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Cuando Dechan Fraser llegó al otro lado de la montaña, el perímetro de la zona de aterrizaje había sido ocupado por el regimiento Beta de Fancher. Beta no había encontrado resistencia alguna, pero eso era de esperar. Las fuerzas de Jaime Wolf eran demasiado pequeñas para cubrir más de una fracción del área del continente.

Las primeras fuerzas de Wolf llegaron mientras Dechan supervisaba la descarga del equipo de soporte técnico de su nueva unidad. Norm Carter ya había llevado a cabo la inspección habitual, por lo que Dechan sólo estaba revisando que no se hubiese roto nada mientras se dirigía a la caravana de mando. Casi se había perdido toda la acción.

Una lanza de tanques ligeros entró en el valle, aparentemente sin saber lo que les esperaba. Moviéndose a velocidad de crucero, representaban objetivos fáciles para los ’Mechs del Segundo Batallón de Beta, los cuales estaban de guardia en ese sector. La mitad de los aerodeslizadores volaron en la primera descarga. Los otros dos reaccionaron rápidamente y empezaron a correr a gran velocidad. Un tercer vehículo se averió antes de haber avanzado cien metros. Al cabo de diez segundos, el jefe de la lanza ordenó la destrucción del último aerodeslizador. Los cismáticos no dispararon.

Lo que enviaron fue una chirriante transmisión desde el vehículo de reconocimiento averiado.

—¡Destruidlo! —exclamó Alpin, enrojeciendo—. Sabrán quién somos.

Fancher dio la orden de destruir la nave averiada. Alpin observó la pantalla del holotanque ávidamente hasta que la luz que representaba al vehículo se apagó.

—Tendremos que cambiar el programa —dijo—. Fancher, saque a sus exploradores. Quiero ver el batallón Iota de Lee detrás de la cortina de reconocimiento y al batallón Kappa de Fraser en fila detrás de ellos. Quiero que una compañía de cada uno de los batallones de Beta permanezca en la base como guardia, el resto será la reserva para el avance. Avanzaremos tan pronto como los encargados de la táctica puedan proporcionar los mapas a los ’Mechs.

Dechan consideraba que este movimiento era precipitado, pero prefirió no decir nada.

—Nos vamos de caza —dijo Corley Lee, comandante de Iota, sonriendo, mientras salía de la caravana silbando.

—¿Hay estimaciones de las fuerzas locales? —preguntó Dechan a Fancher.

—No. No debe de haber más que la Guardia Nacional. Fuerzas blindadas e infantería. Se guardarán lo bueno hasta que sepan de dónde venimos.

—¿Hay otros regimientos?

—No es lo que necesita saber —respondió Fancher mirándolo con recelo.

—Yo también me juego el pellejo —dijo pausadamente—. No quiero que acabe colgando de un árbol.

—Es justo. Sí hay, pero no espere ver muchos. Nosotros tenemos el Sector Verde, órdenes del Khan.

—De acuerdo.

—De acuerdo —afirmó sarcásticamente la mujer.

Dechan se despidió y se marchó de la caravana. Encontró a Carter donde lo había dejado y le dio la noticia. Tuvieron una reunión de estado mayor, pasaron la comprobación de disponibilidad a los cuarteles generales y montaron en sus máquinas. Tenían que esperar una hora hasta que Lee y la gente alquilada menos profesional del batallón Iota estuvieran preparados.

Una vez en marcha, un oficial de comunicaciones facilitó a Dechan actualizaciones constantes de los informes de reconocimiento. Observó que una lanza no se encontraba en el informe de las 1500, pero nada del mando indicaba que sospecharan problemas. Las Montañas Hannovassianas eran conocidas por causar interrupciones erráticas en las comunicaciones. Dechan recordó que la lanza en cuestión estaba en el flanco derecho y consideró que esta interrupción de las comunicaciones era demasiado oportuna. Desplegó un mapa en la computadora de combate. Como sabía que el comando de los Dragones había editado la presentación táctica, deseó que no se hubiesen dejado nada importante. Lo que vio fue bastante preocupante. La lanza que faltaba podía estar muerta y desaparecida; su avance los hubiese llevado a un terreno idóneo para emboscadas.

Cuando las formaciones armadas de Wolf fueron detectadas justo a la derecha de la línea de avance de Iota, Alpin ordenó que los elementos de reconocimiento se retiraran hacia la columna. Con el mapa ya delante de él, Dechan encontró una ruta hacia una fuerte posición de soporte y dio las órdenes necesarias a su unidad. Apenas se dio cuenta de que Alpin había ordenado a Iota que se dispusiera en formaciones de combate.

Dechan desplazó su ’Mech hacia una posición desde la cual podía observar a los mercenarios del despliegue de Iota. Sus formaciones eran desiguales así como poco sólidas. Si se hubiese sentido caritativo, habría atribuido esta desorganización a la insuficiencia de práctica. El batallón había sido formado recientemente a partir de un grupo de unidades más pequeñas, y previamente independientes, y con MechWarriors mercenarios. Muchos de los pilotos no entendían sobre táctica más allá de la de una lanza; otros no habían experimentado nunca acciones de mayor escala que una compañía o dos.

