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Un recuerdo de Yasunari Kawabata
El gran escritor japonés, premio Nobel de Literatura en 1968, poseía más que nadie el sentido de la belleza. Buscó sin tregua la sensualidad. Era para él el refugio permanente de una vida iniciada en el drama. Su padre murió de tuberculosis cuando tenía dos años, y su madre sufrió la misma suerte un año después. Huérfano a los tres años, Kawabata fue separado de su hermana, a la que nunca volvió a ver pues ella también murió muy joven. Lo criaron sus abuelos, pero la hecatombe no había terminado: su abuela no tardó en morir también. Así, los primeros recuerdos de Kawabata fueron los de una relación solitaria con su abuelo. Vivieron ocho años juntos. Cuando tuvo edad para comprender la tragedia familiar, su abuelo le dijo: «La muerte nos ha golpeado, y ello nos obliga a amar». Cuarenta y cinco años más tarde recordaría aún esta máxima, y esto es lo que contestó a una periodista danesa que le preguntaba por la obsesión por la muerte en su obra: «La muerte obliga a amar».