera instancia de Londres y sentenciado a que se le cortara la mano derecha.
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3.- Ya se ha visto cómo la devoción que sentía el teniente coronel Colquhoun Grant por su uniforme escarlata hizo que fuera capturado por los franceses en 1812.
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4.- El pueblo llano del norte de Inglaterra creía haber sufrido mucho durante los últimos años, y no le faltaba razón. La pobreza y la falta de trabajo se habían sumado a las desgracias provocadas por la guerra contra los franceses. Y cuando acabó la guerra, surgió una nueva amenaza: unas máquinas prodigiosas que producían toda clase de artículos a bajo costo y les quitaban el trabajo. No es de extrañar que a ciertos individuos les diera por destruirlas, a fin de preservar su medio de vida.
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5.- Muestra de la curiosa actitud que el gobierno de Londres mantenía hacia la mitad norte del reino. El gobierno representaba al rey de Inglaterra, pero el rey de Inglaterra era rey sólo de la mitad sur. Legalmente, era administrador de la mitad norte para mantener el imperio de la ley hasta el momento en que John Uskglass decidiera volver.
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6.- Naturalmente, en varias épocas han surgido pretendientes que, diciendo ser John Uskglass, reclamaban el reino de Inglaterra del Norte. El más famoso fue un joven llamado Jack Pharaoh, que fue coronado en la catedral de Durham en 1487. Tenía el apoyo de numerosos nobles del norte y de varios duendes que habían permanecido en Newcastle, la ciudad del Rey. Pharaoh era apuesto y tenía un porte majestuoso. Podía realizar sencillos actos de magia, y sus amigos duendes obraban otros en su presencia y se los atribuían a él. Era hijo de una pareja de magos vagabundos. Siendo niño, el conde de Hexham lo vio en una feria y observó su gran parecido con las descripciones de John Uskglass. Hexham pagó a los padres siete chelines por el niño. Pharaoh no volvió a verlos. Hexham lo mantuvo en un lugar secreto de Inglaterra del Norte, donde lo adiestró en las artes de los reyes. En 1486, el conde lo presentó al pueblo y Pharaoh empezó su breve reinado sobre Inglaterra del Norte. El mayor obstáculo con que se enfrentaba Pharaoh era el de que muchas personas estaban enteradas del engaño. Pharaoh y Hexham se pelearon. En 1490, Hexham fue asesinado por orden de Pharaoh. Los cuatro hijos de Hexham se unieron a Enrique VII de Inglaterra del Sur y atacaron a Pharaoh, que fue derrotado en la batalla de Worksop en 1493, encerrado en la Torre de Londres y ejecutado en 1499.
Otros pretendientes, más o menos afortunados, fueron Piers Blackmore y Davey Sans-chaussures. Al último pretendiente se lo conoció sólo con el nombre de Rey de Verano, ya que no llegó a saberse su verdadera identidad. Apareció cerca de Sunderland en mayo de 1536, poco después de que Enrique VIII disolviera los monasterios. Se cree que pudo ser monje de una de las grandes abadías del Norte: Fountains, Rievaulx o Hurtfew. El Rey de Verano, a diferencia de Pharaoh y de Blackmore, no gozaba del favor de la aristocracia del norte, ni hizo nada por obtenerlo. Él tenía el apoyo del pueblo llano. En cierto modo, su trayectoria fue más mística que mágica. Curaba a los enfermos y exhortaba a sus seguidores a venerar la naturaleza y las criaturas salvajes, postulado que parece más afín a las enseñanzas de Thomas Godbless, mago del siglo XII, que a los principios propugnados por John Uskglass. Su banda de desharrapados no trató de conquistar Newcastle ni, en realidad, ninguna otra cosa. Durante el verano de 1536 deambularon por Inglaterra del Norte de, ganando seguidores dondequiera que aparecían. En septiembre, Enrique VIII envió contra ellos a un ejército. Como no estaban pertrechados para guerrear, la mayoría escapó y volvió a sus casas. Sólo unos cuantos se quedaron a luchar por su rey y fueron exterminados en Pontefract. El Rey de Verano pudo haber estado entre los muertos o pudo, simplemente, haberse desvanecido.
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7.- Consultar a los magos muertos puede parecernos algo enormemente sensacional, pero es un procedimiento mágico con unos antecedentes muy respetables. Martin Pale afirmaba haber aprendido magia de Catherine de Winchester (que había sido discípula de John Uskglass). Catherine de Winchester murió doscientos años antes de que naciera Martin Pale. Del propio John Uskglass se aseguraba que había mantenido conversaciones con Merlin, la bruja de Endor, Moisés y Aarón, José de Arimatea y otros venerables magos de la Antigüedad.
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49. Audacia y locura

