Capítulo 50

¿La biblia es una buena guía moral?

La palabra «moral» no aparece en ningún lugar de la biblia. Tampoco «moralidad», «ética» ni «ético». Preguntar si la biblia es una buena guía moral es plantear una pregunta que se origina fuera de la biblia.

Esto no significa que la biblia no tenga nada que decir sobre el comportamiento. La frase «hacer el bien» aparece a lo largo de las escrituras, pero suele ir seguida de «a los ojos del Señor». Hacer el bien «a los propios ojos» se considera maligno. Hay unos pocos pasajes que hablan sobre hacer lo recto o bueno sin una conexión explícita a la deidad, pero tomados en el contexto completo de las escrituras, todo comportamiento que los cristianos consideran bueno se mide según la «rectitud» de Dios, no contra principios morales o éticos de la humanidad. Proverbios 16:25 dice: «Hay camino que parece derecho al hombre, mas su salida son caminos de muerte».

Irónicamente, el primer lugar donde se usa la frase «hacer lo que es justo» es cuando Abraham cuestiona la moralidad de Dios. Abraham discute con Dios, y logra que cambie de idea sobre masacrar a las víctimas inocentes de Sodoma: «Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?» (Génesis 18:25). Dios cambió de idea sobre el número mínimo de buenas personas necesarias para impedir la matanza, pero siguió adelante y asesinó de todas formas a todos los habitantes de Sodoma, incluso a todos los «deshonestos» niños, bebés y fetos. Parece que Abraham era más moral que su dios, una cuestión para examinar más adelante, pero su pregunta es bastante válida: «El juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?». Si la base de la moralidad descansa en una única entidad, ¿qué hace responsable a esa entidad? ¿Qué hace moral a Dios?

Los verdaderos cristianos no deberían preguntar si la biblia es moral o si Dios es moral. Si Dios es la fuente de la moralidad, preguntar si Dios es moral es como preguntar si la bondad es buena. Preguntar en serio si Dios o la biblia son morales (con una posible respuesta negativa) es asumir que «moral» significa algo separado de Dios, y que ya sabemos lo que significa independientemente de la biblia. Si la palabra «moral» tiene significado por sí misma, bien y mal se pueden entender al margen de Dios, y juzgar la moralidad de Dios lo pone bajo la jurisdicción de un nivel superior de crítica. Esto es cierto incluso si el juicio es favorable. Para el creyente, cuestionar la moralidad de Dios es una blasfemia. Implica que se puede juzgar al «juez supremo».

Pero, por supuesto, «¿es Dios moral?» es una pregunta perfectamente legítima. No sólo tiene sentido para los librepensadores, que están fuera del círculo religioso y por tanto no se les exige que lo reduzcan a una simple tautología ontológica que describa la perfección de la deidad, sino que ha de tener cierto sentido para los cristianos, si son honrados, para ser capaces de adorar. ¿Puede uno adorar a alguien que no se ha ganado el respeto? Al afirmar los cristianos que «Dios es bueno», ¿no lo están juzgando? ¿No les parece que el carácter de Dios merece alabanza y adoración? ¿O simplemente le prestan obediencia ciega a cualquier cosa que sea omnipotente? (Podría «respetar» la fuerza de un huracán, pero no lo tildaría de bueno, ni lo adoraría). La mayoría de nosotros no considera que alabar al poder en sí mismo sea una cualidad moral admirable, así que si los creyentes consideran bueno a Dios, debe ser porque han juzgado que es moralmente digno de respeto. No puedes alabar lo que no admiras.

La pregunta viene a ser algo así como una trampa para los creyentes. Si se les presiona tendrán que desistir de juzgar a Dios, y tendrán que admitir que Dios es moral por mera definición. En realidad no importa cómo actúe Dios: Dios es bueno porque él dijo que es bueno, y deberíamos adorarlo no porque se haya ganado nuestra admiración, sino porque lo ha exigido. La moralidad no es una cuestión con la que deban bregar las mentes humanas, insisten los creyentes; es algo que debería determinar la mente perfecta, omnisciente y omnipotente de Dios.

Durante mi lucha para liberarme del cascarón del cristianismo, la cuestión más difícil con la que forcejeé fue la idea del relativismo. Solía predicar que el relativismo lleva al caos: sin absolutos, «todo vale». Como barcos sin timón, o máquinas sin manual de instrucciones, los seres humanos sin absolutos simplemente vagabundean por la vida, mal que bien, probando esto y aquello, si saber nunca qué está bien o mal. Da para un buen sermón.

Los cristianos creen que la base de la moralidad debe ser algo absoluto. Este cimiento sólido como una roca debe buscar su raíz fuera de la humanidad, afirman, dándonos una referencia externa y objetiva contra la que se pueda medir el comportamiento humano. Sin este «código cósmico» para la vida, todos elegiríamos o fabricaríamos nuestra ética individual relativa a nuestros deseos, caprichos y necesidades personales. Una moralidad «dirigida desde dentro», insisten, conduce al relativismo, o sea, al pecado.

Además, los creyentes sostienen que sin un código externo absoluto, no hay imperativo ético. ¿Por qué ser bueno si no hay castigo, ni recompensa, ni oficial de policía omnisciente que haga cumplir las reglas? Creen que si no hay dios, no hay responsabilidad. Como la naturaleza humana, insisten, es intrínsecamente corrupta (mire la historia, o los titulares actuales), la tendencia será hacia la destrucción y el mal si so se corrige con leyes estrictas y una aplicación absoluta. El miedo al castigo y la pérdida de la aprobación divina proporcionan el necesario imperativo moral.

Tengo que confesar que solía encontrar esta lógica persuasiva y difícil de destrabar. Durante más o menos un año después de rechazar la religión me sentí incómodo batiendo mis propias alas. Me llevó un tiempo acostumbrarme a la idea de que puedo trazar mi propio rumbo moral a través de la vida, que debo trazar mi propio rumbo moral por la vida. Aunque no hay una guía universal definitiva, tengo una mente, de la que me di cuenta de que es el único timón que jamás tendré o necesitaré. Por usar una metáfora más, me sentía como si me estuvieran juzgando, y justo en mitad de la vista hubiera muerto mi abogado y me hubiera quedado representándome a mí mismo ante el banquillo del jurado, ¡hasta que levanté la vista y vi que el banquillo estaba vacío! ¡Yo era el demandante, el defensor, el fiscal y el juez! La responsabilidad fue casi suficiente para llevarme de vuelta a mi celda, de vuelta al cascarón de los absolutos.

Por otra parte, no me llevó mucho tiempo descubrir que la moralidad no encierra gran misterio. Aunque pueden surgir unos pocos dilemas éticos extremos en la vida de uno, la moralidad básica del día a día es una simple cuestión de amabilidad, respeto y razón: no causes daño deliberadamente. Una vez me desprendí del marco mental religioso-psicológico, me di cuenta de que la «pelea» cristiana con la moralidad es pretenciosa. Me di cuenta de que el relativismo es todo lo que tenemos. Los valores humanos no son absolutos, son relativos a las necesidades humanas. La respuesta humanista a la moralidad, si se entiende correctamente la cuestión, es que la base de los valores yace en la naturaleza. Como somos parte de la naturaleza, y como no hay nada «más allá» de la naturaleza, es necesario asignar valor a las acciones en el contexto de la propia naturaleza. Como todos nacemos y nos criamos en la naturaleza, la mayoría de nosotros hacemos esto a diario, de hecho, sin mucha reflexión ni angustia.

Veamos un ejemplo simplificado de cómo la naturaleza nos proporciona la base para los valores: resulta que los cuerpos humanos necesitan agua para sobrevivir. Como la mayoría de los humanos quiere sobrevivir, puede considerarse inmoral impedir el acceso al agua. No hay nada cósmicamente «bueno» en el agua, ni cósmicamente «malo» en su carencia. Todo es relativo a las necesidades humanas naturales, y si hubiéramos evolucionado para necesitar arsénico, ofrecer arsénico se agradecería, mientras que servir agua podría ser un crimen. Quejarse de que «agua frente a arsénico» es irrelevante porque trata nombres en lugar de verbos, que en su lugar deberíamos estar discutiendo la moralidad relativa de «impedir frente a no impedir» sería no haberse enterado de nada. Todo el asunto de la moralidad implica preferir acciones que sean buenas. Esto es así por definición. No importa lo elaborados que se hagan los argumentos filosóficos, las decisiones morales en el mundo del día a día siguen reduciéndose a evaluar el valor de las cosas como el agua y el arsénico, cosas naturales, y sus efectos sobre otras cosas naturales, como nuestros cuerpos.

Como «valor» es un concepto de valía relativa, y los conceptos, hasta donde sabemos, sólo existen en los cerebros, que son cosas materiales, carece de significado e incluso es peligroso hablar de absolutos morales cósmicos. La evaluación de los valores exige el uso de la razón. En otras palabras, la moralidad viene de dentro de la humanidad. Si la vida inteligente no hubiera aparecido en este planeta, la moralidad no existiría.

La moralidad está en la mente, y la razón está en la mente. No importa dónde busque uno la moralidad, todo viene a dar a la mente. A esos creyentes que desconfían de la mente humana se les sigue exigiendo volverse hacia algún tipo de mente en busca de guía, sea la mente de un dios, un profeta, un predicador o un papa. Si existe un dios, sus decretos morales se originarían en su mente. Uso la palabra «mente» libremente, como una función del cerebro, o del cuerpo, igual que la digestión es una función del estómago o la circulación una función del corazón. Con ello no acepto que la mente/cerebro natural de un humano sea de ningún modo comparable a la mente intangible y «espiritual» de una deidad —signifique esto lo que signifique— que los creyentes imaginan que existe en algún lugar al margen de la naturaleza.

