Hay palabras de significado
oscuro o insignificante,
pero que es imposible
escuchar sin alterarse.
¡Cuán llenos sus sonidos
de la locura del deseo!
¡De lágrimas de despedida,
del escalofrío del encuentro!
No caben respuestas
en el estrépito del mundo
a la luz y la llama
de la palabra fecunda.
Dondequiera que me halle,
en el templo o la batalla,
nada más oírla
la reconozco al instante.
Y, sin acabar el rezo,
respondo a su llamada,
y abandono la lucha
para ir a buscarla.