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Tukayyid
Zona de intervención de ComStar,
República Libre de Rasalhague
9 de mayo de 3052
(Día nueve de la Operación Escorpión)
Con la estatura de un Adas en su mundo artificial, el Capiscol Marcial se plantó en las montañas Diniu y observó la retirada de los Jaguares de Humo. Durante la evolución de la batalla en sus ocho primeros días, Focht había comprendido que los Jaguares de Humo no habían identificado correctamente al Segundo Ejército como un refuerzo del Quinto, que era el que defendía la cordillera inicialmente. Como resultado de ello, los Jaguares de Humo habían gastado cantidades increíbles de municiones para eliminar a quienes creían que eran los últimos defensores. Cuando la segunda mitad del Quinto Ejército, que acababa de eliminar al Primero de Caballeros de los Jaguares, llegó desde el delta de Racice para atrapar a los Jaguares en las montañas, el final fue previsible.
Focht sonrió al observar la retirada de los Clanes y se permitió sentir cierto orgullo por la victoria. El ilKhan inicial de la invasión, Leo Showers de los Jaguares de Humo, había sido una especial molestia en la misión de Focht entre los Clanes. También habían sido los Jaguares de Humo quienes habían arrasado la ciudad de Edo para reprimir una rebelión en Turde Bay. El haberlos aplastado lo hacía sentirse feliz.
Ten cuidado, Anastasius. No te creas que tú o tus hombres sois invencibles. Mientras se advertía a sí mismo, admitió que su análisis de los Clanes y de sus tácticas le habían dado ventaja. Sus guerreros habían aprovechado aquella ventaja y la habían convertido en una victoria en las montañas Dinju. El mismo resultado parecía asegurado en la llanura de Przeno, en las fuentes del Hladno y en el valle de Kozice. Si todo iba bien, obtendría la victoria sobre cuatro Clanes.
Aun asi, eso no bastará para que ganes la guerra. Focht levantó la mano derecha y bajó el halo de visión. Seleccionó la ventana que abría el teatro de operaciones de Brzo. Tras ampliarla para sustituir el paisaje montañoso que estaba más al sudeste, Focht abrió un canal de radio con Hettig.
—¿Sí, Capiscol Marcial?
—¿Algún informe de actividad de los Lobos, señor Hettig?
—Lo estoy comprobando, señor.
Brzo, un complejo agrario grande, le pareció al Capiscol Marcial un disco de cemento en el centro de un círculo dorado. Más allá, las montañas Pozoristu arañaban el cielo con dedos enguantados de nieve. En Brzo y sus alrededores vio indicios de escaramuzas, pero ningún combate destacado.
—Capiscol Marcial, parece que los Lobos se están reabasteciendo y permanecen a la espera para dirigirse hacia las montañas. A excepción de los Arañas, todas las unidades de los Lobos parecen deseosas de aceptar su invitación a combatir en la cordillera. Nuestro Undécimo Ejército ya ha tomado posiciones defensivas e informan que están bien abastecidos. Los fragmentos del Noveno y del Décimo se están retirando, aunque la 282.ª aún está acosada por los Arañas.
Focht suspiró hondo.
—¿Ya ha retirado el capiscol Wollam la 282.ª y la ha llevado a las montañas?
—Dice que lo está intentando y que lo conseguirá en cuanto pueda saber dónde lo esperan los Arañas.
—Estando Natasha Kerensky al frente de ellos, eso podría ser imposible —comentó Focht—. Que nuestros exploradores identifiquen todas las bases de suministros del Clan de los Lobos en las llanuras que están bajo las montañas y que las señalen como objetivos. Si alguna parece estar cerca de la 282.ª, puede enviar a Wollam por ella.
—Sí, señor.
Focht se acarició la barbilla; de pronto, comprendió que había copiado aquel gesto del ilKhan Ulric. Asi pues, ¿en qué estás pensando, Ulric? ¿Por qué aceptas los campos de batalla que he elegido yo, en las montañas? ¿Sólo para expulsar a mis hombres de las posiciones que hemos preparado y extender nuestras lineas de suministros del mismo modo que se extienden las tuyas? ¿O has visto algo que yo no he visto?
Phelan puso el Wolfhound en cuclillas para que tres rayos de color azul eléctrico de un CPP le pasaran sobre la cabeza.
—Estrella Hacha, retroceded. Delante hay blindados. —Conmutó el alcance de la radio al núcleo—. Natasha, una unidad de caballería está defendiendo el paso de la Cuenca Sangrienta. Allá va una transmisión.
