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Mientras Subhash Indrahar escuchaba la conversación entre el Coordinador y el espía de los Dragones, fruncía el entrecejo con preocupación. En una ocasión, Takashi había estado a punto de destrozar el Condominio con su obsesión de destrozar a los Dragones. Ahora que los invasores de los Clanes estaban al acecho, el Condominio no podía seguir apoyando el honor samurai de Takashi. En otro tiempo su viejo amigo lo habría visto tan claro como Subhash, pero con el paso de los años Takashi parecía debilitarse mentalmente tanto como Subhash físicamente.
Manipulando los mandos del brazo de su poderosa unidad de apoyo, empujó la silla, que salió rodando por la estancia. La puerta se abrió justo a tiempo para que la silla siguiera su curso sin detenerse. A su entrada en el centro de mando, los agentes de las Fuerzas Internas de Seguridad se congregaron alrededor de la estancia. Por el contrario, los técnicos y los agentes especiales apenas apartaron la vista de sus consolas; tenían trabajo que hacer. Todo iba como debía ir.
A pesar de su preocupación, Subhash se mostraba casi sonriente. El engranaje de la enorme máquina del Condominio Draconis se había puesto en marcha. Nada podía interferir en el funcionamiento de esa gran máquina de estado. Si alguien, incluso el Coordinador, se convertía en arena para los motores, se tenía que eliminar la arena y volver a engrasar los motores.
Subhash dobló una esquina con elegancia y descendió hasta detenerse junto al puesto ocupado por un hombre pelirrojo que llevaba el uniforme negro de un agente de operaciones. El uniforme del hombre estaba limpio, pero tan arrugado que parecía recién llegado de una acción. El agente apartó la vista de su consola cuando la silla de mandos se detuvo con un leve silbido de los frenos y una ráfaga de goma volatilizada. Se puso en pie, adoptando la posición más formal que pudo.
—Ohayo, Subhash-sama —dijo Ninyu Kerai-Indrahar.
—Ayúdame —dijo Subhash, haciendo rodar la silla.
Entraron en una sala de conferencias de paredes transpex. Mientras Subhash se dirigía hacia la consola central en su silla, Ninyu activaba el mecanismo antiauditivo. Una vez hecho esto, Subhash empezó a hablar:
—¿Qué estabais haciendo?
—La última serie de despidos de Dieron. Gregor informa de que todo está saliendo como esperabas.
Habría sido más acertado decir «como temías». Por la antigua rivalidad entre la Casa Kurita y la Casa Davion, la Casa Steiner y su Mancomunidad Lirana habían sido las más perjudiciales para la última generación del Condominio. Los éxitos de la Mancomunidad, incluso antes de unirse a la Federación de Soles, habían creado una nueva generación de odios. Esas animadversiones se reflejaban ahora en la frontera entre Dieron y Skye.
El nombramiento del nuevo señor de la guerra de Dieron era uno de los singulares fracasos de Subhash. Takashi, conocedor de las maquinaciones de su hijo Theodore en el distrito militar de Dieron, había insistido en escoger personalmente al nuevo caudillo. La elección de Isoroku fue lo más lamentable. El joven idiota tenía sangre kuritana, es cierto, pero también para lo malo. Veía la gloria militar como el camino hacia el liderazgo del Condominio y soñaba con ser el sucesor de Takashi y Theodore.
Aun así, la situación se podría haber falseado si la Mancomunidad Federada no hubiese nombrado a Richard Steiner comandante en jefe del Teatro Ryde. Richard era el hijo de Nondi Steiner, uno de los mayores héroes militares de la última generación de la Mancomunidad. Steiner no había mantenido muy en secreto su deseo de vengar la Casa Kurita, sin duda con la seguridad de que eso le daría popularidad entre las masas. De hecho, iba a necesitar una gran dosis de popularidad si alguna vez intentaba conseguir su objetivo más secreto de arrebatar el liderazgo de la Mancomunidad Federada al linaje de Davion e incorporarlo a su propia Casa.
Debido a la intensidad de las rivalidades de la Esfera Interior, últimamente no eran ellos la mayor amenaza para el Condominio Draconis. A pesar del Tratado ComStar de Tukkayid, que prohibía a los Clanes avanzar hacia la Tierra, éstos todavía amenazaban a los sistemas del Condominio adelantando y retrocediendo posiciones. Hasta el estudio más superficial de ese tratado revelaba que los términos empleados no impedían a los invasores ampliar su territorio dentro de la Esfera Interior siempre y cuando no llegasen más allá de la Tierra. Tal solución podía parecer satisfactoria a ComStar, pero ponía en peligro gran parte del Condominio, incluyendo la capital.
Pero el Condominio no era el único estado en peligro. Casi toda la antigua Mancomunidad Lirana se extendía más allá de los límites del tratado y, por lo tanto, estaba abierta a la depredación de los Clanes. La Mancomunidad Federada no podía pasar por alto tal amenaza a lo que era ahora su centro económico. Cualquier dirigente perspicaz podía ver que no era el momento para el aventurismo militar. Subhash esperaba que Víctor Davion se diese cuenta del error de continuar persiguiendo la rivalidad entre la Casa Davion y Kurita ahora que ambas se enfrentaban a un enemigo común mayor. De hecho, el director deseaba con todas sus fuerzas que Davion siguiese la reciente política de desmilitarización de su padre en la frontera entre el Condominio y la Mancomunidad Federada. Pero el príncipe era joven e inexperto al frente de su estado. Ya se habían producido algunos incidentes.
