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Nave de Salto Diré Wolf, órbita de transferencia

Diosd, Zona de ocupación de los Lobos

12 de junio de 3052

Phelan mantenía la cabeza muy erguida, vestido con el traje ceremonial de cuero gris bajo un foco del techo. Frente a él, en un estrado que también estaba iluminado, Ulric vestía de negro con un manto de piel de lobo gris por encima y una máscara de lobo esmaltada. En un atril situado entre ambos había una lámpara dorada con la forma de un lobo. La llama que ardía en la mecha y que sobresalía por la parte de atrás iba fundiendo lentamente la cera. Phelan sabía que otros miembros del Clan de los Lobos se habían reunido fuera de los círculos de luz, pero no podía verlos ni oírlos.

—Hermanos de juramento, visibles e invisibles, cercanos y lejanos, vivos y muertos, regocijaos, pues ha nacido uno más entre nosotros —dijo la resonante voz de Ulric de forma que pudo oírse en toda la sala; sin embargo, las paredes no devolvieron su eco—. Cinco batallas ha luchado, hasta derrotar a una estrella de sus pares, y ha salido victorioso. Todos hemos presenciado la competición y nadie puede negar su validez.

Seyla —susurraron los invisibles guerreros que los rodeaban.

La cabeza de lobo se inclinó hacia Phelan.

—Viniste a nosotros como sirviente, pero probaste tu valor como sólo podría hacerlo un guerrero. Te adoptamos como a un huérfano en la casta de los guerreros, y te entrenaste duro para pasar tu Juicio de Posición. Cuando se te asignaron deberes de combate, alcanzaste el triunfo superando todas las expectativas, capturando tú solo el planeta Gunzburg y trayéndonos al príncipe de Rasalhague. Incluso en esta última batalla, en la derrota de Tukayyid, tus hombres y tú vencisteis allí donde otros Clanes fracasaron.

Phelan sonrió al oír este último comentario, y escuchó un murmullo casi imperceptible entre las demás personas presentes en la sala. Ulric hizo una pausa lo bastante larga para que la imagen del fracaso de los otros Clanes calase en el público. Puede que sea un ritual muy solemne, pero el ilKhan está dispuesto a utilizarlo para recordarnos las hazañas que hemos realizado.

—Aunque todos estos hechos ya te distinguen como alguien especial, tu conquista de un Nombre de Sangre te exalta por encima de los meros guerreros contra los que has luchado. Diez y diez y cinco son los que han llevado el mismo apellido que tú. Con él, te conviertes en miembro del Consejo del Clan y puedes ser elegido para cargos y responsabilidades aún mayores.

»Tu Nombre de Sangre tiene un linaje de especial orgullo —prosiguió—. De los quince que lo han llevado antes que tú, diez llegaron a ser Khanes. Todos fueron conocidos por su pericia y valentía en el combate. Tú, al ganar el Nombre de Sangre apenas cumplidos los veintiún años, ya has entrado en la leyenda al ser el guerrero más joven en ganar un Nombre de Sangre.

Phelan bajó la mirada y la imagen del rostro de Cyrilla apareció en su mente. «No me llores, Phelan Wolf, más bien haz que me sienta orgullosa de ti». Esas fueron las últimas palabras que me dijo. Espero haberlo conseguido.

Ulric dio un paso adelante y sacó la diestra de debajo de la capa.

—Dame tu daga —ordenó.

Phelan empuñó la daga ceremonial de plata que le habían dado al adoptarlo en la casta de guerreros. Cuando levantó el puñal y lo presentó al ilKhan por el lado de la empuñadura con una cabeza de lobo, mantuvo la zurda sobre la hebilla que le había arrebatado a Vlad.

Ulric recogió la daga con la mano derecha y sujetó la muñeca de Phelan con la izquierda. Le acarició la palma con la hoja y sólo apretó un poco la hoja en el borde de la mano. Phelan sintió la punzada y el corte se cubrió enseguida de sangre.

Phelan apretó el puño e hizo fuerza. Una gota de sangre cayó sobre el fuego de la lámpara y volvió a ascender convertida en una voluta de humo. La llama parpadeó y chisporroteó por un segundo; luego siguió brillando.

