46

46

Sian

Comunidad de Sian, Confederación de Capela

21 de diciembre de 3028

Justin Xiang cerró los ojos. Se sentía profundamente cansado a causa de aquel trabajo, que no parecía ir a concederle un solo respiro. Desde que empezó la invasión davionesa, todavía no he disfrutado de seis horas seguidas de sueño. Y nos enteramos en el viaje de vuelta a Sian, tras habernos pasado doce horas analizando platillos de postre en busca de «mensajes secretos». Miró a Tsen Shang y vio en sus castaños ojos el mismo agotamiento físico y emocional.

Entre ellos brillaba una proyección holográfica del territorio de la Confederación de Capela. Lo que había empezado como un tajo a la garganta de Tikonov se había ensanchado a ambos lados. La mitad de la Comunidad de Tikonov había sido conquistada o estaba asediada por fuerzas davionesas. Todos los planetas leales relucían con una intensa luz verde, mientras que los mundos ocupados por las triunfantes tropas de Davion ardían en tonos azules cada vez más oscuros.

—Se han verificado tus previsiones sobre las acciones davionesas, ciudadano. Los Grupos Regimentales de Combate de los Lanceros de Crucis han extendido su radio de acción y han atacado seis objetivos en la tercera oleada. En Menker y Achernar, sólo se les opusieron unos milicianos...

—Fantástico. Sencillamente fantástico —comentó Justin, e hizo un esfuerzo por sonreír—. Supongo que podemos consolarnos pensando que no capturarán suministros.

—Las cosas como son, Justin: tampoco van a gastar mucho material. —Con la larga uña de uno de los dedos, señaló un planeta marcado con luz verde y llamado Tigresa—. Casa Hiritsu podría presentar alguna resistencia, pero ese mundo también está perdido. Davion ha lanzado dos GRC[2] contra él.

Justin se dio un masaje con los dedos en la sien derecha.

—Tal como yo lo veo, aun con esta última oleada, todavía nos queda una oportunidad de frenar a la Federación de Soles. Como has sugerido todo este tiempo, lo único que hemos de hacer es atacar las bases intermedias. Si podemos capturar, o al menos destruir, las bases de suministros de Davion, cortaremos la línea de abastecimiento de sus tropas. No podremos expulsarlas de nuestro territorio, pero obtendremos el tiempo que necesitamos para recuperarnos.

Shang suspiró tan fuerte que aquella expresión de su frustración resonó en toda la pequeña y oscura habitación en la que se encontraban.

—Pero ¿cómo vamos a conseguir que nos escuche el Canciller? Ya lo oíste la última vez que saqué a colación el tema de enviar fuerzas expedicionarias: «Debemos aplastar al invasor, ciudadano Shang. Debemos sembrar nuestros mundos con su carne, para que lo que el enemigo ha arrasado, vuelva a florecer». Está obsesionado por su sueño de ser el Primer Señor de una nueva Liga Estelar... hasta el punto de que no se da cuenta de que su reino está derrumbándose.

»Incluso he intentado que Romano le hable de mi plan —prosiguió, desviando la mirada—, pero desde que el Primer Regimiento de Montañeses de Kearny partió de Highspire, está insoportable.

—Debió comprender que el Primero de Kearny se marcharía en cuanto recibiera la noticia de que el Segundo había sido atacado en Jonathan —repuso Justin—. Todos los regimientos de Montañeses de Northwind se sienten muy unidos entre sí. Sospecho que sólo es la presencia de Pavel Ridzik en Elgin lo que impide que los Fusileros de McCormack vayan a vengar a los Montañeses de Marión.

Shang asintió.

—La verdad es que no quedó ni rastro de ellos. El Tercer GRC de la Guardia de Davion es terrorífico.

Justin se apartó de la mesa y se sentó pesadamente en el suelo, sobre las frías baldosas negras que aislaban la habitación de ruidos. Levantó las rodillas hasta el pecho y las rodeó con los brazos.