Phelan pulsó un botón e inició una transmisión de datos al Diré Wolf de Natasha Kerensky. Pese a haber apenas atisbado las fuerzas que le hacían frente, el ordenador ya había clasificado todos los datos de los sensores y dio a Phelan un mero desglose de las fuerzas que había detectado.
—Parece que ComStar quiere defender este paso a toda costa —murmuró Phelan.
El ordenador informó que tenía enfrente un trío de tanques pesados Burke, dos Furys pesados y un Rhino. Los Burke llevaban tres CPP en las torretas y un lanzamisiles de MLA en la parte frontal. Aunque los Furys podían causar daños graves en un solo ataque, preocupaban más a Phelan por su blindaje increíblemente resistente. También eran conocidos por sus duelós con ’Mechs, pero el Wolfhound de Phelan no podría resistir un castigo muy severo.
El Rhino era un lanzacohetes pertrechado con un grueso blindaje y un par de láseres medios para frenar a los ’Mechs en caso de combate a corta distancia. Era más rápido que un Burke, pero no podía igualar la velocidad de un Fury si la unidad se veía obligada a moverse con rapidez. Esto, junto con el hecho de que estaban atrincherados, tranquilizaba a Phelan, porque quería decir que los tanques no se abalanzarían sobre su estrella.
—Natasha, los tanques están atrincherados. ¿Todavía está disponible la escuadrilla Lucha?
—Hacha Uno, ten en cuenta que estamos empujando a los ComGuardias hacia vuestra posición. Te sugiero que hagas retroceder a los blindados y ocupes sus fortificaciones. Aquí es donde te ganarás el sueldo, Pnelan.
—Recibido, Viuda Negra.
Phelan sabía que sus ’Mechs eran capaces de hacer retroceder a los blindados, pero su atrincheramiento hacía que la labor fuese mucho más difícil.
—¿Tengo apoyo aéreo?
—Tiempo estimado de llegada: treinta segundos, estrella Hacha —resonó la voz de Carew por la radio—. Estad preparados para actuar.
—Recibido, Lucha Uno. Aprovecharemos vuestra pasada. —Conmutó rápidamente a la frecuencia táctica—. Abrid los ojos. Dispondremos de un ataque aéreo. Thea y Ace, entrad con vuestros ’Mechs de un salto. Concentraos en el Rhino. Es un blanco difícil, pero se sabe que explotan si se los ataca lo bastante fuerte. El resto de nosotros atacaremos al primer Burke. Los Furys son veloces y correrán si les damos la ocasión.
—Recibido, comandante estelar. Preparados para atacar.
Carew se puso en contacto por radio con su compañero de ala.
—Cúbreme mientras hago la entrada, Virgil. Luego yo te cubriré a ti. ComStar tiene algunas naves, pero no veo nada en mi pantalla.
—Recibido, Carew.
El piloto de los Clanes conmutó el sistema de disparo a la modalidad de tierra y lanzó el Visigoth a un vuelo en picado amplio y pronunciado. El ordenador le mostró la ubicación de la estrella de Phelan y la posición de la caballería de ComStar. Estableció un rumbo que unía las dos líneas y descendió acelerando hasta alcanzar los seiscientos cincuenta nudos a sólo quinientos metros del terreno.
Durante una milésima de segundo, los blindados de ComStar brillaron como blancos válidos en su pantalla de disparo, pero Carew pulsó los botones de disparo cuando todavía aparecían como hologramas. El CPP y los láseres medios gemelos que tenía montados en el morro iluminaron la carlinga con un resplandor púrpura y rojizo. Dos andanadas de MLA salieron de los afustes montados en las alas y frenaron la velocidad del caza en unos cuarenta nudos.
Mientras el calor aumentaba en la carlinga, tiró de la palanca y orientó el Visigoth al cielo. Con un viraje a la izquierda, lanzó el caza a un tonel que lo llevó a un rumbo en ángulo recto de su vuelo de bombardeo. Cuando enderezó la nave de nuevo, conmutó el sistema otra vez a aire-aire y vio que Virgil iniciaba su maniobra.
Unas bocinas de alarma empezaron a sonar en la carlinga. Vio de inmediato dos cazas de ComStar que se aproximaban. Su ordenador los identificó de inmediato como Rapiers y lo que quería decir que tanto él como Virgil debían prepararse para un difícil duelo.
—¡Interrumpe la maniobra, Virgil! Tenemos compañía.
Con las explosiones resonando aún en sus oídos, el acólito R. G. Flute tensó aún más el cinturón de seguridad que lo mantenía sujeto al asiento de la torreta del Rhino.