El ilKhan dio la vuelta a la daga y se la devolvió a Phelan.

—Ahora y para siempre serás conocido entre los Clanes como Phelan Ward. Todos acatarán el juramento dado aquí. ¡Así será hasta nuestro final!

—¡Así será hasta nuestro final! —repitieron los asistentes.

El foco que alumbraba por encima de Ulric se apagó, dejando sólo a Phelan iluminado. Él esperaba que la sala estuviera vacía, como durante su ceremonia de adopción, pero cuando se encendieron todas las luces, vio a muchas personas sentadas en un semicírculo de sillas. Reconoció de inmediato a Natasha y a Evantha; luego vio a Conal Ward, que se dirigía a la parte delantera. Natasha se levantó con desgana y lo siguió. Phelan fue a ocupar la silla que ella había dejado vacía.

—Bienvenido, Phelan Ward —dijo Evantha, sonriendo.

—Gracias, Evantha Fedadral —contestó él, y movió la cabeza en dirección al lugar donde Conal se había sentado en una silla al nivel del suelo, mientras que Ulric, ahora sin la máscara, y Natasha ocupaban las sillas del estrado—. ¿Es esto una reunión del Consejo del Clan?

La Elemental asintió con gesto solemne, sacudiendo su cola pelirroja.

—En efecto, lo es. A pesar de las pérdidas que hemos sufrido en la batalla, tenemos quórum en la sala y —señaló una cámara que estaba en un rincón— estamos dentro del alcance de las comunicaciones.

—¿Por qué se celebra una reunión tan pronto?

—Quizá te parezca pronto, Phelan, pero en realidad esta reunión se había pospuesto durante mucho tiempo. Hemos perdido un Khan y debemos sustituirlo.

Phelan asintió y miró a Conal. Ese hombre estuvo a punto de convertirse en Khan durante la última elección y ahora es el Señor del Juramento. También es el cabrón que hizo trampa para dar ventaja a Vlad en nuestro último combate. De forma casi instantánea, Phelan se sorprendió a si mismo pensando como lo habría hecho Cyrilla.

—Evantha, ¿cuáles son las probabilidades de que gane Conal?

—Tiene sus partidarios.

—¿Cómo afectaría a su candidatura el hecho de que se revelase que hizo trampa durante la competición del Nombre de Sangre? —preguntó, con un brillo malicioso en sus verdes ojos.

La sonrisa de Evantha se hizo más grande.

—Natasha me dijo que harías esa pregunta.

—¿Y bien?

—Me pidió que te dijera que el asunto ya ha sido discutido y el castigo es más que ajustado al delito.

Conal Ward se puso en pie.

—Yo, Señor de la Sabiduría de este Cónclave, abro la sesión —declaró.

Natasha se levantó de la silla e hizo sentar a Conal con una mirada.

—Como todos saben, Garth Radick murió en la batalla de Tukayyid. Esto quiere decir que debemos elegir un nuevo Khan, porque habrá un Gran Consejo inmediatamente después de nuestra elección de hoy. Esta será una reunión muy importante, a causa del acuerdo hecho por el ilKhan respecto a Tukayyid, de manera que queremos elegir a alguien que entienda lo que realmente sucedió allí. Abro el período de nominaciones.

—Tú hiciste una gran labor en Tukayyid —dijo al oído Phelan a Evantha—. Te nominaré, ¿vale?

—Debes aprender a hablar con mayor corrección, Phelan, si esperas llegar a algo en el Consejo del Clan —repuso ella, frunciendo el entrecejo.

—¿Eso quiere decir que no?

—Eso quiere decir: espera y mira a qué situación nos enfrentamos.

Conal señaló con gesto premioso a un hombre que estaba al fondo de la sala.

—Te reconozco, Kevin Carson —dijo.

Un hombre más bien joven se levantó y, asiéndose las manos a la espalda, dijo:

—Compañeros Lobos, sólo hay una elección obvia como Khan. Es un hombre que, al frente de los Lobos Rojos, ha logrado infligir un daño increíble a los ComGuardias. Su unidad resultó crucial en la ofensiva final que expulsó a los ComGuardias de las montañas Pozoristu. Además, ya debió ser Khan cuando Ulric fue legítimamente elevado al cargo de ilKhan. Hablo, por supuesto, de nuestro Señor de la Sabiduría, Conal Ward. Por tanto, presento su candidatura.

