Prólogo

PRÓLOGO

Sede del Primer Circuito de ComStar

Isla de Hilton Head, América del Norte, Tierra

15 de julio de 3027

Estaba sola, de pie, en el centro de la cámara del Primer Circuito. Irguió la cabeza con orgullo y miró fijamente al Primus. Sus dorados cabellos le caían hasta los hombros de su túnica roja y ocultaban su rostro a los demás capiscoles que se hallaban, también de pie, en sus traslúcidos podios. Bajo los pies de la mujer estaba la estrella de oro encajada en el suelo de alabastro. El intenso foco que brillaba sobre ella parecía mantenerla sujeta a aquel lugar.

No les importa. Es cierto que me rodean, físicamente hablando, y que su engreído desprecio los incita a lanzar imprecaciones en voz baja, pero esto es una batalla entre el Primus Julián Tiepolo y yo. Myndo dejó que una débil sonrisa levantase las comisuras de su boca. Una batalla entre el Primus y la Palabra de Blake.

El resplandor de la luz del foco no proyectaba ninguna sombra sobre el rostro del Primus Tiepolo. Su tez cetrina apenas era más clara que su modesta túnica parda. Su nariz aguileña y sus ojos oscuros e inexpresivos parecían los de un animal predador, y su voz era enérgica pese a no elevarse casi más allá de un susurro. Todavía tiene algo de fuerza. Ahora debo ir con cuidado.

El Primus le devolvió la mirada sin parpadear.

—¿Comprendes, Myndo Waterly, capiscolesa de Dieron, que te hemos convocado para que respondas de tus acciones del día 22 de mayo del presente año? Tras escuchar tu versión de lo ocurrido, nosotros, el Primer Circuito de ComStar, determinaremos si debe celebrarse un juicio de excomunión. En tal caso, quedarías despojada temporalmente de tus derechos y privilegios como capiscolesa hasta que se dictase veredicto. ¿Entiendes también que el castigo por la supuesta infracción de nuestras directrices es la muerte?

Myndo se esforzó por asentir con serenidad.

—Sí.

El Primus se cruzó de brazos y metió las manos en las amplias mangas de la túnica.

—Se te acusa de haber informado a las Fuerzas Internas de Seguridad del Condominio Draconis de que Melissa Arthur Steiner, heredera del Arcontado de la Mancomunidad de Lira y prometida del príncipe Hanse Davion, gobernante de la Federación de Soles, se encontraba en su territorio. Esta acción implicaba el manejo de información que ComStar había obtenido de mensajes confidenciales enviados a través de nuestras estaciones, así como otros métodos encubiertos de recogida de información. Por lo tanto, tu acto amenazó con revelar algunas de las operaciones secretas de nuestra Bendita Orden y puso en entredicho nuestra neutralidad al apoyar al Condominio Draconis. —El Primus calló y clavó una penetrante mirada en Myndo—. Aun más, tu acción puso al descubierto una política acordada por este cuerpo... y que todos sabemos que tú desprecias. ¿Deseas justificar tu acción?

—Quiero aducir, Primus, que mi acción en nada se distinguió de las demás operaciones emprendidas por ComStar. Hemos utilizado las filtraciones de información a lo largo de los dos siglos y medio durante los cuales nuestra Bendita Orden ha custodiado las comunicaciones interestelares. ¿No escribió el propio Jerome Blake: «Una palabra adecuada puede derrotar a una legión de ’Mechs...»?

El Primus asintió mecánicamente.

—Deberías acabar la cita, capiscolesa: «Una palabra adecuada puede derrotar a una legión de ’Mechs, pero ¡ay del mensajero, si se descubre su doble juego!». Tu afirmación de que la acción que cometiste fue un reflejo de las que se han llevado a cabo a lo largo de nuestra historia sólo podría ser cierta si disfrazaras el concepto de similitud hasta que ya no fuese reconocible. Sólo el Primus puede tomar la iniciativa sobre el momento y el modo de interferir en las políticas de los Estados Sucesores, ¡no una capiscolesa renegada con aspiraciones divinas! —La voz resonó en las paredes sumidas en sombras de la cámara y pareció apabullar a Myndo desde todas partes—. ¡Sobre todo, nuestras acciones deben ser sutiles!

