65

Pantano de Black Brake

Parker Wooten había anclado su barca a unos veinte metros de la boca de un brazo de río sin salida del extremo norte de Lake End, por encima de un profundo canal en el que confluían el brazo y el cuerpo del lago. Estaba pescando en un sitio lleno de maderas hundidas, con una lombriz artificial de cola roja montada al estilo de Texas, que echaba al agua entre tragos de bourbon Woodford Reserve en botella de litro. Era el momento perfecto para pescar en los brazos apartados, mientras los demás se dedicaban a perseguir a los ecologistas. El año anterior, en el mismo lugar, había pescado una lubina negra de cinco kilos con cien, el récord en Lake End. Desde entonces había sido casi imposible echar la caña en Lemonhead Bayou sin estar rodeado de competidores. Pero, a pesar de esa actividad frenética, estaba casi seguro de que aún quedaban algunas buenas piezas al acecho, las más viejas y listas. La cuestión era pescarlas en un momento de tranquilidad. Todos los demás usaban cebos vivos de la tienda de Tiny, porque, supuestamente, las lubinas viejas y listas reconocían los gusanos de plástico, pero Wooden siempre había tenido su teoría personal. A él le parecía que una lubina vieja y lista, agresiva e irritable, tenía más posibilidades de lanzarse sobre algo que tuviera un aspecto diferente. Al cuerno con las larvas y lombrices que usaban los demás.

Su walkie-talkie, que era obligatorio llevar en el pantano, estaba sintonizado en el canal 5. Cada pocos segundos oía los mensajes que intercambiaban los miembros de la pandilla de Tiny, que se estaban apostando en los brazos del oeste en espera de que apareciesen los ecologistas. Pero Parker Wooten no quería saber nada de eso. El había pasado cinco años en la cárcel de Rumbaugh, y no volvería allí ni muerto. Que pagasen el pato los otros paletos. Él se quedaría con las lubinas.

Volvió a echar la caña, dejó que se hundiera el cebo y le dio un pequeño tirón, para que rebotase en un tronco hundido. Después empezó a recoger el sedal, sacudiendo la punta. No picaban. Hacía demasiado calor, y quizá hubieran ido a aguas más profundas; a menos que lo que hiciera falta fuera un firecracker de cola azul. Mientras seguía recogiendo, oyó el tenue zumbido de un deslizador. Después de colocar la caña en un soporte, cogió los prismáticos y escudriñó el lago. Pronto apareció la embarcación, resbalando por la superficie, con la parte inferior entre las nieblas bajas que flotaban sobre el agua, provocando un veloz chapoteo con la quilla plana. Luego desapareció.

Se sentó en la barca y bebió un sorbo de Woodford, para pensar mejor. Eran los dos ecologistas, eso estaba claro, pero muy lejos de donde se les esperaba. Todos estaban en los brazos del oeste, mientras que ellos se movían muy al norte.

Después de otro trago, cogió el walkie-talkie.

—Oye, Tiny, soy Parker.

—¿Parker? —dijo al cabo de un rato la voz de Tiny—. Creía que no te habías apuntado.

—No, no me apunto. Estoy en la punta norte, pescando en Lemonhead Bayou. ¿Y sabes qué? Acabo de ver pasar uno de tus deslizadores, con esos dos a bordo.

—Imposible. Vendrán por los brazos del oeste.

—Y una mierda. Les he visto pasar ahora mismo.

—¿Con tus propios ojos o con los del Woodford Reserve?

—Oye —dijo Wooten—, si no quieres hacerme caso me da igual. Vosotros quedaos esperando en los brazos del oeste, hasta que lleguen al lago Pontchartrain. Yo solo te digo que están yendo por el norte. Luego, lo que hagáis ya es cosa vuestra.

Wooten apagó el walkie-talkie, molesto, y lo metió en la caja de cambios. Tiny empezaba a ir de sobrado, figurativa y literalmente. Bebió un poco más de Woodford y guardó la preciada botella en su caja. Después arrancó del anzuelo la lombriz de plástico, enganchó otra y la tiró al agua. Mientras recogía el sedal, sintió de repente cierto peso. Al principio dejó el sedal casi flojo, con mucho cuidado, permitiendo que se lo llevara el pez; luego, con un tirón brusco pero no muy fuerte, clavó el anzuelo. El sedal se tensó, la punta se dobló y Parker Wooten dejó de sentirse molesto en ese instante, al darse cuenta de que había pescado uno de los gordos.

Pantano de sangre
cubierta.xhtml
Khariel.htm
sinopsis.xhtml
titulo.xhtml
info.xhtml
dedicatoria.xhtml
prologo.xhtml
Section0001.xhtml
Section0002.xhtml
Section0003.xhtml
Section0004.xhtml
actual.xhtml
Section0005.xhtml
Section0006.xhtml
Section0007.xhtml
Section0008.xhtml
Section0009.xhtml
Section0010.xhtml
Section0011.xhtml
Section0012.xhtml
Section0013.xhtml
Section0014.xhtml
Section0015.xhtml
Section0016.xhtml
Section0017.xhtml
Section0018.xhtml
Section0019.xhtml
Section0020.xhtml
Section0021.xhtml
Section0022.xhtml
Section0023.xhtml
Section0024.xhtml
Section0025.xhtml
Section0026.xhtml
Section0027.xhtml
Section0028.xhtml
Section0029.xhtml
Section0030.xhtml
Section0031.xhtml
Section0032.xhtml
Section0033.xhtml
Section0034.xhtml
Section0035.xhtml
Section0036.xhtml
Section0037.xhtml
Section0038.xhtml
Section0039.xhtml
Section0040.xhtml
Section0041.xhtml
Section0042.xhtml
Section0043.xhtml
Section0044.xhtml
Section0045.xhtml
Section0046.xhtml
Section0047.xhtml
Section0048.xhtml
Section0049.xhtml
Section0050.xhtml
Section0051.xhtml
Section0052.xhtml
Section0053.xhtml
Section0054.xhtml
Section0055.xhtml
Section0056.xhtml
Section0057.xhtml
Section0058.xhtml
Section0059.xhtml
Section0060.xhtml
Section0061.xhtml
Section0062.xhtml
Section0063.xhtml
Section0064.xhtml
Section0065.xhtml
Section0066.xhtml
Section0067.xhtml
Section0068.xhtml
Section0069.xhtml
Section0070.xhtml
Section0071.xhtml
Section0072.xhtml
Section0073.xhtml
Section0074.xhtml
Section0075.xhtml
Section0076.xhtml
Section0077.xhtml
Section0078.xhtml
Section0079.xhtml
Section0080.xhtml
epilogo.xhtml
notasautor.xhtml
autor.xhtml
notas.xhtml