1.- A los estudiosos de la magia les interesa sobremanera cualquier nuevo descubrimiento relacionado con el gran doctor Pale, el cual ocupa una posición preeminente en la historia de la magia inglesa. Hasta la aparición de Strange y Norrell, él fue el único mago práctico de relieve que escribió sobre su magia para conocimiento general. Naturalmente, sus libros se valoran más que los de cualquier otro.
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2.- Durante siglos se consideró este pasaje una curiosidad interesante, pero sin valor práctico, ya que hoy en día nadie cree que la muerte sea una persona a la que se pueda interrogar de la forma que sugiere Pale.
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3.- La mayoría nos resistimos a las limitaciones que nos imponen amigos y familiares, pero si tenemos la desgracia de perder a un ser querido, ¡qué diferencia! Entonces la limitación se convierte en obligación sagrada.
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4.- Ni John Uskglass, que tenía tres reinos que gobernar y toda la magia inglesa que dirigir, estaba libre de este afán de hacer largos viajes misteriosos. En 1241 abandonó su casa de Newcastle por un medio secreto que sólo los magos conocen. Le dijo a un criado que al cabo de un día lo encontrarían dormido sobre un banco delante del fuego.
Al día siguiente los criados y los miembros de la casa real lo buscaron en el banco, delante del fuego, pero el Rey no estaba. Siguieron buscándolo todas las mañanas y noches, pero él no apareció.
En su nombre gobernaba el conde William de Lanchester, y muchas decisiones se aplazaban «hasta el regreso del Rey». Pero a medida que pasaba el tiempo, mucha gente empezó a dudar de que regresara. Entonces, un año y un día exactamente después de su partida, el Rey apareció dormido en el banco, delante del fuego.
No parecía que le hubiera ocurrido contratiempo alguno, ni reveló dónde había estado. Nadie se atrevió a preguntarle si siempre había tenido intención de estar ausente tanto tiempo ni si había sucedido algo terrible. William de Lanchester llamó al criado del Rey y le ordenó que repitiera palabra por palabra lo que había dicho el Rey. ¿Podría ser que en realidad hubiera dicho que estaría fuera un año y un día? El hombre respondió que quizá. El Rey solía hablar en voz muy baja. Era posible que él no hubiera oído bien.
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50. Historia y práctica de la magia inglesa