¿Por qué la mente de una deidad iba a ser más capaz de juzgar las acciones humanas que los propios humanos? ¿Dios ha tenido sed alguna vez? La mente humana y las acciones humanas son parte del mundo natural; la mente de un dios no. Las mentes humanas interactúan unas con otras en el mundo real. Un humano siente dolor físico. La mente humana puede sentir pena, dolor, arrepentimiento, vergüenza; la mente de una deidad perfecta no. ¿Un dios puede derramar una lágrima, oler una flor o abrazar a un niño? ¿Suda un dios después de un día de duro trabajo bajo un sol ardiente, o tirita mientras camina penosamente a través de una ventisca? ¿Qué mente está en mejor posición para hacer juicios sobre las acciones y sentimientos humanos? ¿Qué mente tiene más credibilidad? ¿Cuál tiene más experiencia con el mundo real? ¿Qué mente tiene más derecho?

Aquellos cristianos que puedan argumentar que Jesús se hizo humano justamente con esa intención, que la «Palabra se hizo carne» para dar a la deidad sobrenatural la oportunidad de vincularse con el sufrimiento humano, olvidan que los Diez Mandamientos se escribieron mucho antes del siglo primero. El Hombre de Galilea dijo: «No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir. Porque de cierto os digo, que hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni un tilde perecerá de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas» (Mateo 5:17-18). La Ley, según la biblia, se originó en la mente de Dios mucho antes de que metiera su pata en nuestro mundo.

En cualquier caso, ¿cómo se pueden comparar los sufrimientos temporales de Jesús con los sufrimientos de toda la raza humana? ¿Alguna vez sufrió Jesús el dolor del parto? Los miles de millones de mujeres que pasan por el trance son mucho más dadoras de vida, mucho más transmisoras de valores que unas horas de sangrado autoimpuesto en una cruz. La breve vida de Jesús difícilmente puede compararse con los sufrimientos de los valientes herejes que han sido perseguidos por criticar el cristianismo, o con la agonía de las «brujas» que fueron quemadas, ahogadas y ahorcadas por los creyentes en la biblia, o con el trabajo duro, el sacrificio y la disciplina de las personas inteligentes que han dedicado su vida a la ciencia y la medicina. Sólo porque Jesús fuera supuestamente un «Poder Superior» su presunto sufrimiento no es mayor que el de usted o el mío.

¿Por qué presuponen los creyentes que un poder superior es necesariamente un poder más moral? ¿Cómo saben que no es al contrario? Si mira a la naturaleza, descubrirá que en el reino de las plantas hay muy pocos crímenes. (Exceptuando las zarzas). ¿Cuando un águila mata a un ratón campestre es una felonía? La inmoralidad, el crimen, la maldad y la crueldad pertenecen a las formas de vida superior. Los chimpancés y otros primates a veces muestran comportamientos que parecen maliciosos, pero son formas superiores de vida animal. Si hay un «Poder Superior», ¿no deberíamos sospechar más aún de sus motivos y acciones? Quizás podríamos beneficiarnos de reverenciar a los «Poderes Inferiores» del universo, y mejoraríamos la moralidad si volviésemos a ponernos en contacto con el hecho de que somos animales que viven en un entorno natural, y que somos de verdad parte de la naturaleza, no algo separado y por encima de ella.

El judaísmo, el cristianismo y el islam, las religiones «reveladas» que directa o indirectamente comparten la ley judía, pretenden encontrar su respuesta a la moralidad en un libro sagrado que se origina en una mente que existe fuera del mundo material. Su forma de ser morales se explica fácilmente: obedecer las Escrituras.

Dejando a un lado si el humanismo u otro sistema ético naturalista tiene éxito, o es al menos posible, y sin tener en cuenta si de verdad necesitamos un código moral externo, todavía se puede plantear la pregunta sobre la idoneidad de cualquier solución religiosa particular. ¿Es la biblia un buen libro? ¿Es la biblia una guía aceptable para un comportamiento moral?

La biblia está de verdad llena de mandamientos muy específicos sobre cómo vivir. Echemos un vistazo a uno de ellos. El Cuarto Mandamiento dice: «Acordarte has del día del reposo, para santificarlo». Es uno de los Diez Grandes, así que no se puede dejar de hacerle caso. Tomado tal cual parece bastante directo, pero ¿qué significa exactamente? ¿Cómo «te acuerdas» del sabat y qué pasa si te olvidas? En el libro de los Números el «Señor» da un ejemplo específico de cómo se aplica la ley del sabat, pero antes explica que hay una diferencia entre pecar deliberadamente y pecar accidentalmente, comparable a la idea moderna de la «intención». Aunque esto da lugar a grados variables en la sentencia, no mitiga el propio crimen. Un pecado sigue siendo un pecado:

«Y si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año por expiación… Mas la persona que hiciere algo [un pecado] con altiva mano, así el natural como el extranjero, a Jehová injurió; y la tal persona será cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la palabra de Jehová, y dio por nulo su mandamiento, enteramente será cortada la tal persona: su iniquidad será sobre ella.» (Números 15:27,30-31).

Duras palabras. Hay pecado accidental y pecado deliberado, aunque parece que el primero tan apenas debería contar como «pecado». En cualquier caso, el pasaje que sigue inmediatamente a esta aclaración muestra lo que le ocurre a una persona que rompe deliberadamente la ley del sabat:

«Y estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron un hombre que recogía leña en día de sábado. Y los que le hallaron recogiendo leña trajéronle a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación: Y pusiéronlo en la cárcel, porque no estaba declarado qué le habían de hacer. Y Jehová dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo con piedras toda la congregación fuera del campo. Entonces lo sacó la congregación fuera del campo, y apedreáronlo con piedras, y murió; como Jehová mandó á Moisés». (Números 15:32-36).

Está claro: no recoja leña el sábado. Si usted recoge leña, los seguidores de Dios recogerán piedras. ¿Esto es una buena guía para la moralidad? Cuando era niño, mi familia pasaba cada año unas semanas acampando en las montañas de California, y los niños solíamos hacer el trabajo de recoger leña fina para prender la fogata. Muchas veces eso sucedía en el fin de semana. ¿Es que mis padres renacidos no leían la biblia? Quizás mi pecado era de «ignorancia». ¿Dónde encontraré una cabra?

Algunos creyentes sostienen que estas leyes primitivas del Antiguo Testamento ya no son relevantes y las sustituyó Jesús; ¡esa es la cuestión! Si usan un argumento así, admiten que al menos parte de la biblia no es aceptable para la sociedad de hoy. ¿Cuántos de nosotros nos paramos a pensar qué día de la semana es antes de recoger leña? Como quiera que lo interprete, el decimoquinto capítulo de los Números sigue estando en la biblia, y no vemos ninguna condena de semejante barbaridad, ninguna protesta, ninguna denuncia por parte de los cristianos de estas prácticas vergonzantes en el Buen Libro. No vemos páginas arrancadas de las biblias con indignación. ¿Qué pasaría si un ayatolá ordenase la ejecución de una persona que recogiese leña en un día sagrado islámico? ¿Qué pensaríamos de semejante arrogancia sedienta de sangre?

Al tratar con estas cuestiones escriturales tan espinosas como la pena capital por recoger leña el sábado (el sabat judío) o el domingo (el «sabat» cristiano), algunos cristianos liberales estarán de acuerdo en que ciertas partes de la biblia están pasadas de moda. El texto no debería tomarse literalmente, afirman; en lugar de eso deberíamos buscar la «lección espiritual» que subyace al ejemplo específico. Eso sería como decir «te voy a enseñar una lección sobre la obediencia contándote que maté a alguien. No importa si ocurrió de verdad. No te preocupes por la violencia o la vida de esa persona, porque te quiero y quiero que sepas lo recto que soy». Hay un subconjunto de fundamentalistas, llamados dispensacionalistas, que aseguran que las normas del Antiguo Testamento sólo estaban en vigor durante ese periodo de la historia, y que ahora tenemos normas diferentes porque el plan de Dios se desarrolla en etapas, o dispensaciones. (Aunque Jesús dijo que vino para conservar la ley del Antiguo Testamento). Otros cristianos evangélicos afirmarán que eran necesarias medidas más duras durante la turbulenta infancia de una religión judía asediada, y que ahora que el cristianismo está en escena ya no se necesitan esas tácticas. (Aunque siguen predicando que el mundo está más corrompido que nunca y que las fuerzas del mal continúan atacando a los creyentes). Todos estos argumentos, como mínimo, admiten que hay al menos ciertas partes de la biblia actual que ya no son relevantes para el comportamiento humano. Todos nosotros, creyentes y no creyentes por igual, da igual cómo lo razonemos, tenemos que estar de acuerdo en que la biblia puede ser simple y llanamente brutal.

Apologice, teologice, desmitifique y racionalice tanto como quiera. Esas escrituras bárbaras se siguen vendiendo en las librerías. Muchos tribunales usan la biblia como el estándar de la veracidad, y los presidentes colocan su mano sobre ella durante la toma de posesión, una práctica, por cierto, no ordenada por la Constitución. Pero cualquier versión de la biblia que contenga decretos bárbaros no puede ser totalmente digerible para el mundo moderno. Quizás se podría argumentar que algunas partes están bien, pero la biblia como un todo es innegablemente defectuosa.

