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La guardia de honor permaneció en posición de firmes a lo largo de la rampa de la Chieftain. Estaba compuesta exclusivamente de Elementales y, aunque no todos habían formado parte de la transferencia de siervos en Luthien, todos llevaban la insignia de los Gatos Nova en lugares tan destacados como los de sus unidades y rangos en los Dragones. Elson se preguntó qué haría Wolf al respecto.

La esposa y los hijos de Wolf lo esperaban al pie de la rampa, acompañados de la viuda de MacKenzie y su hija. Marisha Dandridge había solicitado permiso al consejo de oficiales para ser la encargada de comunicar a Wolf la muerte de su hijo. Elson no había visto ningún motivo para negarle la petición, aunque se trataba de una violación de la cadena de mando. Era otro indicio de la debilidad decadente de las familias de sangre. El hecho de que la familia Wolf hiciese una demostración pública de pesar sólo debilitaría su posición ante los guerreros de los Clanes presentes entre los Dragones.

La escotilla de la Nave de Descenso se abrió con un siseo y apareció un grupo de soldados vestidos con uniformes negros. Elson reconoció aquellos uniformes: eran de los kuritanos que Wolf había llevado consigo. Bajaban despacio por la rampa, con las espaldas muy erguidas. Al llegar abajo, saludaron por turnos a la familia de Wolf antes de apartarse a un lado. Permanecieron agrupados a la sombra de la Nave de Descenso; parecían recelosos de acercarse al grupo de oficiales de los Dragones entre los que estaba Elson.

Wolf y su guardaespaldas fueron los siguientes en salir de la nave, junto con el oficial de comunicaciones, Cameron, que lo seguía casi inmediatamente. La reunión de Wolf con su familia fue muy emocionante. Elson miró a Alpin. El muchacho se movió inquieto, pero permaneció en su sitio.

La reacción de la guardia de honor de Elementales también fue la que Elson esperaba. Mantuvieron la mirada fija al frente, impávidos. Los kuritanos también optaron por hacer caso omiso de la escena que se desarrollaba ante ellos. Aunque su cultura honraba las emociones, desaprobaba su demostración en público, por lo que su disgusto fue dirigido sólo a lo inadecuado que era la expresión de los sentimientos. Algunos de los oficiales que rodeaban a Elson comentaron que la conducta de Wolf era impropia de un militar. Elson estaba complacido. Por su educación, quería burlarse de aquella demostración excesiva y descarada falta de autocontrol, como hacían los otros, pero era importante en ese momento no mostrarse enfrentado a Wolf. Su autocontrol era más que suficiente para llevar a cabo esa tarea.

Cameron pasó de largo de la familia y dio unos golpecitos en el hombro a Vordel. Se inclinó para susurrar algo al oído del corpulento guardaespaldas; a continuación, ambos hombres se alejaron de la rampa y se dirigieron al grupo de Elson. Los murmullos de los oficiales cesaron.

—¿Por qué no está con su familia? —preguntó Vordel a Alpin.

—Soy un oficial —replicó Alpin—. Mi lugar está aquí.

—¿Qué ocurre? —preguntó Vordel, mirándolo con recelo.

—Pronto lo sabrá, anciano —dijo Alpin—. Se lo dirán en cualquier momento.

—¿Decir qué? ¿Quién?

Cameron pareció aún más preocupado que Vordel y lanzó una mirada furtiva a Wolf. Un estremecimiento sacudió su cuerpo, como si pensara en acudir corriendo junto a su maestro. Aquella reacción indicó a Elson que el bloqueo de las comunicaciones se había realizado con éxito.

—No tengo por qué responder a sus preguntas —contestó Alpin con desprecio a Vordel.

Hans torció el gesto. Elson reconoció aquella señal de peligro que a Alpin le había pasado por alto. Cameron tambien la vio e interrumpió la respuesta de Vordel apoyando una mano sobre su brazo. Vordel se tranquilizó, aunque sólo un poco. Su tono de voz fue muy duro cuando habló, y a Elson le complació que el guardaespaldas dirigiese su pregunta a Alicia Fancher, unas de las oficiales más dignas de confianza. La coronel Fancher recordaba que Wolf la había expulsado del mando varios años atrás; a Elson le había costado muy poco avivar las brasas de su resentimiento. No delataría el plan.

