Dramatis Personae

DRAMATIS PERSONAE

Abarca, Martín. Hidalgo navarro. Uno de tantos aventureros que recorrían en esa época los reinos hispánicos, poniendo su espada al servicio de los nobles.

Alburquerque, Juan Alfonso de. Ricohombre de origen portugués, descendiente de reyes lusos por línea bastarda, que llegó a ser el hombre más poderoso de Castilla durante largos años. Fue el mayor valedor de la reina María de Portugal en los años duros y, según las malas lenguas, también amante suyo.

Albornoz, Alvar de. Caballero de Cuenca, primogénito de una de las familias más poderosas de la ciudad. Ocupó cargos y oficios, pese a ser hermano del cardenal Gil de Albornoz, enemigo del rey, y acabó siendo uno de los grandes paladines de Blanca de Borbón.

Alfónsez, Enrique. Uno de los diez hijos de Alfonso XI de Castilla y Leonor de Guzmán. Favorito de su madre, fue siempre el líder de sus hermanos, aunque éstos no siempre le siguieron en sus vaivenes políticos. Fue conde de Trastámara, título que apellidó a su dinastía.

Alfónsez, Fadrique. Gemelo de Enrique, al menos en lo físico, ya que quizá no tanto en el alma. Fue maestre de la orden de Santiago y, en lo político, siguió a veces la estela de su hermano y otras su propio camino, lo que no le deparó mejor fortuna.

Alfónsez, Tello. Hermano de los dos anteriores. Considerado pérfido y desleal incluso por hombres que respiraban traición, consiguió del rey don Pedro el señorío de Vizcaya; dádiva que no le hizo más leal o agradecido siquiera.

Aragón, Fernando de. Hijo de Alfonso IV de Aragón y Leonor de Castilla. Marqués de Tortosa y señor de Albarracín. No hizo en su vada otra cosa que intrigar contra el rey de Castilla, contra el de Aragón y contra cualquiera que cometiese el error de aliarse con él sin tomar las debidas precauciones.

Aragón, Juan de. Hermano del anterior. Tan turbulento y ambicioso como él, aunque vivió a su sombra y fue a menudo su comparsa, quizá por la condición de primogénito del otro.

Aragón, Leonor de. Para los aragoneses, Leonor de Castilla. Segunda esposa de Alfonso IV de Aragón. Conspiró sin descanso a favor de sus dos hijos, con el objetivo último, declarado sin ambages, de sentar a Fernando en el trono aragonés.

Aragón, Pedro IV de. Rey de Aragón apodado el Ceremonioso o el del Punyalet. Erudito, protocolario e irascible, tuvo que luchar durante toda su vida contra los enemigos más diversos —hermanastros, hijos, nobles, reyes vecinos— para afianzar el poder de la corona en sus reinos.

Ayala, Fernando de. Señor de Ayala, en tierras de Álava. Uno de los grandes puntales del rey de Castilla en sus primeros años. En ese tiempo, se enfrentó a todo un ejército de vizcaínos que trataba de defender los derechos del niño Nuño de Lara, hijo del finado Juan de Lara, señor de Vizcaya, y pacificó la comarca de las Encartaciones.

Ayala, Pedro. Hijo del anterior. Erudito, cortesano, guerrero. Como casi todos, cambiaba más de bando que de camisa. Pasó a la posteridad por sus crónicas, que son no sólo una inestimable fuente histórica, sino también una de las piedras angulares del castellano como idioma.

Barroso, Pedro. Obispo de Sigüenza, toledano de origen. Gran teólogo, en lo mundano fue uno de los eclesiásticos que tomó partido más firme por la reina Blanca, lo que le costó la prisión y el expolio de sus bienes.

Beaumont, Juan de. Navarro, otro de tantos hidalgos que hubo de deambular por los reinos españoles, buscándose el sustento con la espada, a la sombra de las banderías.

Benavent, Hug. Físico y astrólogo catalán, nacido en la colonia de Alejandría. Curioso insaciable, viajó por Asia y Europa, antes de recalar en Castilla, a tiempo de ser testigo de los grandes hechos del reinado de don Pedro.

Benavides, Juan Alfonso. Alguacil mayor de Castilla. Emparentado con los Tenorio de Sevilla, resultó uno de los oficiales más leales al rey don Pedro.

Borbón, Blanca de. Una de las seis hijas del duque de Borbón. Tras largas negociaciones matrimoniales, fue enviada a España a casarse con Pedro I de Castilla. Para su desgracia, llegó sin dote y no fue bien recibida por el rey, lo que a ella le acarreó penurias y al reino guerras.

Cabeza de Vaca, Ruy. Mayordomo mayor de Juan Alfonso de Alburquerque. Hombre de caballerosidad intachable y fidelidad de hierro, virtudes que, en ese tiempo y lugar, eran tan alabadas como poco frecuentes.

