La introducción de recortes como vía de acceso a la prosperidad (en su enésima versión)
La introducción de recortes como vía de acceso a la prosperidad (en su enésima versión)
El locus classicus de la consolidación fiscal expansiva se encuentra en el conocido y muy respetado artículo de Francesco Giavazzi y Marco Pagano titulado «Can Severe Fiscal Contractions be Expansionary? Tales of Two Small European Countries».[402] La respuesta a esta explícita pregunta («¿Puede ser expansiva una contracción fiscal severa? Relatos de dos pequeños países europeos») ha de ser, una vez más, afirmativa. Este trabajo muestra un interesante enfoque ordoliberal en la medida en que halla su inspiración en una idea sacada del Informe emitido por el Consejo Alemán de Asesores Económicos en el verano de 1981: la introducción de recortes en el gasto público puede aumentar el crecimiento al mejorar las expectativas económicas.[403] Giavazzi y Pagano cogieron la idea al vuelo y comenzaron inmediatamente a trabajarla para hacerla fructificar.
Giavazzi y Pagano habrían de levantar su edificio argumental sobre la base de un trabajo de M. Hellwig y M. J. M. Neumann en el que se defendía la tesis de que, a principios de los años ochenta, Alemania daba efectivamente muestras de regirse por esas mismas expectativas. Por concretar todavía más, lo que decían Hellwig y Neumann era que si «se entiende que el efecto indirecto que viene a ejercerse [sobre] las medidas adoptadas forma parte de un […] programa de consolidación creíble, concebido para reducir de forma permanente tanto el peso del gobierno en el producto interior bruto […] como, consiguientemente, los gravámenes fiscales futuros», entonces el vuelco introducido en las expectativas logrará alumbrar una expansión económica superior a la contracción causada por los recortes presupuestarios. Inspirándose, pues, en esta «perspectiva alemana», Giavazzi y Pagano comenzaron a rastrear la ocurrencia de otros casos similares y dieron finalmente con dos: el de Dinamarca y el de Irlanda.[404] Pese a que la mayoría de los países de la Europa occidental hubieron de realizar la dura travesía de la severa recesión vivida a principios de los años ochenta del siglo pasado, Dinamarca e Irlanda habrían de comenzar a recortar su gasto público en un período algo más adelantado de la década, consiguiendo así que sus economías entraran en un proceso de expansión (en este sentido Irlanda fue «el más destacado ejemplo de un recorte expansivo del gasto público»).[405]
En 1982, tras la introducción de un programa de sustancial reducción de sus presupuestos, Dinamarca habría de entrar en un período de expansión económica destinado a mantenerse por espacio de cuatro años. En Irlanda se «produciría un resultado similar en el período de estabilización vivido entre 1987 y 1989».[406] Entonces, ¿por qué estos casos concretos «venían a contradecir de forma tan palmaria la predicción keynesiana relativa a los efectos de una contracción fiscal»?[407] Giavazzi y Pagano esbozaron entonces la conjetura de que lo que sucedió fue que, «en ambos casos, el recorte de los gastos y el incremento de los impuestos se vio acompañado tanto de un vuelco en los equilibrios de poder como de la puesta en práctica de todo un conjunto de medidas monetarias y políticas cambiarias de carácter complementario; [de este modo, y] tras una devaluación inicial, ambos países fijarían la cotización de sus respectivas divisas […] en función del marco alemán, lo cual habría de generar presiones tendentes a producir una fuerte deflación monetaria, liberalizando al mismo tiempo los flujos de capital».[408]
Con todo, todo este panorama no parecía guardar una excesiva relación con las expectativas de los actores racionales. La adopción de estas nuevas medidas políticas, junto con la evolución de toda una serie de acontecimientos ajenos a la influencia presupuestaria, acabó provocando una importante caída de los tipos de interés que finalmente redundó en un incremento de los ingresos (al producirse un efecto de riqueza, dado que la devolución de la deuda pasó automáticamente a resultar menos onerosa) que resultó ser superior al freno que la contracción del gasto público había supuesto para el conjunto de la economía. Para vencer este problema, Giavazzi y Pagano decidieron coquetear en términos econométricos con la parte del crecimiento explosivo posterior a la contracción que no puede atribuirse al efecto de riqueza. De este modo, descubrieron que, en Dinamarca, «el componente inexplicado de ese notable crecimiento guardaba relación con la introducción de recortes en el gasto público […], ya que esa reducción del gasto se comportó a la manera de un signo anunciador de que se preparaba una bajada de impuestos en un futuro próximo».[409] En Irlanda no parecía haber sucedido lo mismo, debido a la restringida situación de los mercados de crédito —de modo que el crecimiento subsiguiente al recorte se debió principalmente al efecto de riqueza—. Sin embargo, Giavazzi y Pagano consideraron «tentador» (es la palabra que ellos mismos emplearon) decir que «la perspectiva alemana» (esto es, la rama de las expectativas) «quizá pudiera darles alguna pista […] relacionada con la estabilización irlandesa».[410] Esto a su vez les permitió argumentar que «existen casos en los que la perspectiva alemana puede reivindicarse seriamente como un planteamiento de notable importancia empírica».[411] Para ser exactos, lo que ocurre con el estudio de Giavazzi y Pagano es que descubrieron este caso positivo, además del otro que, según ellos mismos dicen, les hizo ceder a la «tentación» de incluirlo entre los ejemplos positivos, basándose para ello en el vasto error de predicción del que adolece su estimación econométrica. Vale la pena recordar, en este sentido, que a lo largo de la década a la que se refiere el estudio, más de una docena de países integrados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos decidieron proceder a un recorte de su gasto público, sin que ninguno de ellos lograra acceder al crecimiento a pesar del sacrificio.