DESAFÍO A LA AUTORIDAD
Dashwood parecía tomarse el satanismo particularmente en serio, y practicaba la misa negra en sus diferentes formas, así como la invocación de demonios. Aparte de estas actividades, también tenía inquietudes mucho más mundanas, como el desafío sistemático de la autoridad y la indulgencia sexual en variantes difíciles de imaginar.
Sir Francis Dashwood es uno de esos caracteres cuya vida suele estar rodeada por la controversia, y cuyos biógrafos se las ven y se las desean para apartar el grano de la paja. No solo era aristócrata, sino también uno de los hombres más influyentes de la Inglaterra de su época, algo que le valió una vida relativamente libre de complicaciones a pesar de sus múltiples excesos. Fue un personaje terminal que vivía su vida al límite sin pensar jamás en las consecuencias. Como tal, su nombre ha pasado a convertirse en una leyenda dentro de la Historia.
En 1708 nació en Londres Francis Dashwood, en el seno de una familia acomodada. Era el único hijo de sir Francis Dashwood y la segunda esposa de las cuatro que tuvo, Mary Fane la hija mayor del barón Le Despencer. Sir Francis era un hombre rico que había amasado la fortuna de la familia gracias a sus negocios en Turquía y China. Cuando Francis tenía dos años, su madre murió y su padre contrajo nuevas nupcias al poco tiempo.
No se sabe mucho de Francis durante sus primeros años, excepto que se educó en el prestigioso colegio de Eton. Allí trabó amistad con William Pitt, uno de sus más fieles camaradas durante toda su vida. En 1724 su padre falleció y Francis, que acababa de cumplir los 16 años de edad, heredó su título nobiliario, la finca familiar en West Wycombe (Buckinghamshire) y una considerable fortuna.
En 1726, sir Francis inició su primer viaje alrededor de Europa. Era una costumbre de la época que los hijos de los nobles y de las familias más ricas de Inglaterra culminaran su educación visitando las cortes reales de Europa, acompañados normalmente por un profesor particular. Mientras viajaban por toda Europa, podían de esta manera ponerse en contacto con las costumbres y tesoros que el continente ofrecía. Sir Francis, que era un joven bebedor y de inclinaciones lascivas, hizo un penoso tour de corte real creando tumultos dondequiera que fuera. Dicho sea en su descargo, visitó galerías de arte y museos, aunque pasó la mayor parte del tiempo en tabernas, prostíbulos y garitos de juego, algo que caracterizaría su vida a partir de entonces. Una de sus frases preferidas de aquella época era: “Hay que probar la dulzura de todas las cosas”. Este primer viaje a Europa duró ocho meses y lo llevó por Francia hasta Suiza atravesando Alemania.