1.- Falso. Durante la Guerra de la Península, el duque de Wellington se quejaba con acritud de las constantes injerencias del gobierno.
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2.- Lord Byron salió de Inglaterra en abril de 1816 escapando de los acreedores, de acusaciones de crueldad hacia su esposa y de los rumores de que había seducido a su hermana.
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3.- A pesar de la aparente discordia entre ambos hombres, Strange debió de impresionar a Byron. Su siguiente poema, Manfred, que empezó a escribir en septiembre u octubre del mismo año, trata de un mago. Ciertamente, Manfred no se parece mucho a Jonathan Strange (o, por lo menos, al respetable Strange que tanto desagradaba a Byron). Mucho más se semeja al propio Byron, con su egocentrismo, su odio a sí mismo, su altivo desdén hacia sus semejantes, sus insinuaciones de tragedias imposibles y sus anhelos misteriosos. No obstante, Manfred es un mago que dedica su tiempo a invocar a espíritus del aire, la tierra, el agua y el fuego para pedirles que le hablen. Era como si Byron, después de conocer a un mago que lo había decepcionado, creara otro más de su gusto.
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4.- Walter de Chepe fue un mago que vivía en Londres a principios del siglo XIII. Su proceso de profilaxis protege de los hechizos a una persona, ciudad u objeto. Se supone que está inspirado en un acto de magia de los duendes. Se lo considera muy potente. En realidad, el único inconveniente de este hechizo es su extraordinaria eficacia. En ocasiones, los objetos se tornan insensibles a toda actuación, tanto de hombres como de duendes, mágica o no. De manera que si los alumnos de Strange hubieran conseguido lanzar el hechizo sobre uno de los libros de Strange, es posible que nadie hubiera conseguido levantarlo o volver las páginas.
En 1280, los ciudadanos de Bristol pidieron a los magos de la ciudad que lanzaran la profilaxis de De Chepe sobre toda la ciudad, a fin de protegerla de los conjuros de los enemigos. Lamentablemente, la magia fue tan poderosa que todos los habitantes de la ciudad, los animales y los barcos del puerto quedaron convertidos en estatuas vivientes. Dentro de los limites de la ciudad, nadie podía moverse, el agua dejó de correr y hasta las llamas quedaron quietas en el hogar. Así estuvo Bristol todo un mes, hasta que John Uskglass acudió desde su casa de Newcastle a poner remedio.
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5.- La carta contenía dos implicaciones que fueron consideradas especialmente ofensivas: la primera, que se consideraba que el comprador no era lo bastante inteligente para comprender el libro, y la segunda, que no poseía criterio moral para decidir por sí mismo si la magia que Strange describía era buena o mala.
Los norrellianos ya contaban con que la destrucción del libro de Strange suscitaría polémica y estaban preparados para afrontar las críticas; no obstante, el daño infligido a su causa por la carta fue totalmente involuntario. El señor Norrell tendría que haber enseñado la carta al señor Lascelles antes de enviarla. Si éste la hubiera leído, se habrían modificado el tono y las expresiones, y seguramente habría resultado menos ofensiva para los destinatarios.
Por desgracia, hubo una mala interpretación. El señor Norrell le preguntó a Childermass si Lascelles había hecho las correcciones, y Childermass, creyendo que se refería a un artículo para Amigos de la Magia Inglesa, le respondió que sí.
Por ello, la carta salió sin corregir, Lascelles se puso furioso y acusó a Childermass de haber incitado al señor Norrell a perjudicar su propia causa. Childermass negó con vehemencia haber hecho tal cosa. A partir de entonces, las relaciones entre Lascelles y Childermass (que nunca habían sido buenas) empeoraron rápidamente, y Lascelles no tardó en empezar a insinuar al señor Norrell que Childermass simpatizaba con Strange e intrigaba contra su señor.
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6.- «Por sus frutos los conoceréis.» Mateo 7,16.
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7.- «... Nada puedo contarle de Plasencia —le escribió Strange a Henry Woodhope—, ya que no me quedé para verla. Llegué a última hora de la tarde. Después de cenar, decidí salir a dar un paseo de media hora, pero al llegar a la piazza principal, me llamó la atención una urna puesta sobre un alto pedestal, que proyectaba una sombra muy larga en las losas del pavimento. De la urna asomaban dos o tres ramas de hiedra u otra planta trepadora, pero estaban secas. No sé por qué, la visión me inspiró una tristeza insoportable. Era como una alegoría de la ausencia, la muerte, la desolación. Volví al hotel, me metí en la cama y al día siguiente salí para Turín.»
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51. Una familia llamada Greysteel

1.- El árbol del saber, de Gregory Absalom (1507-1599).
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2.- Famoso café de la piazza San Marco.
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3.- Probablemente, la tía Greysteel habla del Derwent. Hace mucho tiempo, cuando John Uskglass era niño y aún estaba cautivo en Tierra de Duendes, un rey predijo que si el niño llegaba a la edad adulta, todos los reinos feéricos caerían. El rey envió a sus criados a Inglaterra a buscar un cuchillo de hierro para matar al niño. Forjó el cuchillo un herrero que vivía a orillas del Derwent, cuyas aguas sirvieron para templar el metal. Pero el intento fracasó y el rey y sus partidarios fueron aniquilados por el niño mago. Cuando John Uskglass entró en Inglaterra y fundó su reino, sus duendes fueron en busca del herrero. Lo mataron a él y a toda su familia, destruyeron su casa y hechizaron el Derwent, para castigarlo por su intervención en la fabricación del cuchillo criminal.
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4.- Las opiniones que Strange expresa en este momento son excesivamente optimistas y románticas. La literatura mágica inglesa está llena de ejemplos de duendes estúpidos, ignorantes o con escasos poderes.
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5.- Jacques Belasis tenía fama de haber creado un excelente hechizo para invocar a los duendes. Desgraciadamente, el único ejemplar de las Instrucciones, su obra maestra, estaba en la biblioteca de Hurtfew y Strange nunca lo había visto. Lo único que conocía eran las vagas descripciones que se hacían en obras posteriores, por lo que es de suponer que se basaba en ellas sin tener más que una remota idea de adónde se dirigía. Por el contrario, el hechizo que comúnmente se atribuye al maestro de Doncaster es bien conocido y aparece en numerosos libros que se hallan disponibles. Se desconoce la identidad del maestro de Doncaster. Su existencia se deduce de una serie de referencias que los magos argentinos hacen en sus escritos a magos del siglo XIII que adquirían hechizos y magia «de Doncaster». Por otra parte, no está claro que toda la magia que se atribuye al maestro de Doncaster sea obra de un solo hombre. Hay historiadores que propugnan la existencia de un segundo mago, aún más misterioso que el primero, el pseudomaestro de Doncaster. Si, tal como se ha señalado de manera harto convincente, el maestro de Doncaster era realmente John Uskglass, es lógico suponer que el hechizo de invocación fue creado por el pseudomaestro. No parece probable que John Uskglass necesitara un hechizo para invocar a los duendes. Al fin y al cabo, su corte estaba llena de ellos.
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52. La anciana de Cannaregio

