Notas

[1] Años más tarde, le pidió a su mujer: «¿Puedes volver a hacer esa mayonesa tuya?» Ella le contestó: «Ya no recuerdo la receta». Mi abuelo, que no aceptaba esa respuesta pues veía en ella mucho más que el olvido de un ingrediente, veía en ella el final de una época, algo trágicamente pasado, hostigó a su mujer para que reprodujera la famosa mayonesa. Pasó horas en la cocina con ella, catando el resultado de cada intento, enfadándose por el más mínimo rastro de pulpa de limón. En vano, no hubo manera de recuperar esa extraña forma de paraíso perdido.<<

[2] Ya encontraré la manera de contar más tarde la continuación de esta historia. Cómo quiso el azar que volvieran a verse unos meses después. Y, sobre todo: cómo se pusieron de acuerdo en el extraño proyecto de pasar la vida juntos.<<

[3] Por si alguien no la había visto todavía.<<

[4] Escribo tres puntos suspensivos pero no es para indicar un silencio; el hombre abrió la boca, y de verdad pareció como si de ella salieran tres puntitos.<<

[5] Siempre se habla de la rutina de los viajeros del metro, cuando, en cuestión de rutina, nada iguala al metro en sí.<<

[6] Ya que estoy, me detengo en una cuestión que me obsesiona: ¿por qué no se recuerda la infancia? Ya sé que entonces el cerebro aún no está formado del todo, y hay muchas explicaciones fisiológicas para este fenómeno. Pero me resisto a creer que se trate simplemente de algo gratuito: tiene que haber una razón. La infancia es a menudo el terreno de los placeres primarios, es para muchos el paraíso de las alegrías sencillas y fáciles de satisfacer. Seguramente entrañaría cierto riesgo recordar todo ello. Creo yo que uno nunca podría hacerse adulto si viviera obsesionado por la conciencia de esa felicidad. Viviría constantemente sumido en una nostalgia beatífica del todo paralizadora.<<

[7] Si se hubieran saltado páginas al leer este libro, lo cual me afligiría mucho, siempre pueden volver a los capítulos 8 y 10 para refrescarse la memoria.<<

[8] Evito comentar la senilidad de mis dos grandes pasiones: la sopa y Suiza.<<

[9] Me he informado sobre ese hospital, quizá con la idea de ir a visitarlo. Llevaba el nombre de Gama, en homenaje a Jean-Pierre Gama (cirujano militar, 1772-1861). En la década de 1950, el hospital pasó a ser un centro de formación para enfermeros militares. Quince años más tarde, fue transformado en almacén del ejército. El edificio está desafectado desde 1982. Pronto lo derribarán. Ese lugar ya no es nada.<<

[10] Lo cual no siempre era fácil, porque los precios estaban en francos. Sólo por ese detalle me di cuenta de lo antigua que debía de ser esa guía. Pero bueno, me dije que Roma tampoco habría cambiado tanto. Roma es una ciudad inmóvil en el tiempo, siglo tras siglo.<<

[11] Cuando tienes algo en la punta de la lengua significa que no lo recuerdas.<<

[12] El diálogo que sigue no es lo que más me gusta de nuestra relación, pero bueno, opto aquí por una forma de realismo no exenta de riesgos.<<

[13] Pensándolo bien, este diálogo me parece muy conmovedor.<<

[14] Este paseo es uno de los diez mejores momentos de mi vida.<<

[15] Al releer esto, me digo que Louise fue una estrella (la tercera estrella), y luego un eclipse. Su feminidad tiende a la progresión cósmica.<<

[16] Había dejado de ir al cineclub. Se había confesado a sí mismo que su súbita pasión por el cine no era sino un intento por satisfacer el deseo de mi madre. Un intento como otro cualquiera de llenar su existencia, para poner coto a los reproches de su esposa sobre su letargo. Tras el divorcio, no tardó en reconocer que no servía de nada seguir con eso. Reconoció también que el cine le traía sin cuidado por completo. Y, además, sí, ahora ya podía decirlo a las claras: no había entendido ni papa de La aventura.<<

[17] Literalmente, bateau-mouche significa barco-mosca. (N. de la t.)<<