PUESTA DE SOL
(Capri)
Cual si fuese mirada deslumbrante, arena cálida,
poblada por el día, te circundó la tierra,
hasta que rutilante —Atenea dorada, hija de Palas—
se veía ponerse allí en lo alto
del promontorio, el sol
y pródigo y enorme, el mar, diseminándolo.
Entonces se abrió espacio en los espacios
que lentos se vaciaban:
por encima de ti, por encima de árboles y casas
y sobre las montañas el vacío se abrió.
Tu vida, liberada del peso de las luces,
se alzó hasta que se obró
por encima de todas las cosas el espacio,
calmando así el vacío más gélido del mundo
y al fin, en la subida hacia una lejanía apenas concebible,
se reunió con la noche, hasta que allí los astros,
realidad más cercana, defendiéndose, le opusieron su límites.
París, agosto de 1907