DE UNA PRIMAVERA
(PARÍS)
Oh todos estos muertos del abril,
la negrura de carros que los llevan
a través de la luz excitada, excesiva:
como si una vez última su peso ásperamente
se revolviese contra
este hacerse ligero, demasiado ligero de las cosas…
Pero ahí se dirigen atónitos, creciendo, de camino
a la confirmación los que ayer aún llevaban
su uniforme infantil.
Su blancura es ardiente cual delante
del trono de Dios y se va atenuando
en las primeras sombras de los olmos.
París, abril de 1913