Tercera parte

No has de jactarte, Tiempo, de que cambie:

tus pirámides, que alzas nuevamente,

ni me son novedosas ni me extrañan;

son aspectos de formas anteriores.

Porque es breve la vida, nos admira

cuanto tú nos impones como antiguo,

y prefiere la ilusión verlo nacer

a pensar que ya lo hemos conocido.

A ti, y a tus anales desafío,

no me asombra el pasado ni el presente;

ya que mienten la historia y lo que vemos:

a todo hace fluctuar tu eterna prisa.

Te juro que seré siempre constante,

a pesar de ti mismo y tu guadaña.

—Shakespeare, «Soneto 123»