Quinta parte

No he de ser yo quien al enlace de almas sinceras

oponga impedimento. Pues no es amor

aquello que se altera si alteración encuentra,

o se aviene a marcharse cediendo a otras fuerzas.

Ah, no, que es señal indeleble

que afronta tempestades sin zozobra;

estrella es de todo barco errante,

inaprehensible su valor, aunque su altura oriente.

No es el amor el juguete del Tiempo, aunque al compás

de su guadaña caiga la frescura de labios y mejillas;

no se altera el amor con sus fugaces horas y semanas:

sino que firme perdura hasta el mismo fin del mundo.

Y si todo es erróneo y se me puede probar,

yo nunca nada escribí, ni nadie nunca amó.

—Shakespeare, «Soneto 116»