IV

¡De todas maneras, se dijo Gertie Girdle, de todas maneras esos evacuatorios modernos aún no son perfectos, qué ruido hacen cuando se tira de la cadena, God misericordioso!, un ruido como de motín, no es que haya oído nunca ningún motín, a veces algún alboroto, un gentío que se aleja entre gritos, el ruido de esta cadena es parecido, un aullido prolongado por el gluglú del depósito que se llena, que tarda en llenarse, desde luego aún no es perfecto, le falta discreción. Debería volver a peinarme un poco. Aunque me pregunto a quién tengo que gustar. Mi querido novio, el comodoro Sidney Cartwright, aún no está aquí para admirar mi velloncito. ¿Cuándo volveré a ver a mi novio querido? ¿Cuándo? ¿A quién gustaré entretanto, Dios misericordioso? Y esa gente que corre, a saber por qué, Dios misericordioso. No pensaba en ello. Pensaba en mi cabello. Al menos hace dos minutos que se oyen esas pisadas, esas carreras, ese pataleo. Antes. Cuando he tirado de la cadena, ha habido como un… ¿Como un qué? Tiro. Qué disparate. Un suicidio. Tal vez se haya suicidado Monsieur Durand. Me quiere tanto. Y tan respetuosamente. Yo no le quiero. Ya tengo el cabello más o menos arreglado. Un tiro. Se ha matado de amor por mí. Qué estupidez. Y esa gente sin parar de correr. Se habrán vuelto locos. Dios misericordioso. Seré boba. Dios misericordioso, Dios misericordioso. Pues claro: un incendio. Un incendio. ¿Por qué no gritan fuego si es un incendio? No gritan fuego. Ha sido el ruido de la cadena el que me ha hecho pensar en un incendio. De todos modos, ya va siendo hora de que salga. Mrs. Kane volverá a decir que me ausento demasiado. Vaya trabajo. Por lo menos ya no corren. Algo es algo. Vaya trabajo. Mrs. Kane con su pelo cano de caspa sonrosada. Soportarla aún algún tiempo. Nunca he visto un motín ni una revolución. Son cosas que se comentan aquí. Se comentan. Se comentan. La guerra de Francia es la paz de aquí. Qué paz. Qué calma. Nadie corre ya. ¿Por qué ya no corre nadie? Nadie más. Nadie más. Nada más. Voy a salir. ¿Por qué no salgo? ¿Por qué? Ya está. He hecho todo lo que tenía que hacer aquí. Ahora este silencio. Pon la mano en el pestillo protector. Descórrelo. Abre despacito. ¿Por qué despacito? ¿Por qué tantas precauciones? Dios misericordioso, ¿me estaré volviendo loca? Bobadas. Abro la puerta.