Cuando Carson se sentó, Phelan observó que Conal había palidecido. ¿Qué está pasando aquí?

—¿No quieres hacer ningún comentario sobre esa nominación, Conal? —preguntó Natasha con un tono de voz cargado de ironía.

Conal carraspeó y dijo:

—Sí, Khan Natasha, sí que lo haré.

El MechWarrior se incorporó y juntó las manos con gesto nervioso.

—Me siento honrado por esta nominación, pero debo declinar este honor. Creo que no es el momento adecuado para mí.

Sonrió débilmente y miró a Natasha.

—¿Y? —preguntó la Viuda Negra con una sonrisa helada.

Conal parecía consternado.

—Y, aunque me doy cuenta de que éste es un momento crítico para el Clan de los Lobos, no me siento capaz de continuar en mi cargo de Señor de la Sabiduría. Por tanto, eh… presento mi dimisión con carácter inmediato.

La sonrisa de Natasha se hizo aún más amplia.

—¿Y?

—Y he decidido —añadió Conal con una mueca de dolor— pedir al ilKhan que me releve al frente de los Lobos Rojos para poder dedicarme a cazar bandidos.

Natasha asintió despacio con la cabeza.

—¿Queda algo más?

—Sí, Khan Natasha —dijo Conal, con el dolor pintado en su rostro—. Me gustaría aprovechar esta oportunidad para nominar al candidato que… eh… personalmente creo que debe ser elegido como Khan. Doy mi pleno apoyo a su candidatura. Yo eh… presento como candidato a Phelan Ward.

Phelan se echó atrás en la silla mientras Conal prácticamente se desplomaba en la suya. ¡Dios mío! Realmente han hecho que el castigo sea ajustado al delito.

Evantha se puso en pie y Conal la reconoció.

—Secundo la nominación de Phelan Ward —dijo—. ¿Cómo podemos negar este honor al individuo más joven que ha ganado un Nombre de Sangre? ¿Quién de entre nosotros, a pesar de nuestras gloriosas acciones en la batalla, ha conquistado un planeta sin disparar una sola arma? Y ¿qué MechWarrior de entre vosotros ha derrotado a un Elemental en un combate con los puños? —agregó, frotándose la mandíbula.

Unas risas saludaron su comentario.

—Además, ¿quién de entre nosotros conoce tan bien a los pueblos que hemos conquistado y con los que todavía tendremos que luchar? No cabe ninguna duda sobre sus méritos para alcanzar este honor. La pregunta es: ¿seremos lo bastante sabios para darnos cuenta de ello?

Evantha se sentó y dio una palmada en la pierna a Phelan.

—¿Lo ves? Ahora ya no es necesario que me nomines.

—Lo que Ulric hizo a Natasha, tú me lo has hecho a mí —dijo Pnelan estremeciéndose—. Y creía que eras amiga mía.

—Lo soy, Phelan. Soy amiga tuya y amiga del Clan de los Lobos. —Miró al ilKhan y añadió—: Soy un instrumento suyo, al igual que tú. Ulric te ha estado cuidando desde que mostraste por primera vez ser más inteligente que ningún otro cautivo. Sabía, al igual que muchos de nosotros, que era vital tener líderes que entendiesen la Esfera Interior. Natasha regresó junto a nosotros después de estar medio siglo viviendo en la Esfera Interior. Tú, que naciste y fuiste entrenado allí, traes una perspectiva diferente. Este conocimiento debe ser llevado al Gran Consejo.

»Además, ver sufrir de esa manera a Conal ha sido divertido, ¿quiaf?

Af —contestó Phelan. Poco a poco, las piezas del rompecabezas empezaban a encajar. Ulric había estado poniéndolo a prueba constantemente, pero Phelan nunca había entendido sus motivos ocultos. Había supuesto que mucho de lo que le hacía Ulric era para obtener información sobre la Esfera Interior, aunque también sabía que tenía que haber algo más. De lo contrario, ¿por qué había sido tan importante que Phelan entendiese los Clanes y fuese aceptado por ellos? Aún más, la adopción de Phelan en la casta de guerreros y ganarse el respeto de los demás era un objetivo que Ulric siempre había promovido.

