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Elson entró en el centro de mando ya enfadado. No le preocupaba el autoritario tono del llamamiento de Alpin. Le preocupaba incluso menos el hecho de que pareciese que el muchacho pensara que realmente tenía el mando.
Todo el consejo de mando leal a la organización de los Dragones estaba allí. Neil Parella y Alicia Francher estaban sentados en lados opuestos de la mesa, mirándose con una hostilidad nada disimulada. Su rivalidad hacía que fuese muy fácil contraponerlos. Elizabeth Nichole, la otra comandante en jefe de un regimiento de combate, estaba trabajando en una consola cerca de la puerta que daba a una de las oficinas alineadas a lo largo del centro de operaciones. Pese a los temores iniciales sobre ella, Nichole había resultado ser una defensora del nuevo régimen. Sean Kevin del Séptimo Comando estaba sentado en una esquina. Era un oficial callado y eficiente que no tenía interés alguno por la posición estratégica de los Dragones; sólo quería que alguien le indicara la dirección correcta para utilizar su destreza. Elson pensaba que era una persona muy valiosa. Rebecca Ardevauer del Grupo de Soporte de Fuego era menos dócil, pero también era una persona valiosa. Era apreciada, y protestaba sobre la necesidad de evitar conflictos e intentar estar de acuerdo con el resultado del Juicio de Posición. Douglas Piper, del Batallón de Soporte, era más enigmático. No decía mucho, sólo daba a conocer su voto, que siempre era el que Elson quería.
Aunque no pertenecía al consejo, Noketsuna también estaba presente, y hablaba en voz baja con Svados. El kuritano estaba demostrando que era muy valioso debido a su intuición acerca de la reacción de la población local que era indagada en el ejercicio de sus ligeramente dudosas dotes de investigación. Hacía un buen trabajo junto a Svados, quien había sido ascendida recientemente a jefe de la Red de los Lobos en ausencia de Stanford Blake.
Por supuesto, Alpin Wolf también había acudido a la reunión. Estaba de pie, apoyado sobre la mesa principal, absorto en las imágenes que brillaban en el holotanque. Su chaqueta de MechWarrior, con su colección multicolor de placas de reconocimiento de las distintas unidades, estaba tirada sobre una silla.
Elson no le prestó atención y se dirigió a Nichole.
—¿Todo va bien en Epsilon, Nichole?
Alpin levantó la vista cuando oyó la voz de Elson. Frunció el entrecejo cuando vio hacia quién se dirigía Elson. Golpeó la mesa con la mano.
—Mi abuelo está reuniendo tropas en el Interior. Estoy convencido de que tiene el propósito de atacar la capital. Debe de suponer que puede echarme de mi cargo y retomar el mando.
Parella dio un bufido.
—No es capaz de vencer a tres regimientos de BattleMechs con apoyo completo, cuando lo mejor que puede recoger es un puñado de viejos y niños.
—No hay nada que demuestre que realmente está haciendo algo —señaló Nichole.
Alpin puso un dedo en el holotanque.
—Explíqueme el descenso del batallón de la Telaraña. No lucharon cuando aterrizaron.
—Eso es lo que dice el informe, pero no tenemos una confirmación definitiva —repuso Svados.
—No tiene por qué haberla —declaró Alpin—. La Telaraña puso al descubierto a todos aquellos que apoyaban la sucesión legítima antes de irse de Wing. Desde luego han venido a respaldar la rebelión de mi abuelo.
—Chandra dice que la capitana Maeve está al mando del batallón —continuó Svados.
—¿Maeve? Es una buena soldado, pero no es más que un cachorro —dijo Fancher riendo—. No está preparada para llevar el mando. Si es lo mejor que Wolf puede conseguir, no tenemos por qué preocuparnos.
—Tiene más o menos mi edad —dijo Alpin. Intentó que su tono de voz sonara como una advertencia, pero fue más similar a un quejido.
Fancher parecía estar asqueado y a punto de decir algo.
—Hay muchos jefes de batallones de su edad entre los Clanes —intervino Elson—. En las circunstancias actuales, la edad no es la cuestión, sino la política. Que no hubiese ninguna lucha entre los leales a Wolf y el batallón es un claro signo de que la Telaraña apoya a Jaime Wolf.
—Si es que apoya a alguien —sugirió Nichole. Aunque había admitido a Alpin como líder de los Dragones, todavía le costaba aceptar el hecho de tener que enviar tropas contra Jaime Wolf.
—Liz, si Wolf simplemente fuera a ceder, se habría marchado del sistema —razonó Parella.
—Quizá sí, o quizá no —repuso Elizabeth Nichole, mordiéndose un labio y con los brazos cruzados sobre el pecho.
—Jaime Wolf ha manifestado su rebelión al escapar —dijo Alpin en voz alta—. Propongo un primer golpe, antes de que perdamos a más partidarios.
Sorprendido, Elson se giró hacia él.
—¿Qué quiere decir con más?
Alpin sonrió, aparentemente satisfecho de haberse adelantado a Elson en algo.
—Ayer por la noche, Graham se llevó de aquí al Grupo de Reconocimiento Especial. Se marcharon del campamento Dorrety justo después de medianoche.
Elson se giró hacia Svados.
—¿Es eso cierto?
La mujer asintió con la cabeza.
—Se ha perdido todo contacto con ellos —informó Noketsuna—. Se advirtieron varios vehículos moviéndose hacia el estrecho de Jormenai, lo cual sugiere que se dirigen al otro lado de la montaña. Sin embargo, podría tratarse de una estratagema. Todo el grupo o parte de él podría continuar en este continente para formar una fuerza hostigadora. En cualquier caso, creo que está totalmente claro que son simpatizantes de Jaime Wolf.