—Supongo que tendremos que coger el toro por los cuernos. ¿Has dicho que el último paquete de información de Michael contenía datos que confirmaban sus previsiones?

—No acabo de fiarme de los datos. Es verdad que Michael nos dijo qué destinos de tropas correspondían a las maniobras Galahad-28, pero no sabía que aquellos destinos fueron cambiados mediante unas órdenes selladas enviadas desde Nueva Avalon. ¿Hasta qué punto podemos confiar en él o en sus informes?

Justin se mordisqueó el labio inferior antes de contestar. Cuando lo hizo, su voz sonó más cansada que nunca.

—Bueno, tenemos algunos indicios de que ha estado subestimando sus propias fuerzas, pero esos datos falsos son fáciles de corregir. Confío tanto en él como en poder derrocar al Canciller. De todos modos, Michael no nos ha atacado, a pesar de tener los recursos para hacerlo. Está cumpliendo su parte del trato.

Shang se apoyó en la mesa y asintió con resignación.

—Cierto. Davion ha mantenido un ritmo de una oleada invasora cada dos meses. Los movimientos de tropas muestran que hay una planificación regular en los reaprovisionamientos, pero la mayoría de suministros son dedicados a la preparación de la siguiente oleada. Ambos estamos de acuerdo en que esta cuarta oleada debería desencadenarse a primeros de febrero.

—Eso significa que los almacenes de provisiones de Davion tienen que estar llenos a mediados de enero —reflexionó Justin—. Y esos almacenes están muy lejos de sus líneas, lo que quiere decir que, en su arrogancia. Hanse Davion cree que están fuera de nuestro alcance.

La conversación entre los dos analistas de la Maskirovka tocó a su fin cuando la única puerta de la habitador se deslizó en silencio hacia el techo. Un haz de luz amarillenta enmarcaba la encorvada silueta de Maximilian Liao. Un rayo de luz se reflejó en un holodisco y se fragmentó en los colores del arco iris. Justin se incorporó y Liao levantó la mirada.

—Bien, ambos estáis aquí. ¡Ciudadano Shang, mira esto! —dijo, alargándole el disco.

Justin se envaró al oír el tono furioso del Canciller —¿Qué ocurre, Excelencia?

Liao aguardó a que descendiera la puerta antes de responder.

—¡Ese idiota! —gruñó—. Me ha enviado un ultimátum. «Haz esto, o de lo contrario...» ¿Cómo se atrever Shang introdujo el holodisco en la unidad lectora de la mesa del plano estratégico y se apartó. El mapa político se desvaneció y dio paso a la cabeza y los hombros del coronel Pavel Ridzik. Los altavoces ocultos inundaron la habitación de la voz suave pero firme del coronel. Este hombre tiene la voz y la actitud propios de un líder, reflexionó Justin.

—Canciller Liao, os ruego que atendáis mi súplica. Tikonov ha caído, al igual que las esperanzas de toda nuestra Comunidad. Mis hombres no se han dejado llevar todavía por el desánimo y creen en la victoria final de la Confederación de Capela. Ahora y siempre, desean permanecer unidos a Sian.

Ridzik irguió la cabeza y brilló fuego en sus ojos. Se mesó su barba pelirroja y entornó los ojos.

—La mayor parte de este mensaje son datos que describen una campaña para la que os solicito permiso. Mis fuentes han encontrado un punto débil en las defensas davionesas en Tikonov, Menkar y Jonathan. Las fuerzas de Davion no han consolidado aún su control en esos planetas, pero las tropas ya los consideran como dóciles miembros de la Federación de Soles.

El coronel inclinó la cabeza casi lo suficiente para parecer respetuoso.

—Necesito que mi propia unidad, los tres batallones de la Mano de Hierro de Stapledon, sea transportada a una distancia de Tikonov desde la que podamos lanzar un ataque. He incluido una lista de estrellas a las que puede viajarse con facilidad con las Naves de Salto asignadas al circuito de órdenes del Canciller para acceder a la Tierra. Además, reclamo las unidades que se retiraron a los planetas de Hamal, Woodstock y Bharat. Con estas fuerzas reconquistaré Tikonov y comenzaré el contraataque que necesitamos con desesperación.