Suponía que Ulric quizá me veía como una versión más joven de sí mismo. Eso puede ser cierto, pero quería que triunfase porque quería tender un puente entre los Clanes y la Esfera Interior. El príncipe Ragnar sigue una senda parecida. Ulric, tal vez el único entre los Khanes, comprendió que, si queríamos conquistar la Esfera Interior, tendríamos que gobernarla.

—Conal, antes de que te vayas, creo que deberías reconocer a Katya Kerensky —dijo Natasha, señalando a una mujer que se hablaba a la derecha.

Conal hizo una mueca y Katya dijo:

—Propongo cerrar el período de nominaciones.

—Lo secundo —anunció Natasha, y sonrió de nuevo a Conal.

El Señor de la Sabiduría se levantó de nuevo con gesto cansino.

—A la luz de las candidaturas presentadas, debemos elegir a Phelan Ward para sustituir a Garth Radick. Dada la gravedad de la reunión a la que asistirá, creo, eh… estoy convencido eh… de que debemos elegirlo por aclamación.

—No veo ninguna objeción a eso —dijo Natasha. Se levantó y empezó a aplaudir.

Conal la imitó de mala gana; a continuación, el resto del Consejo del Clan se sumó al aplauso. Evantha sujetó a Phelan por el hombro y casi lo obligó a ponerse en pie. Luego, Phelan recorrió el pasillo y se puso al lado de Natasha. Cuando terminó la ovación, ella se sentó y le guiñó el ojo.

—Di algo —le sugirió.

Phelan inspiró hondo y deseó que su corazón dejara de latir con tanta fuerza.

—Las palabras no son suficientes para expresar lo que siento en este momento de tanto honor. Como todos sabe mas, las palabras carecen de valor cuando se comparan con las acciones, de modo que dejaré que mis acciones al aceptar esta enorme responsabilidad os muestren mi agradecimiento. —Una sonrisa irónica asomó a sus labios y paseó su mirada por todos los presentes en la sala—. Dejadme añadir sólo que por fin siento que, librenacido o no, estoy donde estaba destinado. Gracias.

Volvieron a sonar los aplausos y Phelan no pudo evitar una amplia sonrisa. Conal se puso de pie y levantó la sesión con las palabras:

—Así será hasta nuestro final.

Phelan repitió aquellas palabras con convicción. Realmente, estoy encasa.

—Natasha, ahora que Ulric y tú me habéis conseguido meter en esto, ¿qué se supone que debo hacer?

Natasha miró a Ulric, que sonrió y dijo:

—Sé tú mismo.

Los miembros del Consejo del Clan de los Lobos salieron de la sala, que sufrió una lenta transformación. Unos paneles se deslizaron en las paredes y mostraron unos monitores equidistantes alrededor de la sala que se fueron encendiendo uno a uno. Phelan vio en ellos la cabeza y los hombros de varios Khanes de los Clanes. Las máscaras que llevaban puestas, similares a la de Ulric durante la ceremonia pero adaptadas a cada Clan, ocultaban su identidad.

Las puertas del otro extremo de la sala se abrieron y entraron doce individuos. Los Khanes de los Clanes que habían participado en la batalla de Tukayyid ocuparon los asientos en silencio. Como también llevaban máscaras, Phelan no pudo reconocer a ninguno, pero dos de ellos —uno de los Jaguares de Humo y el otro de los Víboras de Acero— iban cojeando; Phelan supuso que era debido a heridas recibidas en los recientes combates. Phelan se volvió hacia Natasha y susurró:

—¿No deberíamos llevar puestas nuestras máscaras?

La Viuda Negra meneó la cabeza negativamente.

—La adhesión ciega a un ritual formal es un signo de que uno no tiene nada…

—… mejor en que pensar —acabó la frase Phelan—. Lo sé, ya me acuerdo.

El ilKhan se puso en pie.

—He convocado este Gran Consejo y os recuerdo que todavía estamos bajo el código marcial legado por Nicholas Kerensky. Estamos en guerra y debemos resolver nuestros asuntos como corresponde a tal circunstancia.

