LOS HERMANOS
Oh cómo quejumbrosos hemos acariciado
nuestros hombros y párpados.
Y la noche, como animal herido,
se ha escondido en las habitaciones,
atravesada por nuestro dolor.
¿Fuiste tú de entre todas la escogida por mí?
¿No era suficiente el ser hermana?
Tu ser me resultaba ameno como un valle;
y ahora también desde la proa del cielo
se inclina, aparición inagotable,
y se enseñorea. ¿Adónde iré entonces?
Ah con gesto de lloro
tiendes a mí incapaz de dar consuelo.
París, finales de 1913