—¡Maldición! —exclamó—. Ese disparo ha fundido parte del blindaje y se ha solidificado en el mecanismo de dirección de mi torreta. Anderson, prepárate para empezar a movemos, porque sólo podremos disparar a los blancos que encares.
—No puedo, acólito. Una oruga está dañada. No nos vamos a ninguna parte.
—Correcto, Fury Uno está intacto, pero Fury Dos tiene la torreta bloqueada. Burke Uno está en el mismo estado que nosotros, Burke Dos ha perdido parte del blindaje y Burke Tres ha perdido sus misiles y uno de los CPR —El técnico de la radio miró al interior de la torreta, más allá de los pies de Flute—. Quieren saber qué es lo que deben hacer.
—¡Luchar! ¿Qué otra cosa puede hacerse? Que la Paz de Blake sea con vosotros, muchachos —entonó el acólito en tono solemne—. ¡Ahí vienen!
Phelan se había precipitado con el Wolfhound hacia la abertura mientras Virgil iniciaba su maniobra en dirección al paso. El segundo Visigoth disparó su CPP y sus láseres, pero interrumpió la maniobra a la mitad. El MechWarrior sabía que sólo una cosa podía impedir a un piloto de caza finalizar un bombardeo: la llegada de cazas enemigos. Recordando su combate con Glynis, no quería que ComStar devolviera el favor con un bombardeo sobre sus ’Mechs.
Phelan aceleró la marcha al entrar en el paso; entonces vio los daños que la escuadrilla Lucha había infligido a ios tanques y murmuró una oración de ayuda para Carew y Virgil en su batalla con los cazas de ComStar. Todos los blindados salvo un Fury parecían como si hubieran sido atacados por un gigantesco soplete. El blindaje ennegrecido, junto con las brechas abiertas por el láser y el CPP, cubrían las torretas y la parte frontal de los vehículos. El bombardeo no había destruido ninguno, pero cinco de los seis estaban en mal estado.
Espero que baste con eso, pensó Phelan. Sobre él pasaron el Summoner y el Viper. El Summoner de Thea lanzó dos andanadas de MLA al Rhino. Más de la mitad cayeron al suelo frente al voluminoso vehículo, pero los restantes destruyeron aún más el blindaje de su parte frontal.
El tirador del Rhino levantó los afustes de misiles y lanzó una andanada completa de cuarenta misiles al Summoner. Su esfuerzo apresurado de puntería y su dificultad para seguir a la escuadrilla causó que sólo una cuarta parte alcanzara el blanco. Las explosiones fragmentaron el blindaje del brazo y de la pierna izquierdos del Summoner. Aunque ninguno logró atravesarlo cualquier daño era grave en unos ’Mechs tan ligeros, sobre todo mientras los Furys y los Burkes seguían siendo operativos.
Ace pilotaba el Viper con tanta pericia que Phelan pensó que, en vez de un ’Mech, podía pasar por un gigante alienígena. El monstruo disparó el CPP de su brazo izquierdo contra el Rhino y lanzó un siseante rayo a su blindaje delantero. El rayo de un láser medio, montado por debajo del antebrazo derecho del ’Mech, se unió al otro haz y dio en el blanco.
Un fogonazo arrojó fuego por la parte delantera del vehículo y una bola de fuego lo hizo pedazos. La torreta saltó por los aires como si fuese un sistema de eyección. Antes de llegar al punto más alto del arco, se encendieron los misiles de su afuste de estribor, lo que le imprimió un giro hacia atrás. Fue a chocar contra la ladera de la montaña y se perdió de vista.
Algo explotó un poco más allá, pero Phelan no tenía tiempo para pensar qué podía ser. Hizo una finta a la izquierda cuando uno de los Burkes intentó empalarlo con un par de rayos azules de CPP Los rayos pasaron lejos, pero la maniobra evasiva le hizo perder la puntería con el Fury averiado. El rayo del láser pesado y los de los medios cayeron sobre el terreno delante del Fury. Sólo uno de los rayos dio en el blanco y consiguió arrancar un poco de blindaje.
La iniciada Elza Speer tiró de ambos controles del Fury averiado. En la pantalla holográfica que la rodeaba, vio el retículo dorado del punto de mira en su centro. Movió el control izquierdo hacia adelante un segundo y centró el retículo en el Wolfhound que encabezaba el ataque.
—Lo tengo fijado para ti, Perry —dijo a su compañero—. Derríbalo.