Un Jaguar de Humo se levantó del asiento y dijo:

—Debo poner en cuestión esa afirmación, ilKhan. Tu acuerdo con Anastasius Focht nos impide continuar con la invasión. Sin embargo, aunque nos impide seguir avanzando, las fuerzas de ComStar nos atacan por la retaguardia. No has negociado bien con ellos y debemos destituirte para que tu acuerdo con él pueda ser rechazado.

—Afirmas que ya no estamos en guerra, pero utilizas el hecho de que nos están atacando como justificación de lo que solicitas —dijo el ilKhan, con una sonrisa que dio escalofríos a Phelan—. No has logrado convencerme de que estemos en paz.

—Acepto ese juicio a regañadientes —dijo el Jaguar de Humo—, pero no lo cuestionaré. El asunto es muy grave, ilKhan. Presento una moción ante el Gran Consejo de que no has llevado a cabo nuestros deseos al hacer un pacto con Anastasius Focht. Has negociado de buena fe con un hombre traicionero, como demuestran los ataques que antes he mencionado. Digo que seas destituido del cargo y que el pacto con Focht sea reducido a nada.

Un Gato Nova se levantó para secundar la moción y Ulric la aceptó con rostro inexpresivo.

—¿Así pues, la moción propone mi destitución y el rechazo del acuerdo con Anastasius Focht? Muy bien, esto será lo que discutiremos. Como estamos bajo el código marcial, sólo se permitirá un orador a favor y otro en contra de la moción.

Hizo un gesto con la diestra al Jaguar de Humo que estaba de pie.

—Tú, Lincoln Osis, hablarás en favor de tu moción. —A continuación, levantó la mano izquierda y señaló a Phelan—. Y tú, Phelan Ward, hablarás en contra.

El ilKhan iba a sentarse de nuevo, pero se irguió y se volvió hacia el orador.

—Por cierto, Lincoln, quizá te interese saber que Focht me ha informado que la Primus, que fue quien tomó la iniciativa de los ataques en nuestra retaguardia, ha sido eliminada. Como sin duda sabrás por los escasos planetas ocupados por cu Clan, toda la resistencia de ComStar ha cesado.

¿Qué voy a decir?, pensó Phelan. Miró a Natasha, pero ella sólo meneó la cabeza y dijo:

—Sé tú mismo, Phelan. Escucha la propuesta de Osis y destrózala.

Ser yo mismo. Asintió y observó a Osis, que avanzó hasta el centro de la sala.

El Elemental abrió los brazos para abarcar a todos los miembros de los Clanes excepto los Lobos, y dijo:

—Hermanos de juramento, hemos visto que este acuerdo sólo beneficia al Clan de los Lobos. Como el ilKhan Ulric ha diseñado con todo cuidado una frontera que no cruzaremos en tres generaciones, seguirá siendo ilKhan hasta que muera, dimita o sea destituido. De esta manera, se ha asegurado su dominio sobre todos nosotros de una manera que Nicholas Kerensky jamás concibió al crear el cargo de ilKhan. Osis apretó el puño y lo echó atrás, hacia su hombro.

—Ulric y el Clan de los Lobos han violado de manera permanente el espíritu de nuestro acuerdo respecto a la conquista de la Esfera Interior. Al aceptar el derecho de negociar una batalla con Focht, impidió que el resto de nosotros mantuviera consultas con él o le ofreciera su consejo sobre el acuerdo. Ahora, todos estamos vinculados por un pacto en cuya creación no hemos participado. Además, Ulric no actuó como ilKhan en el ataque a Tukayyid. No coordinó nuestras acciones y, por esta causa, nuestro esfuerzo para conquistar el planeta fue inútil.

El Elemental se volvió hacia Ulric y prosiguió:

—Tu actitud contraria a la invasión es bien conocida. Tu negociación de ese pacto con Focht ha servido bien para tu propósito de detenerla, no para el nuestro de restablecer la Liga Estelar. Como líder militar nos has dado la paz, pero esta paz es inútil para nosotros. No debería pedir una votación para destituirte, sino que sólo debería escucharte presentar la dimisión. Como no lo harás, me veo obligado a pedir esta votación.