Muchas veces los creyentes nos acusan a los escépticos de pasar por alto lo bueno para elegir sólo las partes malas de la biblia. ¿Por qué no nos unimos a ellos para resaltar lo que es bueno y bello de la biblia? Eso podría parecer una pregunta razonable hasta que le damos la vuelta y les preguntamos por qué no se unen ellos a nosotros para denunciar las partes feas. Primero quitemos todas las malas hierbas y veamos qué queda en el jardín. Podría sorprenderles enterarse de que queda poquísimo que valga la pena admirar. Incluso si hay unas pocas flores preciosas, ¿diría que un jardín repleto de malas hierbas es bonito?

Quienes pueden leer la biblia objetivamente, quienes no están disminuidos por la exigencia de que debe ser adorada o respetada, se dan cuenta de que hay problemas al usar la biblia como guía para el comportamiento: 1) La biblia argumenta desde la autoridad, no desde la razón, afirmando que «la fuerza da la razón», que la ley del más fuerte es válida. 2) En ningún lugar de la biblia se dice que todos los seres humanos posean un derecho inherente a ser tratados con respeto y justicia. Los humanos no importan tanto como Dios. 3) Los modelos bíblicos, especialmente Jehová y Jesús, son muy malos ejemplos, que normalmente no siguen sus propias enseñanzas buenas (por pocas que sean), y cumplen implacablemente sus propias enseñanzas tiránicas. 4) Muchos preceptos morales de la biblia son malos, hasta peligrosos. 5) Examinándolos con cuidado, la mayoría de las enseñanzas «positivas» carecen de inspiración y son inadecuadas.

La autora Ruth Green dice que la biblia es «un cajón de sastre moral». Muchos picotean entre sus páginas, la mayoría no la tiene en cuenta, y los pocos que la usan como una guía para el comportamiento lo hacen por razones religiosas más que morales. Aquellos creyentes que de verdad son buenas personas y que dan el crédito a la biblia por sus estándares están asignando el mérito a quien no lo tiene. Los cristianos, en definitiva, no tienen la exclusiva de la moralidad. En promedio no son más morales que los no creyentes. Algunos pueden argumentar que son menos morales. Esos pocos ejemplos rutilantes de la comunidad cristiana no brillan más que los no creyentes comprometidos. Pero después de toda su cháchara sobre la necesidad de una guía moral, no pueden sustanciar la afirmación de que la biblia es una buena guía para el comportamiento moderno.

La ley del más fuerte

«Mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: El Señor juzgará su pueblo». (Hebreos 10:30-31).

«No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. Mas os enseñaré a quién temáis: temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en la Gehenna: así os digo: a este temed». (Jesús, Lucas 12:4-5).

«El principio de la sabiduría es el temor de Jehová». (Salomón, Proverbios 1:7).

Cuando alguien le dice que haga algo, resulta natural preguntar «¿Por qué?». ¿Por qué recordar el sabat? La biblia nos dice que deberíamos recordar el sabat para «tenerlo sagrado». La palabra «sagrado» significa «separado» o «limpio», y no tiene nada que ver con «bueno» ni «correcto». En otras palabras, este mandamiento no trata de ética; trata de la superioridad de Dios. Cuando los creyentes dicen que algo es «malo», dicen que es malo porque una deidad «sagrada» ha decretado que es malo, no porque haya una buena razón. El niño pregunta: «papi, ¿por qué no puedo hacer esto?», ypapá responde: «¡porque lo digo yo!». Si se viola el mandamiento, se convierte en un crimen de desobediencia. No se debe ofender a la figura de autoridad.

El humanista, por otra parte, busca alguna razón o principio independiente de la autoridad. El niño pregunta «¿por qué no puedo hacer esto?», y papá o mamá responden «si lo haces, te harás daño. Te quiero y no quiero que te hagas daño». O los padres dicen «si lo haces, alguien se hará daño». El crimen es contra la humanidad, no contra papá. Una deidad puede dar razones para sus decretos, pero deben ser irrelevantes. Si Dios da razones, está apelando a un tribunal ajeno a él. Un tribunal al que también podríamos apelar nosotros directamente, esquivando su autoridad. Si Dios necesita razones, no es Dios.

Para el teísta, el castigo lo administra el papi ofendido. Quienquiera que «ofenda al Señor» será castigado. Sin embargo, para el humanista las consecuencias, no el castigo, suceden como un efecto natural del propio comportamiento. Esto no significa que un padre humanista vaya a permitir a un niño salir corriendo a una calle atestada; significa que la base moral para la restricción se encuentra en el tráfico, no en la «Palabra de Papi». El hijo del humanista que desobedece y sale corriendo a la calle no está cometiendo un «pecado» al ofender el ego o la «santidad» de los padres. El mal de la situación existe en el potencial de resultar atropellado por un vehículo en movimiento, en otras palabras, existe en la naturaleza.

Si hay algo peligroso en recoger leña el sábado o el domingo, la humanidad ya debería saberlo. Como todos estamos de acuerdo en que una acción así es en sí misma inocua, cualquiera que ejecute a una persona por cometer tal «crimen» es una persona inmoral. Incluso si hubiera algo malo en recoger leña, no es tan terriblemente maligno que lo haga merecedor de la pena capital. No enviamos a los peatones imprudentes a la cámara de gas ni ahorcamos a los niños que roban galletas.

¡A no ser! A no ser que argumente usted desde la autoridad, y la figura autoritaria decrete, sin ninguna razón en particular, que una acción así Le ofende. Las personas que creen que viven bajo la bota de un señor tan vano y mezquino no se guían por la ética; se guían por el miedo. Resulta que la biblia no es un código moral, sino un látigo.

Mejor que plantear a los creyentes la pregunta (para ellos) tonta de «¿es Dios moral?», tendría más sentido preguntarles «¿qué debería decir la biblia para que fuera inmoral?». Si la biblia ordenase matar, ¿sería inmoral? ¿Si incitase a la violación? ¿Y si ordenase el robo, la mentira o el adulterio? ¿Qué pasaría si sus personajes principales insultasen, amenazasen y actuasen irracionalmente? ¿Entonces sería inmoral? (La biblia hace todo esto y más). Exactamente, ¿cómo de mala tendría que hacerse la biblia antes de descartarla? ¿Alguna vez los cristianos se atreverán a responder estas preguntas?

Un pensamiento así es contrario a la agenda cristiana de fe en las escrituras y lealtad a Jesús. La naturaleza de la creencia es no examinar críticamente el objeto de esa creencia. La mayoría de los creyentes tienen metido en la cabeza a machamartillo, domingo tras domingo, que la biblia es un «Buen Libro». Les enseñan que pensar por uno mismo es, si no completamente maligno, al menos lamentablemente inadecuado. Proverbios 3:5 dice: «Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no estribes en tu prudencia». 2 Corintios 10:5 dice: «[llevando] cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» R-V 95). Esto es, por supuesto, un argumento circular. No pongas en cuestión la biblia. ¿Por qué? Porque lo dice la biblia.

Pocos cristianos se preguntan si la biblia es moralmente aceptable. (Si lo hacen, se les tilda de «liberales»). Ese cuestionamiento resulta herético para la mayoría de los creyentes. Tanto si usted asume o juzga que la biblia es moralmente aceptable como si no, la pregunta importante para los creyentes es si acepta usted su autoridad. En sus mentes, la autoridad es lo mismo que la moralidad. Dios es soberano.

«Haz esto porque lo digo yo» es el tipo de cosas que se le dice a un niño pequeño. Un niño de pañal puede no ser lo bastante maduro para seguir una línea de razonamiento, así que los padres pueden tener que ejercer la autoridad para prohibir algo peligroso. Pero la «autoridad» en este caso no es lo que determina realmente lo que está bien o mal; es simplemente un ejercicio de restricciones mínimas necesarias para imponer unas líneas maestras protectoras y racionales hasta que el niño sea lo bastante mayor para razonar independientemente. El padre que trata a un niño de pañal de esa manera, enfatizando temporalmente la autoridad sobre lo racional, debería seguir siendo capaz de explicar a otro adulto por qué la acción del niño sería peligrosa o indeseable. El niño, en los años posteriores, debería ser capaz de obtener una explicación razonable por parte del padre. Si no, el padre es un tirano mezquino.

Además de ser pueril, el argumento de la moralidad-como-autoridad es peligroso. La gente que no cuestiona la autoridad se convierte en presa fácil para los dictadores. Los líderes de sectas pueden manipular a los seguidores que les prestan obediencia ciega. Muchos de los novecientos seguidores del Rev. Jim Jones bebieron el ponche venenoso, sabiendo lo que pasaba, porque estaban convencidos de que era el nuevo Dios. Los nazis llevaban «Dios con nosotros» en sus cinturones, convencidos de que Hitler estaba haciendo el trabajo de Jesús al exterminar a los judíos, como afirmaba en uno de sus discursos. Ciertos fanáticos cristianos, como los de la Ciencia Cristiana, los pentecostales y otros fundamentalistas, permiten que sus niños mueran de enfermedades tratables porque su iglesia les dice que esquivar el plan natural de Dios es un pecado, o que Jesús curará «todo tipo de enfermedades».

Otra pregunta para quienes piensan que la autoridad de Dios es la base de la moralidad: si dios le dijera que matase a alguien, ¿lo haría usted? Algunos cristianos responderán inmediatamente «Sí», argumentando que algunas muertes están justificadas (pena de muerte, guerra, defensa propia), o que el «dador de vida» tiene simplemente el derecho de quitar la vida.