1.- El signor Tosetti confesó después a los Greysteel que creía saber quién era la anciana de Cannaregio. Había oído contar su historia en la ciudad más de una vez, pero hasta que la vio con sus propios ojos creía que era una fábula, un cuento para asustar a los jóvenes y a los tontos. Al parecer, su padre era judío y su madre descendía de la mitad de las razas de Europa. Ya siendo niña hablaba varias lenguas a la perfección. No había nada que no dominara con maestría si se lo proponía. Encontraba placer en el estudio. A los dieciséis años, hablaba no sólo francés, italiano y alemán —que forman parte de la educación que recibe cualquier señorita—, sirio todas las lenguas del mundo civilizado (y por civilizar). Hablaba la lengua de las Highlands de Escocia (que es como cantar). Hablaba vasco, que es una lengua que casi nunca deja impresión alguna en el cerebro de cualquier otra raza, por lo que un hombre puede oírla tan a menudo y durante tanto tiempo como quiera y no ser capaz de recordar ni una sola sílaba. Aprendió hasta la lengua de un país extraño en cuya existencia, según habían asegurado al signor Tosetti, aún creían algunas personas, aunque nadie sabía dónde estaba. (El nombre de este país era Gales.) Viajó por todo el mundo y compareció ante reyes y reinas, archiduques y archiduquesas, príncipes y obispos, margraves y margravinas, y a cada uno de aquellos importantes personajes hablaba en la respectiva lengua materna, y todos sin excepción quedaban maravillados. Y finalmente fue a Venecia.
Pero aquella mujer no había aprendido a moderar su conducta en nada. Su ansia de saber era igual a su ansia de otras cosas, y contrajo matrimonio con un hombre que era como ella. Marido y mujer llegaron a Venecia para el carnevale y ya no se marcharon. Perdieron su fortuna jugando en los ridottos y perdieron la salud entregándose a otros placeres. Y una mañana, cuando el amanecer plateaba y encendía los canales, el marido apareció muerto en las húmedas losas de Fondamenta dei Mori. Quizá a la mujer le hubiera valido más otro tanto, porque no tenía dinero ni adónde ir. Pero los judíos recordaron que ella tenía cierto derecho a su caridad, ya que, en cierta manera, podía considerársela judía (aunque ella nunca lo había reconocido), o quizá se apiadaron de su sufrimiento (porque los judíos han tenido que sufrir mucho en Venecia). Lo cierto es que la acogieron en el gueto. Existen varias versiones de lo que sucedió después, pero todas coinciden en que ella vivía entre los judíos, pero no era una de ellos. Vivía completamente sola, y si la culpa era de ella o era de los judíos, lo desconozco. Estuvo mucho tiempo sin hablar con nadie y en su interior se desató
el vendaval de la locura, que se llevó todas las lenguas. Olvidó el italiano, olvidó el inglés, olvidó el latín, olvidó el vasco, olvidó el galés y olvidó todo lo del mundo, menos el lenguaje de los gatos, que, según dicen, habla de maravilla.
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54. Una cajita color de congoja

