Cuarta parte
Cuando pienso que todo lo que crece
su perfección conserva un mero instante;
que las funciones de este gran proscenio
se dan bajo la influencia de los astros;
y que el hombre florece como planta,
a quien el mismo cielo alienta y rinde,
primero ufano y abatido luego,
hasta que su esplendor nadie recuerda:
la idea de una estada tan fugaz
a mis ojos te muestra más vibrante,
mientras que Tiempo y Decadencia traman
trocar tu joven día en cruenta noche.
Y, por tu amor sostengo guerra contra el Tiempo,
que él te lleva y mi verso a ti se aferra.
—Shakespeare, «Soneto 15»