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Sian

Comunidad de Sian, Confederación de Capela

15 de octubre de 3027

Lord Víctor recorrió la distancia que separaba la puerta del trono de Liao con el entusiasmo de un niño que fuera a buscar su regalo. Era un hombre grueso y robusto, con una espesa cabellera negra. Una amplia sonrisa, nada diplomática, demostraba sus verdaderos sentimientos, aunque perdió parte de su lozanía cuando vio a Justin al lado de Tsen Shang. Le lanzó una mirada de puro odio; luego se volvió hacia Liao e hizo una respetuosa reverencia.

—Os doy las gracias por concederme unos minutos de vuestro tiempo —declaró. El tono de la voz de tenor de Robertson indicaba que era profundamente sincero. Sin embargo, había un matiz que Justin identificó de inmediato.

A mí no me engañas, Víctor. Recuerdo el tiempo que pasaste como ayudante de mi padre, cuando él trabajaba en la Embajada. Guardas un as en la manga. Pero, ¿cuál? Justin irguió la cabeza y descubrió que Candace estaba mirándolo. La joven apartó la mirada con elegancia. Con elegancia, pero no con la naturali dad suficiente para impedir toda sospecha. ¿Qué carta guarda ella en la manga?

Maximilian Liao inclinó la cabeza y sonrió con su sonrisa más feroz.

—Siempre dispongo de tiempo para el enviado del «Zorro». —Hizo un amplio ademán para señalar a sus hijas—. Naturalmente se acordará de mis hijas: Candace y Romano.

Robertson se inclinó ante ellas, aunque no tanto como ante su padre, y sonrió.

—Es un placer, como siempre. Debéis de sentiros muy feliz por tener a vuestro lado a casi todos vuestros hijos para la próxima celebración.

Liao ignoró la velada alusión a su hijo desheredado, Tormana, y señaló con la cabeza a la directora de la Maskirovka.

—¿Conoce usted ya a Chandra Ling?

Robertson volvió a inclinarse y sonrió de buena gana.

—Madame Ling y yo nos conocimos hace dos años, ¿o hace más tiempo de ello? —Como Ling no contestó a su pregunta, el embajador davionés se encogió de hombros de manera casi imperceptible—. Me alegro de volver a verla, madame Ling.

La sonrisa de Liao se hizo más amplia al dirigir la atención de Robertson a los dos analistas de la Maskirovka.

—Para que no piense que carezco de buenos modales, embajador, permítame que le presente a Tsen Shang y a Justin Xiang. Son miembros de la Maskirovka especializados en la Federación de Soles.

Robertson recobró su automática sonrisa y saludó con la cabeza a Shang.

—Estoy a su servicio...

El embajador hizo ademán de volverse de nuevo hacia el trono, pero Liao no lo dejó escapar con tanta facilidad.

—¡Oh, tal vez conozca usted ya a Justin Xiang! Creo que entonces se hacía llamar «Justin Allard».

Robertson se puso en tensión.

—Si no os importa, Canciller, preferiría no tener que renovar mi relación con este renegado.

—Sí me importa, lord Víctor, que sea educado con mis súbditos —replicó Liao, y se puso en pie.

Justin dio un paso adelante y ofreció su mano derecha al embajador.

—Hola, Víctor —lo saludó.

Robertson hizo caso omiso del gesto de Justin.

—¡Xiang! Debió morir en Solaris VII. Nos habría ahorrado muchos problemas a todos.

—¿Es que perdiste dinero en mi último combate, Víctor? —inquirió Justin con una sonrisa taimada.

Robertson se giró hacia Liao.

—Canciller, vengo de parte de mi Príncipe por un asunto importante.

Liao meneó ligeramente la cabeza y se desplomó de nuevo en el trono, con gesto cansino.

—No puedo comprenderlo, embajador. En la Federación de Soles, ustedes dan mucha importancia a la misión y al deber. Pero aquí, en mi reino, valoramos aún más la amistad y a las personas. Creía que a usted le alegraría volver a ver a un viejo amigo.

Robertson se disponía a replicar, pero Justin lo interrumpió.

—El embajador no era un amigo propiamente dicho, Reverencia Celestial. Trabajaba para mi padre y pasó muchas horas empujando mi coche-cuna por los Jardines Teng y el Parque Zoológico Chou.

—Perdóname entonces, ciudadano Xiang —dijo Liao—, por obligarte a que trataras de acordarte de este sirviente.

El Canciller ha clavado el puñal y yo tengo que retorcerlo.

—No importa, Alteza. Lo recuerdo con cariño. Me sirvió bien.

Robertson enrojeció hasta las orejas, pero logró mantener la compostura.

—Si me permitís, Canciller, ahora soy mejor servidor que nunca. Os traigo un mensaje de mi Príncipe, Hanse Davion. Me han comunicado que lo escribió en persona y cerró el sobre con su sello. Ha llegado por Naves de Salto desde Nueva Avalon, con órdenes de que fuera entregado a vos en propia mano.

Robertson sacó un pequeño sobre de color canela de la pechera de su traje y lo alargó hacia el trono. Liao entornó los ojos hasta casi cerrarlos.

—Ciudadano Xiang, acércame el sobre.

Robertson giró para proteger la carta con su cuerpo, pero Justin se la arrebató de las manos sin esfuerzo. Nunca tuviste los reflejos de un MechWamor, ¿eh, Víctor? Justin y Maximilian Liao se sonrieron. El guerrero subió los escalones hasta el trono, pero mantuvo la cabeza por debajo de la del Canciller.

Liao recogió la misiva.

—Espera —le ordenó.

Deslizó un dedo bajo el sello y abrió el sobre. Sacó la nota plegada que había en su interior, echó una ojeada a la caligrafía y sonrió.

—Tal como sospechaba, el Príncipe ha escrito la carta en su propio idioma. Léela, ciudadano Xiang.

Justin cogió la nota y titubeó. La caligrafía de Davion, eso está claro. Una palabra le llamó la atención. La sorpresa recorrió todo su cuerpo como un calambre. ¡No! ¡No lo puedo creer! Justin miró a Robertson y se desmoralizó. Ya lo sabías, ¿eh, cabrón? Todo el adiestramiento que recibiste no impidió que tu regocijo se leyera en tu mirada.

Liao se inclinó hacia adelante y apoyó una mano en el hombro de Justin.

—Lo que quería era que la leyeses en voz alta, ciudadano.

—Perdonadme, Sabiduría Universal, pero no estoy seguro...

La mano le oprimió el hombro y la voz de Liao se volvió más fría.

—Yo sí lo estoy, ciudadano. Léela... EN VOZ ALTA.

Justin tragó saliva.

—Querido Canciller: Sé que el procedimiento no es ortodoxo, pero, aunque no tardarán en llegaros los documentos y las invitaciones oficiales, deseaba comunicároslo antes personalmente. El día 20 de agosto del año próximo contraeré matrimonio con Melissa Steiner, y la celebración no sería completa sin contar con vuestra presencia.