La imagen de Ridzik sonrió y agregó:

—Sé que este plan tendrá éxito. Os apremio a aceptarlo y dar las órdenes oportunas. Si no lo hacéis, no puedo precisaros durante cuánto tiempo podré resistir en la Comunidad de Tikonov. Como siempre, Canciller, quedo a vuestro servicio.

La cabeza del coronel Ridzik estalló en un chorro de datos alfanuméricos que el ordenador tradujo de inmediato en un nuevo mapa político, con los símbolos de las unidades militares moviéndose de un lado a otro.

Los dos analistas examinaron con atención el plan. Justin se inclinó hacia adelante como un marinero fascinado por el canto de una sirena y asintió despacio a medida que el plan se desarrollaba ante su mirada. Podría funcionar. Es bastante osado y priva de tropas al resto de la Comunidad de Tikonov. Una jugada peligrosa; pero, como dicen los ajedrecistas, hay que responder con energía al ataque enérgico de tu adversario.

Maximilian Liao observó el plan y escupió con asco.

—Ese plan... es defectuoso, ¿no?

Justin lanzó una mirada fugaz a Shang.

—Funciona, pero se basa en ciertas suposiciones que no podemos evaluar de ningún modo.

—¿Por ejemplo?

Shang sonrió.

—El coronel cita sus propias fuentes de espionaje, que le han informado que el Octavo GRC de los Lanceros de Crucis es la única guarnición que custodia Tikonov. —Shang señaló el paquete de la transcripción sobre el último informe de tropas de Michael Hasek-Davion—. La información del duque Michael difiere de esos datos. Es cierto que el Octavo GRC de los Lanceros de Crucis es la única fuerza presente de forma íntegra en el planeta, pero el duque Michael dice que los otros siete GRC de los Lanceros dejaron atrás un número considerable de tropas de infantería, blindajes y cazas para defender mejor el planeta.

Justin asintió y señaló con su mano metálica el mundo de Teng. El planeta brillaba con una hipnótica luz verde en la península de la Comunidad de St. Ives.

—El coronel quiere que se transfiera su propia unidad personal para tomar Tikonov. Aparte de ser una aberración logística en circunstancias ideales, ahora es totalmente imposible. Casi todas las Naves de Salto que teníamos en la Comunidad de St. Ives las hemos trasladado para facilitar los movimientos de tropas en otras regiones. De hecho, la mayoría de las naves que nos quedan están asignadas al circuito de órdenes que vos establecisteis para que el duque Michael pudiera visitar Sian.

Con gestos premiosos, Maximilian Liao cruzó los brazos sobre el pecho.

—Presiento el ansia personal de poder de Ridzik detrás de este plan —dijo, y su expresión se volvió más sombría mientras contemplaba el mapa.

Shang miró a Justin. El ex MechWarrior de la Federación de Soles asintió. Shang carraspeó y comentó a Liao:

—Sabiduría Celestial, el análisis de los datos ofrecidos por el duque Michael ha revelado un punto débil en los ataques de Davion. Nosotros podríamos sacar partido de esa debilidad.

Liao no se movió y casi ni respiró durante unos momentos. Luego miró a Shang ansiosamente con sus ojos de tigre.

—¿Qué? ¿Qué has dicho?

Shang pulsó dos botones de la mesa del plano estratégico. El mapa de Ridzik desapareció y fue sustituido por otro casi idéntico.

—El informe del duque Michael sobre localización y valoración de tropas, revela el defecto principal del plan de Davion.

—¿Y bien, ciudadano Shang? —inquirió Liao, enarcando una ceja.

—Sabemos que el propósito del moderno arte bélico es destruir la capacidad del enemigo para mantener la guerra. Esto puede llevarse a cabo de dos maneras: la primera es destruir las tropas enemigas.

