48

 

LA muchacha yacía acostada junto al hombre en el jergón, con su miel todavía pegajosa en la cueva. A través de la ventana veía a la Hermana Luna, decapitada por su hermano Huitzilopochtli, que desaparecía en el horizonte. Cortés contemplaba las estrellas en silencio, perdido en sus pensamientos.
—Nunca me hablaste de una esposa —murmuró la joven. Cortés se movió sin responder—. ¿Es muy hermosa?
—No es como tú, Marina. No la quiero.
—Si es tu esposa, ¿por qué no está aquí contigo?
—¿Venir aquí? —Cortés contuvo la carcajada—. Por la noche, no se levanta de la cama sin una doncella para que le coja de la mano.
La Malinche le pasó una pierna por encima de los muslos, y apoyó la mejilla contra los hirsutos rizos de vello que le cubrían el pecho.
—¿Cómo se llama?
—No quiero hablar de ella.
La muchacha no pudo contener el llanto, pero estaba segura al amparo de la oscuridad. No vería las lágrimas.
—Tendrías que habérmelo dicho —afirmó, después de unos minutos, cuando estuvo segura de que la voz no la delataría.
—Tenía miedo de que sufrieras una desilusión. No me equivoqué.
—¿Has tenido hijos con ella?
—No, no tenemos hijos.
Ella consideró la respuesta. Por lo tanto, aún no había hijos para México.
—¿Vendrá aquí para reunirse contigo cuando lleguemos a Tenochtitlan?
—¿A qué vienen tantas preguntas? Te lo dije. Puede ser mi esposa pero no la quiero.
—Quizá. De todas maneras, hubiera sido mejor que me lo dijeras.
—¿Por qué? Quizás algún día tendré una esposa mejor.
—¿Quién si no, chiquita? ¿A qué otra puedo quererla más que a ti?
Cortés se quedó dormido pero La Malinche continuó despierta hasta muy tarde, pensando. Era un dios, y los dioses eran impredecibles por naturaleza. Incluso su bondadoso dios podía reclamar sacrificios. Tenía que decidir si ella estaba dispuesta a ofrecer el sacrificio de su corazón a la Serpiente Emplumada.

 

Xicoténcatl el Viejo permitió, como una concesión a sus nuevos amigos, que Cortés convirtiera en santuario cristiano uno de los templos de la ciudad, y allí fue donde las cinco princesas tlaxcaltecas fueron bautizadas en una ceremonia especial antes de ser dadas a los capitanes de Cortés como compañeras.
La nieta de Xicoténcatl fue bautizada con el nombre de doña Luisa y ofrecida a Alvarado. El comandante había matizado su rechazo con la excusa de que el gigante pelirrojo era su hermano. Escogió a Sandoval, Cristóbal de Olid y a Alonso de Ávila para otras tres princesas y a Velázquez de León le entregó a la más hermosa de todas, a la hija de Maxixcatzin, a la que bautizaron doña Elvira.
Benítez juzgó que darle una compañera a León había sido una muy buena decisión táctica. Una buena manera de recompensar a un antiguo enemigo y convertirlo en un firme aliado. Era obvio que el comandante no olvidaba la política.
La princesa azteca
titlepage.xhtml
index_split_000.xhtml
index_split_001.xhtml
index_split_002.xhtml
index_split_003.xhtml
index_split_004.xhtml
index_split_005.xhtml
index_split_006.xhtml
index_split_007.xhtml
index_split_008.xhtml
index_split_009.xhtml
index_split_010.xhtml
index_split_011.xhtml
index_split_012.xhtml
index_split_013.xhtml
index_split_014.xhtml
index_split_015.xhtml
index_split_016.xhtml
index_split_017.xhtml
index_split_018.xhtml
index_split_019.xhtml
index_split_020.xhtml
index_split_021.xhtml
index_split_022.xhtml
index_split_023.xhtml
index_split_024.xhtml
index_split_025.xhtml
index_split_026.xhtml
index_split_027.xhtml
index_split_028.xhtml
index_split_029.xhtml
index_split_030.xhtml
index_split_031.xhtml
index_split_032.xhtml
index_split_033.xhtml
index_split_034.xhtml
index_split_035.xhtml
index_split_036.xhtml
index_split_037.xhtml
index_split_038.xhtml
index_split_039.xhtml
index_split_040.xhtml
index_split_041.xhtml
index_split_042.xhtml
index_split_043.xhtml
index_split_044.xhtml
index_split_045.xhtml
index_split_046.xhtml
index_split_047.xhtml
index_split_048.xhtml
index_split_049.xhtml
index_split_050.xhtml
index_split_051.xhtml
index_split_052.xhtml
index_split_053.xhtml
index_split_054.xhtml
index_split_055.xhtml
index_split_056.xhtml
index_split_057.xhtml
index_split_058.xhtml
index_split_059.xhtml
index_split_060.xhtml
index_split_061.xhtml
index_split_062.xhtml
index_split_063.xhtml
index_split_064.xhtml
index_split_065.xhtml
index_split_066.xhtml
index_split_067.xhtml
index_split_068.xhtml
index_split_069.xhtml
index_split_070.xhtml
index_split_071.xhtml
index_split_072.xhtml
index_split_073.xhtml
index_split_074.xhtml
index_split_075.xhtml
index_split_076.xhtml
index_split_077.xhtml
index_split_078.xhtml
index_split_079.xhtml
index_split_080.xhtml
index_split_081.xhtml
index_split_082.xhtml
index_split_083.xhtml
index_split_084.xhtml
index_split_085.xhtml
index_split_086.xhtml
index_split_087.xhtml
index_split_088.xhtml
index_split_089.xhtml
index_split_090.xhtml
index_split_091.xhtml
index_split_092.xhtml
index_split_093.xhtml
index_split_094.xhtml
index_split_095.xhtml
index_split_096.xhtml
index_split_097.xhtml
index_split_098.xhtml
index_split_099.xhtml
index_split_100.xhtml
index_split_101.xhtml
index_split_102.xhtml
index_split_103.xhtml
index_split_104.xhtml
index_split_105.xhtml
index_split_106.xhtml
index_split_107.xhtml
index_split_108.xhtml
index_split_109.xhtml
index_split_110.xhtml
index_split_111.xhtml
index_split_112.xhtml
index_split_113.xhtml
index_split_114.xhtml
index_split_115.xhtml