1.- Col Tom Blue fue el sirviente más famoso de Ralph Stokesey; el maestro Witcherley fue ayudante de Martin Pale.
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2.- Esta dama fue la más bella y turbulenta de las hermanas de Napoleón Buonaparte, aficionada a coleccionar amantes y a posar desnuda para esculturas de su persona.
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3.- Agrace es el nombre que a veces se da al tercer reino de John Uskglass. Se creía que se encontraba en los confines del infierno.
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4.- Brugh, la antigua palabra sidhe que designa las moradas de los duendes, suele traducirse por «castillo o mansión», pero en realidad significa «interior de un túmulo o montículo hueco».
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5.- Stokesey hizo ir a Col Tom Blue a su casa de Exeter. Cuando el duende se negó por tercera vez a servirlo, Stokesey se hizo invisible y lo siguió. Col Tom Blue tomó un camino encantado y pronto llegó a un lugar que no era Inglaterra. Había una colina de color pardo junto a un estanque. A una orden de Col Tom Blue, se abrió una puerta en la ladera de la colina, por la que entró. Stokesey entró tras él. En el centro de la colina, Stokesey encontró un salón encantado en el que había gente bailando. Esperó a que se acercara una de las damas que bailaban e hizo que rodara hacia ella una manzana mágica. La dama la recogió. Naturalmente era la manzana más hermosa de todos los mundos que hayan sido. Cuando la dama se la hubo comido, deseó más que nada en el mundo comer otra igual. Miró en derredor y no vio a nadie.
—¿Quién me ha enviado la manzana? —preguntó. —El Viento del Este —susurró Stokesey. A la noche siguiente, Stokesey volvió a seguir a Col Tom Blue al interior de la colina. Observó el baile y de nuevo hizo que rodara una manzana hacia la dama. Cuando ella preguntó quién la enviaba, él respondió que el Viento del Este. A la tercera noche él conservó la manzana en la mano. La dama se apartó del baile y miró en derredor.
—Viento del Este, Viento del Este —susurró—. ¿Dónde está mi manzana? —Dime dónde duerme Col Tom Blue —susurró Stokesey—, y te la daré. Y entonces ella le dijo que en lo más hondo, en el extremo norte del brugh. En noches sucesivas, Stokesey encarnó al Viento del Oeste, el Viento del Norte y el Viento del Sur, y con sus manzanas indujo a otros habitantes de la colina a darle información acerca del duende. Un pastor le dijo qué animales lo guardaban mientras dormía: una cerda salvaje y un carnero más salvaje todavía. La niñera de Col Tom Blue le dijo que, mientras dormía, él tenía en la mano una piedra muy especial y muy importante. Y un pinche de cocina le dijo las tres palabras que Col Tom Blue pronunciaba todas las mañanas al despertarse.
De este modo, Stokesey descubrió lo necesario para adquirir poder sobre el duende. Pero antes de que pudiera utilizar sus conocimientos, Col Tom Blue fue a decirle que había recapacitado y que creía que, después de todo, le gustaría servir a Stokesey.
Esto es lo que sucedió: Col Tom Blue descubrió que el Viento del Este, el Viento del Oeste, el Viento del Norte y el Viento del Sur habían estado haciendo preguntas sobre él. No sabía qué podía haber hecho para ofender a tan importantes personajes, pero estaba muy alarmado. De pronto, le pareció mucho más atractiva la idea de una alianza con un mago inglés sabio y poderoso.
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55. El segundo verá su posesión más preciada en manos de su enemigo

1.- El último mago inglés que entró voluntariamente en Tierra de Duendes antes que Strange fue el doctor Martin Pale. Hizo muchos viajes. El último debió de ser hacia 1550.
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2.- Véase capítulo 54, nota 4.
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3.- Una fiesta de sociedad en Italia.
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4.- Probablemente el nombre sidhe de John Uskglass.
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5.- Un problema característico de la Inglaterra medieval era la abundancia de cowans. Es un término (hoy obsoleto) que se aplicaba a artesanos poco cualificados o fracasados, pero aquí tiene especial aplicación a los magos.
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6.- Varias autoridades han observado que las criaturas sobrenaturales de larga vida suelen decir «cuatro mil arios» al referirse a cualquier largo período. La dama quiere decir, sencillamente, que conoce el brugh desde tiempo inmemorial, antes de que alguien se molestara en medir el tiempo en años, siglos y milenios. Muchos duendes, al ser preguntados, responderán que tienen cuatro mil años; con ello quieren dar a entender que no saben su edad; son más viejos que la civilización humana..., o, quizá, más viejos que la humanidad.
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7.- Es decir, Venecia: Altinum era la ciudad de la costa oriental de Italia de la que llegaron los primeros habitantes de Venecia.
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56. La Torre Negra