—Eso ya lo sé, Shang. El «Zorro» me lo ha demostrado con rotundidad.

—Perdonadme, mi señor. No era mi intención ofenderos. —Shang oprimió un botón del borde de la mesa. Seis planetas de la Federación de Soles brillaron con luz dorada—. Los suministros davioneses pasan por estos seis mundos. Por la planificación de los avances y lo que han capturado sus fuerzas, la máquina de guerra de Davion no vive de los productos de la tierra. Sus conquistas no le han proporcionado las provisiones que necesita para continuar la guerra.

Justin vio que la ira y la frustración agitaban la delgada figura del Canciller y levantó su mano metálica para evitar una réplica furiosa.

—Alteza, el ciudadano Shang ha encontrado la manera de entorpecer el avance de Davion y volver a suministrar a nuestras fuerzas los ’Mechs y las piezas que necesitan para expulsar a los invasores de la Confederación.

Shang dio las gracias a Justin con un asentimiento de cabeza y continuó con su explicación.

—Los almacenes de Davion se encuentran en Kawich, Nopah, Basal, Nueva Aragón, Algot y Halloran V. Podemos atacarlos con las tropas que hemos evacuado de los planetas conquistados por el enemigo. Privaremos a sus tropas de las provisiones que necesitan con tanta urgencia y repondremos nuestra menguante reserva de armas y ’Mechs.

Cuando Shang empezó a describir la operación planeta por planeta, Justin abrió su bloc de notas y apuntó con todo detalle la serie de ataques que proponía. El Canciller lo miró de reojo y asintió. Shang se volvió hacia Justin para asegurarse de que había tomado nota de todo antes de proseguir.

—Ya que sabemos, Perfección Universal, que las fuerzas de Davion están consolidando su dominio sobre los planetas que acaban de invadir, sabemos que no se producirá otra nueva oleada hasta febrero. Davion ha conquistado muchos mundos, pero no puede poner guarniciones en todos ellos. Por esta razón, la línea de suministros ha de extenderse hasta el límite. —Señaló el planeta Halloran V—. Este es el ataque para el que se requerirá el menor número de tropas. Sólo podemos enviar la única compañía superviviente de los Coraceros de Freemont, pero la información del duque indica que el planeta carece de algo parecido a una guarnición. Kawich necesita el equivalente de cuatro batallones; Nueva Aragón precisa de un regimiento reforzado, formado con los restos de los Tiradores de Chesterton; y atacaremos Nopah con dos regimientos completos, incluido vuestro Segundo Regimiento de Húsares Capelenses.

Mientras Shang hablaba, el ordenador iba enfocando cada mundo. Luego desplegó un pequeño diagrama en el que se indicaban todas las fuerzas asignadas al ataque.

—Un plan interesante, ciudadano Shang —asintió el Canciller, y una sonrisa asomó a su rostro—. ¿Estás de acuerdo, ciudadano Xiang?

Justin levantó la mirada y pasó una nueva página de su bloc.

—Creo que ha planificado toda la campaña con meticulosidad. Estoy a favor de llevarla a cabo...

Justin dejó la frase sin terminar, lo que llamó la atención del Canciller.

—¿Qué ocurre, ciudadano? He oído un tono dubitativo en tu voz.

Justin sonrió y señaló un planeta situado un poco más en el interior de la Federación de Soles.

—Ese planeta es Axton. La Caballería Blindada de McCarron lo atacó hace cuatro años cuando, por órdenes vuestras, dicha unidad mercenaria hizo una incursión por toda la Marca Capelense. Davion invirtió grandes cantidades de dinero en la reconstrucción de las minas destruidas por los hombres de McCarron, pero el coste de dichas obras no tiene nada que ver con nuestras estimaciones sobre lo que deberían haber costado esos proyectos en realidad.

El Canciller irguió la cabeza.

—¿Y tu conclusión?

