El sitio donde ocurren los milagros

Y así fue como aprendí que todo es posible, en cualquier momento y en cualquier lugar y para cualquier clase de persona. Si no lo crees es porque no ves lo cerca que estás, no ves que lo único que necesitas para que todo venga a ti es hacer algo muy pequeño. La fe es un salto; estás aquí, eso que quieres está allí; os separa una brecha. Lo único que tienes que hacer es saltar. Caminar sobre el agua y mover montañas y devolverles la vida a los muertos no es difícil; das el primer paso y lo peor ya ha pasado, das otro y ya estás a medio camino.

Los milagros no tienen que ser grandes cosas y pueden ocurrir en los lugares más inesperados. Pueden ocurrir en el cielo o en un campo de batalla o en una cocina de madrugada. Para que ocurra un milagro ni siquiera tienes que creer que existen los milagros, pero cuando ocurra lo sabrás porque algo muy corriente que nunca creíste que pudiera significar gran cosa al final acaba significando algo muy importante. Eso pasa porque los milagros funcionan mejor con cosas corrientes; cuanto más corrientes, mejor. Y cuantas más cosas haya en contra, mayor es el milagro.