[OH TÚ AMADA PERDIDA DE ANTEMANO]
Oh tú amada perdida de antemano.
Oh no llegada nunca.
Yo no sé qué cantares te son gratos,
pues ya no me propongo discernirte,
cuando se acerca la ola del presente.
Las enormes imágenes, todas las que me ocupan:
el paisaje sentido en lontananza,
las ciudades, las torres y los puentes,
el giro inesperado de los caminos y lo poderoso
de países antaño emparentados con dioses;
todo asciende por mí y cobra su sentido
en ti, que siempre escapas.
Ah tú eres los jardines,
ah con cuánta esperanza yo los he contemplado.
Una ventana abierta en la casa de campo,
y casi se diría que hasta mí, pensativa, te acercabas.
Me encontré con callejas por las que tú acababas de pasar
y a veces los espejos de las tiendas,
todavía embriagados de ti, me devolvían
mi imagen demasiado repentina.
Quién sabe si era el mismo
pájaro el que venía cantando, él solo,
a través de nosotros ayer en el crepúsculo.
París, invierno 1913/1914
Ámbito de las Elegías de Duino