—¿Qué pasa, Alicia? ¿Qué ocurre aquí? Se prepara algo, de lo contrario no estarías aquí.

No fue ninguna sorpresa que el guardaespaldas se fijase en Fancher. Como miembro de la Lanza de Mando de Wolf, Vordel conocía bien los destinos de todas las unidades de combate. Se suponía que el Regimiento Beta de Fancher debía de estar combatiendo en Vertabren. Dado que no se le había comunicado ningún cambio de destino, Vordel tenía que suponer que había sucedido algo lo bastante importante para apartar a una jefe de regimiento de sus tropas.

—Como ha dicho Alpin Wolf —repuso la coronel Fancher con frialdad—, lo averiguarás muy pronto.

Movió la cabeza para indicar que se acercaba Jaime Wolf. Mientras Vordel había estado investigando, Wolf se había enterado de la muerte de su hijo. El rastro de sus lágrimas relucía en sus mejillas.

Cameron parecía impresionado y Vordel, profundamente preocupado. Wolf lanzó una mirada fugaz a Alpin al pasar a su lado. Los Dragones retrocedieron ante la presencia del coronel como si fuese un guerrero gigantesco y amenazador, y no un hombre delgado, un palmo más bajo que el más pequeño de todos ellos y veinte años mayor. Wolf se detuvo ante Elson.

—Marisha ha dicho que usted ordenó la interrupción de las comunicaciones.

—En efecto.

—¿Por qué?

—Pensé que era mejor que no corriera la voz por la Esfera Interior hasta que usted regresara. Los Dragones tenemos enemigos que podían aprovecharse de ello.

—Era innecesario.

Encogerse de hombros habría sido un gesto arrogante. Elson permaneció quieto.

—Su necesidad o la falta de ella no estaba tan clara en el espacio. Enviar un mensajero estaba descartado, a causa de las directrices de nuestra misión. Una emisión abierta podría haber sido espiada. Un comunicado de ComStar habría implicado entregar información confidencial a una organización sospechosa. ¿Acaso los Dragones no siguen la política de no confiar información importante a ComStar?

Wolf suspiró y dijo:

—Tal vez tenga usted razón. Pero habría preferido enterarme de esto antes.

—No habría cambiado nada, ¿quiaf?

—Supongo que no —contestó el coronel en voz baja.

—Murió en combate. Ningún guerrero puede aspirar a más.

—Era mi hijo.

—Hemos aplazado el Recuerdo hasta su regreso, coronel.

—Sabíamos que querrías estar allí, abuelo —intervino Alpin.

Wolf lo miró con gesto inexpresivo por unos instantes y luego preguntó:

—¿Cuándo?

—Esta noche, si lo prefiere —contestó Elson.

—¿Esta noche? —Wolf se acarició la barba y agregó—: No, es… Necesito un poco de tiempo para asumir esto, para prepararme.

—Hay que atender ciertos detalles —insistió Elson.

—Yo me encargaré de todo —dijo Cameron con voz alterada—. No es necesario que usted se preocupe, coronel. Yo me ocupo de los asuntos técnicos.

Dio un respingo cuando Marisha le tocó el brazo. Era evidente que no había notado que se acercaba.

—Gracias, Brian. Jaime y yo se lo agradecemos. Todos se lo agradecemos.

Tomó del brazo a su marido. Él asintió con gesto distraído y miró alrededor. Sonrió de manera forzada y abrazó a Katherine con su otro brazo. Ella se echó a llorar y apoyó la cabeza sobre su hombro.

—Todo se arreglará, Katherine. Superaremos esto.

—Vamos, es hora de ir a casa —dijo Marisha.

Se alejaron cogidos de las manos. Rachel, Joshua Shauna siguieron a sus padres. Vordel, el guardaespaldas fiel y cumplidor, también. Cameron se quedó quieto, mirando boquiabierto a Alpin.

Elson se interpuso entre ambos, protegiendo a Alpin de la mirada del oficial de comunicaciones. Ya se habían hecho suficientes demostraciones esa mañana y no era el momento de dejar que algo saliera a la superficie.

—El Lobo ha vuelto a casa —dijo, levantando la voz para que lo oyeran los Dragones allí reunidos—. Todos tenemos cosas que hacer, ¿quiaf?

Af —contestaron.

Elson sonrió para sus adentros. Aquellas voces podían haber sido de los Clanes.