[MIENTRAS PRENDES AQUELLO…]
Mientras prendes aquello que tu mano lanzara,
es todo habilidad, conquista fácil.
Sólo si de repente recoges la pelota
que ella lanzó —una eterna jugadora—
dirigida a tu centro, con el exacto impulso bien medido,
en la forma de un arco
de puente realizado por el gran
arquitecto divino,
sólo entonces se vuelve fortuna la pericia en recibir:
y no tuya, de un mundo.
Tuvieras tú entonces el coraje y la fuerza suficientes
para lanzar acaso de vuelta la pelota.
O no, tal vez aún más maravilloso:
que olvidando la fuerza y el coraje
la hubieras ya lanzado (como el año que lanza
las aves, las bandadas migratorias;
como el año que impulsa sobre mares las aves,
de un calor extinguido hacia otro aún en cierne al otro lado)
sólo en este peligro es válido tu juego:
nunca facilitando el lanzamiento, nunca dificultándolo.
De tus manos se escapa el meteoro,
sale vertiginoso con rumbo a sus espacios…
Muzot, enero de 1922