»Debemos despojarte del mando y continuar con nuestro objetivo inicial. Esta es la voluntad de los Clanes. Este es el destino que debemos cumplir y no dejaremos que tú o tu pacto se interpongan en nuestro camino.

Osis volvió a su asiento y Ulric se volvió hacia Phelan. El joven MechWarrior deseó ser capaz de leer los pensamientos de aquel hombre para saber lo que estaba pensando y cómo manejar la situación, pero no podía. Phelan se llevó la mano al cinto y rozó el frío metal de la hebilla. Sé tú mismo.

—Hermanos de juramento —empezó en tono un poco nervioso—, no tengo la ventaja de conocer los argumentos y las discusiones que se plantearon cuando los Clanes iniciaron su entrada en la Esfera Interior. Como sabéis, yo fui capturado en uno de los primeros enfrentamientos en la Periferia. A causa de ello, sólo puedo hablar de lo que he visto de los Clanes y lo que sé del ilKhan.

Phelan vio que una sonrisa aparecía lentamente en el rostro de Natasha. Eso lo animó.

—Tú, Lincoln Osis —continuó—, has acusado al ilKhan de hacer todo esto en beneficio de su propio Clan, y has dicho que era conocida su desgana de embarcarse en esta cruzada. ¿Cómo es posible, entonces, que el Clan de los Lobos, cuya cuña de invasión contenía más planetas que ninguna otra, haya avanzado tanto y tan deprisa? ¿Acaso las acciones del ilKhan Ulric son las de un líder reservado, avaricioso o vacilante? Está claro que no.

»El ilKhan ha visto lo que vosotros no —prosiguió, entornando los ojos y observando aquellos tótems de los Clanes que tenía ante él—. Todos os imaginabais una Esfera Interior desgarrada por la guerra y totalmente incapaz de resistir vuestra embestida. Es verdad que su nivel tecnológico no es tan alto como el vuestro, pero se le aproxima con rapidez. Al final del primer año de vuestra invasión, habíais conseguido ocupar mucho territorio, pero la Esfera Interior ya había aprendido la táctica que os ponía en desventaja. En Wolcott, el Condominio Draconis os venció en vuestro propio juego de envites. Un miembro de una casa de Nombre de Sangre murió por haber negociado tan mal la batalla. Y en Twycross volvimos a conocer la derrota.

»En el tiempo que necesitamos para elegir ilKhan a Ulric, la Esfera Interior se unió. Se entrenaron juntos e intercambiaron información. Aprendieron unos de otros y las casas gobernantes empezaron a comparar la nueva tecnología. Con algunas excepciones, logramos unir a personas que no habían colaborado desde antes de que nuestros antepasados abandonaran la Esfera Interior. Y, en efecto, nosotros también aprendimos durante nuestro alejamiento y modificamos la táctica, pero nos vencieron.

»Vosotros perdisteis la batalla de Luthien —añadió, señalando a Osis y al otro Khan de los Jaguares de Humo—. Los Halcones de Jade fracasaron en su intento de capturar a Victor Davion. Conquistamos algunos planetas, pero no alcanzamos esas victorias cruciales.

»Hemos desdeñado esas pérdidas y hemos echado la culpa a las circunstancias. En Twycross, por ejemplo, Kai Allard-Liao hizo caer en una trampa a los Halcones de Jade. En Luthien os enfrentasteis a los Dragones de Wolf y a los Demonios de Kell, además de las mejores fuerzas del Condominio Draconis. En Alyina, fue de nuevo Kai Allard quien echó a perder la trampa que habíamos puesto para capturar a Víctor Davion. Luego, Allard escapó durante cuatro meses y acabó liberando a nuestros propios hombres para que pudiesen vencer a ComStar. Y Victor Davion encabezó una unidad de elite para liberar a Hohiro Kurita en Teniente… ¡a quien ni siquiera sabíamos que teníamos acorralado!

