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Nave de Descenso Dao, Hexare
Comunidad de Sian, Confederación de Copela
20 de abril de 3052
El Señor de la Casa, Ion Rush, se arrellanó en su silla cuando la figura embozada se sentó frente a él.
—Tiene aspecto cansado —le dijo.
Su visita rio por lo bajo.
—Siento cansancio, sí, pero eso no puede ser malo para alguien que ya ha muerto, ¿no?
Rush sonrió e incluso logró levantar la comisura de la boca, donde una cicatriz le partía la mejilla hasta el lóbulo de la oreja.
—Cuando oí que había muerto a manos del asesino enviado por Romano, no podía creerlo. Cuando recibí su mensaje, creí que era un engaño. Incluso estando frente a usted, aquí y ahora, me cuesta creer que nos hayamos embarcado en esta empresa.
—Es demasiado tarde para arrepentirse, amigo mío —dijo el visitante, y su puño enguantado golpeó el brazo de la silla—. Incluso aceptarme a bordo de su nave es traición. Su vida está en peligro y la perderá si alguno de sus hombres sospecha de mi presencia a bordo de la Dao.
—No malgaste sus pensamientos con temores de traición. La Casa de Imarra es ciegamente leal a mí y a la Casa de Liao.
—Y estamos de acuerdo en que Romano se ha convertido en una amenaza de primer orden para la continuidad de la Casa de Liao.
—Cierto. Si Hanse Davion no estuviese tan preocupado con esos invasores, habría aplastado a la Canciller por su audacia. ¡Zorra perversa! —Rush controló sus emociones e hizo un esfuerzo para aflojar los puños—. En cuanto a la amenaza a mi vida, ¿cuándo no he estado en peligro en los últimos veinte años? Como Romano se refugió detrás de un edificio que yo defendía, sobreviví a la purga que se desencadenó después de su marcha de Sian. Tuve la suerte de vencer en algunas batallas contra los invasores de Andurien y más tarde derroté a una unidad de Guardias de Marik. Por todo eso, Romano elevó la Casa de Imarra a la categoría de unidad de protección personal, pero sabemos que nuestro verdadero deber es salvaguardar el linaje de Liao, no a la mujer que está sentada en el trono.
Rush tenía cierta esperanza de que su voz no hubiera dejado traslucir su total devoción por el deber, pero la risa ronca de la persona invitada le indicó que se había expresado con total sinceridad.
—Debo pedirle que no se preocupe —dijo—. Mi cuenta pendiente es con Romano y su cónyuge. Ojo por ojo, diente por diente. Creo que mis hijos son muy capaces de cuidar de sí mismos. Sólo espero que mi intervención facilite su misión.
—Se lo agradezco —dijo el hombre de cabellos oscuros, sonriendo amablemente—. Eliminado ese obstáculo, no tendré problemas para cumplir con mi deber.
—¿Cuál es el horario?
—Saltaremos a Sian dentro de dos días; la unidad Kearny-Fuchida necesita todo ese tiempo para cargarse. Cuando lleguemos, nos dirigiremos a Sian a velocidad normal. Espero que aterricemos en el planeta alrededor del ocho de mayo. Ya he hecho todos los arreglos que usted necesitaba, de modo que podrá resolver su asunto y marcharse al cabo de una semana.
—Excelente, Rush, excelente —dijo la visita, frotándose los nudillos de la mano—. Usted tendrá el gobierno estable que desea y yo tendré lo que quiero: venganza. A Anales de la primera quincena de mayo, el destino de la Esfera Interior habrá cambiado para siempre.