1.- «Mago» en alemán.
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2.- «De otra tierra», nombre un tanto poético de los duendes y demás seres sobrenaturales.
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3.- Lord Byron habla de Gran Bretaña.
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4.- Véase carta de Byron a Augusta Leigh, 28 de octubre de 1816.
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57. Las Cartas Negras

1.- Las últimas cartas escritas por Strange desde Venecia (en particular las dirigidas a Henry Woodhope) son conocidas por ese nombre desde su publicación en Londres, en enero de 1817. Sin duda, los abogados y los estudiosos de la magia seguirán debatiendo acerca de si su publicación fue o no legal. Strange no la autorizó y Henry Woodhope siempre mantuvo que tampoco él dio su consentimiento, y dijo también que las cartas publicadas tenían alteraciones y añadidos, hechos, sin duda, por Henry Lascelles y Gilbert Norrell. En su Vida de Jonathan Strange, John Segundus publicó las que él y Woodhope decían que eran las cartas originales. Son estas versiones las que aquí se han reproducido.
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2.- Esta carta no se ha encontrado. Es probable que Strange no llegara a enviarla. Según lord Byron (carta a John Murray del 31 de diciembre de 1816), el mago solía escribir a sus amigos largas cartas que luego destruía. Strange confesó a Byron que era incapaz de recordar cuáles había mandado y cuáles no.
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3.- Byron murió de pulmonía cinco años después, en Grecia.
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59. Leucrocuta, el lobo de la noche

1.- Cárcel en la que Drawlight había estado recluido por deudas desde noviembre de 1814.
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61. El árbol habla a la piedra; la piedra habla al agua

1.- Véase capítulo 3, nota 1.
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2.- Restauración y rectificación era un hechizo que invertía los efectos de una desgracia reciente.
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3.- El Mano de Teilo era un antiguo hechizo de los duendes que detenía toda clase de cosas: lluvia, fuego, viento, agua y sangre. Se supone que recibía el nombre del duende que se lo había enseñado a un mago inglés.
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4.- Chauntlucet: hechizo antiguo y misterioso que invita a la luna a cantar. Al parecer, la luna sabe una canción muy hermosa que cura la lepra o la locura del que la oye.
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5.- Rosa de Dédalo: un proceso bastante complejo, ideado por Martin Pale para conservar emociones, vicios y virtudes en ámbar, miel o cera de abeja. Cuando el medio de conservación se expone al calor, libera las cualidades que encierra. Tiene —o, mejor dicho, tenía—gran número de aplicaciones. Servía para infundir valor en uno mismo o cobardía en el enemigo; podía provocar amor, deseo, nobles propósitos, cólera, celos, ambición, abnegación, etcétera, etcétera.
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6.- Como tantos otros hechizos de nombre extraño, el Damas Desnudas era mucho menos estimulante de lo que su nombre sugiere. Las «damas» eran una especie de flor silvestre que se utilizaban en un sortilegio destinado a captar los poderes de un duende. Para ello había que despojar a la flor de hojas y pétalos; es decir, «desnudarla».
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7.- El vitrificación de Stokesey convierte objetos —y personas— en cristal.
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63. El primero enterrará su corazón en un oscuro bosque, bajo la nieve, y aun así sentirá dolor