El rifle Gauss del Fury lanzó una bala plateada que dio justo debajo de la rodilla derecha del Wolfhound. Sonriente se tambaleó hacia ese lado, pero Phelan logró mantenerlo erguido. ¡Stravag! Otro disparo como ése y perderé la pierna.
—¡Vamos a cargarnos esos Furys! —exclamó.
El Nova de los Clanes le parecía a Phelan poco más que un enorme sapo aerodinámico preparado para el combate. El cañón automático cilindrico que tenía como brazo derecho lanzó una ráfaga de cartuchos que trazaron una línea recta por el suelo hasta el único Fury que seguía indemne, pero no llegó a darle. Un enjambre de MLA del Nova volaron más rápido que las cargas del cañón automático y envolvieron de mego la torreta del Fury.
Aparentemente, aquel ataque no impresionó a sus tripulantes. La torreta giró con facilidad y lanzó una bala del rifle Gauss para destrozar el blindaje de la pierna izquierda del Nova. Aunque éste tenía un blindaje mucho más grueso que el Wolfhound, de Phelan, el piloto comprendió que otro disparo de cualquier arma en esa pierna se la dejaría reducida simplemente a los huesos, con lo que el ’Mech estaría condenado.
El Ice Ferret de Dimitria había virado al extremo izquierdo de la formación. Su cañón automático no acertó en el Burke al que apuntaba y la andanada de MLA, pese a ir mejor dirigida, explotó al chocar contra el suelo. Sólo el láser medio que llevaba en el pecho dio en el blanco, aunque no causó más daños que la destrucción de un poco de blindaje.
El contraataque del Burke fue más eficaz. Aunque un disparo de sus tres CPP salió demasiado alto, los otros dos envolvieron el Ice Ferretean fuego eléctrico. Los rayos arrancaron blindaje de cada brazo en proporción similar, dejando su cabeza y sus hombros rodeados de vapor. Otro Burke intentó contribuir al infortunio del Ice Ferret, pero sus disparos fallaron.
Phelan se estremeció. Esto va a ser más difícil de lo que creía. Dios mío, por favor, haz que Carew se libre de esos moscardones.
Carew levantó el caza y realizó una maniobra zigzagueante que lo llevó por encima y por detrás del lugar donde los Rapiers estaban acosando a Virgil. Disfrutó con la ventaja que la maniobra le había dado, pero el hecho de que ellos tuvieran en el punto de mira a Virgil lo llenó de temor.
—Virg, tienes dos. ¡Vira a la derecha!
El Visigoth de Virgil inició su brusco viraje, pero el primer Rapterse enganchó a él e hizo un giro aún más pronunciado. Aquel caza de alas estilizadas y doble morro y cola no parecía tan amenazador como la más compacta nave de Virgil; sin embargo, voló con la elegancia de un saurio y abrió fuego con el cañón automático que llevaba en el morro.
La maniobra de Virgil llevó a su nave directamente al chorro de cartuchos, que salpicaron el fuselaje y arrancaron placas de blindaje que siguieron al Visigoth como una lluvia reluciente. Un rayo de CPP destrozó aún más partes del blindaje y unos MLA salieron disparados del Rapier y perforaron el caza ya muy castigado. En medio de un fogonazo y una voluta de humo negro, el Visigoth empezó a hacerse pedazos en el aire.
El icono de la nave de Virgil desapareció de la pantalla holográfica de Carew. El primer Rapier subió y su silueta brilló con una luz blanca en la escala de infrarrojos. El piloto de los Lobos inició una trayectoria espiral a la derecha y, al salir de la maniobra, vio que el compañero del Rapier seguía a su líder y se aproximaba a su punto de mira.
Sus dos láseres medios arañaron el blindaje que recubría el afuste de popa del Rapier, y la mitad de los misiles lanzados por Carew también arrancaron fragmentos de ferrocerámica. Otros proyectiles perforaron el fuselaje y el ala izquierda, destrozando el blindaje y deteriorando la forma aerodinámica de la nave.
El Rapier dañado bajó el ala izquierda y empezó a virar en una curva cerrada, mientras su compañero seguía subiendo y desviándose a la derecha. Si te persigo, patito herido, tu compañero me atacará. ¡No! Carew rehusó el gambito y también ascendió a la derecha. Este juego lo jugaremos con mis reglas.
Tal como esperaba, el caza dañado niveló su trayectoria cuando vio que el Visigoth ya no lo perseguía. Carew mantuvo el punto de mira sobre su blanco y disparó los dos láseres medios del arco trasero que llevaba el Visigoth. Uno quemó parte del blindaje protector del motor, mientras que el otro deterioró aún más el ala izquierda del Rapier.
