LAMENTO
Hacia quién te propones levantar tu lamento, corazón?
Cada día que pasa es más desestimado tu camino:
forcejea entre los hombres —incomprensibles hombres—;
más en vano parece tu tarea,
quizás porque conserva intacto su horizonte,
se orienta hacia el futuro,
a lo perdido.
Antes, ¿te lamentabas? ¿Pero por qué entonces?
Se había caído una baya inmadura del júbilo.
Pero ahora mi árbol de júbilo se troncha.
Se troncha en la tormenta
el lento árbol del júbilo.
Oh tú el más hermoso, en mí invisible, paisaje; tú que a mí
me hacías reconocible
a los ángeles, ellos, invisibles también.
París, julio de 1914