De repente apareció una lanza y Dechan tuvo que aumentar la imagen para distinguir el objetivo hacia el cual se dirigían: los tanques de Wolf. Los mercenarios abordaron a largo alcance, sus misiles caían entre los tanques provocando gotas de polvo y una columna de humo oleaginoso. Supuestamente por falta de armamento para responder, los tanques sólo resistían. Los ’Mechs añadieron CPP y fuego de láser a su cortina de fuego mientras se iban acercando. Cuando los tanques finalmente respondieron, fue con escasos efectos. Sus armas atacaban a los ’Mechs, pero las más rápidas y ágiles máquinas de combate eran objetivos difíciles Los tanques se vieron forzados a retirarse después de graves pérdidas cuando Iota inició un avance general.

Dechan desplazó su batallón a otra posición de vigilancia. Iota había atacado las fuerzas blindadas de Wolf. Desde más cerca, donde los tanques más pesados podían alcanzar a los ’Mechs, los tanques estaban consiguiendo mejores resultados. Dechan observó que un tanque Demolisher salía de una posición oculta para atacar a un Warhammer de mercenarios por el costado. La descarga de los grandes cañones automáticos gemelos del tanque pesado dio al ’Mech de setenta toneladas en una pata. Brotaron humo y llamas de las cavidades abiertas en el torso y el ’Mech cayó al suelo; era la primera baja de Iota. La tripulación del Demolisher pagó por la victoria con sus vidas, ya que los compañeros de lanza del Warhammer concentraron su fuego en el tanque.

Cuando aparecieron BattleMechs negros en el flanco derecho, Dechan supo que la lanza de reconocimiento no llevaría a cabo más informes: se había introducido en la red y las arañas la habían devorado. Los ’Mechs negros se movían a gran velocidad en el momento en que abrieron fuego sobre el batallón Iota.

—Tienen tecnología de los Clanes —dijo alguien por el canal del mando de Kappa.

Dechan comprobó que era verdad. Los negros ’Mechs bailaban en los márgenes del alcance efectivo de los ’Mechs de Iota. Mientras que los disparos de Iota no alcanzaban o no daban con energía suficiente para penetrar en sus blindajes, los ’Mechs negros iban apuntándose aciertos. Al poco tiempo, el flanco derecho de Iota se derrumbó bajo el asalto.

Dechan inspeccionaba el terreno que había entre su batallón y los ’Mechs negros atacantes. Era irregular y parte de él incluso podía clasificarse como imposible de franquear. A su batallón le costaría cierto tiempo obtener una posición de ataque eficaz. Cuando lo consiguieran, la Telaraña probablemente habría hecho retroceder a Iota o, incluso, lo habría vencido. Estaba más preocupado por el hecho de que no podía confirmar suficientes ’Mechs negros que representasen más de la mitad de un batallón. Estaba seguro de que tenía que haber más emboscadas.

Alpin estaba gritando en el canal de mando pidiendo información. Los jefes de Iota parecían demasiado ocupados con su batalla, así que Dechan dio el comunicado sobre la situación. Mientras describía la aproximación que tendría que tomar el batallón Kappa, dejó claro que añadir a Kappa a la batalla pondría en peligro a la unidad sin ninguna garantía de éxito. Se sorprendió cuando Alpin estuvo de acuerdo con él.

—El Segundo batallón de Beta se está moviendo para atacar —dijo el Khan—. Aguante hasta que el Tercer batallón se haya desplazado detrás de ustedes para ocupar su flanco.

—Afirmativo —respondió Dechan. No tenía el menor deseo de llevar a su batallón hasta una trampa tendida con ’Mechs de tecnología de los Clanes.

La estrategia de Alpin podía haber funcionado con tiempo, pero Iota era la unidad errónea para conseguir tiempo. Mientras Dechan observaba, el batallón, roto en sus partes constituyentes, abandonó el campo de batalla. Las fuerzas cismáticas no lo siguieron. En su lugar, un rápido aerodeslizador pasó alrededor del campo, en busca de supervivientes. Llegaron diversos ’Mechs negros e inspeccionaron los BattleMechs abatidos de mercenarios. Seleccionaron tres de los menos dañados y empezaron a llevárselos, inclusive uno que supuestamente se había parado debido a una descarga de calor. El piloto saltó justo cuando un Grasshopper de la Telaraña agarró su máquina, pero un aerodeslizador lo estaba esperando en el momento en que cayó al suelo. Las fuerzas de Wolf, en retirada, lo habían reclamado. La Telaraña continuó luchando todo el día, lo cual ya le parecía bien a Dechan.

No quería estar en el lugar donde me encontraba. Fuera de mi Loki, me sentía aislado, sin contacto alguno. Sabía que las fuerzas de Alpin habían aterrizado en el Interior y que estaban llevando a cabo sus primeras exploraciones. Habían enviado el batallón de Maeve como refuerzo de las fuerzas de la Guardia Nacional del sector Verde.