Carew sonrió de forma inconsciente cuando el caza que tenía frente a él hizo una serie de oscilaciones. Sí, sabes combatir mejor que tu compañero. Esto se decidirá entre tú y yo, pero me las pagarás por Virgil. Apretando los clientes, Carew apretó los pedales de aceleración y viró para atacar de nuevo.
En el suelo, Phelan echó un vistazo al monitor auxiliar y comprendió que aquella explosión lejana debía de ser uno de los cazas que se había estrellado. ¡Espero que no sea Carew! Entonces observó que dos Rapiers y un Visigoth seguían luchando sobre él. No sabía decir si prefería que Carew estuviese ya muerto o a punto de morir en la batalla que lo enfrentaba a dos enemigos.
La batalla terrestre no le daba tiempo para pensar nada más. El Nova de Lee se cruzó en su camino, tapando al Fury que lo había atacado antes. El Nova disparó el cañón automático y los MLA contra el blindado, y arrancó un poco más del blindaje frontal. El Fury respondió virando a la derecha y disparando el rifle Gauss, que hizo una gran hendedura en el blindaje central del torso del Nova.
Phelan llevó a Sonriente a la derecha para completar la maniobra de cruce con el Nova. Avanzó deprisa y se colocó al lado de un Burke. Abrió fuego con todas sus armas, pero el láser pesado que llevaba en lugar de la mano derecha falló. En cambio, el trío de láseres incidieron a lo largo del lado izquierdo del Burke y redujeron todo su blindaje a una masa fundida que se deslizó al suelo en gruesas gotas.
Dado que la torreta estaba atascada mirando hacia adelante, el Burke no podía apuntar con sus armas a Sonriente. Incapaz de moverse y con su arma bloqueada, el Burke estaba prácticamente fuera de combate. Phelan confiaba en que su tripulación también se diese cuenta de ello, porque no tenía ningunas ganas de matarlos si no era necesario.
El Viper de Ace tomó tierra frente al Fury que había quedado indemne tras el bombardeo. Su CPP fundió placas del blindaje de su morro, convirtiéndolas en una masa amorfa, y su láser medio hizo pedazos parte del blindaje trasero. El Fury giró su arma y disparó una bala plateada hacia el pecho del Viper, al que hizo desviar parcialmente a la izquierda.
El Ice Ferret de Dimitria apuntó a otro de los Burkes, pero su duelo con el primero de dios la había descentrado. El cañón automático, el láser medio y todos los MLA fallaron el blanco, mientras los tripulantes del Burke giraban sus CPP. Dos relámpagos artificiales cayeron sobre el Ice Ferret, uno arrancó blindaje del centro de su pecho, mientras que el otro destruyó lo que quedaba de la armadura del brazo izquierdo y empezó a corroer los huesos metálicos y los músculos.
El tercer Burke lanzó dos rayos de CPP al Summoner. Al igual que el Ice Ferret, el Summoner perdió fragmentos de blindaje del brazo izquierdo y del pecho, pero Thea aguantó el ataque sin perder el blanco fijado. Dos andanadas de MLA salieron de los afustes y estallaron en el blindaje del morro del Burke.
Sus detonaciones iniciaron una serie de explosiones secundarias que levantaron el Burke del hueco donde estaba semienterrado y le hicieron dar una vuelta de campana. Las dos orugas salieron disparadas como si fuesen bandas elásticas de acero y empezaron a desintegrarse en pleno aire. La torreta también saltó y fue a chocar contra una ladera, mientras que el resto del vehículo quedó aplastado por su parte central y reventó en un millón de fragmentos. Nació una estrella nova en su corazón a causa de las explosiones de las municiones y del combustible, que consiguió de forma mucho más eficaz lo que los ataques de los Clanes no habían logrado.
Carew, metido en una carlinga que le parecía tan cómoda como el vientre de la madre, hizo dos descubrimientos. El primero fue que su aerocaza podía subir y bajar más deprisa que los Rapiers. Lo averiguó cuando su Visigoth acortó velozmente en su descenso la distancia que lo separaba del Rapier dañado. El otro piloto intentó levantar su nave, pero Carew se abalanzó sobre él apartándose del segundo Rapier.
El Visigoth lo atacó con ambos láseres y misiles. Los cohetes impactaron en el fuselaje y en el ala izquierda. Carew vio que había abierto varios orificios en el cuerpo cilindrico de la nave y comprendió que algunos ordenadores de control debían de haber sufrido daños, porque las aletas de cola quedaron rígidas en la posición de trayectoria recta.