—La combinación del agresivo Isoroku Kurita y su equiparable beligerante Richard Steiner es volátil —concluyó Ninyu.
—Correcto. De todos modos, puede que nos encontremos ante una situación de mayor peligro.
—¿Una nueva situación?
—No —Subhash golpeó el brazo de su silla con los dedos—, por desgracia es vieja.
—Takashi.
Subhash se alegraba de tener un protegido tan astuto. Si sólo el hijo de sus entrañas fuera tan competente…
—¿Tus motivos?
—Ha convocado a los antiguos Dragones.
—La reunión ya debe de haber acabado —repuso Ninyu comprobando la hora—. O casi. Ahora que hablo contigo te noto agitado.
Subhash sonrió. Sí, era mucho mejor que su torpe hijo.
—El Coordinador vive anclado en el pasado.
—Pensaba que habías dicho que construyendo aquel Archer se arreglaría todo —dijo Ninyu ceñudo.
Subhash lanzó un suspiro.
—Los únicos que creen en la infalibilidad del director de las FIS son aquellos que no viven en la realidad. Los que nos implicamos en el gran juego sabemos que la infalibilidad no existe, sino sólo la habilidad y la suerte.
—Y a veces la primera lleva a la segunda —Ninyu acabó la frase por él. Sacudió la cabeza y miró extrañado—. Si el Coordinador vuelve a centrar su atención en esos malditos mercenarios, podemos tener problemas. Su obsesión casi nos costó el Condominio durante la Cuarta Guerra de Sucesión. De no haber sido por las brillantes estrategias de Theodore en el frente lirano y la limitada presencia de Davion en el frente de la Federación de Soles, nos habrían machacado. Pero el Coordinador tenía sus prioridades. Tal como estaban las cosas, perdimos demasiados sistemas estelares. Deberíamos haber detenido a los liranos y haber arrebatado sistemas a Davion.
—El pasado sólo vive en la mente.
—Y en el corazón, padre adoptivo. A veces creo que te olvidas de los sentimientos.
—Nunca los olvido, hijo adoptivo —Subhash soltó una risita—. Son pocas las veces que los controlo y los pongo en práctica. Una habilidad que debes adquirir si quieres sucederme como director.
—Lo haré —dijo Ninyu al tiempo que ponía la mano en el respaldo de la silla de mandos—. Tengo la fuerza.
Subhash frunció el entrecejo.
—El director actúa guiado por la inteligencia, no por sus brazos o sus piernas.
—Lo siento, padre adoptivo. No me refería a…
—Olvídalo —lo interrumpió Subhash, asombrado por el sincero bochorno de su protegido—. No te sientas culpable por la debilidad de mi cuerpo. —Movió la silla para que Ninyu retirara su mano de ella—. Todavía soy director. Nadie impedirá que lo sea.
—No mientras yo viva, padre adoptivo.
—¿Tu compromiso con el Condominio es igual de fuerte, hijo adoptivo?
—Es más fuerte.
Subhash notó la sinceridad de su heredero y se sintió complacido. El Condominio quedaría en manos firmes cuando él se hubiese ido. Takashi ya casi había dado su aprobación a los documentos de nombramiento. Era sólo cuestión de tiempo antes de que Theodore hiciera lo mismo. ¿Cómo iba a negarse a aceptar a su viejo camarada de combate, uno de sus shitenno?
Pero la dirección de las FIS no significaba nada si no había un Condominio al que guiar y perfeccionar. Y si el Condominio caía, la mayor fuerza del orden en todo el universo desaparecería, un resultado que él consideraba funesto. De modo que Subhash continuaría haciendo lo que tenía que hacer como si tuviera toda la vida por delante. Mientras siguiese respirando, lucharía para ver el Condominio prevalecer contra todos sus enemigos, internos y externos.
—Es obvio que estás preocupado por Takashi —dijo Ninyu—. ¿Sigue aumentando la inestabilidad del Coordinador?
—Todavía no está claro. Sus lapsus cada vez son más difíciles de disimular.
—Haremos lo que sea necesario.
—Sí, el Condominio debe mantenerse fuerte y unido en este momento de incertidumbre.
Subhash percibió la determinación de Ninyu. Era una buena señal. Una resolución fuerte e implacable sería imperativa. Pero una empresa tal sólo podía hacerse paso a paso.
—¿Cómo le va al nuevo compañero de kendo del Coordinador?
Ninyu vaciló al responder, renuente tras la última referencia al cuerpo discapacitado de Subhash. Subhash tambien había sido el compañero de kendo de Takashi. Sus sesiones habían dado al director muchas oportunidades de influir en el Coordinador, pero ahora Subhash tenía que buscar el modo de conseguir oportunidades como aquéllas, reduciendo su influencia de antaño en Takashi. Sin embargo, el kendo era bueno para Takashi, y Subhash se había encargado siempre de escoger a los mejores. Antes de ser Coordinador y director, habían sido amigos. Todavía eran amigos, cuando las funciones de Coordinador y director no se solapaban.
—El Coordinador dice que se lo pasa bien discutiendo con Homitsu-san —dijo Ninyu—. También dice que cree que Homitsu se contiene, pero confía en que éste lo desafiará en cuanto entienda que el Coordinador no quiere que lo compadezcan.
—Muy bien. —Subhash sonrió. Esperaba que fuese cierto que Takashi disfrutaba con esas disputas ya que no había mucho disfrute cuando se era líder—. Es de lo más satisfactorio.