Luego pruebe esta pregunta con un creyente hombre: si Dios le dijera que viole a alguien, ¿lo haría? Algunos cristianos, ignorantes de los mandamientos bíblicos de violar, podrían responder «Dios nunca me pediría que hiciera eso», pero eso sólo evita la pregunta. Si Dios es la fuente de toda moralidad, y si Dios le pidiera que hiciese algo que usted considerase inmoral, ¿importaría lo que usted pensara? Según la biblia, debemos simplemente obedecer a Dios, incluso cuando nos es difícil. A Abraham le resultó difícil obedecer la orden de Dios de matar a su hijo Isaac, pero estaba preparado para hacerlo, ¡y su obediencia se consideró digna de elogio! A Jephté le fue difícil asesinar a su hija, pero estaba obligado por un voto a Dios a pasar por ello, y lo hizo, sin ser condenado. Estos dos hombres, si fueran verdaderamente morales, habrían desafiado a Dios, sin tener en cuenta las consecuencias divinas. Deberían haberle dicho a Dios «Puede que tengas la fuerza, pero no tienes la razón».

Suponga que un hombre le dijera a su esposa: «Demuestra lo que me quieres ayudándome a robar un banco; y si no me ayudas, te daré una paliza». A un matón así lo llamaríamos abusador y criminal. Y sin embargo esta misma mentalidad insolvente de cadena de mando se enseña en la biblia: Dios decide lo que está bien o mal, y si no le sigue el juego se le castigará con el infierno.

Hablando por mí mismo, si existen el cielo y el infierno bíblicos, yo elegiría el infierno. Tener que pasar la eternidad fingiendo adorar a la tiranía sería más infernal que cocerse en las llamas eternas. No hay manera de que un Matón se gane mi adoración.

Mark Twain dijo: «El cielo por el clima, el infierno por la compañía».

En la biblia los humanos no tienen derecho intrínseco a la justicia ni al respeto

En ningún lugar de la biblia se declara que todo ser humano posee un derecho inherente a ser tratado con respeto o justicia. Generalmente, todo fluye desde Dios hacia los humanos, no al contrario. Una verdadera guía moral debería tener algunos principios. Si se supone que los humanos tienen que tratar a otros humanos de cierta forma, o evitar tratarlos de otra forma, debería haber cierto examen del valor general de la vida humana y de los derechos humanos. Y sin embargo no se encuentra en ningún lugar de la biblia.

Hay unos pocos lugares en los que Dios parece respetar a algunos personajes principales, como cuando el ángel le pide a la Virgen María permiso para que el Espíritu Santo la deje embarazada; pero incluso entonces su respuesta es sumisa en lugar de igualitaria: «He aquí la sierva del Señor». (Lucas 1:38). Todo está de parte de Dios. Si Dios puede conceder derechos, puede quitarlos, lo que significa que en realidad en el esquema de Dios no hay derechos humanos.

La visión bíblica de la naturaleza humana es negativa. Los humanos no merecen respeto: merecen condenación. Todos estamos manchados por el Pecado Original. Romanos 3:12 dice: «No hay quien haga lo bueno, no hay ni aun uno», y once versículos más adelante «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» Job (el sexista) dijo: «El hombre nacido de mujer, Corto de días, y harto de sinsabores:… ¿Quién hará limpio de inmundo? Nadie». (Job 14:1-4). La opinión de que los humanos son intrínsecamente malvados es difícil de encajar con un sistema ético basado en el respeto mutuo. Por el contrario, tiende a producir una imagen propia negativa en quienes fueron educados en iglesias seguidoras de la biblia, y un cinismo hacia otros humanos. Puede convertirse en algo así como una profecía que se cumple a sí misma. Observe al televangelista Jimmy Swaggart que predicaba que todos somos corruptos y luego lo demostró él mismo. Si lo hubieran educado con una visión más saludable de la naturaleza humana, es posible que no hubiera inflado mentalmente la tentación sexual hasta convertirla en semejante demonio, llegando a obsesionarse con lo que tanto denostaba. ¿O era al contrario? En cualquier caso, la biblia agravó el problema.

También queda históricamente claro que los verdaderos creyentes en la biblia tienen poco respeto por los derechos humanos de nadie que no esté en su iglesia. Conozco a cristianos que sólo hacen negocios con otros cristianos, si es posible. Todos sabemos cómo los cristianos y otros religiosos han tratado a los de fuera: nativos americanos, negros americanos y nativos sudafricanos, decenas de pueblos paganos por todo el mundo que tuvieron la mala fortuna de haber nacido y haberse educado fuera de la «verdadera» fe. Todos conocemos las Cruzadas en el nombre de Jesús, la Inquisición Española, el actual derramamiento de sangre entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte, las facciones cristianas militantes en Oriente medio. Los protestantes americanos edulcorados modernos que intentan distanciarse de esta intolerancia y brutalidad deberían preguntarse a sí mismos: ¿preferiría que mi hijo o hija se casara con un católico, un judío, un musulmán o un ateo? Pablo aconsejó a los cristianos: «No os juntéis en yugo con los infieles: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia?, ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?» (2 Corintios 6:14). La intolerancia intrínseca del cristianismo no se puede negar ni cubrir de caramelo.

Mateo 7:18-20 dice: «No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol maleado llevar frutos buenos… Así que, por sus frutos los conoceréis». Aquellos de nosotros que estamos fuera de las religiones históricamente ensangrentadas no tenemos restricciones a la hora de denunciar los «frutos» que han producido árboles como el cristianismo. Si la biblia contiene cualquier semilla de respeto o justicia hacia otros humanos, está tristemente ausente a partir de la lectura del texto o de las instituciones que ella produce.

Las buenas acciones, en la biblia, casi siempre están conectadas con una recompensa celestial, «la voluntad de Dios», evitar el castigo, o con una agenda misionera. La mayor parte de la «caridad cristiana» se da para demostrar la superioridad del cristianismo, o para ganar conversos, no porque la vida humana sea algo bueno, valioso y merecedor de respeto por derecho propio.

Los cristianos individuales verdaderamente buenos no encuentran su motivación en la biblia. Hacen el bien porque son buenas personas. Bertrand Russell dijo: «los hombres tienden a tener creencias convenientes a sus pasiones. Los hombres crueles creen en un Dios cruel y usan su creencia como excusa para su crueldad. Sólo los hombres amables creen en un Dios amable, y serían amables en cualquier caso».

Los personajes de la biblia son malos modelos

Soportamos un montón de sermones de «Dios es amor» desde el púlpito pero incluso una mirada somera a la biblia revela que Dios mata a un montón de gente. Ahogó a toda la población del planeta, salvo una familia. Envió una plaga para matar a todos los hijos primogénitos de Egipto, humanos y animales. Hizo llover fuego y azufre sobre Sodoma, matando a todos, chicos, chicas, bebés, mujeres embarazadas, animales. Envió a sus guerreros israelitas a destruir las tribus paganas vecinas, hombres, mujeres y niños.

En 1 Samuel 6, el arca del Señor fue llevada a través del país y cinco campesinos de Beth-semes «holgáronse cuando la vieron». Abrieron la caja e hicieron una ofrenda quemando unas vacas para el Señor, y por ese terrible pecado, Dios «hirió Dios a los de Beth-semes, porque habían mirado en el arca de Jehová; hirió en el pueblo cincuenta mil y setenta hombres. Y el pueblo puso luto, porque Jehová le había herido de tan gran plaga». ¿Es moral matar cincuenta mil personas por una ofensa nimia?

En 1 Samuel 25, un industrioso hombre llamado Nabal se negó a entregar sus productos a David. «¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi víctima que he preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no sé de dónde son?». Como castigo por proteger lo que poseía con todo derecho, «Jehová hirió a Nabal, y murió».

En Números 25:16-17 «Jehová habló a Moisés, diciendo: Hostilizaréis a los Madianitas, y los heriréis». Esto es lo que sucedió seis capítulos más adelante: «Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó á Moisés, y mataron a todo varón… Y llevaron cautivas los hijos de Israel las mujeres de los Madianitas, y sus chiquitos y todas sus bestias, y todos sus ganados; y arrebataron toda su hacienda. Y abrasaron con fuego todas sus ciudades, aldeas y castillos. Y tomaron todo el despojo, y toda la presa, así de hombres como de bestias». Bueno, esto no está tan mal, ¿verdad? Masacraron a los hombres y quemaron las ciudades, pero salvaron a las mujeres y los niños, después de todo. Siga leyendo:

«Y enojóse Moisés contra los capitanes… Y díjoles Moisés: ¿Todas las mujeres habéis reservado? Matad pues ahora todos los varones entre los niños: matad también toda mujer que haya conocido varón carnalmente. [¿Cómo sabían si esto era así?] Y todas las niñas entre las mujeres, que no hayan conocido ayuntamiento de varón, os reservaréis vivas».

La cosa empeora. Mientras se repartían el «botín», contaron todos los animales, el oro, las joyas «y en cuanto a personas, de mujeres que no habían conocido ayuntamiento de varón, en todas treinta y dos mil» y «de ellas el tributo para Jehová, treinta y dos personas». No dice exactamente lo que sucedió a esas treinta y dos chicas afortunadas, pero después de ver a los maleantes israelitas descuartizar a sus padres, hermanas, hermanos y madres, puede que hubieran preferido convertirse en ofrendas quemadas antes que servir de «botín» para los sacerdotes de Jehová.