—Es la obsesión de Justin, Reverencia Celestial —intervino Shang, sonriendo—. Justin ha estado trabajando para localizar el emplazamiento de una instalación secreta de investigación de ’Mechs del ICNA. Ha oído rumores de que allí se han creado ’Mechs muy poderosos.

El Canciller se giró hacia Justin.

—He eliminado cuatro de los seis planetas candidatos que había seleccionado —explicó éste—. Necesito una unidad militar para realizar una incursión en Axton y descubrir si la base está allí. En tal caso, podremos capturar algunos de los nuevos 'Mechs, o lo que sea que los hace tan poderosos, y utilizar los propios esfuerzos técnicos de Davion en su contra.

»Axton es un objetivo lógico para nosotros. El Cuarto Regimiento de los Rangers de Tau Ceti retiró su Primer Batallón a Highspire. Desde allí pueden atacar Axton con facilidad. Nos apoderaremos de la tecnología, o descubriremos dónde está de verdad.

Justin sonrió al recordar que uno de los platos que sirvieron a Candace durante la boda fue Axton. Tenía que ser una premonición.

—Tus planes son ambiciosos —repuso Maximilian Liao—, pero están basados en datos y argumentos más seguros y convincentes que los presentados por Ridzik. Los pondremos en marcha.

—Esperad —dijo Tsen Shang—. Antes debemos considerar un par de alternativas más. —Señaló la estrecha península de planetas davioneses que se extendía entre la Comunidad de Tikonov y el Distrito Militar de Dieron, del Condominio Draconis—. El Condominio está luchando a cara de perro contra los Dragones de Wolf en el Distrito Militar de Dieron, pero se trata de un enfrentamiento estrictamente personal. El general Cherenkoff se contenta con dejar que Theodore Kurita estabilice la frontera con Steiner, pero no hace nada con sus tropas en su propia prefectura de Al Na’ir. Si pudiéramos persuadirlo de que penetrara por el Pasillo Terráqueo, ello obligaría a Davion a replegar tropas, que podría estar reuniendo para la cuarta oleada de la invasión. Si este ataque se produjese en un plazo de diez días, permitiría reaccionar a Davion y nos daría el respiro que necesitamos para efectuar nuestra operación.

—Lo entiendo —dijo Liao, asintiendo—. Me pondré en contacto de inmediato con Takashi Kurita. Varios sistemas serán suyos por la conquista. —Sonrió jovialmente—. Dad por hechos los ataques.

De súbito, el Canciller se puso tenso.

—Debí haberme dado cuenta antes —masculló, y contempló de nuevo el plano estratégico—. Ya sé lo que pretendía hacer Pavel Ridzik. Sí..., está muy claro. —El Canciller sonrió con frialdad y miró a ambos analistas—. Tan claro como el cristal.

Justin sintió un escalofrío. Se siente inspirado. ¿Qué locura estará maquinando?

—Tú estarás al mando del asalto —indicó a Justin, señalando su bloc de notas—. Lo ejecutarás en el momento preciso para aprovechar al máximo el ataque del Condominio en el Pasillo Terráqueo. Llámalo «Operación Réplica». Incluye el ataque a Axton. Estrangularemos al príncipe Davion con sus propios suministros y los frutos de sus investigaciones. Por último eliminaremos a la más terrible amenaza para la Confederación de Capela.

Justin, perplejo, frunció el entrecejo. Tsen Shang parecía tan confuso como él. El Canciller, absorto en su visión clarividente, no prestaba atención a ninguno de ellos.

—Quería recibir sus propias tropas para poder recuperar Tikonov y declarar la independencia de toda la Comunidad. Así dispondría de todas las fuerzas de Tikonov para el asalto, pero luego marcharía sobre Sian. Haría un pacto con Davion, como el que yo he hecho con el duque Michael. ¡Se cree que puede derrocarme y ocupar mi trono!

Liao bajó el tono de voz hasta que no fue más que un siseante murmullo.