Estaba preocupado. El sector Verde era un objetivo de alta prioridad para las fuerzas de Alpin. Allí, la lucha sería cruel. Era el lugar donde yo debería haber estado, pero Wolf tenía otros planes, como siempre. Supliqué para que mi encuentro con Maeve no terminara antes de que tuviera la oportunidad de florecer.

Estaba tan preocupado que había olvidado el lugar en que me encontraba.

Un pecado mortal para un guerrero.

Casi caminé hasta el guardia que vigilaba a lo largo del perímetro de la instalación de Blackwell. A pesar de su larga asociación con Jaime Wolf y todos los éxitos que le debían, Blackwell Corporation había elegido la misma opción que Chandra. Eran oficialmente neutrales en ese conflicto, y habían dejado a ambos bandos sin suministros y nuevos equipos hasta que el asunto estuviese solucionado. Wolf no se sentía muy satisfecho con esa postura, pero el presidente de Blackwell estaba furioso. Gerald Kearne, fervoroso defensor de Elson, intentó, sin éxito, persuadir a la junta de directores de Blackwell de que dieran su total apoyo a Alpin.

El guardia reaccionó maquinalmente cuando me vio. Me ordenó que me detuviera mientras alzaba su rifle. Obedecí, pero no estaba seguro de que no disparara. Parecía muy nervioso, y yo parecía un saboteador vestido de negro y cargado con una bomba.

No disparó.

Fue un error. De repente, una enorme y oscura sombra salió de la alcantarilla a veinte metros detrás de mí. Cargó contra el guardia y lo tiró encima de una valla electrificada. El cuerpo del hombre sufrió convulsiones cuando dio con la verja y sus músculos se movieron en espasmos mientras la corriente lo sacudía. Un fuego láser de color rojo brillante surgió de la alcantarilla y destruyó uno de los postes de la valla. El poste se derrumbó y los alambres se partieron. Mientras la energía iba apagándose, el guardia cayó al suelo.

La oscura forma era Pietr Shadd dentro de su armadura de combate. Imaginaba su cara de desaprobación detrás del agujero de visión del casco de la armadura, pero no dijo nada. Activó sus retrorreactores y se fue.

Dejé caer la caja negra que se suponía que debía pegar a la verja. Ahora era inútil. El factor sorpresa se había perdido al apagarse la energía de la valla. Sin temor a accionar ninguna alarma, la Estrella de Shadd pasó rugiendo por encima de la verja mientras se dirigía a los Edificios de Montaje cuatro y cinco. La armadura de combate de cada Elemental se había repintado especialmente para ese combate. Los Gatos Nova saltaban por la valla.

Desde la distancia pude ver a los guardias de Blackwell saliendo de sus cuarteles como acompañamiento de la estrepitosa alarma. Los guardias de servicio llevaban chalecos, pero la mitad de las reservas activadas repentinamente sólo vestían sus uniformes. Todos tenían armas ligeras, nada que representara un peligro significativo para la armadura de combate de los Elementales. Si los guardias hubiesen sabido que iban a enfrentarse con Elementales, habrían dedicado más tiempo a la elección del arsenal.

Como mis conocimientos sobre electrónica ya no eran necesarios, dejé a la infantería con su lucha y me dirigí a mi Loki. Yendo a gran velocidad, tardé diez minutos. El corazón me palpitaba apresuradamente mientras subía la escalera que daba a la carlinga, y todavía respiraba con dificultad cuando apreté el botón que retiró la escalera mientras me ponía el chaleco de refrigeración. No obstante, me sentía más feliz; cuanto más peligrosa es una batalla para un hombre que se encuentra en un ’Mech, peor es para los demás.

Mi tablero de comunicaciones brillaba debido a las llamadas que llegaban, y en el canal abierto a mi lanza retumbaba la voz de Grant.

—¿Qué ha pasado?

—Me he dormido. Ahora cállate y déjame averiguar los daños.

Sorprendentemente, no había sido nada grave.

Los patrones de Blackwell estaban empezando a reaccionar al ataque. Interrumpí el Programa Dos, apretando al azar las variaciones para mantener las ondas cerradas. Shadd informó de que había llegado a los edificios, y permití que Grant lanzara andanadas de largo alcance contra objetivos que designó el equipo de tierra de los Elementales. Cuando el primer ruido fue acompañado por el olor acre del propulsor de cohetes, me di cuenta de que no había cerrado el Loki. Había tanto por hacer que cuando tuve un momento para hacerlo ya estaba tosiendo con fuerza.

Me preguntaba si tendríamos que entrar con los ’Mechs Wolf no lo quería. Deseaba un golpe rápido y limpio, con mínimos daños y con todos los sellos de un puro ataque Elemental. En cuanto entraran los BattleMechs, volaríamos nuestra protección… y muchas propiedades.

El canal de Shadd estaba invadido por el código de ataque. Su equipo había alcanzado y asegurado el objetivo. Pronto volverían a estar con nosotros y nos iríamos de aquí.

Otros canales tenían noticias todavía mejores. Maeve se había encontrado con el enemigo y sus fuerzas estaban huyendo.