¿Quién se atreverá a afirmar que esto es moral?

Escuche estas amenazas del Dios amoroso: «Empero si no me oyereis, ni hiciereis todos estos mis mandamientos… enviaré sobre vosotros terror, extenuación y calentura, que consuman los ojos y atormenten el alma: y sembraréis en balde vuestra simiente, porque vuestros enemigos la comerán… y seréis heridos delante de vuestros enemigos… tornaré a castigaros siete veces… que vuestra tierra no dará su esquilmo, y los árboles de la tierra no darán su fruto… Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten los hijos, y destruyan vuestros animales… Y traeré sobre vosotros espada vengadora… yo enviaré pestilencia entre vosotros… cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno… y comeréis, y no os hartaréis… Y comeréis las carnes de vuestros hijos, y comeréis las carnes de vuestras hijas… Y pondré vuestras ciudades en desierto… Yo asolaré también la tierra… Y a vosotros os esparciré por las gentes, y desenvainaré espada en pos de vosotros… Entonces la tierra holgará sus sábados todos los días que estuviere asolada… la tierra descansará entonces y gozará sus sábados… Y pereceréis entre las gentes». (Levítico 26:14-38). De modo que, el sabat se respetará, incluso si para ello Dios tiene que matar a todo el mundo. ¿Esta letanía de amenazas viene de una mente estable y cariñosa?

El Deuteronomio repite muchas de estas amenazas, incluso la apetitosa «Y comerás el fruto de tu vientre, la carne de tus hijos y de tus hijas que Jehová tu Dios te dio… El hombre tierno en ti, y el muy delicado, su ojo será maligno para con su hermano, y para con la mujer de su seno, y para con el resto de sus hijos que le quedaren». Estupendo. ¡Todos los que tengan carne tierna que vigilen su espalda!

El Dios bíblico castiga a niños por cosas que no hicieron, y lo llama «misericordia». Éxodo 34:6-7: «Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: Jehová, Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad; Que guarda la misericordia en millares, que perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo justificará al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre los terceros, y sobre los cuartos». ¿Quién piensa que esto es moral?

Un adulto moral y sabio sabe que los niños a veces son tercos. Los niños siempre serán niños. Pero Dios parece no entender esto. En 2 Reyes 2:23-24, masacró cuarenta y dos niños gritones: «Después [Eliseo] subió de allí a Beth-el; y subiendo por el camino, salieron los muchachos de la ciudad, y se burlaban de él, diciendo: ¡Calvo, sube! ¡Calvo, sube! Y mirando él atrás, viólos, y maldíjolos en el nombre de Jehová. Y salieron dos osos del monte, y despedazaron de ellos cuarenta y dos muchachos». Esto suena como una versión prohibida para menores de Caperucita Roja o Los tres cerditos, pero los verdaderos creyentes en la biblia se ven obligados a fingir que esta estupidez es histórica y además moral.

La sed de sacrificios de sangre de Dios no tiene parangón, empezando con Caín y Abel. Millones de animales fueron masacrados para aplacar la ira y la vanidad de la deidad israelita. Dios incluso aceptó un sacrificio humano, la hija de Jephté (Jueces 11:30-40). En 2 Samuel 21:1-14 el sacrifico de siete de los hijos de Saúl, a los que ahorcaron, hizo que Dios se aplacase.

En Levítico 27:28-29 Dios ordenó que humanos «consagrados» (sacrificados) deben morir: «Pero ninguna cosa consagrada… de hombres y animales… no se venderá, ni se redimirá… indefectiblemente ha de ser muerto». Esto es sacrificio humano, así de claro.

Dios vendió los israelitas al rey de Mesopotamia por ocho años (Jueces 3:8). No dice qué hizo Dios con el dinero. También los vendió a los moabitas por dieciocho años (3:14), a Canaán por veinte años (4:2-3), a los madianitas por siete años (6:1), a los filisteos por cuarenta años (13:1) y a los babilonios por setenta años. Eso es más de un siglo y medio de esclavitud, más del doble de lo que existió la esclavitud en los Estados Unidos. ¿Esto es moral?

En Éxodo 21, justo después de los Diez Mandamientos, Dios da leyes para tratar con los esclavos. «Si comprares siervo hebreo, seis años servirá… su amo le horadará la oreja con lesna… Y cuando alguno vendiere su hija por sierva, no saldrá como suelen salir los siervos…» y así. No sólo es esclavitud descarada, es esclavitud sexista, que trata a las mujeres como propiedad menos valiosa. Dios nunca denuncia la institución de la esclavitud, y de hecho parece recomendarla.

Dios discriminó a los discapacitados: «Porque ningún varón en el cual hubiere falta, se allegará: varón ciego, o cojo, o falto, o sobrado, o varón en el cual hubiere quebradura de pie o rotura de mano, o corcobado, o lagañoso, o que tuviere nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o compañón [testículo] relajado[49]… y no profanará mi santuario.» (Levítico 21:18-23).

Dios se dedica al engaño deliberado. Ezequiel 14:9 dice: «Y el profeta, cuando fuere engañado y hablare palabra, yo Jehová engañé al tal profeta». 2 Tesalonicenses 2:11 relata: «les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira».

Dios usa un lenguaje que jamás debería permitirse en la iglesia: «He aquí, yo os daño la sementera, y esparciré el estiércol sobre vuestros rostros, el estiércol de vuestras solemnidades». (Malaquías 2:3). «Y comerás pan de cebada cocido debajo de la ceniza; y lo cocerás a vista de ellos con los estiércoles que salen del hombre». (Ezequiel 4:12). En otras palabras, Dios dijo «come mierda». ¿Es este un lenguaje apropiado para un ejemplo moral? «Yo talaré de Jeroboam todo meante a la pared». (1 Reyes 14:10) «descubriré tus faldas en tu cara, y mostraré a las gentes tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza». (Nahúm 3:5,6). Y el siguiente versículo misógino celebra el acoso sexual: «Por tanto, pelará el Señor la mollera de las hijas de Sión, y Jehová descubrirá (“dejará desnudas” —NRSV) sus vergüenzas». (Isaías 3:17. «Vergüenzas» es una traducción eufemística de la palabra hebrea poth, que se refiere a la vagina, literalmente «abertura antigua». Algunas pseudotraducciones, como la NIV han intentado encubrir esta vergonzosa imagen de una deidad acosadora traduciendo deshonestamente poth como «cabellera». Allí dice «las dejará completamente calvas»).

Dios creó el mal (Isaías 45:7) y el infierno. Dios culpa a todos por el pecado de Adán. Dios es parcial a favor de una raza de personas, lo que constituye racismo. Se pone celoso (Éxodo 20:5), de hecho, dice que su nombre es Celoso: «que Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es». (Éxodo 34:14).

No hay suficiente espacio para mencionar todos los lugares de la biblia en los que Dios comete, ordena o perdona el asesinato. En la Born Again Skeptic’s Guide to the Bible de Ruth Green son necesarias diez páginas de apretada letra de imprenta sólo para listar brevemente los asesinatos de Jehová. ¿Este es el tipo de personaje con el que dejaríamos que nuestros niños pasaran el día? Esto suena más como el tipo de cosas de una película violenta y clasificada X que como una guía para el comportamiento moral.

Al oír estas acusaciones, algunos cristianos pueden preguntar: «¿Por qué atacas a Dios?». Yo respondería: «¿Por qué miras hacia otro lado?». Los apologistas cristianos pueden desenterrar versículos bíblicos que digan o demuestren que «Dios es amor», pero ¿de qué modo ayuda eso? Lo más que se puede demostrar con versículos opuestos es que la biblia es contradictoria. El amor de Hitler hacia su esposa, su perro y sus seguidores cercanos no excusa el Holocausto.

Algunos cristianos se quejarán de que no deberíamos preocuparnos del dios del Antiguo Testamento porque Jesús ha revocado todo eso. Las palabras y acciones de Jesucristo son el modelo perfecto a seguir, afirman. Veamos si eso es cierto.

En Lucas 12:47,48, Jesús dijo: «Porque el siervo [griego doulos = esclavo] que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. Mas el que no entendió, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco». ¡Jesús recomendó azotar a los esclavos! ¿Esto es un ejemplo de superioridad moral? Algunos cristianos argumentarán que esta es sólo una parábola basada en la cultura de la época, y que Jesús no pretendía que se tomase literalmente. Pero un examen del contexto demuestra otra cosa. Jesús acababa de contar una parábola sobre siervos unos pocos versículos antes, y Pedro había pedido una aclaración (12:41). La cita sobre azotar a los esclavos está en la explicación, no en la parábola. Además, ¿¡qué cosa tan fea dice! Incluso si es una metáfora, es una mala elección de palabras. Sería como un político contando un chiste antisemita o de negros, y que luego dijera «sólo bromeaba». ¿Por qué Jesús, el ejemplo moral sin rival, ni una sola vez habla contra la esclavitud? ¿Por qué se olvida, el amoroso y sabio Hijo de Dios, de mencionar que la esclavitud es una institución brutal? ¿Por qué la incorporó a sus enseñanzas, como si fuera la cosa más natural del mundo? Le diré por qué: porque la apoyaba. El Antiguo Testamento respalda y recomienda la esclavitud, y Jesús, siendo lo mismo que Dios, supuestamente escribió las antiguas leyes, así que tenía que apoyar la esclavitud. Esto no sirve para admitir que un hombre llamado Jesús pronunció de verdad esas palabras en la historia. Demuestra meramente que los Evangelios los escribieron seres humanos atrapados en su cultura. No sólo se negaron a denunciar la esclavitud, no podían concebir que hubiese nada de malo en ella.