—Al igual que sus malditos amigos de Kurita —exclamó Alpin.
—Entonces, ¿también se han pasado al otro bando? .—Nichole no parecía muy contenta.
Empujando la silla hacia atrás para que chirriara al rozar contra el suelo, Fancher se puso de pie.
—En cuanto Elson suspendió el ataque, cargaron a su gente en las Naves de Descenso y se marcharon. Ni siquiera fingieron irse a otro sitio. Se elevaron y se dirigieron directamente al Interior. Sólo aterrizaron el tiempo suficiente para descargar los ’Mechs, después las Naves de Descenso volvieron a ascender y tomaron una órbita geosincrónica por encima del sector Verde, convirtiéndose en una alta protección para el complejo de operaciones de instrucción.
Elson no hizo caso de la maligna mirada de Fancher.
—Es un cambio insignificante en la dinámica.
—Y todavía podemos convertirlo en menos —dijo Alpin, mientras tecleaba en el tablero de control del holotanque.
El globo de imágenes se contrajo y alrededor aparecieron caminos orbitales de neón. Por encima del Interior oscilaba una formación de cuatro Naves de Descenso. Flechas vectoriales sobresalían de varios puntos orbitales y mostraban la manera de aproximarse a la posición.
—Sólo descendieron los ’Mechs, lo cual significa que las familias de los MechWarriors se han quedado en las Naves de Descenso. En órbita no hay instalaciones portuarias de las que debamos preocuparnos. Si derribamos a las naves en el cielo, les enseñaremos a esos Serpientes la lección que se merecen. Podemos hacer que sus familias paguen por la necedad de los MechWarriors.
Elson rodeó la mesa y golpeó a Alpin sin dirigirle una sola palabra. El muchacho voló por la habitación hasta caer sobre una mesa. Alpin lanzó una mirada de odio a Elson. Todo lo que Elson sintió fue desprecio.
—¡Le di un rango y puedo quitárselo! —exclamó Alpin.
Totalmente calmado, Elson respondió:
—No según las leyes de los Khanes.
—¡Puedo obligar al Consejo a que lo haga!
—Adelante.
Alpin se levantó, manchado de sangre en la mejilla debido a un corte en el labio, mientras se frotaba la boca que ya tenía de un intenso color rojo. Dio un vistazo al grupo reunido. La única cara ilegible era la de Noketsuna. Los Dragones tenían un semblante severo, y no parecían nada compasivos. Como Elson había esperado. Las familias, fueran de sangre o hermanos de sibko, eran sagradas; no eran objetos de guerra. Sólo los decadentes guerreros de la Esfera Interior hacían la guerra contra civiles.
—¡Están todos despedidos! —gritó Alpin.
Cuando nadie se movió, volvió a mirarlos y fue hacia su despacho. Dio un portazo.
Elson se giró rápidamente hacia la consola del holotanque y volvió a convertir la imagen en una representación del Interior.
—¿Tenemos alguna información sobre dónde se desplegarán los kuritanos?
—No, señor —respondió Svados.
—No son una unidad coherente —afirmó Noketsuna—. No tienen especialidades ni organización.
—¿Está intentando decirme que no lucharán bien?
—Lucharán. Han dado su lealtad y morirán por Wolf. No los rebaje, pero tampoco espere adivinar cómo van a utilizarlos.
—Parece que son tan estables como el pequeño Al —añadió Parella.
—Sí —estuvo de acuerdo Fancher—. ¿Cuándo se va a deshacer de esa colección de genes malos?
Elson miró a través del holotanque y se encontró con su mirada.
—Cuando llegue el momento oportuno.
—Necesitamos a un verdadero jefe si queremos ir tras de Wolf.
—Jaime Wolf es la cuestión, coronel Fancher. ¿Cuán fuerte cree que sería su petición para legitimar el liderazgo mientras él todavía esté vivo?
—Más fuerte que la suya —contestó ella—. Podría desafiar al pequeño Al a un Juicio de Posición.
—Los Dragones no pueden tener otro Juicio en este momento —intervino Nichole.
—Ella tiene razón, Fancher. En algunos lugares se dice que Jaime Wolf está poniendo en duda los resultados del Juicio.
Fancher dio un bufido.
—Perderá el desafío igual que perdió el Juicio. Estamos mejor equipados y somos muchos más. Ni la Telaraña ni los kuritanos cambiarán la balanza para ponerse a su favor. Solamente habrá más sangre. Y, al fin y al cabo, eso no importa.
Elson sabía que Fancher carecía de precauciones para el mando y ahora estaba condenándose a sí misma con sus propias palabras.
—Si cree que la cantidad de sangre arrojada no preocupa, no me importaría servirle como Khan.
Observó con satisfacción que Piper, Ardevauer y Nichole asentían con la cabeza mostrando su total acuerdo. No se sorprendió cuando Parella dijo:
—Ni a mí.
Elson había insinuado a Fancher que ella podría ser la mejor persona para sustituir a Alpin en cuanto todo se hubiese resuelto. Había hecho lo mismo con Parella. Ambos no podían obtener la misma vacante. Al observar a Parella, Elson supuso que el MechWarrior había adivinado que Elson había ofrecido el mismo puesto a Fancher. Parella trabajaba para arruinar a su rival antes de que ésta pudiese convertirse en una amenaza. Este hombre era claramente un jugador más sutil que Fancher, y tendría que ser vigilado. Elson no tenía la intención de respaldar a ninguno de ellos. Jaime Wolf había demostrado que una de sus innovaciones tenía mérito: un único Khan era un Khan poderoso. Elson tenía el propósito de ser un Khan poderoso.
—Por ahora Alpin es necesario para eliminar a Jaime Wolf —afirmó—. Un problema en el cual debemos concentrarnos, guerreros.