Oscuridad
Nunca me ha gustado la oscuridad. Creo que si Madre viviera se sentaría conmigo o dejaría una lámpara encendida o algo, pero Padre no cree en esas cosas, él cree en el Sentido Común y en Ahorrar Electricidad.
Mucha gente dice que le da miedo la oscuridad, cuando lo que le da miedo en realidad no es la oscuridad en sí sino las cosas que hay en ella, como monstruos y fantasmas. Pero a mí me da miedo la oscuridad en sí, porque en la oscuridad está la Nada. La noche del accidente de Neil, cuando Padre se marchó, notaba que la oscuridad me oprimía. Me llenaba la nariz y los oídos y la boca. Tenía que esforzarme para respirar. Me volvía hacia un lado y otro. Me proponía no volver a hablar con Dios. Temía lo que pudiera decirle. Pero la oscuridad seguía oprimiéndome y al final me incorporé y aparté las mantas y dije:
—¡Yo lo deshice!
Se hizo el silencio. Rompí a llorar. Entonces Dios dijo:
—No puedes deshacer las cosas. Ya te avisé.
—¿Por qué dejaste que pasara, Dios? —Me enjugué las lágrimas y añadí—: Debería haberle dicho a Padre que todo ha sido culpa mía. Padre debería saberlo.
—No se lo digas —me advirtió Dios—. Te odiará aún más. Confía en mí.
Me quedé pensando un momento. Al final dije:
—¿Nunca te cansas?
—¿De qué?
—De tener razón.
—Si hay algo de lo que nunca me canso —dijo— es de tener razón.