1.- Se ha observado con frecuencia que los ingleses del norte, aunque leales a John Uskglass, no siempre lo tratan con el respeto que inspira a los del sur. En realidad, los súbditos de Uskglass son aficionados a los relatos y baladas en los que él sale mal parado, como el cuento de John Uskglass y el carbonero de Ullswater o el de la bruja y la hechicera. Existen muchas versiones de este último (algunas, bastante ordinarias). El cuento relata cómo John Uskglass estuvo a punto de perder el corazón, el reino y el poder por culpa de una vulgar bruja de Cornualles.
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2.- Al igual que John Uskglass, el mago de Athodel gobernaba su propia isla o reino. Al parecer, Athodel era una isla de la costa occidental de Escocia. Pero, o bien se ha hundido en el mar o, como creen algunos, es invisible. Hay historiadores escoceses que ven en Athodel la prueba de que la magia escocesa es superior a la inglesa; el reino de John Uskglass, argumentan, cayó, y ahora está en manos de los ingleses del sur, mientras que Athodel sigue siendo independiente. De todos modos, siendo Athodel invisible e inaccesible, la proposición es difícil de demostrar y de refutar.
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3.- En el relato de John Uskglass y el carbonero de Ullswater, Uskglass hace una competición de magia con un pobre carbonero y pierde. Se asemeja a otras antiguas historias en las que un gran monarca es vencido en ingenio por uno de sus súbditos más humildes, razón por la cual muchos eruditos sostienen que no tiene fundamento histórico.
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4.- En casa de los grabadores, en Spitalfields, a principios de la primavera de 1816, Strange le había dicho a Childermass: «La escuela te marca.»
Childermass había tenido varios oficios antes de ser criado y hombre de confianza del señor Norrell. El primero, que ejerció con talento siendo niño, fue el de ratero. Su madre, Black Joan, dirigía una pandilla de ladronzuelos que actuaban en las ciudades del East Riding hacia 1770.
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64. Dos versiones de lady Pole

1.- Antiguo juramento del norte de Inglaterra. El escudo de armas de John Uskglass era un cuervo sobre campo blanco (argén, cuervo volante); el de su canciller, William Lanchester, el mismo, más un libro abierto (argén, cuervo volante sobre libro abierto).
Durante gran parte del siglo XIII, John Uskglass se dedicó al estudio y a la magia, dejando tareas de gobierno en manos de Lanchester. El escudo de Lanchester presidía todos los altos tribunales de justicia y estaba grabado en los documentos legales importantes. En consecuencia, el pueblo tomó la costumbre de jurar por el pájaro y el libro, las figuras del escudo.
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2.- Una mañana de otoño, la niña de Cumbria salió al huerto de su abuela. En un rincón apartado, descubrió una casa de la altura y la anchura de una colmena, construida de telarañas endurecidas y blanqueadas por la escarcha. Dentro de aquella casita como de encaje había una persona diminuta, que unas veces parecía infinitamente vieja y otras no mayor que la propia niña. El pequeño ser le dijo que era pastor de pájaros cantores y que durante siglos su misión había sido guardar las tordellas, los alirrojos y los tordos de aquella parte de Cumbria. La niña y el pastor de pájaros jugaban juntos, sin que la diferencia de tamaño fuera obstáculo para su amistad, ya que unas veces él se hacía tan grande como ella y otras, se volvían ambos tan pequeños como pájaros, escarabajos o copos de nieve. El pastor presentó a la niña a muchas personas extrañas e interesantes, algunas de las cuales vivían en casas aún más curiosas y bellas que la de él.
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3.- Como la mayoría de los hechizos de Martin Pale, el de restauración y rectificación exige utilizar una herramienta o llave fabricada especialmente para el fin. En este caso, la llave es un pequeño objeto en forma de cruz hecho con dos finas piezas de metal. Los cuatro brazos de la cruz representan el estado anterior y el estado futuro, estado completo (o de salud) y estado incompleto (o de enfermedad). Tal como explicaría después en El Mago Moderno, el señor Segundus utilizó una cuchara y una aguja de jareta del tocador de lady Pole que la doncella ató con una cinta.
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65. Las cenizas, las perlas, la colcha y el beso

1.- En los cuentos de hadas se suele preguntar: «¿Cuál es la más hermosa de todas?» Pero en la realidad ningún mago —duende o humano— accedería a responder a una pregunta tan imprecisa.
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2.- San Antonio de Padua. Varios de sus milagros consistieron en preservar de la lluvia a las congregaciones a las que predicaba o a criadas devotas suyas, También ayuda a la gente a encontrar objetos perdidos.
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3.- Penlaw es el nombre del lugar de Northumbria en el que John Uskglass y su ejército de duendes aparecieron en Inglaterra por vez primera.
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66. Jonathan Strange y el señor Norrell

