LA ABADÍA SACRÍLEGA
Dashwood había desarrollado una suerte de satanismo de naturaleza marcadamente sexual cuyos elementos tomó al parecer de su estancia en Italia. Esto, combinado con el estudio de no pocos grimorios que había recopilado pacientemente a lo largo de sus viajes, le hizo llegar a una conclusión que comparten muchos estudiosos de hoy en día: que las tradiciones de la magia negra europea no son sino los restos de antiguas creencias y saberes, y que la figura de Lucifer no es otra que la del Dionisio del mundo clásico.
La orden se reunía originalmente en la mansión de sir Francis, en West Wycombe. Pero pronto consideró inapropiado el celebrar tales desenfrenos en su propio domicilio. Así pues, comenzó a buscar por los alrededores un lugar más aislado y discreto donde celebrar sus reuniones. Encontró el sitio perfecto gracias a su amistad con el pintor Francis Duffield. La familia de Duffield había heredado un viejo monasterio cisterciense del siglo XII, la abadía de Medmenham. Se encontraba situado en una arboleda aislada por un brazo del río Támesis cerca de Marlow, a unas seis millas de West Wycombe y veinte de Londres. Era el lugar perfecto, y el grupo procedió a alquilar la propiedad a Duffield.
Para preservar el secreto, sir Francis envió a sus propios albañiles y jardineros para que trasformaran la abadía en la sede del club. Una torre cuadrada fue agregada en la esquina suroriental del edificio. Los ventanales con motivos religiosos fueron reemplazados y el interior fue decorado con frescos salidos del pincel de Giuseppe Borgnis. En un extremo de la sala principal se ubicó una figura de Harpócrates, el dios egipcio del silencio, con un dedo a sus labios, y en el otro la figura de la diosa Angerona. Sobre la entrada principal de la abadía, en latín, estaba inscrito el lema: “Haz lo que quieras”. Maurice-Louis Jolivet diseñó los jardines.
Cada cierto tiempo, los “monjes”, cuyo número solía ser de doce más el propio Dashwood, solían pasar una temporada conviviendo en la abadía. Allí celebraban todo tipo de ceremonias y orgías de carácter neopagano. El administrador de la orden era el poeta Paul Whitehead, que custodiaba los archivos y que, al final de su vida, quemó todos los documentos con sus propias manos, de tal manera que jamás se sabrá con precisión lo que allí sucedía y tendremos que conformarnos con lo poco que trascendió a través de las indiscreciones de algunos miembros. Al parecer estos papeles contenían los contratos de los doce miembros con el diablo.