Phelan volvió a sentir cómo le palpitaba el corazón en el pecho, pero esta vez no era de nerviosismo. De pronto, comprendió lo que el ilKhan siempre había querido de él. Soy una fusión entre los Clanes y la Esfera Interior. Sé y entiendo lo que Ulric confiaba que llegase a ser realidad. Asintió con la cabeza, descargó el puño sobre la palma de su zurda y continuó:

—Habláis de personas especiales. Os quejáis de circunstancias especiales. ¡Discrepo con todo mi ser! Sí, Kai es especial, al igual que Victor, y los Dragones, y los Demonios y la Genyosha, pero no son únicos. Hay innumerables personas especiales en los Estados Sucesores. Los ComGuardias, antes de combatir contra nosotros en Tukayyid, eran unas fuerzas inexpertas. Los Dragones de Wolf a los que os enfrentasteis eran huérfanos adoptados al final de la última guerra o librenacidos de aquellos miembros del Clan de los Lobos que se habían aventurado hace años a entrar en la Esfera Interior.

«Miradme. En los Estados Sucesores, lo único notable sobre mí era mi familia y mi tozudez. Por supuesto, esto último me ha sido de gran ayuda entre los Clanes. Pero si hubiese terminado mi formación en el Nagelring, habría sido sólo un MechWarrior más, probablemente ni siquiera leftenant. Sin embargo, aquí estoy entre vosotros, los jefes de los Clanes, tras haber estado al frente de una estrella y haber ganado un Nombre de Sangre.

»Esta es la verdad que ha visto el ilKhan —dijo, señalándolo con el dedo—. Trescientos años de manipulación genética no nos han hecho tan diferentes. Si continuásemos, sería la batalla entre un cuchillo y una piedra de afilar. Sí, el arma estaría más afilada y obtendríamos grandes victorias; pero al final, no serviría de nada.

»El acuerdo del ilKhan con Focht nos da el tiempo que necesitamos para prepararnos para el futuro. Esta invasión jamás volverá a conocer las victorias relampagueantes del principio. Como nos ha enseñado ComStar, nuestras tácticas no son adecuadas para un conflicto prolongado. No os preparasteis para eso y perdisteis. El Clan de los Lobos se preparó y vencimos.

»La conquista y administración planeta a planeta de los Estados Sucesores no servirá de nada si no es larga y prolongada. En los escasos quince años que nos ha dado el ilKhan, podemos poner las bases que necesitamos para continuar nuestra conquista. Él ha sido un verdadero señor de la guerra porque, al ver la derrota en el horizonte, nos ha impedido abocarnos a ella.

»Si lo destituís, si rechazáis el pacto, los Clanes sólo serán un recuerdo mucho antes de la expiración de este.

Phelan volvió a su asiento y Natasha le guiñó el ojo. Ulric lo saludó con un movimiento de cabeza apenas perceptible y se volvió hacia la asamblea de los Khanes.

—Habéis oído los argumentos —dijo—. Sopesadlos y tomad vuestra decisión. ¿Debe ser el ilKhan destituido y su acuerdo con ComStar rescindido? ¿Qué decís vosotros, hijos de Kerensky?

—¡No! —exclamaron Phelan y Natasha al unísono. Entonces se sonrieron, porque sus voces no eran una minoría.

Cuando se apagaron los monitores y los Khanes restantes salieron de la sala, Ulric se acercó a Natasha y a él y comentó:

—Phelan, has podido señalar aquello de lo cual yo jamás los habría convencido.

—Gracias, ilKhan —dijo Phelan—. El voto no ha sido unánime, claro, por lo que los perdedores podrían haber pedido un combate de contestación. ¿Por qué no lo han hecho?

—Porque saben que os habría pedido a Natasha y a ti que defendierais la decisión, y eso habría resuelto la cuestión aún más deprisa. —Phelan y la Viuda Negra se echaron a reír. Ulric sacó un holodisco de debajo de la capa y añadió—: Phelan, esto es para u.

Phelan titubeó, al recordar que el último holodisco que había recibido era de Cyrilla.

—¿Debo verlo?

—Creo que sí —respondió Ulric—. El contenido lo ha transmitido Anastasius Focht. Has sido eficaz, porque tú eres en parte de los Clanes, y en parte de la Esfera Interior. No quiero que pierdas esto jamás. —Puso el holodisco sobre la diestra de Phelan—. Es de tu padre. Entre otras cosas, incluye su aceptación de mi invitación para que venga a visitamos.