Jesús nunca habló contra la pobreza ni hizo nada por eliminarla. En realidad, enseñó que los pobres deberían aceptar su suerte en la vida. En Marcos 14:3-9, algunos de los discípulos de Cristo objetan al derroche de un ungüento carísimo usado para ungir la cabeza de Jesús, «Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse a los pobres». Jesús respondió: «siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas a mí no siempre me tendréis». Esto es egoísta e insensible. ¿Dónde están las sabias palabras de Jesús con respecto al derroche y la desigualdad? ¿Dónde están los programas sociales que eliminarían la pobreza?

Jesús indicó que él y sus seguidores eran una clase especial, por encima del resto, libres para tomar generosamente de la propiedad y trabajo de otros. En Marcos 2:23 él y sus discípulos deambulaban por los campos de cultivo, tomando lo que querían, lo que era doblemente ilegal ya que era en sabat. En Mateo 21, Jesús instruyó a sus discípulos para que tomasen un caballo sin pedírselo antes al dueño. Esta es la actitud que un terrateniente o un rey hubiera adoptado hacia los campesinos.

Jesús mantuvo la visión de las mujeres del Antiguo Testamento. Ni una sola mujer fue elegida para estar entre los doce discípulos o para sentarse en la Última Cena. Esto se cita como una de las razones por las que el papa no aprueba la ordenación de las mujeres. Pero ¿olvida que los discípulos, además de hombres, eran todos judíos? ¿Cómo puede haber un papa italiano o polaco, un obispo irlandés o un cura mexicano?

Jesús era violento. Arrojó unos diablos a los cerdos, y «todo el hato de los puercos se precipitó de un despeñadero en la mar, y murieron en las aguas» (Mateo 8:32). ¿Por qué no mostrar un poco más de respeto por la vida?

Su violencia estaba atemperada con irracionalidad. «Y por la mañana volviendo a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo una higuera cerca del camino, vino a ella, y no halló nada en ella, sino hojas solamente, y le dijo: Nunca más para siempre nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera» (Mateo 21:18-19, repetido en Marcos 11:13-14, que añade que ni siquiera era temporada de higos). ¿Es amable o racional destruir una planta que está fuera de temporada cuanto tienes hambre? ¿Es un comportamiento así indicativo de salud mental?

En Lucas 19 Jesús cuenta una parábola que incluye estas palabras implacables: «Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí». Claramente está comparándose con el «Señor» de la parábola. En Mateo 10:34 Jesús dice: «no he venido para meter paz, sino espada», y en Lucas 22:36 dice a sus discípulos que «el que no tiene, venda su capa y compre espada». Se hizo un látigo y expulsó a la gente del templo. (Juan 2:15).

En Mateo 15:22-28, Jesús se niega a curar a un niño enfermo hasta que su madre le presiona. ¿Qué hubiera pasado si la madre no hubiera sido perseverante? ¿Habría retenido sus favores mágicos y dejado morir al niño?

En Mateo 19:12 Jesús recomienda la castración: «hay eunucos que se hicieron a sí mismos eunucos por causa del reino de los cielos; el que pueda ser capaz de eso, séalo». Los creyentes modernos están ávidos de interpretar figuradamente este versículo. La Nueva Versión Internacional lo traduce libremente (y esperanzadamente) como «renuncian al matrimonio». Pero el significado literal es «castrar», y muchos cristianos devotos se lo han hecho a sí mismos a lo largo de la historia, incluido el padre de la iglesia Orígenes y órdenes monásticas enteras. Jesús no da ninguna indicación de que esté hablando en una parábola, o que sus palabras signifiquen nada más que lo que dice. Esto no es un precepto moral, esto es enfermizo.

Oímos hablar mucho de Jesús el humilde, pero sus palabras revelan algo diferente. Miraba a sus discípulos «con ira». (Marcos 3:5). Dijo que era «más grande que el templo», (Mateo 12:6), «más grande que Jonás», (Mateo 12:41) y «más grande que Salomón». También parece que sufría de la paranoia que afecta a los dictadores: «El que no es conmigo, contra mí es» (Mateo 12:30).

Pero quizás la peor de todas las ideas de Jesús sea la enseñanza del infierno. De hecho, la doctrina cristiana del infierno se originó con Jesús. En el Antiguo Testamento, el infierno no es más que la muerte, o la tumba. Con Jesús, el infierno se convirtió en un lugar de tormento eterno. En Marcos 9:43 Jesús dice que el infierno es el «fuego que no puede ser apagado». En Mateo 13:41-42 Jesús nos da una descripción gráfica (y casi llena de alegría) del lugar que creó: «Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y cogerán de su reino todos los escándalos, y los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego: allí será el lloro y el crujir de dientes». Los hornos de gas de Hitler eran horrendos, pero no ardían para siempre.

No creo en Jesús ni en Dios, así que entro en la categoría de esos «escándalos» del versículo de arriba. Cualquiera que piense que es moral que me castiguen eternamente por mis ideas no tiene ni el concepto más vago de moralidad. ¿Quién podría creer que el Jesús que predicó el infierno era un hombre amable?

¿Y quién podría pensar que es sabio? Las enseñanzas morales de Jesús incluyen estas perlas de sabiduría: no haga planes para el futuro (Mateo 6:34); no ahorre dinero (Mateo 6:19-20); no se enriquezca (Marcos 10:21,25); véndalo todo y déselo a los pobres (Lucas 12:33); no trabaje para conseguir comida, como la carne, porque no dura para siempre (Juan 6:27); no tenga necesidades sexuales (Mateo 5:28); casarse con una divorciada es cometer adulterio (Mateo 5:32); actúe de tal modo que la gente quiera perseguirle (Mateo 5:11); deje que todo el mundo sepa que usted es especial y mejor que el resto (Mateo 5:13-14); odie a su familia (Lucas 14:26); tome el dinero de quienes no tienen ahorros y déselo a inversores ricos (Lucas 19:23-26); si alguien le roba, no intente recuperarlo (Lucas 6:30); si alguien le pega, invítelo a hacerlo de nuevo (Mateo 5:39); si pierde un juicio, de más de lo que marca la sentencia (Mateo 5:40); si alguien le obliga a caminar una milla, camine dos (Mateo 5:41); si alguien le pide algo, déselo sin preguntar (Mateo 5:42); si hace algo malo con su mano, córtesela; y si hace algo malo con su ojo, sáqueselo (Mateo 5:29,30 —dicho en un contexto sexual); si es usted un hombre, una buena forma de hacer puntos para «el reino» es evitar a las mujeres (Mateo 19:12. Literal o figuradamente, es lo mismo).

Mucho se podría decir sobre el carácter moral de otros personajes bíblicos, como Noé (borracho), Abraham (que mintió sobre su esposa), Lot (padre incestuoso), Moisés (un asesino), David (adúltero y asesino), Salomón (polígamo), Pedro (que blandía espadas y mentía como un cobarde), Pablo (que dijo a las mujeres que estuvieran calladas), y muchos otros. Los creyentes pueden argumentar que eran meros mortales, y que deberíamos esperar que a veces actuasen de acuerdo a su naturaleza humana corrupta, y que eso en realidad demuestra la necesidad de un Salvador que pueda amar a criaturas malvadas a pesar de nuestra humanidad. Esto sólo puede ser una respuesta plausible, aunque insatisfactoria, en un contexto teológico. Permanece el hecho de que es difícil encontrar ejemplos consistentes de comportamiento moral en la biblia. Podríamos conceder el beneficio de la duda a los personajes humanos de la biblia, pero ¿por qué deberíamos esperar nada mejor cuando las propias deidades, nuestros ejemplos, Dios y Jesús, actúan como matones o lunáticos que deberían estar encerrados?

Muchos preceptos morales de la biblia son inaceptables

Ya hemos señalado cómo la biblia recomienda la esclavitud. Costó una Guerra Civil[50] librarnos de los frutos de semejante brutalidad en los Estados Unidos, una tarea que se hizo más difícil debido a los predicadores que usaban la biblia para defender su posición. No todas la iglesias eran activamente proesclavitud, pero las que lo eran encontraron pocas dificultades para respaldar la esclavitud con las escrituras.

Aunque la frase «pecado original» no aparece en la biblia, el concepto escritural de que la naturaleza humana es intrínsecamente maligna ha sido una doctrina insidiosa. Jesús admite que los simples humanos pueden hacer cosas buenas, pero somos no obstante malos por naturaleza: «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos…» (Mateo 7:11, Lucas 11:3). ¿Qué peor daño psicológico se puede hacer a los niños que decirles que básicamente no son buenos? ¿Qué le hace eso a la imagen que tienen de sí mismos? ¿Cuántos niños se van a dormir temiendo el infierno?

Jesús dijo: «El que en mí no estuviere, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden». (Juan 15:6). A lo largo de toda la historia, la iglesia ha interpretado este versículo literalmente, y lo ha usado para ejecutar herejes con fuego y otras formas de pena capital. Que alguien le diga a Bruno, u otras víctimas de la Inquisición, que la biblia es un libro moralmente superior.

Éxodo 22:18 dice: «A la hechicera no dejarás que viva». Este versículo fue responsable del asesinato de miles, quizás millones, de mujeres de quien se creía que eran brujas. Cualquiera que piense que esta es una buena enseñanza moral debería unirse al Partido Nazi. Es manifiestamente inmoral tratar con los enemigos, reales o percibidos, por medio del genocidio.

