[DESCONCIÉRTAME, MÚSICA]
Desconciértame, música,
con tus ritmos airados. Oh alto reproche alzándose
pegado al corazón
que no quería latir ni fatigarse. Mi corazón: ahí\
contempla tu grandeza.
¿No tienes casi siempre suficiente con un ritmo más leve?
Pero esperan las bóvedas,
las bóvedas más altas, a que tú las ocupes con tumulto de órgano.
¿Por qué ansias el rostro contenido de la desconocida amada?
Si tu anhelo no tiene aliento suficiente,
si no puede impeler la trompeta del ángel, el que anuncia el juicio universal,
oh, entonces es que no es ella tampoco, en ningún lugar nace
la que buscas muriéndote de sed…
París, mayo de 1913
Ámbito de las Elegías de Duino