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De detrás de un panel oculto, la silla adaptada de Subhash Indrahar entró en la cámara, mientras las esterillas de tatami crujían por la presión de las ruedas. El odioso Ninyu avanzó junto a él hasta detenerse detrás de su padre. Ninyu iba al frente del pelotón de soldados vestidos de negro de las FIS y coordinaba sus posiciones con un segundo pelotón que entró por la puerta desde el jardín. Cada soldado sostenía una Shimatsu 42, una pistola de cañón corto alargada por un silenciador.
Mientras Michi observaba a los que iban llegando, el Coordinador dio un paso atrás, apartándose del peligro de la espada de Michi.
—Llegas en buen momento, viejo amigo —dijo a Subhash.
—Eso parece —contestó Subhash al tiempo que esbozaba su famosa sonrisa.
Michi notó la confusión del Coordinador y la sintió en su propia carne. Michi iba armado y el Coordinador no, pero Indrahar estaba concentrado en Takashi.
El director de las FIS extendió las manos en un gesto de impotencia.
—Nos encontramos en la más lamentable situación, Takashi-sama. Salvaros de este hombre os preservará por poco tiempo. Jaime Wolf ya está en órbita hacia aquí, totalmente preparado para batiros en duelo.
—Esa era mi intención —repuso Takashi con voz cautelosa.
Subhash dejó de sonreír.
—Os advertí que este camino no prometía nada bueno para el Condominio. Decidisteis hacer caso omiso de mi advertencia.
—A pesar de lo mucho que valoro tu consejo, viejo amigo, es el honor lo que impulsa mis acciones.
Indrahar frunció levemente el entrecejo.
—La supervivencia del Condominio es vuestro honor, y también el mío. Este duelo con el Lobo va en detrimento de esa supervivencia. Hay que evitarlo.
—Mi vida tiene poca importancia para la supervivencia del Condominio. Si fracaso, Theodore me sucederá. Gobernará bien.
—Lo hará bien, cuando llegue el momento —puntualizó Indrahar sonriendo de nuevo—. Durante algún tiempo esperaba que no fuera así, pero ni siquiera Theodore puede salvar a un Condominio que está en un estado deplorable. —La sonrisa se desvaneció de su rostro cuando añadió—: No tenías que llevar las cosas tan lejos.
—He seguido el dictado del honor y la conciencia.
—¿Como un samurai?
—Así de simple.
—Sois el Coordinador, no un simple samurai. Vuestras preocupaciones no se limitan a insignificantes duelos de honor conducidos por el insulto. No es tan sencillo.
—No, no lo es.
El cansancio se apoderó de la mirada de Indrahar. Cruzó las manos sobre su regazo y dijo:
—Lamentablemente, vuestras decisiones han forzado la situación.
—Escucho tus argumentos —dijo Takashi con voz pausada.
—No he venido a argumentar —respondió Indrahar—. Ya no es el momento. Si el Lobo gana, el daño al prestigio del Condominio será irreparable. Seguramente, Theodore recibirá consejos para buscar venganza, y existe una ínfima posibilidad de que escoja el camino inútil y costoso. Disculpad mi franqueza, Takashi-sama, pero si ganáis, nadie, y menos los Dragones, creerá que la lucha fue justa. Hay una facción cada vez mayor de simpatizantes de los Clanes en sus filas. Cualquier antagonismo que ofrezca la Esfera Interior podría jugar a favor de esa facción y provocar un cambio en las lealtades que podría muy bien costar a la Esfera Interior de los Dragones. Es probable que el resultado sea la la Esfera Interior y, en consecuencia, del Condominio.
»Aunque la facción de Wolf se modere, no podemos esperar que se porte bien con la Casa responsable de la muerte de su líder. A pesar de que nos han negado sus servicios, no han prohibido a nuestros líderes asistir a las sesiones de estrategia contra los Clanes ni a nuestros científicos a las conferencias sobre tecnología. Esto cambiaría si derrotaseis al Lobo. Sin estas ventajas, el Condominio no puede hacer frente a los Clanes.
»¿Y qué pasaría si perdieseis? ¿Nuestra gente permitiría que el gobierno hiciese tratos con los Dragones? Las declaraciones que acabáis de hacer han tenido un gran peso en su forma de actuar. Dudo que un Lobo victorioso pudiera salir de Luthien con vida. Tanto si salís victorioso como si no, el resultado del duelo será el mismo al fin y al cabo: el Condominio perderá.
—Tu valoración es demasiado pesimista. El Condominio es fuerte. Theodore es fuerte. Derrotamos a los Clanes en Luthien.
—Gracias a la ayuda de los Dragones de Wolf y otros mercenarios —puntualizó Indrahar—. ¿No ordenasteis en una ocasión la muerte de todos los mercenarios?
El Coordinador lo fulminó con la mirada.
—Vuestra predicción falló entonces igual que ahora, Takashi-sama. El Condominio no puede permitirse tener un líder tan falible.
Takashi se puso tenso.
—Me trae sin cuidado lo que estás sugiriendo.
—A mí no. Vuestra obsesión nos ha conducido a un punto muerto. Muy a mi pesar, sólo veo una solución. Para que el Condominio viva, el Coordinador tiene que morir.
Takashi se puso nervioso, pero no dijo nada. Sus ojos inspeccionaron la sala y los adustos rostros de los agentes de las FIS. Estaba claro que eran leales a Indrahar, con el corazón y el alma. Indrahar siguió hablando.