Reuniendo todo su valor, Myndo se rió con aspereza.

—¿Sutiles? ¿Desde cuándo son sutiles tus acciones, Primus? En 3022 permitiste que Hanse Davion y Katrina Steiner firmasen un tratado que uniría sus dos reinos. El año que viene, la boda entre Hanse Davion y la heredera de Katrina (posibilitada por las cláusulas secretas del tratado) sellará ese acuerdo. Al mismo tiempo, me ordenaste que elaborase otro tratado, que debía establecer una alianza entre el Condominio Draconis, la Liga de Mundos Libres y la Confederación de Capela. ¿Qué clase de sutileza es ésa? No cabe duda de que todos los jugadores han visto nuestra jugada en esta serie de alianzas. ¿De verdad sabes qué es la sutileza?

La violenta reacción de Myndo no provocó la menor reacción en el Primus. Tiepolo dejó que las palabras de la mujer se apagasen y luego entornó los ojos.

—Sé lo que es la sutileza, capiscolesa de Dieron, y la conozco hasta grados que tú nunca comprenderás. A guisa de ejemplo, ofrezco una magnánima reducción de tarifas para todas las comunicaciones realizadas por los invitados que asistirán aquí a la boda de Hanse Davion y Melissa Steiner el año próximo. Los gobernantes de los Estados Sucesores ya están planificando sus líneas de comunicaciones, y sus mensajes de elogio a nuestra iniciativa llegan a raudales. Escucharemos todas las comunicaciones que se realicen durante esa importantísima reunión de personalidades y nuestra política anima a que esos mensajes sean enviados en abundancia.

Myndo meneó la cabeza.

—Lo que tú consideras sutil, a mí me parece innecesariamente temerario. No me gusta la idea de que tantas personas invadan nuestro hogar. Si algo va mal, las culpas caerán sobre nosotros. Aquí hay demasiadas cosas que podrían ser descubiertas. En cuanto a alentar el aumento de las transmisiones de mensajes, ¿no se despertarán sospechas sobre nuestras auténticas razones? —Myndo interrumpió la réplica del Primus con un ademán—. Menciona una sola iniciativa tuya, Primus, que hayas tomado en el pasado y no lleve el estigma de tu manipulación.

La frialdad de la sonrisa del Primus hizo que se tambalease la confianza de Myndo, pero su ira no se apaciguó en lo más mínimo. ¿En qué estará pensando?, se preguntó fugazmente. No hay ninguna cita de Blake con la que pueda responderme.

—No esperaba que te fijases —respondió el Primus con un tono levemente irónico—, pues estabas muy ocupada provocando una guerra, pero Justin Xiang Allard ya es miembro de la Maskirovka de la Confederación de Capela. Su incorporación al sistema de espionaje capelense ayudará a Maximilian Liao a hacer frente a Hanse Davion. Justin Xiang, como ahora desea que lo llamen, sabe cómo dirige su padre, Quintus Allard, el Ministerio de Inteligencia, Información y Operaciones de Davion. El ingreso de Xiang en la Maskirovka debería abortar las operaciones de espionaje davionesas.

—¿Y afirmas que ese hecho se debe a un plan tuyo? —masculló Myndo con desdén.

El Primus asintió.

—Aunque no podemos atribuirnos el mérito de que juzgasen por traición a Justin Allard y lo exiliasen de la Federación de Soles, sí logramos manejar la situación de manera que nos fuera favorable. Ordené que las informaciones sobre las victorias de Justin en los juegos de combates de ’Mechs en Solaris VII fuesen acompañadas de malas noticias para Maximilian Liao. Así, muy a menudo, las victorias de Justin Xiang fueron el único rayo de esperanza que alumbró los negros días que vivía el Canciller. Yo fabriqué en Liao la fascinación y el ansia de tener a Xiang. Eso lo impulsó a actuar.