1.- Los tres elementos habituales de un tradicional hechizo de invocación inglés. El emisario encuentra a la persona invocada, el sendero la conduce al que la invoca y el presente la obliga a acudir.
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2.- En julio de 1809, en Shadow House, en presencia del señor Segundus, el señor Honeyfoot y Henry Woodhope.
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3.- Florilegium, epitome y skimmer son términos que designan partes de hechizos. En los siglos XIII y XIV, en Inglaterra, los duendes solían agregar a su magia exhortaciones a santos cristianos elegidos al azar. Los duendes estaban desconcertados por la doctrina cristiana, pero sentían fascinación por los santos, a los que consideraban poderosos seres mágicos cuyo patrocinio podía ser muy útil. Estas exhortaciones se llamaban florilegia (literalmente, colecciones de flores), y los duendes las enseñaban a sus señores cristianos. Cuando en Inglaterra se implantó el protestantismo y los santos cayeron en des- gracia, los florilegia degeneraron en retahílas de palabras mágicas sin sentido, mezcladas con fragmentos de otros conjuros que los magos agregaban, con la esperanza de que alguno surtiera efecto. Un epitome es una forma de hechizo muy condensada que se inserta en otro hechizo para aumentar su fuerza o ampliar su efecto. En este caso, un epitome de preservación y liberación tiene por objeto proteger al mago de la persona invocada. Skimmer es una palabra de un dialecto del norte de Inglaterra que significa «pulir» o «abrillantar». En magia, un skimmer es un aderezo de palabras o fórmulas. Un skimmer de súplica incita a la persona invocada a ayudar al mago.
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4.- El último elemento de un hechizo de invocación eficaz es temporal. El mago debe indicar al invocado cuándo debe aparecer. De lo contrario, como observó en cierta ocasión el propio Strange, la persona invocada puede presentarse en cualquier momento y creer que ya ha cumplido. Un cabo de vela es un medio muy conveniente: el mago indica al invocado que debe aparecer cuando se apague la llama.
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5.- El caos de los cuervos y el viento se describe también en el relato de la hija del guantero de Newcastle. Véase capítulo 39, nota 1.
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68. «Sí»

1.- Un número sorprendente de reyes y príncipes de Tierra de Duendes han sido humanos. John Uskglass, Stephen Black y Alessandro Simonelli no son sino tres de ellos. En general, los duendes son seres irremisiblemente perezosos. Aunque amigos del ceremonial y el fasto, detestan el duro trabajo de gobierno.
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69. Strangianos y norrellianos

1.- Durante años, las gentes de Clun decían que si en invierno, en una noche de luna llena, te ponías de puntillas al lado de un árbol determinado y torcías el cuello para mirar por entre las ramas de otro árbol, podías ver Ashfair a lo lejos. Al claro de luna y bajo la nieve, la casa aparecía misteriosa, perdida y solitaria. Pero, con el tiempo, los árboles crecieron y ya no volvió a se Ashfair.
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2. -Esto no es insólito, como lo demuestra el siguiente pasaje de El Mago Moderno (otoño de 1812). «¿Dónde está la casa de Pale? ¿Dónde la de Stokesey? ¿Por qué nadie las ha visto? La casa de Pale estaba en Warwick. Se sabía hasta en qué calle. La casa de Stokesey se hallaba situada frente a la catedral de Exeter. ¿Dónde está el castillo del Rey Cuervo en Newcastle? Todos los que lo vieron decían que no había en todo el mundo edificio más bello y suntuoso; pero ¿lo ha visto alguien en la Edad Moderna? ¿Existe constancia de que fuera destruido? No. Sencillamente, se desvaneció. Todas estas casas existen en algún sitio, pero cuando el mago se va o muere, desaparecen. Él puede entrar y salir a placer, pero nadie más es capaz de encontrarlas.»
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3.- Muchos de los nuevos magos solicitaron a lord Liverpool y a los ministros autorización para ir en busca de Strange y Norrell. Algunos, muy previsores, acompañaban su solicitud con listas de los pertrechos, mágicos y mundanos, que estimaban necesarios y que confiaban en que el gobierno les procurase amablemente. Un tal Beech de Plymouth pedía que se le prestaran los dragones de Inniskilling.
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4.- Esta calumnia no fue totalmente disipada hasta que la propia Arabella Strange regresó a Inglaterra a primeros de junio de 1817.
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5.- Son muy pocos los magos modernos que no se declaran strangianos o norrellianos, siendo el propio John Childermass la única excepción destacable. Cuando le preguntan, dice ser, en cierta medida, las dos cosas. Como esto equivale a pretender ser liberal y conservador al mismo tiempo, nadie entiende lo que quiere decir.
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