[¿NO ES EL DOLOR…]
¿No es el dolor… —tan pronto un nuevo estrato
es alcanzado por
la reja del arado, con firme mano usada—,
no es bueno acaso el dolor? ¿Y cuál va a ser el último,
el que interrumpa todos los dolores?
¿Cuánto duelo ha de ser consumado?
¿Cuándo bastó y fue tiempo de asumir ese otro
dolor más llevadero?
Y sin embargo, reconozco yo,
mejor que la mayor parte de esos
que un día resucitan, la bienaventuranza.
París, otoño de 1913