XXVI

—¡Menos mal que nos habíamos comido el bogavante! —exclamó Gallager vislumbrando una sombra detrás de una pila de madera.

Kelleher puso otro cargador.

Gallager disparó. La sombra se tambaleó.

—Qué brutos son moviéndose así de noche —dijo Gallager—. Habrá unos cuantos muertos más cuyas almas vendrán a atormentarnos.

Volvió a disparar. La sombra se tambaleó con tan mala suerte que cayó al agua por el otro lado del puente haciendo chaf.

—A éste —dijo Gallager— se le comerán el alma los bogavantes.

Kelleher disparó unas ráfagas que sonaron espasmódicamente. Hubo una tregua.

—Me pregunto qué ha sido de la chica de arriba —dijo Gallager pensativo.

Pero las sombras ya volvían a agitarse.