[OH DOLOR, MI MADRE ME DERRIBA]
Oh dolor, mi madre me derriba.
He colocado piedra sobre piedra
para hacerme y ya estaba yo en pie como una casa
pequeña en torno a la que
el día se desplaza inmenso y hasta solo.
Viene entonces mi madre, viene y me derriba.
Me derriba con sólo venir y mirarme,
ella no ve que hay alguien construyendo.
Viene hacia mí por medio de mi pared de piedra.
Oh dolor, mi madre me derriba.
Las aves me rodean volando blandamente.
Los perros forasteros saben: ahí está él.
Sólo mi madre no lo reconoce:
mi rostro aumentado con lentitud.
Desde ella hasta mí nunca sopló un cálido viento.
Ella no vive donde habita el aire.
Ella yace en un alto cobertizo del corazón
y Cristo viene y la lava cada día.
Munich, octubre de 1915