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Sian
Comunidad de Sian, Confederación de Capela
14 de febrero de 3029
Justin Xiang entornó sus oscuros ojos cuando el duque Michael Hasek-Davion cruzó a grandes zancadas las pesadas puertas de bronce de la sala del trono del Canciller. Michael se detuvo durante una fracción de segundo en el umbral y prosiguió su marcha con idéntica determinación sobre la alfombra roja que se extendía hasta el trono de Maximilian. El duque de Nueva Sirtis llevaba bajo el brazo un estuche cilindrico y lacado en negro, así como un desordenado fajo de notas.
Maximilian sonrió con cortesía y bajó los escalones del trono para recibir al duque Michael a su misma altura. Saludó a su visitante con una respetuosa inclinación de cabeza y miró a las demás personas presentes para que imitaran su gesto. Justin, que se hallaba entre Tsen Shang y Alexi Malenkov y frente a seis miembros de la guardia personal del Canciller, remedó la reverencia del Canciller.
Justin sonrió al ver que Michael también se inclinaba. La confianza del duque parece desvanecerse. Estaba preparado para una diatriba, no para un sereno recibimiento.
Maximilian Liao sonrió y ofreció su diestra a Michael, mientras la zurda retorcía sus largos y finos bigotes.
—Su visita es inesperada, pero muy agradable. —Estrechó la mano de Michael con firmeza y cordialidad—. Me permito añadir que es incluso providencial.
Los verdes ojos de Michael, inquietos, se pasearon por los rostros de los presentes mientras soltaba la mano del Canciller.
—Naturalmente, ya debéis de conocer el resultado de vuestra Operación Réplica.
El Canciller abrió los brazos con despreocupación.
—Un revés poco importante. Al fin y al cabo, sólo hemos perdido tropas que debieron haber muerto antes, mientras defendían sus planetas. —Liao sonreía con expresión benigna mientras subía los escalones de su trono. Se plantó ante el símbolo que representaba el Universo y se encogió de hombros—. Cuando expliqué a aquellos jefes militares que sólo con su servicio hacia mí podrían llegar a redimir su honor, me pidieron de rodillas que les comunicara sus destinos. Fracasaron, su lastre kármico aumentó y ya han pasado a una nueva vida. El Universo es así.
Una expresión de alivio relajó el semblante del duque Michael.
—Vuestro enfoque del problema es muy interesante, Canciller.
Maximilian aceptó el cumplido con naturalidad. Michael sonrió y alargó el estuche cilindrico a Alexi.
—He traído conmigo unos planos que tracé durante el viaje, Excelencia. Creo que en ellos encontraréis los medios para que ambos obtengamos lo que más anhelamos.
—¡Espléndido, amigo mío! —exclamó el Canciller, sonriente—. Vamos a echarles un vistazo y luego tomaremos alguna bebida reconfortante. —Hizo una seña a Alexi—. Por favor, traelos aquí, donde tanto el duque como yo podamos examinarlos. Ciudadanos Shang y Xiang, ¿tenéis la bondad de ayudar al duque? Ciudadano Shang, sostén este paquete de notas.
Los tres analistas de la Maskirovka acudieron solícitos a ayudar al duque Michael. Alexi desenrolló los mapas y los extendió en el suelo. El duque señaló un mapa táctico dei área que rodeaba las instalaciones de producción de ’Mechs más grandes de Tikonov, que había desenrollado Alexi en primer lugar. Tsen Shang se colocó a la derecha del duque y ligeramente frente a él. Sostenía el fajo de notas entre las manos y el esternón. Justin estaba entre el duque y Shang, dispuesto a volver las páginas cuando así se le solicitara.
El duque Michael, que ya no estaba nervioso, empezó a explicar la operación descrita en el mapa.
—Hanse Davion ha desplazado todas sus fuerzas de tal manera que en Tikonov sólo queda el Octavo GRC de los Lanceros de Crucis. Ha declarado a la fábrica de 'Mechs de aquel planeta como el enclave más importante de su reino y ha organizado sus fuerzas de acuerdo a esa idea. Lo que propongo es una operación conjunta entre mi Quinto GRC de Fusileros de Sirtis y vuestros Coraceros de Sung.
Michael señaló el mapa. Además de una descripción detallada del terreno alrededor de la fábrica, había docenas de flechas de diferentes colores que indicaban las rutas de acercamiento y precisas maniobras militares.
—Los Coraceros de Sung se aproximarán por el sur y atraerán al Octavo de Lanceros de Crucis. Mis Fusileros de Sirtis atacarán a los Lanceros por su flanco oriental, los rodearán y aplastarán, mientras vuestras fuerzas los atacan por la vanguardia.
El Canciller miró el mapa con los ojos entornados. Luego se alisó los bigotes con el pulgar y el índice de la mano derecha y preguntó:
—¿Se precisarán los tres batallones de los Coraceros de Sung, o bastará con un batallón?
—Yo diría que habrá que usar todo el regimiento, Canciller —respondió Michael—. Es la única forma de atraer a los Lanceros.
Maximilian asintió con gesto pensativo.
—Cierto, cierto... —masculló, y señaló el mapa con un dedo tembloroso—. ¿Y las tropas de usted viajarán a Tikonov como refuerzos davioneses, a pesar de su huida?
—Sí —asintió Michael, lleno de confianza—. En este caso, así lo harán. Hanse confía en el jefe de esa unidad, aunque ese hombre mataría con gusto a su mujer y a sus hijos si yo se lo ordenara. —Michael abarcó los demás mapas extendidos sobre el suelo con un gesto de la mano izquierda—. En la mayoría de los otros casos, desde luego, mis tropas atravesarán vuestro territorio para llegar a sus objetivos sin ser detectadas. Con una asignación coordinada de Naves de Salto, creo que podría colocar todas mis tropas en los lugares previstos para dar un golpe demoledor el uno de abril.