Myndo inclinó la cabeza, en un gesto en el que expresaba respeto y arrepentimiento en partes iguales.

—Entiendo lo que has dicho y acepto la corrección. —Levantó la cabeza poco a poco hasta cruzar su mirada con la de Tiepolo—. Sin embargo, me permito decir que mi acción fue planeada con el mismo cuidado. Me limité a bromear con una persona, de la que sabemos que es un agente de las FIS, que me sorprendía que el Condominio permitiera que unos bandidos se refugiasen en el sistema Styx. Fueron las propias FIS las que obtuvieron el resto de la información. Ellos dedujeron la presencia de Melissa en la Silver Eagle y reaccionaron. —Myndo entornó los ojos—. ¿Qué ha sucedido, como resultado de mi iniciativa, que sea tan trascendente? Quintus Allard ha conseguido inventar una versión que explique por qué la Silver Eagle era tan importante, manteniendo en secreto la presencia de Melissa. Ésta fue entregada, sana y salva, a los brazos de su prometido. Murieron algunos bandidos, soldados de las FIS y unos cuantos MechWarriors mercenarios. No es ninguna calamidad.

El Primus hizo una mueca y el corazón le dio un brinco en el pecho a Myndo. En aquel instante supo que había puesto el dedo en una llaga que le dolía. Aquello le indicó que Tiepolo tenía una debilidad que ella podría utilizar en su contra. Del mismo modo, eso significa que hay algo que teme, algo que no puede controlar. Tal vez sea algo que yo también debería temer.

El Primus procuró vaciar su voz de emociones, mas el esfuerzo hizo que le temblase ligeramente el labio inferior.

—Uno de los mercenarios muertos era el teniente coronel Patrick Kell. De hecho, fue un golpe de suerte que los Demonios de Kell llegasen a tiempo y con fuerzas suficientes para salvar a la heredera del Arcontado, pero su muerte desata un problema que yo creía haber dejado ya atrás. No tengo la menor duda de que su hermano mayor, Morgan, volverá y asumirá de nuevo el mando de los Demonios de Kell.

Myndo frunció el entrecejo. ¿Y eso te atemoriza?

—No alcanzo a ver el significado de esa eventualidad y pongo en duda la posibilidad de que llegue a suceder algo así. Los Demonios de Kell no han enviado siquiera un mensaje a Kell informándole de la muerte de su hermano.

—No, no lo han hecho ni lo harán —repuso el Primus—. Enviarán a un mensajero que se lo comunicará a Morgan en persona. Ese mensajero también le dirá que su archienemigo, Yorinaga Kurita, vuelve a combatir del lado del Condominio. Si el conflicto que enfrenta a esos dos hombres vuelve a desencadenarse, podría llegar a convertirse en una conflagración que estaría más allá de nuestro control.

Myndo observó cómo las fuerzas abandonaban el cuerpo del Primus. Es como si estuviera olvidándose de su intento de crucificarme. Abrió las manos.

—He realizado mi defensa, Primus. Mantengo que mi iniciativa fue sutil y que la tomé en un momento en que habría sido imposible reunir este augusto cuerpo. Aunque tal vez mi juicio fue un poco precipitado, afirmo que no causó ningún perjuicio evidente. Que nos sirva de lección a todos nosotros sobre el verdadero poder que existe tras la información, y que esta experiencia atempere nuestros pensamientos. ¡Así sea, en el sagrado Nombre de Jerome Blake!

El Primus levantó la mirada y escrutó a los capiscoles. Luego asintió con gesto cansino.

—En el Nombre de nuestro Bendito Blake, así sea. —Su cuerpo se convulsionó con una callada risa—. Tus pares te absuelven de toda culpa. Eres libre para marcharte, pero ten cuidado con tus palabras. Que esta experiencia atempere tus pensamientos, capiscolesa de Dieron.

Myndo inclinó la cabeza.

—Lo hará, Primus, lo hará.

La próxima vez que emprenda una acción para recortar tu poder, será aún más sutil. Tanto, que no la verás venir, ni sobrevivirás a ella.