AMOR DE MUERTO
Qué más da, amiga mía,
que la fría tierra me recubra.
Siempre, en cualquier parte,
mi alma estará contigo.
La loca angustia del amor
vive en la tumba.
En la tierra de la calma y del vacío
no olvido.
Sin miedo en la hora del último tormento
abandoné la luz.
Consuelo esperaba de la separación.
Pero de ti no he podido partir.
Vi almas incorpóreas
y suspiré.
Tus rasgos en esos rostros celestes
no reconocí.
El destello del poder divino y del santo
paraíso ¿qué son para mí?
Las pasiones terrenales
han venido conmigo.
Y un mismo sueño acaricio
allí donde me encuentro.
Los celos, el llanto y el deseo,
lo mismo que antes.
Si una boca ajena
tus mejillas roza,
mi alma en mudo sufrimiento
se estremecerá.
Si en sueños otro nombre
se escapa de tus labios,
de tus palabras saldrán llamas
y me alcanzarán como fuego.
No debes amar a otro,
no te está permitido.
Por designio divino
con el muerto desposada,
tu temor, tus oraciones,
¿a qué vienen?
Ni la paz ni el olvido, ya lo sabes,
me han sido concedidos.