El Canciller irguió la cabeza.
—El uno de abril... El Día de las Inocentadas[3]. ¿Ha escogido este día como un presagio sobre el resultado de la ofensiva?
El duque de Nueva Sirtis asintió, pese a que sus verdes ojos centelleaban de ira.
—¿Qué mejor ocasión para atacar a un viejo enemigo que nos considera inofensivos?
—Bien dicho, duque Michael, bien dicho. —El Canciller se volvió hacia Alexi. Una sonrisa seguía iluminando su rostro—. Ciudadano, recoge estos mapas y quémalos. —Su voz se convirtió en un susurro sepulcral—. ¡Quémalos y dispersa las cenizas!
—¡¿Qué?!
El ronco grito de cólera retumbó en las paredes de madera de teca de la estancia. El duque dio un paso hacia Alexi, pero Justin lo agarró del brazo derecho. Aunque Michael intentó darle un puñetazo con su zurda artificial, Justin lo esquivó y le asestó un golpe en las costillas con su puño de acero que hizo doblarse sobre sí mismo al duque.
—¿Qué? ¿Qué significa esto? —dijo Michael, con la voz trémula por el dolor—. Esos mapas... Esos planos han necesitado semanas de trabajo. ¡Esto es un escándalo!
La carcajada de Maximilian Liao resonó por toda la sala del trono.
—Nosotros tenemos un viejo proverbio, estúpido traidor: «Si me engañas una vez, vergüenza para ti. Si me engañas dos veces, vergüenza para mí». ¡Nadie engaña dos veces a Maximilian Liao!
El rostro del Canciller estaba amoratado. Por fin había liberado toda la ira que había contenido desde la llegada de Michael.
Liao hizo un gesto ampuloso con el que abarcó los mapas y las notas de Michael.
—¡Me pide que transporte a sus tropas hasta mis mundos a bordo de mis naves! ¡Me pide que apoye la daga en mi propio cuello! ¡Usted y su maldito cuñado no me creerán tan imbécil como para esperar que me deje invadir con mis propias naves!
Michael lo contemplaba con los ojos desorbitados.
—¡No! No debéis pensar eso. Yo... nosotros... yo... fuimos engañados por Hanse Davion. El me ha utilizado sin yo saberlo. ¡Me ha utilizado para atacaros!
—¡Ja! —El Canciller se arrellanó en el trono y alargó el cuello para mirarlo con una expresión sarcástica—. ¿Tan imbécil cree que soy? ¿Me considera tan idiota como para ser víctima de una trampa tan obvia? —Señaló con un ademán a Justin y a Tsen Shang—. ¡Estos hombres me han revelado que los cálculos que nos enviaba sobre sus propias fuerzas estaban subestimados! ¿Cómo pudo cometer semejante error? ¿Cómo pudo escapársele, si realmente cumplía nuestro acuerdo?
Michael meneó la cabeza con violencia y señaló a Justim —¡Él miente! ¡Es el hijo de Quintus Allard! ¡Se ha infiltrado para engañaros!
De repente, Michael se revolvió y se abalanzó sobre Justin con los brazos extendidos y los dedos encorvados para agarrarlo por la garganta.
Justin se agachó y hundió su puño izquierdo en el estómago de Michael. Este gimió y cayó al suelo, donde empezó a agitarse y jadeó para tomar aire. Luego siguió gimoteando y lanzando acusaciones ininteligibles, sin dejar nunca de señalar a Justin.
Maximilian Liao, con las comisuras de la boca cubiertas de saliva, bajó la mitad de los escalones que conducían a su trono. Bufó con desprecio y dijo, mirando a Justin:
—¡Este hombre no es ningún espía, imbécil! Nuestra Operación Réplica no fue un fracaso total. Justin envió en expedición al Cuarto de Rangers de Tau Ceti, que destruyeron un maldito cuadro de adiestramiento del ICNA y escaparon con suministros.
»¿Se da cuenta de lo que esto significa. Judas? El ataque planificado por Justin Xiang no tuvo en cuenta los informes que había enviado usted y, sin embargo, tuvo éxito. —Maximilian escupió al duque de Nueva Sirtis—. El hombre al que acusa de traición ha vuelto a demostrarme su lealtad.
Liao desvió su mirada de color obsidiana hacia Justin.
—Justin Xiang, necesito que hagas algo por mí.
Justin irguió la cabeza con orgullo.
—Yo vivo para serviros.
Maximilian Liao, sonriente, hizo una seña a uno de sus guardias personales y dijo a Justin:
—Ejecuta al traidor.
Justin agarró la larga trenza del duque con la mano izquierda y la usó para incorporarlo sobre las rodillas. Recogió la pistola que le alcanzó el guardia, la amartilló y apretó la boca del cañón contra la sien derecha de Michael. Maximilian Liao, hundido en su trono, asintió con la cabeza y el estampido de un disparo resonó en la sala.
Maximilian Liao observó cómo la trenza de Michael resbalaba entre los dedos metálicos de Justin e hizo una seña a sus guardias personales.
—Quitad esa cosa de mi vista y llevaos los mapas y las notas. —Se inclinó hacia adelante y sonrió con afabilidad—. Y ahora, Justin Xiang, refréscame la memoria sobre lo que has averiguado gracias a la incursión de los Rangers en Axton. Y vuelve a explicarme cómo esa información nos permitirá destruir a Hanse Davion y su querida Federación de Soles.