Uno de los láseres destruyó el blindaje que protegía el motor del Rapier. Un fuerte brillo en la pantalla de infrarrojos indicó que también había dañado la maquinaria. El motor se oscureció de inmediato y el Rapier empezó a perder velocidad. Con los sistemas de control bloqueados y la nave volando cada vez más despacio, Carew sabía que podía destruirla con otra ráfaga.
El segundo descubrimiento fue que moriría si cedía a la tentación de incendiar el Rapier. Su compañero había perdido potencia en el arco trasero, pero dio la vuelta para impedir que Carew pudiese fijar el blanco. El hombre de los Clanes imprecó y movió la palanca bruscamente a la derecha. La nave viró con elegancia. Entonces, en respuesta a la orden que le dio cuando el Rapier se situó detrás de él, viró de nuevo a la izquierda.
El piloto de ComStar dio un pronunciado giro a su Rapier pasa, colocarse en el radio de viraje del Visigoth, por lo que Carew optó por girar su caza en una pirueta que lo puso sobre su ala izquierda. Cortó la aceleración y dejó que su nave cayera en picado como una piedra. Luego recuperó el control y la llevó en una trayectoria lateral que lo situó detrás del Rapier a menos de un kilómetro de distancia.
Sin embargo, antes de que Carew pudiese disparar, el piloto del Rapier levantó el morro de la nave en una acrobacia Immelmann y atacó al Visigoth. A la velocidad que iban ambos cazas, sus trayectorias iban a cruzarse al cabo de tres segundos. En ese tiempo, ambos cazas se dispararon mutuamente con todas sus armas y a bocajarro.
Carew notó que el Visigoth sufría una sacudida violenta cuando el cañón automático del Rapier abrió una grieta en zigzag en el blindaje del ala izquierda. Una luz azul llenó la carlinga y un ruido de estática restalló en los auriculares cuando un CPP destruyó parte del blindaje del ala derecha. El segundo CPP y los MLA del Rapier fallaron, pero no por mucho. Carew estaba seguro de que ya había agotado toda la suerte que se le había concedido para este día.
El cálculo que hizo el ordenador de los daños lo alegró. Su CPP había fallado el blanco, pero los MLA habían compensado de sobra aquel fallo. Habían salpicado todo el fuselaje del Rapier y arrancado fragmentos en lugares que el ordenador marcaba como radiadores. Los misiles también habían destruido blindaje del motor, mientras que los láseres delanteros habían acertado en el ala derecha y el fuselaje, dañando posiblemente un ordenador de control de fuego.
Carew asintió con la cabeza y examinó la marca de infrarrojos del Rapier, blanca como una nova. Te estás recalentando… tanto como el piloto que crees ser. Levantó el ala izquierda y giró en una trayectoria zigzagueante. Sonrió al ver que el Rapier venía a su encuentro.
El Fury que había sufrido menos daños giró la torreta a la derecha y lanzó un proyectil del rifle Gauss al brazo izquierdo del Summoner. La bala plateada atravesó el blindaje fragmentado y aplastó el afuste de MLA que había debajo. El Summoner se estremeció, pero siguió erguido y contraatacó con una andanada de misiles que hizo saltar en pedazos el blindaje frontal del tanque.
El Viper de Ace encaró al Fury más peligroso y disparó el CPP y el láser medio. Continuó la labor iniciada por el Summoner y uno de los rayos incluso atravesó la oruga derecha. La cinta metálica saltó de las ruedas y paralizó el Fury en pleno giro. Se elevó una nube de polvo cuando el Fury intentó escapar de las máquinas que lo estaban martirizando.
A causa del calor que crecía en la carlinga, Phelan sólo empleó sus láseres contra el Fury. La ráfaga de rayos rojos atravesó la debilitada protección del morro del tanque como si no existiese. Una explosión interna sacudió el Fury. Luego se quedó quieto, mientras el polvo caía sobre él y una columna de humo negro salía de debajo de su mole.
Manipulando frenéticamente las palancas de control, Elza Speer se esforzó por seguir la trayectoria en círculo del Black Hawk hacia la derecha.
—¡Lo intento, Perry, maldita sea! —exclamó—. Pero el ’Mech no me está ayudando.
Fuera cual fuese la respuesta de Perry, fue engullida por el espantoso estrépito del metal chocando contra metal. Elza vio el fogonazo del cañón automático del Black Hawk y notó una fuerte sacudida a la izquierda. Las ruidosas explosiones de los misiles contra el casco del vehículo resonaron en sus oídos. Luego sintió la punzada del metal doblado hacia el interior y vio sus brazos y sus manos arañados con pequeñas marcas sangrientas.