Cabrera, Bernal de. Vizconde de Cabrera. Almirante de Cataluña, fue durante muchos años uno de los consejeros más influyentes de Pedro IV de Aragón. Estadista sagaz y estratega brillante, su política le granjeó tanta admiración fuera de Aragón como gran número de enemigos en el interior.

Cañizares, Lope de. Hidalgo castellano, primero vasallo de Alfonso XI y luego oficial menor de su hijo don Pedro. Prestó a éste grandes servicios y entre sus hazañas estuvo la de infiltrarse con gran riesgo de su vida, al comienzo del reinado, en Algeciras, en poder de rebeldes, para animar a los leales al rey a actuar.

Carpentero, Pedro. Comendador mayor en Castilla de Calatrava. Sobrino del maestre de la orden, Juan de Prado, al revés que muchos de sus contemporáneos, no fue amigo de cambiar de bando ni de abandonar a los suyos, lo que no le supuso reconocimiento ni honores, ni tampoco un buen destino.

Carrillo, Juan. Caballero castellano. Fue de los que estuvieron en la heroica defensa de Tarifa, en tiempos de Alfonso XI, y era considerado un verdadero espejo de buenos caballeros. Amigo y compadre de Alfonso Coronel, se unió a él cuando ya estaba sitiado y en situación desesperada, por pura amistad.

Carrillo, Martín. Ahijado del anterior, que lo recogió cuando la peste de 1350 acabó con sus familiares cercanos. El caballero le crio como a un hijo y le educó en las habilidades y los principios que, a su juicio, debía adornar a un hombre de honor.

Carrillo, Pedro. Caballero castellano, hermano de Juan. Algo más joven y bastante más turbulento que él, fue banderizo de Enrique de Trastámara. Como su hermano, creía en el honor y la palabra dada, y en un mundo donde la traición era natural, se mantuvo junto a su señor siempre, aun en los momentos más duros.

Castilla, Alfonso XI de. Llamado el Justiciero, no por su amor a la justicia, sino porque solía ajusticiar a quien le disgustaba. Combatió a los grandes señores, a Granada y a los benimerines africanos. Apartó a su esposa e hijo legítimos para convivir don Leonor de Guzmán, con la que tuvo diez hijos. Tan tozudo como belicoso, murió de peste mientras sitiaba Gibraltar, por negarse a retirarse a tiempo.

Castilla, Pedro I de. Hijo y sucesor del anterior, apodado por unos el Cruel y por otros el Justiciero. Vivió una infancia triste, relegado por su propio padre. Heredó de éste el gusto por las artes adivinatorias y la justicia sumaria, además de la alergia hacia la legítima esposa.

Castro, Alvar de. Caballero gallego de la familia Castro. Buscó fortuna en la corte de don Pedro, por lo que vivió de lleno en las convulsiones políticas de esos años.

Castro, Fernando de. Ricohombre, cabeza de su familia, la más poderosa de Galicia durante aquel siglo. Se vio arrastrado por las luchas nobiliarias castellanas, aunque en su caso combatió más por defender el patrimonio familiar que por codicia de acrecentarlo, como ocurrió con muchos.

Castro, Juana de. Hermana de los dos anteriores. Tan bella como ambiciosa, casó primero con Diego de Haro pero, tras enviudar, no dudó en aspirar a metas mucho más altas.

Cerda, Juan de la. Ricohombre sevillano, muestra perfecta de las virtudes y defectos de los de su clase en esa época. Ilustrado y culto, fue un gran poeta, aunque ni una sola de sus composiciones nos ha llegado. Ardiente enamorado de su esposa, María Coronel, no dudó en correr grandes riesgos al apoyar al padre de ésta. Aparte, fue traicionero y tornadizo, y no dudó tampoco en cambiar de bando cuantas veces fue menester.

Coronel, Alfonso. Noble cordobés, señor de Aguilar. Para conseguir la dignidad de ricohombre, buscó el apoyo de Juan Alfonso de Alburquerque. Pero, una vez lograda, se negó a entregar a éste Burguillos, como habían pactado. Luego, el miedo a la venganza de Alburquerque le empujó a una rebelión disparatada, sin opciones de triunfar.

Gudiel, Pedro. Obispo de Segovia, toledano de nacimiento, al igual que el obispo de Sigüenza. También tomó partido decidido por doña Blanca de Borbón, pese a que llegó a su lado enviado por don Pedro, con la misión de mantenerla vigilada.

Guzmán, Leonor de. Dama sevillana, la más hermosa de su tiempo. Amante del rey Alfonso XI de Castilla, al que dio diez hijos. Al morir éste, sufrió las iras de la reina María de Portugal, aunque no por eso dejó de intrigar a favor de sus hijos. De hecho, logró casar con ardides a Enrique con Juana Manuela, lo que sirvió de argumento a la reina María para convencer a su hijo don Pedro de que debía ser ajusticiada.

