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Conectado al visualizador del comandante a bordo de la lanzadera, el traje de combate de Elson lo mantenía informado sobre la carga sensorial desde el puente. El vector de la Hammer no permitía que la información llegase a las demás naves de los Dragones. Las lecturas mostraban una Nave de Salto de clase Scout escondida en la sombra del planetoide. Aquella nave debía de ser el transporte de los saqueadores de la Nave de Descenso que había disparado a la Orion’s Sword. A medida que la Hammer avanzaba en su dirección, la Nave de Salto no identificada se desvanecía, a una velocidad de crucero superior a la de la luz hacia algún otro sistema estelar antes de que los Dragones pudiesen cerrarse, dejando la Nave de Descenso a su merced.

Elson se lamentaba de la poca lealtad que mostraban los esferoides. Pero también sabía que si la Nave de Salto quedaba en tan mal estado como la Nave de Descenso, al merodear entre las naves del depósito de los Dragones, la retirada sería su única posibilidad de supervivencia. No era honroso, pero sí comprensible. ¿Acaso la tripulación a bordo de la Nave de Descenso abandonada aplaudía la decisión de sus camaradas?

La Orion’s Sword siguió jugando al gato y al ratón con la Nave de Descenso de los saqueadores, empujando a los bandidos por la trayectoria del Hammer cada vez que cambiaba de ángulo. Los saqueadores no consiguieron volver a arremeter contra la nave de los Dragones, pero tampoco la Orion’s Sword pudo hacerlo. Pronto no tendría importancia.

—¡A punto para la descarga! ——informó la capitana Brandon. Su voz era tersa, emprendedora.

—Sólo una ráfaga de contención, capitana —contestó Elson en un tono similar—. Quiero abordarla intacto.

—Está hecha trizas. No creo que soporte siquiera el roce de los disparos. Lance un disparo directo.

—Entonces no dispare.

—¡Por la Unidad! Su lanzadera podría atravesar su casco sin ser dañada. No vale la pena poner a las tropas en peligro.

—Tomo nota de su valoración.

Elson apagó el canal de conexión al puente de la Nave de Descenso y observó los monitores de la lanzadera. Al cabo de unos segundos se iluminó el aviso de disparo.

—Luz roja encendida.

—Tropas preparadas —informó Clair, su segundo de Punto. Elson comprobó su arnés; estaba cerrado. Brandon podía seguir o hacer caso omiso de sus órdenes. Pronto estaría demasiado ocupado para encargarse de esos asuntos. Clavó la mirada en la luz de «disparo» y murmuró:

—En espera.

La luz parpadeó y el intercomunicador de la lanzadera restalló cuando la piloto dijo:

—Luz verde.

—Lancen —ordenó Elson.

Su leve malestar por el innecesario anuncio de la piloto desapareció al sucederse una serie de preocupaciones mientras la nave se tambaleaba y él recibía el impacto en su arnés. Tras la suave sacudida por la aceleración regular de la Nave de Descenso, el impulso de la lanzadera resultó ser un enemigo repentino, despiadado e implacable, al que pudo enfrentarse en un férreo combate. Fútil pero estimulante. Le reconfortaba pensar que pronto se enfrentaría a enemigos de verdad.

Los reactores se encendieron e impulsaron la nave en un movimiento espiral. La maniobra separó la lanzadera de la Nave de Descenso al tiempo que la convertía en un blanco más difícil. Los cambios de movimiento y aceleración provocaron náuseas y mareos en los pasajeros. El monitor de estado del soldado cuatro, Harmon, se iluminó de rojo cuando los sensores detectaron su indisposición. No había podido controlar su estómago y había obstruido el sistema recirculatorio de su traje de combate. El ordenador había cerrado su arnés de aceleración. El soldado Harmon no formaría parte del equipo de a bordo.

Confundidos por la maniobra de la Hammer, o por simple incompetencia, los tiradores de los saqueadores actuaron con demasiada lentitud. La lanzadera esquivó sus erráticos disparos sin recibir el menor daño. Es posible que el piloto fuera el emisor, pero lo había hecho bien. Tras una última y repentina rotación, el aeropiloto hizo descender su nave hasta la sombra de fuego de los saqueadores. En zona de protección, inaccesible a las armas de la Nave de Descenso, el piloto de la lanzadera no pensó en el derroche que suponía quemar la masa de reacción para equilibrar velocidades antes de que el piloto saqueador se desvaneciese.

Las luchas zarandearon la lanzadera. Mientras el piloto informaba del éxito, el Punto de Elson anunció el vector hacia la cámara estanca más próxima de la Nave de Descenso. El metal chirrió al forzar su capacidad y quedó demostrado que la habilidad del piloto para igualar velocidades era mediocre pero suficiente. Se mantuvieron las líneas. Luego la cámara estanca de la lanzadera se abrió y los Elementales salieron de sus arneses y flotaron por la cabina de la lanzadera en dirección al espacio.

El salto de la Nave de Descenso fue mínimo. Abriéndose paso por el casco, Elson condujo a sus tropas hasta la escotilla. Manipuló el cierre y contó los golpes a medida que los miembros de su Punto aterrizaban alrededor. Esperó medio segundo tras el tercer estruendo hasta que recordó que el soldado cuatro había sido invalidado para la misión.