Una de las ideas más dañinas de la biblia es el concepto de Amo y Señor. Los principios bíblicos más elevados son la obediencia, la sumisión y la fe, en lugar de la razón, la inteligencia y los valores humanos. Los adoradores se convierten en humildes siervos de un dictador, de quienes se espera que se arrodillen ante su rey, señor, amo, dios, dando alabanzas de adoración y aceptando órdenes. Según la biblia, al final todos nos veremos obligados a inclinarnos ante Jesús: «que a mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios». (Romanos 14:11). La relación amo/esclavo se ha engranado tanto en el mundo judío/cristiano/musulmán que se considera rebeldes heréticos y malignos a los pensadores independientes. Los profetas, papas y ayatolás han capitalizado esta dicotomía de humillación para manipular a los seguidores crédulos. Y aunque no lo hubieran hecho, incluso si la iglesia tuviera una historia sin mancha, ¿qué mérito tiene la sumisión?

Estamos orgullosos de la Revolución Americana. Rebelarse contra la tiranía del rey fue un acto bueno y moral. Parece incongruente que tantos americanos, que nunca tolerarían un dictador en el gobierno, estén ansiosos por rendir tributo a un dictador universal. Jesús dijo: «Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios». Pero ¿qué pasa con el individuo? Jesús pensaba que los seres humanos eran engranajes de una máquina ajena, la de Dios o la del César. Esto va a contrapelo de una sociedad democrática moderna. No es moral.

La mayoría de los cristianos hablan mucho sobre la biblia, pero no saben lo que dice. Piensan que está llena de consejos maravillosos. Muchos de ellos se muestran horrorizados o incrédulos cuando los escépticos citan fragmentos horribles. Durante muchos programas de radio y TV en los que he citado versículos desagradables, llamantes o miembros del público iletrados bíblicamente me han preguntado: «¿Qué biblia está leyendo?».

Casi todas las enseñanzas «positivas» de la biblia carecen de inspiración, son inadecuadas o peligrosas

Participé en un debate en Atlanta en 1988, «¿Es la Biblia una guía aceptable para el comportamiento moral?». Mi oponente era el Dr. Walter Lowe, profesor de teología sistemática en la Escuela Candler de Teología en la Universidad de Emory. Durante todo su discurso preparado, ¡ni una sola vez usó la biblia para respaldar su posición! Pasó su tiempo desacreditando la mentalidad crítica de los escépticos, presentando un «marco» de ciertas formas liberales de entender el cristianismo, como si el simple descarte del escepticismo pudiera ocupar el lugar de las pruebas de que la biblia es un buen libro. Mi presentación estuvo llena de citas específicas que demuestran que hay mucha inmoralidad en la biblia. Su refutación se limitó a tildar mi interpretación de las escrituras como «fundamentalista». No estaba dispuesto a dar a la biblia el beneficio de la duda, afirmó, o a entender que los principios morales están contenidos por encima de lo que dice realmente el texto.

Oigo mucho esta crítica. Si los librepensadores fuéramos lo bastante maduros y sofisticados como para estudiar la escrituras como deberían estudiarse (crítica superior, contexto, metáfora, elementos culturales, y todo eso), tendríamos menos problemas con la biblia. Pero esto no es otra cosa que decir: «Si mantuvieras mi punto de vista, mantendrías mi punto de vista». Todo el mundo piensa que su interpretación de la biblia es la correcta. Estoy de acuerdo en que tomar la biblia tal cual es simplista, pero los eruditos liberales deberían admitir que el escepticismo hacia la integridad escritural es mayor entre los expertos liberales. No pueden negar que hay una tormenta de desacuerdos entre eruditos, teólogos y creyentes ordinarios sobre el «verdadero» significado del texto. Si un dios intenta hacer llegar su mensaje a las masas de la humanidad, ¿por qué lo hizo de modo que la única gente cualificada para captar su verdadero significado son los que tienen doctorados en estudios bíblicos? Y luego, ¿cómo sabemos a qué autoridades creer? Lo que dice la biblia en román paladino es lo que la mayor parte de la gente lee, y si en román paladino se pone en evidencia, es discrepante. Sea como sea, el Dr. Lowe no explicó cómo su entendimiento sofisticado y liberal hace que las escrituras brutales sean menos brutales. No importa cómo lo interprete, ejecutar la pena de muerte por recoger leña es cruel y bárbaro.

Hacia el final del debate le pedí al Dr. Lowe que diera un ejemplo de una buena enseñanza moral de la biblia. Fue incapaz de citar un solo versículo. Curiosamente, no nombró los Diez Mandamientos, las Bienaventuranzas, el «ofrece la otra mejilla», «ama a tu prójimo como a ti mismo» ni la Regla de Oro, pasajes que históricamente se han erguido como brillantes ejemplos en el «Buen Libro». Aunque una mirada detallada incluso a estas «buenas» enseñanzas muestra que su brillo es más bien apagado.

LOS DIEZ MANDAMIENTOS

Después de un discurso en el que mencioné una demanda de la Freedom From Religion Foundation que promovía trasladar los Diez Mandamientos desde los terrenos del capitolio de Colorado a un lugar privado apropiado, como una iglesia, una mujer me preguntó: «¿Cómo puede objetar a los Diez Mandamientos ¡Son el conjunto de leyes más perfecto que jamás se ha dado a los humanos! Nuestro país se basa en esas leyes». La gente que suelta estas sentencias aparentemente nunca ha estudiado los Diez Mandamientos.

Sólo tres de los Diez Mandamientos tienen alguna relevancia para la ley americana: homicidio, robo y perjurio. (Las leyes sobre adulterio y el sabat siguen en los libros en algunos estados, pero son anacronismos). ¡Menos mal que no tenemos una ley basada en el Décimo Mandamiento contra la codicia, o todo nuestro sistema de libre empresa se hundiría!

Los primeros cuatro mandamientos no tienen nada que ver con la ética ni el comportamiento moral:

Primer Mandamiento: «No tendrás dioses ajenos delante de mí». Esto lo dice Elohim (irónicamente, un nombre plural del dios El), que es el «Señor» (Jehovah, el nombre nacional judío de Dios) y es el equivalente de la fundación de la nación de Israel, no de los Estados Unidos de América. Puede tomarse como monoteísta (un solo dios) o como henoteísta (sólo un dios supremo), y en cualquier caso va contra las garantías constitucionales americanas de libertad de consciencia y contra la oficialidad de la religión.

Segundo Mandamiento: «No te harás esculturas». Esta sentencia, irónicamente, aparece en muchos lugares en un monolito sobre el que se han esculpido con los Diez Mandamientos. Como ley, violaría la libertad de expresión.

Tercer Mandamiento: «No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano». Esto sería como prohibir la crítica al presidente u otros mandatarios públicos. Es contrario a la libertad de expresión.

Cuarto Mandamiento: «Acordarte has del día del reposo». El sabat judío es el sábado, no el domingo. Según la aplicación bíblica de esta ley (Números 15), millones de americanos merecen la pena de muerte.

Los cuatro primeros mandamientos son órdenes religiosas, no guías morales. Ciertamente no tienen lugar oficial en un país que «no hará ley alguna con respecto a la adopción de una religión».

Quinto Mandamiento: «Honra a tu padre y a tu madre: porque tus días se alarguen en la tierra», es la primera frase del Decálogo que se aproxima a la moralidad, aunque no hay detalles que expliquen exactamente cómo honrar a los padres. ¿Los obedecemos en todo? ¿Durante cuánto tiempo los obedecemos? ¿Hasta que mueran? Obviamente la idea expresada en este mandamiento tiene cierto mérito, pero hay muy pocas indicaciones más allá de un principio general de que se debe respetar a los padres. ¿Acaso esto no es nada más que otra variación del mensaje bíblico de «respeta a la autoridad»? ¿Un principio moral no debería sugerir que no haga nada que duela a sus padres, que no debería aprovecharse de ellos, y que debería tratarlos con el mismo respeto básico que merecen todos los seres humanos? ¿Qué pasa si sus padres son incultos y malos consejeros? ¿Qué pasa si son malvados? Todos sabemos que hay padres que no merecen que se les honre ni obedezca. ¿Cómo se «honra» a un padre que comete incesto? Fíjese también en que la razón «porque tus días se alarguen en la tierra» es una apelación al interés propio, no al valor de los padres como seres humanos.

Sexto Mandamiento: «No matarás» es la primera frase genuinamente moral del decálogo, aunque está sin cualificar. ¿Significa esto que la pena capital es mala? ¿Qué hay de la defensa propia? ¿Qué pasa con la guerra? ¿Y con la eutanasia solicitada por los enfermos terminales? El inconveniente de esta ley es su carácter absoluto. Las buenas leyes hacen distinciones. Como las acciones y órdenes de Dios revientan de sed de sangre, este mandamiento parece perder su importancia. Además, las prohibiciones sobre el asesinato existían mucho antes de que los Diez Mandamientos o los israelitas aparecieran en escena. No es como si la raza humana nunca hubiera averiguado que matar a alguien está mal sin unas tablas que bajasen de una montaña. Las leyes contra el asesinato y el homicidio, basadas en la propia preservación y la estabilidad social, han aparecido en casi todas las culturas, antes y después de Moisés, y sería raro que los israelitas no tuvieran un principio similar. (Ver «Se ha escrito un crimen» para leer un examen de la palabra hebrea «matar» en este mandamiento).