Henestrosa, Juan de. Caballero castellano, tío de María de Padilla. Gracias a su sobrina, llegó a ser el principal consejero de Pedro I. Demostró sensatez política, así como un espíritu mesurado y leal al trono, por lo que fue uno de los principales puntales de don Pedro durante toda su vida.

Juan. Apodado el Muerto. Religioso ambulante de los que abundaban en la Castilla de la época. Heredero de la tradición goliarda, vitalista, juglaresco e inconformista, presumía de haber sobrevivido a la peste y andaba errante, para ahorrarse problemas con las autoridades, tanto civiles como eclesiásticas.

Leví, Samuel. Primero almojarife de Alburquerque, las recomendaciones de éste le encumbraron al oficio de tesorero mayor de Castilla. Una vez en el cargo, su lealtad siempre estuvo con don Pedro. Fue gran benefactor de la judería toledana, de donde era nativo, a la que incluso donó una sinagoga hermosísima de fachada ornada con las armas de Castilla y León, así como alabanzas al rey.

Lucio, Gonzalo de. Amigo y mano derecha de Juan de Henestrosa. Se mantuvo siempre a su lado y ocupó cargos de confianza con don Pedro.

Osorio, Alvar. Hidalgo leonés, amigo de meterse en líos, mitad por espíritu aventurero, mitad por temple caballeresco.

Padilla, Diego de. Hermano de María de Padilla. Ambicioso y sin escrúpulos, obtuvo numerosos oficios mayores en Castilla, a la sombra de su hermana, y llegó a convertirse en maestre de Calatrava, pese a la hostilidad de no pocos caballeros de la orden.

Padilla, María de. El gran amor de don Pedro I. Éste la encontró en Asturias, en la casa de la esposa de Alburquerque, en cuyo séquito estaba, cuando iba a sofocar una de las revueltas de sus hermanos. Y ya nunca quiso alejarse de ella.

Palomeque, Tel. Caballero bueno toledano. Enviado por el rey a vigilar a su esposa doña Blanca, fue otro de los que, ganado para la causa de ésta, se rebeló junto con sus hermanos en defensa de sus derechos.

Portugal, María de. Esposa de Alfonso XI de Castilla. Vivió apartada de su esposo, por lo que se rodeó de portugueses fieles, consagrada a su único hijo Pedro, en espera de que éste subiese al trono. En realidad, quiso gobernar a través de él y tal actitud fue una de las causas últimas de los conflictos que acabaron desgarrando al reino.

Prado, Juan de. Maestre de la Orden de Calatrava. Fue el amigo más fiel de Juan Alfonso de Alburquerque, aunque mucho más directo y menos taimado que él, lo que sólo le sirvió para cosechar mayores disgustos.

Saldaña, Leonor de. Dama castellana, esposa de Alfonso López de Haro. La reina madre, María de Portugal, la eligió para aya de Blanca de Borbón y ya se mantuvo siempre en su bando, incitando incluso a sus parientes a tomar las armas por su causa.

Sicilia, Leonor de. Noble siciliana, de origen aragonés. Se convirtió en la tercera esposa de Pedro IV de Aragón, al morir la anterior víctima de la peste. Albergaba gran odio contra Bernal de Cabrera e hizo cuanto estuvo en su mano por perjudicarle.

Tenorio, Juan. Noble sevillano, de una de las grandes familias sevillanas de la época, hijo del gran almirante Alfonso Jufre Tenorio. Perteneció al círculo más íntimo de los Padilla y llegó a ocupar varios oficios mayores en la casa de don Pedro I.

Tenorio, Alfonso Jufre. Hermano del anterior, que recibió el mismo nombre que su padre. Fue alguacil mayor de Toledo y, aunque en un principio era fiel al rey, la mala suerte y no la ambición le llevaron a cambiar de bando.

Tello, Martín Alfonso. Caballero portugués del séquito de doña María de Portugal. Era uno de sus hombres de confianza y también, según las malas lenguas, uno de los supuestos amantes de la dama.

Villagera, Juan de. Hermano bastardo de María de Padilla, muy vinculado al clan familiar. Gozó de la confianza del rey, que le situó como maestre de Santiago, para asegurar la fidelidad al trono de esa orden militar, la más fuerte de todas.

Zeballos, Diego de. Caballero castellano, valeroso y capaz de grandes empresas, sirvió con diligencia al rey don Pedro, cosa que tuvo poco en cuenta. Pariente de don Juan de Henestrosa, acabó siendo maestre de Alcántara, si bien de forma más bien efímera.