AGRADECIMIENTOS
Sin las voces de Jaume Aragall, Fritz Wunderlich, Maria Callas o Sesto Bruscantini, sin la música de Verdi, Mozart, Mauricio Kagel, Coltrane, Ornette Coleman, Jimmy Smith, Medeski Martin & Wood, Arcade Fire o Amy Winehouse y la lectura entreverada de algún poema del eterno Montale o de Ashbery se me hubieran hecho mucho más largas todas estas horas de «placentero» trabajo.
Isabelle Eicher, Susana Rodríguez, Juan E. Wilhelmi, Juan Antonio Bernier con su «satori», Antonio Mesamadero, que como Groucho Marx duda de «la existencia de la vida antes de la muerte», Azucena González Blanco, Luis Malloll, Antonio Mochón, Francisco Linares, Tomás Albaladejo, Xavier Gómez-Montero, Víctor-Andreas Ferretti, Friederike Zollhúfer, Elisa Calvo, José Luis Rey con su fe ciega en la poesía, así como su esperanza en una «soledad acogedora», Daniela Zietemann, Javier y Daniel Avilés, Mabel Vilches Pliego, Luis Muñoz, Lorenzo Plana, Vanesa Pérez-Sauquillo, Julio César Galán, Ana Gorría, Arne Rautenberg, Juan Carlos Abril, Rafael Espejo, Leónidas Montoto, Juan Carlos Rodríguez, Ángeles Mora, Francis Gómez Molino, Beke Sinjen, Manuel Borrás, para quien un error puede ser bello y preferible a la plena fidelidad textual, y Sergio Gaspar, sin cuya amistad, paciencia y confianza este libro no estaría en las manos de un lector y con la alegría de que esto es sólo el comienzo de una común travesía…: todos ellos están en estas páginas, han pasado de algún modo conmigo, al lado de «mis sueños y deseos», como querría Cernuda, largas horas «nocturnas» de trabajo que en fin nos han hecho más felices.
A Laura, a mi madre, a mi padre y a toda mi familia sencillamente no los sé discernir de mí.