Redobló sus esfuerzos para girar el Fury, pero sólo logró ver la humeante carcasa del otro vehículo del mismo modelo.
—Maldición… —murmuró.
Observó que el Fenris intercambiaba disparos con el único Burke que seguía operativo y sintió una cierta satisfacción al ver que el ’Meen retrocedía tambaleándose y con el blindaje del pecho hecho pedazos. Al mismo tiempo vio que el morro del Burke estaba aplastado y sus tripulantes ya salían para rendirse.
Elza despertó de su ensimismamiento y puso la marcha atrás.
—Sólo soy una herramienta de la Sabiduría de Blake. ¡Diablos, Perry, dispara algo!
El Rapier se acercó al Visigoth de Carew como un misil teledirigido. Su cañón automático vomitó fuego y metal en una tormenta que atravesó el fuselaje del caza. Unas bocinas de alarma resonaron en la carlinga, pero Carew hizo caso omiso. En la atmósfera, eso no importa, pensó. El caza inclinó el morro hacia abajo y el ordenador le informó que uno de los radiadores había sido destruido. Bueno, eso tampoco importa mucho en la atmósfera.
Sus ráfagas de respuesta dieron en el Rapier cuando pasaba sobre él. Con el único de los láseres medios que acertó en el blanco destruyó otro radiador, en compensación por el daño que él había sufrido. El bisturí azul del rayo de proyección de partículas siguió a varios MLA hasta la caja externa del motor y atravesó la protección que recubría el reactor de fusión. Un halo de calor envolvió el motor y el Rapier salió disparado como si el piloto hubiese pisado a fondo los aceleradores.
Carew contuvo el aliento mientras el piloto se esforzaba por levantar el morro del Rapier. Este empezó a desviarse hacia arriba, pero de pronto se apagó el marcador de calor del motor. Carew solicitó otra exploración del estado del blanco; entonces comprendió que los ordenadores del Rapier habían apagado el motor para evitar una explosión.
El Rapier inició un rizo lento y, al carecer de aceleración, inició un picado hacia el suelo. La escotilla se hizo pedazos cuando detonaron los cierres explosivos que la sujetaban. El piloto saltó de la carlinga con un cohete y se encendieron los giropropulsores de eyección para estabilizar su vuelo.
Carew conectó la radio y dijo:
—Si tenemos Elementales en el sector 4123, un piloto de ComStar está descendiendo. No sé quién es, pero el Clan de los Lobos lo quiere a toda costa como sirviente.
Elza sufrió una sacudida que la lanzó contra los cinturones de seguridad de su silla. Entonces notó que los controles de la oruga derecha estaban inutilizados.
—¡Se acabó, Perry! —exclamó.
Por mucho que lo intentase, no podía girar lo bastante deprisa para evitar que los ’Mechs más ligeros concentrasen su fuego en el costado derecho del Fury. El Thor, el Fenris y un Dragonfly lo estaban machacando, mientras que Perry no podía contraatacar.
La mujer pulsó el botón de apagado del motor, esperó unos instantes y abrió la escotilla. El aire frío del exterior empezó a entrar en la cabina y la refrescó, hasta que un golpe de brisa le llevó el hedor de los tanques incendiados. Frunció la nariz y salió despacio del tanque, para unirse a la tripulación del otro Fury y de los dos últimos Burkes.
—Espero que el Capiscol Marcial sepa lo que está haciendo —murmuró, saltando al exterior y levantando las manos—. Al cuerno con la Sabiduría de Blake. Combatir en esta clase de batallas es estúpido.
Phelan se sintió complacido al ver que las tripulaciones empezaban a abandonar sus vehículos. Conectó el canal externo de comunicaciones y dijo:
—Han luchado bien y con gran coraje. —Señaló en la dirección desde la que habían venido las fuerzas de ComStar—. Pónganse a cubierto. Vienen más fuerzas de su bando y la situación no será muy hospitalaria.
A continuación conmutó la radio a la frecuencia táctica del núcleo.
—Viuda Negra, aquí Hacha Uno. Hemos tomado el paso. Seguimos siendo operativos, pero esto no durará mucho. La escuadrilla Lucha ha perdido uno de los aviones, pero no consta la presencia de ningún elemento aéreo de ComStar. Solicito instrucciones respecto a nuestra disposición.
—Presentaos en el cuartel general del núcleo para repostar y reparar las averías —contestó Natasha. Phelan distinguió el tono de enfado de su voz.
—¿Qué ha ocurrido? ¿ComStar ha huido demasiado deprisa?