La cámara sólo tenía cabida para un soldado blindado, de modo que él fue el primero en pasar. Podría haber derrumbado la puerta interior, pero habría puesto en peligro la integridad atmosférica de la Nave de Descenso, una táctica innecesaria en ese momento. La puerta exterior se cerró y se quedó solo.

Los sensores atmosféricos del traje de combate detectaron mensajes en la pantalla mientras el oxígeno silbaba en el reducido espacio. Si eran lo bastante rápidos, no habría problemas. Si no, él sería el primero en entrar en combate.

Empujó el brazo derecho del traje a través de la fisura al tiempo que la puerta interior empezaba a abrirse. La pistola insertada en el brazo giró el cañón a toda velocidad, quedando así preparada para su uso. En vano. No había blancos. El área de espera que conducía a la bodega principal estaba desierta.

Elson salió de la cámara y pegó los imanes de sus botas contra el suelo antes de golpear los mandos de reciclaje de la cámara estanca. Al tiempo que soltaba los imanes, se echó hacia adelante, en dirección a la puerta que daba acceso a la bodega principal. Volvió a quitar el cierre tras el aterrizaje.

La zona parecía desierta, o al menos la tripulación no había reaccionado a su intrusión. Los chivatos del puente avisarían a la tripulación de que la cámara había sido activada y les daría indicios de la situación de sus inesperados visitantes. Eso suponiendo que el equipo funcionase. No debía olvidarlo. El interior de la nave parecía más desgastado que el exterior, y su sensor atmosférico indicaba elevadas concentraciones de gases de productos residuales en el aire.

El primer tripulante llegó flotando por la puerta en el momento en que el segundo del Punto de Elson salía de la cámara. Elson no se molestó en utilizar un arma y tiró al hombre al suelo. El tripulante se retorció tras el repentino impacto. Elson lo sujetó con la garra manipuladora del traje y lo lanzó por la apertura. Muerto o inconsciente, el saqueador no dijo nada cuando los tres ganchos de la garra le atravesaron la carne, pero su cuerpo resonó al chocar contra la pared.

Los disparos procedentes de la bodega principal alcanzaron a Clair cuando ésta intentaba avanzar para reunirse con su jefe. Las balas arremetían impotentes contra su armadura de combate o chirriaban tras rebotar en ella. Cuando Clair lanzó un corto disparo, la descarga se detuvo. Alcanzó a Elson a la entrada de la bodega y esperó junto a él antes de avanzar hasta que el tercer Elemental llegó a la cámara estanca.

La acción de abordaje fue decepcionante, ya que los saqueadores ofrecieron una resistencia mínima. En veinte minutos, Elson se encontraba al mando del puente e informaba a la Hammer de su éxito a través del enlace de comunicaciones de la Nave de Descenso.

En cuanto se relajó, se quitó el caparazón. El aire era tan nauseabundo como indicaban sus sensores, aunque ya había notado aquel olor en otras ocasiones. Era desagradable pero inofensivo. Apoyado en el sofá del capitán, escuchó las conversaciones entre las unidades de Dragones. La nave de MacKenzie se había enfrentado a la Alexander y había enviado un destacamento a bordo, donde habían encontrado cierta resistencia. La Hammer estaba completando la maniobra necesaria para que sus últimos destacamentos de abordaje tomasen parte en la lucha de la Alexander. Por suerte, los saqueadores no habían activado su armamento.

Con los Elementales preparados para abordar la nave del depósito, Elson tenía poco que hacer aparte de esperar. Las tropas de Edelstein combatirían con eficacia a los saqueadores desprovistos de armaduras. Si los carroñeros habían infestado otras naves, ya les llegaría su hora. Había demasiadas naves para que los soldados Elementales se enfrentasen a ellas de una sola vez. Llevarían a cabo la operación de saqueo sólo cuando encontrasen resistencia inmediata.

Clair se reunió con Elson en el puente para informar de que la resistencia de la tripulación de la Nave de Descenso había cesado. El ordenador de la nave mostró un sondeo de toda la tripulación. Aquel cascarón maltrecho era suyo. Por el momento, Elson había cumplido con su obligación.

Con la ayuda de su segundo de Punto, conectó el comunicador de su traje con el de la Nave de Descenso capturada, lo que le permitiría oír los canales de tácticas a bordo de la Alexander. MacKenzie Wolf dirigía a su equipo contra los saqueadores. No era sorprendente que pidieran refuerzos de Elementales. Los pilotos y techs de los ’Mechs no estaban ni entrenados ni equipados para el combate cuerpo a cuerpo y las condiciones de caída libre reducirían aún más su efectividad. Necesitarían ayuda, ayuda capacitada de impacto cero. Edelstein había enviado una Estrella completa para la acción de abordaje. El mapa visual de la Hammer mostraba todas las lanzaderas que regresaban tras la descarga.

A través de la conexión con la Hammer, Edelstein informó de repente de una fuerte resistencia por parte de los saqueadores.