LA EDAD OSCURA

La actitud del Papa Borgia constituía motivo de escándalo perpetuo, y no es de extrañar que surgiera el rumor de que el pontífice mantenía relaciones sexuales con su bella hija de 17 años, Lucrecia. Sin embargo no está en absoluto aclarado que esto fuera así. La amoralidad, endogamia y escándalo perpetuo que rodeaba a la familia Borgia hacen difícil confirmar algo así. Al parecer Lucrecia se mostraba esquiva hacia su padre, ya que estaba implicada profundamente en otra relación incestuosa con sus hermanos, los cuales, celosos el uno del otro, peleaban constantemente por los favores de su hermana.

Alejandro VI, el segundo papa Borgia.

La mañana del 15 de junio de 1497, el cadáver de Juan Borgia fue encontrado flotando en el Tíber con nueve heridas de daga.

El Papa Borgia tenía un particular sentido del humor, que demostró al oficiar la boda de Rosa, su amante. El hecho de estar casada no le impidió seguir satisfaciendo los apetitos sexuales del pontífice, que a la edad de cincuenta y nueve años decidió compartir su lecho con una pareja más joven. Sin embargo, y como agradecimiento a todos aquellos años de servicio, hizo a Rosa un regalo muy especial, nombrando cardenal a su hermano.

Las críticas a la corrupción en la Iglesia fueron invariablemente acalladas con el asesinato. Girolamo Savonarola (1452-1498) dio sermones maratonianos denunciando la hipocresía de la Santa Sede: “El palacio papal se ha convertido literalmente en una casa de prostitución en donde las zorras se sientan sobre el trono de Salomón… Quien quiera puede pagar para entrar allí y hacer lo que desee”. Sus denuncias le condujeron a ser condenado por hereje, torturado y, finalmente, colgado y quemado en la Plaza della Signoria.

Era una época en la que el lujo y la corrupción de unos pocos contrastaba dramáticamente con las penosas condiciones de vida que soportaba la inmensa mayoría de la población, con uno de los estándar más bajos de toda la historia de la humanidad. Se vivía en la inmundicia y las más sencillas prácticas higiénicas eran consideradas demasiado sensuales para los buenos cristianos. La esperanza de vida media era de solamente 25 ó 30 años y la peste bubónica, el tifus y otras enfermedades segaban regularmente las vidas de centenares de miles de seres humanos. En el invierno de 1349, 120.000 personas murieron solo en Inglaterra. El resto de Europa presentaba cifras similares durante el siglo XIV, en el que periódicas oleadas de muerte barrieron campos y ciudades. La iglesia animaba la ignorancia. San Bernardo de Claraval (1090-1153), el cristiano más influyente de su tiempo, propugnaba la más profunda desconfianza hacia la actividad intelectual y declaró que la búsqueda del conocimiento, a menos que fuera santificada en el marco de una misión sagrada, era un “acto pagano y, por lo tanto, vil”.

Ejecución de Girolamo Savonarola, quien fue torturado, colgado y quemado en la Plaza della Signoria.