—No tanto como para no poder atraparlos. Nos han ordenado retroceder. Cuando ceda la presión que sufre ahora, Wollam y sus tropas se retirarán hacia el nordeste.
—¿Qué?
El MechWarrior examinó el blindaje quemado y los daños sufridos por su estrella. Podrían habernos matado a todos aquí.
—Hemos conquistado el objetivo, coronel —insistió.
—Lo sé, pero ¿quién puede averiguar lo que tiene el ilKhan en mente?
Así pues, ha sido Ulric quien nos ha ordenado retroceder. Debe de estar pasando algo gordo.
—Entendido. Llevaremos algunos prisioneros.
—Registrado, estrella Hacha. Habéis hecho un buen trabajo.
—Recibido, Viuda Negra. Vamos allá.
Ulric levantó la cabeza cuando apareció el rostro de Conal Ward en el monitor de su despacho. El sudor empapaba los negros cabellos del guerrero, pegándolos a suficiente, y los cojinetes del neurocasco los habían aplastado contra el cráneo.
—Gracias por dar tu informe por fin, comandante galáctico Ward —dijo Ulric—. Habría preferido una comunicación más inmediata, en vez de que esperaras a estar a salvo para abandonar tu ’Mech.
Conal mantuvo la mirada al frente, sin que la transmisión le hiciera perder nada de su intensidad.
—Perdóname, ilKhan, pero mis Lobos Rojos han estado luchando duro y ComStar interfirió en nuestras comunicaciones. Necesité que un mensajero de mi cuartel general me trajera tu mensaje.
—No me mientas, Conal —repuso di ilKhan—. Has seguido combatiendo con la 278.ª División de los ComGuardias mucho después de que ordenara el alto el fuego.
—Los estamos derrotando, Ulric. No puedes arrebatarnos eso.
—Sí, los estáis derrotando, pero estáis gastando vuestros suministros al doble de la velocidad permitida.
—¿Qué importa que se nos acaben los misiles y la munición de los cañones automáticos después de haberlos destruido? —preguntó Conal, tiñendo sus palabras de ira—. Quieres provocar la catástrofe para mí y para mis hombres.
—Tonterías —gruñó Ulric-He observado con gran placer vuestra excelente actuación. Me he asegurado de que todos los Clanes sepan que Vlad y el Undécimo de Guardias han sido superiores a una de las unidades de ComGuardias más destacadas de Tukayyid.
—Si lo que dices es cierto, ¿por qué nos obligas a desviarnos hacia las montañas mientras a los Arañas se les permite seguir combatiendo? Es repugnante que dejes que esa vieja bruja continúe su carrera a una edad tan avanzada.
—Ella obtiene resultados y sus tropas no están agotando sus suministros a mayor velocidad de lo ordenado. Además —añadió Ulric, entornando los ojos—, tú no eres Natasha Kerensky. Sólo su nombre, conocido por los años pasados con los Dragones de Wolf, siembra el terror en los corazones de los ComGuardias. El hombre que dirige la 282.ª División luchó anteriormente en la guerra civil de la Liga de Mundos Libres, y fue ella quien lo venció. Ella tiene un enorme prestigio ante él, y su ansiedad debe de ser desmoralizante para sus compañeros. Además, ella también ha recibido instrucciones de retirarse.
—Sigue siendo antinatural, al igual que toda esta batalla. Los ComGuardias juegan al gato y al ratón en lugar de enfrentarse abiertamente a nosotros.
—En efecto, es antinatural —confirmó Ulric—. ElCapiscol Marcial ha visto nuestra debilidad y ya la ha utilizado para derrotar a los Jaguares de Humo. Estamos acostumbrados a las batallas rápidas y decisivas. A lo largo de esta invasión hemos padecido guerras de guerrillas que no nos han permitido concentrar todas nuestras fuerzas. Ahora nos enfrentamos a esa misma táctica a una escala mucho mayor, en un planeta en el que no tenemos recursos para sostener una batalla larga.
—¡Bah! —exclamó Conal—. Podríamos ganarla mañana, y tú también lo verías si estuvieses aquí.
—Estás equivocado, Conal; y, si persistes en esa creencia, no sobrevivirás a la batalla. —Ulric se permitió una sonrisa taimada—. En cuanto a tu sugerencia de que vaya a verlo con mis propios ojos, tienes razón. He permanecido demasiado tiempo alejado de la batalla. Cuando nos enfrentemos a los ComGuardias en las montañas, yo mismo guiaré a nuestras tropas al combate. Allí, de una vez por todas, decidiremos el destino de la Esfera Interior.