[URNA, OVARIO DE AMAPOLA]
Urna, ovario de amapola—,
oh y los ligeros rojos
pétalos que su viento arrancó sin saber…
¡Cómo ya los hijos del hijo!
Y todos tantas veces superados:
cada individuo incierto.
He aquí que el tiempo con ellos se precipita en el abismo;
¿y qué queda de aquellos que zozobran?
Una imagen destintada y el amarillear de cartas.
Pero en ése que vive todavía,
lo que nadie describe.
Ese indecible
que lloramos sin fin…,
no como la gacela o como el corzo,
que reaparecen con gozo en el animal futuro,
confiados como siempre.
Nuestro haber es la pérdida.
Cuanto más audaz, cuanto más pura nuestra pérdida,
tanto más…
Muzot, octubre de 1924