—El «Zorro» ha aprendido de mi ejemplo, pero no lo bastante. El plan de Rjdzik me ha prevenido de su próxima traición. Pero no le daré la ocasión. —Miró a Justin—. Escribe esto para que sea recordado en la posteridad: «En este día, yo, Maximilian Liao, ordeno que el coronel Pavel Ridzik sea ajusticiado por la traición que está preparando».

El Canciller rió para sus adentros, dio media vuelta y salió de la habitación con paso decidido. La puerta se deslizó hasta el suelo y acalló de forma abrupta sus carcajadas.

—Una de dos: o es un genio, o está totalmente loco —dijo Shang.

Justin se encogió de hombros.

—Sabes tanto como yo. Hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que tenga razón sobre Ridzik. Al fin y al cabo, ambos sabemos que ya lo ha traicionado en la cama. ¿Quién puede afirmar que el coronel no querría que la esposa del Canciller fuera suya de un modo más evidente?

—Bueno, en cualquier caso ya tenemos un nuevo trabajo —suspiró Shang—. Escribir las órdenes de esos ataques nos llevará toda la noche.

—¿Quieres mis notas? —preguntó Justin, señalando el bloc.

—Lo tengo todo aquí —respondió Shang, llevándose un dedo a la sien derecha—. Tú redacta las órdenes de la ofensiva de Axton. Si necesito ayuda con el resto, te daré un grito. Después de todo, es mi plan, o sea que yo haré el trabajo.

Justin cerró el bloc y sonrió.

—Esperaba que dijeras eso.

Justin, sentado tras su escritorio, levantó la mirada cuando Alexi Malenkov entró en el despacho.

—¿Qué haces aquí? ¿No te dimos ya bastante trabajo antes?

Alexi echó un vistazo a su cronómetro y frunció el entrecejo.

—¡Diablos, Justin, aún no es medianoche! Estos últimos tres meses han sido tan malos que no logro conciliar el sueño hasta el amanecer. Además, hasta que el duque Michael transmita datos nuevos, y estando Tsen y tú secuestrados en la sala del mapa, había llegado a acostumbrarme a la buena vida.

Justin alargó el brazo derecho y le chocó la mano.

—Debes de llevar una vida santa, Alexi, porque no hay descanso para los malvados.

El alto analista se echó a reír.

—Tal vez aún pueda cambiar mi imagen —comentó. Señaló el bloc de notas y miró la consola del ordenador—. ¿Necesitas que haga algo?

Justin titubeó durante una fracción de segundo.

—Claro —dijo, y sonrió. Arrancó una página del bloc de notas y entregó éste a Alexi—. Tengo órdenes de escribirlo todo, pero hay que transcribir el resto de estas notas. —Justin levantó su mano de metal—. Esta cosa sólo me permite coger objetos; por eso, mi velocidad de tecleado es horrorosa. Introduce las notas tal como están escritas y transfiere los archivos a mi sección. Luego destruye las notas y no hagas copias.

—Procedimiento operativo estándar. Entendido, ciudadano jefe. ¿Cuál será la clave?

—Lo primero se llamará Operación Réplica. —Justin reflexionó por unos instantes y agregó—: Lo otro debería tener como clave: «Retribución de Judas».

Alexi enarcó una ceja.

—¡Qué mal suena eso! —exclamó.

—Es como amputar una pierna antes de que la infección mate todo el cuerpo. Cuando hayas acabado, dame un informe sobre todos los técnicos de eliminación de la Maskirovka en Tikonov, preferiblemente en Elgin, y que sean mujeres atractivas.

Alexi hizo una reverencia.

—Tus deseos son órdenes para mí. Lo tendré todo listo antes de una hora.

—Bien, Alexi, bien. —Justin sonrió a pesar del cansancio—. Si todo sale según lo planeado, Hanse Davion va a llevarse grandes sorpresas al empezar el nuevo año.

Cuando Alexi hubo salido de la habitación, Justin se arrellanó en la silla. La Operación Réplica y la muerte de un traidor. ¡De qué forma tan apropiada acaba el año de la Rata...!