[¿NO RESPIRÉ DEL SENO…]
¿No respiré del seno de cada medianoche,
para que un día vinieras, por amor hacia ti,
un caudal como éste?
Porque yo esperaba, con ayuda de casi
intactos esplendores, poder saciar tu rostro
si acaso en infinita conjetura
sobre el mío llegaba a reposarse.
Silencioso en mis rasgos se abrió espacio
para satisfacer tu gran mirada,
espejeó mi sangre, se hizo honda.
Si a través de la pálida disyunción del olivo
me abrumó más la noche con el peso de estrellas,
yo me ponía de pie y hacia atrás me inclinaba
y así aprendía el reconocimiento
que más tarde jamás te atribuí.
Ay se sembraba en mí cuánta expresión,
para que yo, si bien tu mirada jamás era lograda,
sobre ti contemplara el espacio entre los mundos.
Pero tú no vendrás o vendrás ya muy tarde.
Ángeles, abatíos sobre este
azul campo de lino.
Oh ángeles, oh ángeles… ¡segad!
París, finales de 1913