—Esperaba que llegaseis a ver la solución honorable, pero os habéis opuesto a los argumentos de Noketsuna. De hecho, parecíais haber debilitado su propia determinación. Os pido que reconsideréis si queréis seguir adelante.
—Soy el Coordinador. Mi voluntad es la voluntad del Condominio. No tengo nada que reprocharme.
Subhash sacudió la cabeza con tristeza.
—Esperaba que vieseis que el Condominio es más importante que cualquier hombre. Es vuestra dinastía la que gobierna, y lo seguirá siendo aunque no lo hagáis vos personalmente.
La silla dio un cuarto de vuelta. Sin mirarlo, Subhash ordenó:
—Cumple tu venganza, Noketsuna. No interferiremos.
Michi miró fijamente al director de las FIS. Aquello no formaba parte de las leyes del universo. Se suponía que la venganza, la muerte de Takashi Kurita no era una solución política de ningún tipo. Era una cuestión de honor, una cuestión entre samurais. A pesar de los cambios que había experimentado Michi durante sus largos años de venganza, no era un verdugo político. Al prepararse para ese día, se había visto como una herramienta, una herramienta de honor. No quería ser la herramienta de un siervo desleal, un títere en los juegos de poder de alguien. Minobu Tetsuhara había sido conducido a la muerte como el títere de un hombre ansioso de poder.
Pero había demasiados hombres, demasiadas pistolas para un solo hombre. Si hacía lo que pedía Indrahar, tal vez éste le perdonase la vida. Pero no estaba seguro. Si se negaba, los hombres de las FIS lo matarían. Hiciera lo que hiciera, Michi sabía que no saldría del dojo con vida.
Se volvió hacia el Coordinador.
—Parece que el motivo de mi venganza ya no importa, Coordinador. Os hablo de samurai a samurai. Puede que mis palabras sean efímeras, ya que sólo las oiréis usted y estos deshonrosos perros.
—Adelante con ello, Noketsuna —dijo Ninyu con irritación.
Michi no le prestó atención. Con la mirada clavada en los ojos de Takashi, buscó la comprensión. Encontró al Dragón.
—Me encuentro en una bifurcación del camino del honor. Escoja el camino que escoja, abandono algo de mi ho-nor en el trayecto hacia el cumplimiento de mi honor. Este es el destino de un samurai. Mi señor Minobu lo entendió así. Ahora yo también lo entiendo. —Michi puso la espada en posición jodan-no-kamae—. Soy un samurai, leal a los Dragones. Yo también sirvo al Condominio.
Él Coordinador lo observó estoicamente. Michi se puso firme, alcanzó el centro de su hara y cogió fuerzas. Estaba tranquilo, preparado para morir, algo que aquel día parecía inevitable.
Dio una vuelta y arremetió contra Subhash Indrahar.
El movimiento pareció pillar a todo el mundo por sorpresa. Los agentes de las FIS no reaccionaron. Michi recorrió la mitad de la distancia antes de que Ninyu empuñase su pistola, y otro cuarto antes de que el hombre disparase. Michi se tambaleó por el impacto de la pesada bala, pero consiguió dar un paso más hacia la silla. Dejó caer su brazo derecho con languidez mientras la sangre salía a borbotones de su hombro y le bajaba por la manga. El mundo estaba rodeado de fuegos artificiales, pero él seguía sosteniendo la espada en su mano izquierda. Dio otro paso adelante.
Ninyu volvió a disparar.
Esta vez su estómago se inflamó de dolor, alterando su hara y destruyendo su determinación. Había llegado más lejos de lo que esperaba. Incapaz de sentir la espada en su mano, se preguntó si todavía estaba allí. Cayó de espaldas y su cabeza impactó contra el suelo de madera noble. Su cuerpo no tenía fuerzas y sintió que su vida lo abandonaba. Se le oscureció la vista.
Uno de los agentes de las FIS dio un paso al frente. Tiró su Shimatsu y recogió la espada de Michi del suelo, pero no atacó. En ese momento de pausa, Takashi se arrodilló junto a Michi y tocó la frente del guerrero.
—Era un guerrero de verdad y entendía el giri. Su lealtad al Condominio era más fuerte que la tuya, Subhash.
—Era leal, y la lealtad es una gran fuerza, pero su interpretación del giri tenía ciertas carencias, como vos mismo le hicisteis saber, mi viejo amigo. No se podía esperar que alcanzase la gran visión que yo intento conseguir. Para vos tenía mayores esperanzas.
Takashi permanecía en pie con una expresión severa.
—Siento decepcionarte.
—Yo también lo siento.
—¿Dirás que me mató él?
—Sería la historia más conveniente, pero no serviría para el Condominio. Hacer pública la historia de la muerte del Coordinador en manos de un ciudadano del Condominio sólo lo debilitaría. Sin embargo, Theodore creerá una historia así y estará de acuerdo en anunciar que moristeis mientras dormíais. Habéis tenido una vida larga y plena, Takashi-sama. Os deseo lo mejor para la siguiente.
La silla volvió a dar un cuarto de vuelta y se dirigió de nuevo a la sala oculta de la que había surgido.
—Agente Wilson —Ninyu se dirigía al agente con la espada—. Da un golpe seco. Noketsuna era un maestro de la espada, después de todo.
Wilson hizo una reverencia y, tras girarse hacia Takashi, levantó la espada.