Agradecimientos

AGRADECIMIENTOS

Redactar la nota de agradecimientos resulta en esta ocasión algo bastante complicado, ya que corro el riesgo de olvidarme de mencionar a más de una persona. Eso se debe a que, según iba escribiendo Los malos años, fui descubriendo que Pedro el Cruel es una figura que despierta curiosidad en personas de lo más dispares. Un interés que no podía suponer cuando comencé a elaborar la novela, que me ha dado bastante para pensar y comentar en los últimos meses, y que incluso ha provocado algún suceso curioso.

Allá a comienzos del 2007, estuve comiendo con un amigo en un restaurante de la zona de Cuatro Caminos, en Madrid. Llevaba conmigo el trabajo de Gonzalo Moya sobre don Pedro. Lo había dejado en una esquina y, según acabábamos de elegir platos, se nos acercó un hombre de una mesa contigua. Me preguntó con educación si ese libro era sobre Pedro el Cruel. Al asentir yo, me pidió permiso para echarle un vistazo. Accedí, claro, así que se lo llevó a su mesa y lo estuvo ojeando a su antojo, largo rato, antes de darme las gracias y devolvérmelo. No me dio explicaciones y yo no creí cortés preguntarle, por lo que me quedé con las ganas de saber a qué interés tan grande, que le llevaba a pedir un libro a un desconocido. A veces, el exceso de educación tiene sus desventajas.

Pero, anécdotas aparte, ese interés por don Pedro ha permitido que bastantes personas me echasen una o dos manos, prestándome libros antiguos de su biblioteca, comentándome algún dato curioso o presentándome a terceras personas que pudieran conocer lo que yo andaba buscando. Algunos de esos amigos me han pedido no figurar aquí y, por supuesto, respeto sus deseos. En cuanto a los demás, espero no dejar a nadie fuera de esta lista.

Como en anteriores novelas, debo mencionar en primer lugar a Hipólito Sanchiz, que ha empleado tiempo y esfuerzos, por simple amistad, en localizar tanto bibliografías básicas como datos concretos. En tales aspectos Fernando Prado me echó también un cable. María Jesús Sánchez me suministró material sobre don Pedro, Córdoba y Aguilar de la Frontera. Gracias a Ana María di Cesare obtuve información sobre personajes de la época que me resultó muy útil a la hora de establecer su relación con las tramas. Francisco Glicerio Conde fue tan amable de buscarme algunas precisiones sobre cuestiones muy concretas.

Manel Avrillón, experto en esgrimas antiguas, me mostró de forma práctica ciertas peculiaridades tocantes a las amias de la época, y su manejo, de lo más esclarecedoras. Luis Herrero me suministró alguna información sobre caballos; tema sobre el que lo ignoro todo.

Jose Antonio G. Villarrubia echó un vistazo a la parte tocante a Toledo, para ayudarme a evitar meteduras de pata en la ambientación.

Mi gratitud también a todos los amigos que me han acompañado en escapadas por la geografía española, a lugares donde se desarrolla la acción de la novela. En especial, José María Benito, Sara Ballesteros y José Manuel Montero Hijano.

Por último, quiero agradecer aquí a todos aquellos que han leído distintas partes del manuscrito y me han dado su opinión al respecto. Sobre todo a Joana Mata, que lleva unos cuantos libros míos leídos y comentados, cuando aún estaban en fase de escritura, y Javier Negrete. De novelas del último, también, he tomado prestada alguna palabra, como clangor, en el sentido de resonar de armas, que es una acepción que no se encuentra en el diccionario.