[ATRÁS A TODOS ESOS…]
Atrás a todos esos que invité
a probar finalmente mi sonrisa
(aun cuando ésta no fuera deliciosa);
cercanía insostenible detrás de las estrellas
del Este, espera el ángel a que yo me depure.
Que de vosotros no lo siga nadie
ni lo atisbe o limite cuando pise el calvero;
que le sea el dolor que yo sufrí
virgen naturaleza:
que se atreva a abrevar.
Si fui para vosotros verdor o bien dulzura, todo eso olvidemos,
pues si no, la vergüenza habrá de rebasarnos.
Si yo debo expiar o florecer,
eso, sereno, él lo ha de juzgar,
aquel que me llegaba sin que yo lo atrajese.
París, finales de 1913