Séptimo Mandamiento: «No cometerás adulterio» también es una buena idea, aunque difícilmente merece la pena de muerte: «el que cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, indefectiblemente se hará morir al adúltero y a la adúltera». (Levítico 20:10). El adulterio implica una promesa rota entre dos individuos y no tiene nada que ver con el gobierno. En muchos, si no la mayoría, de los casos resulta destructivo para la relación y afecta a los niños si como resultado el matrimonio se va a pique. (Otras cosas, como el fundamentalismo, pueden provocar el mismo problema). Pero el adulterio entre adultos que consienten no cae en la categoría de crímenes malvados ni dañinos. Es una cuestión legítima para la ética, pero no es un crimen. ¿Por qué los Diez Mandamientos no nombran la violación? ¿Qué pasa con el incesto? ¿Por qué no dice a los maridos que es inmoral obligar a practicar el sexo a una esposa que no está dispuesta? ¿Por qué no dice la biblia que está mal practicar el sexo, incluso con tu pareja, si sabes que tienes una enfermedad de transmisión sexual? Aunque el adulterio es importante, ¿entra entre los Diez Grandes?

Octavo Mandamiento: «No hurtarás» es en general un buen consejo, y da para una buena ley. Excepto en época de guerra, la mayoría de las culturas, antes y después de la biblia, han observado estatutos que respetan la propiedad de los demás. Pero ¿qué pasa con las excepciones? Los Diez Mandamientos, arropados en términos absolutos, no admiten excepciones. ¿Sería inmoral robar pan para alimentar a su hijo hambriento? Robin Hood es un héroe popular. No obstante, la mayoría de las culturas reconocen que tomar la justa propiedad ajena sin permiso, en principio, es generalmente incorrecto. ¿Afirman los cristianos que sin las Tablas del Monte Sinaí nunca se les hubiera ocurrido a los humanos que robar es malo?

Noveno Mandamiento: «No hablarás contra tu prójimo falso testimonio» también es en general un buen principio, pero en América no hay ninguna ley universal contra las mentiras. Tenemos leyes apropiadas contra el perjurio y la publicidad engañosa, y son necesarias. Pero todos sabemos que a veces es necesario contar una mentira para proteger a alguien de un daño. Las mentiras en tiempo de guerra se consideran una virtud. Si sabemos el paradero de una mujer perseguida por su marido maltratador, consideraría un acto moral mentir al hombre. La verdadera moralidad es capaz de sopesar un principio frente a otro y juzgar sus méritos racionalmente. La biblia, por el contrario, hace declaraciones absolutas sin admitir la posibilidad de dilemas éticos. Como con matar y robar, la mayoría de las culturas a lo largo de la historia han hecho de la honradez un alto ideal, con o sin los Diez Mandamientos.

Décimo Mandamiento: «No codiciarás la casa de tu prójimo… la mujer… su siervo… su criada… su buey… su asno, ni cosa alguna de tu prójimo». Fíjese en que trata a la esposa como una propiedad. No dice «No codiciarás al marido de tu vecina[51]», porque se da por sentado que todo, incluso la ley, está orientado hacia los hombres. Este es sencillamente un mandamiento tonto. ¿Cómo puedes ordenar a alguien que no codicie? ¿Por qué? Si robar es incorrecto, no hay necesidad de este mandamiento. Si le digo que tiene una casa bonita y que me gustaría que fuera mía, ¿es inmoral? Algunos afirman que «codiciar» en este versículo significa más adecuadamente «echar mal de ojo» o lanzar un conjuro sobre algo, y se vería como una prohibición de practicar la brujería. Pero la palabra hebrea châmad, según el diccionario Strong’s Concordance, significa «deleitarse en: la belleza, lo muy amado, codiciar, cosa deliciosa, deleite, deseo, considerable, placer, placentero, cosa preciosa».

Así que los Diez Mandamientos se componen de cuatro edictos religiosos que no tienen nada que ver con la ética, tres prohibiciones que son irrelevantes para la ley moderna y tres absolutos someros que son útiles pero ciertamente no exclusivos del sistema judeocristiano. Cualquiera de nosotros podría salir fácilmente con un código más sensato y completo para el comportamiento humano.

Hay un problema más serio con los Diez Mandamientos tradicionales, desde una perspectiva bíblica: ¡es el lote de mandamientos equivocado! El listado común (como el que hay en el capitolio de Denver) es el de Éxodo 20, aunque no se identifica como los «Diez Mandamientos» en ese pasaje. El título «Diez Mandamientos» se encuentra en Éxodo 34:28 y Deuteronomio 4:13 (una repetición de Éxodo 34). El primer juego de mandamientos de Éxodo 20 lo hizo añicos Moisés más tarde cuando bajó de la montaña y vio a la gente bailar ante el becerro de oro. Moisés tuvo que volver a subir al Monte Sinaí para obtenerlos de nuevo. Resulta bastante revelador leer Éxodo 34: «Y Jehová dijo á Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Apercíbete, pues, para mañana, y sube por la mañana al monte de Sinaí…» De modo que Moisés obedeció, «Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches: no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras de la alianza, las diez palabras». Esta es la lista que Moisés obtuvo la segunda vez:

  1. No te has de inclinar a dios ajeno.
  2. No harás dioses de fundición para ti.
  3. La fiesta de los ázimos guardarás.
  4. Seis días trabajarás, mas en el séptimo día cesarás.
  5. Te harás la fiesta de las semanas.
  6. Tres veces en el año será visto todo varón tuyo delante del Señoreador Jehová.
  7. No ofrecerás con leudo (pan con levadura) la sangre de mi sacrificio.
  8. Ni quedará de la noche para la mañana el sacrificio de la fiesta de la pascua.
  9. La primicia de los primeros frutos de tu tierra meterás en la casa de Jehová tu Dios.
  10. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

¿Qué es esto? El primero, el segundo y el cuarto mandamientos son iguales, excepto que lo que está verboten son las imágenes de fundición en lugar de las esculturas. ¡Pero los otros son totalmente diferentes! ¿Acaso cambiaron las reglas entre visitas? ¿Perdió Dios la memoria? ¿Qué pasó con el homicidio, el robo y el perjurio? ¿Qué hubiera pasado en una tercera visita, o una cuarta? Fíjese en que no son mandamientos adicionales: son «las palabras que había en las primeras tablas que rompiste». Si alguna vez se sintió tentado de cocer un cabrito en la leche de su madre, ahora ya sabe lo que hay que saber. Esta lista estúpida y confusa se ha presentado al mundo como el más alto código de conducta moral jamás creado.

Otras religiones tienen listas de leyes. Los Diez Preceptos del budismo (por lo menos de 500 a. C.) incluyen 1) abstenerse de destruir la vida, 2) abstenerse de robar, 3) abstenerse de la impureza, 4) abstenerse de mentir, 5) abstenerse de bebidas fuertes y licores intoxicantes, y cinco reglas más sólo para monjes. Fíjese en que estos son «preceptos», no mandamientos, y que también contienen prohibiciones sobre matar, robar y mentir, que no se originaron en el Monte Sinaí. Esto demuestra que la raza humana tiene tendencia a elaborar listas de comportamiento, y que los Diez Mandamientos bíblicos no son únicos.

LA REGLA DE ORO

La expresión «Regla de Oro» no aparece en la biblia. Tampoco la famosa fórmula «haz a los demás». Lo que de verdad se cuenta que dijo es esto. «Así que, todas las cosas que quisierais que los hombres hiciesen con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esta es la ley y los profetas». (Mateo 7:12). El autor de Lucas lo cuenta así: «Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros». (Lucas 6:31).

La versión de Mateo es interesante. Parece hacer un paralelo con una redacción anterior de la misma idea hecha por el rabino Hillel en 10 d. C.: «Lo que es aborrecible para ti, no se lo hagas a tus congéneres. Esa es toda la ley; todo lo demás son comentarios». (Talmud, Shabbat, 31a). La Regla de Oro no es exclusiva de Jesús, ni llegó con el cristianismo.

En el hinduismo (brahmanismo), alrededor de 300 a. C.: «Esto es todo el deber: No hagas a otros lo que te causaría dolor si te lo hicieran a ti». (Mahabharata, 5, 1517. El periodo védico del hinduismo va tan atrás como 1500 a. C.)

En el budismo leemos: «No hagas daño a otros de formas que tú mismo encontrarías dañinas». (Udana-Varga, 5, 18).

En el confucionismo, que apareció alrededor de 500 a. C.: «Con seguridad, esta es la máxima de la amabilidad: No hagas a otros lo que no quisieras que ellos te hagan a ti.» (Analectas, 15,23).

En el taoísmo tenemos: «Considera la ganancia de tu prójimo como tu propia ganancia, y la pérdida de tu vecino como tu propia pérdida». Tomado de (T’ai Shang Zan Ying P’ien. La fecha de este escrito es incierta, pero probablemente se escribió entre 900-1200 de nuestra era. El taoísmo se fundó sobre el siglo cuarto a. C.)

Zoroastrismo: «Que la única naturaleza que es buena es la que se abstiene de hacer a otro lo que no es bueno para sí mismo». (Dadistan-i-dinik, 94, 5. Esta cita en particular apareció después del cristianismo, pero la religión lo precede desde más o menos 1500 a. C.)

Algunos teólogos afirman que la versión cristiana de la Regla de Oro es superior porque se expresa con una frase positiva («Haz…») en lugar de negativa («No hagas…»). Pero la versión positiva es ambigua; la versión negativa es útil. ¿Qué sucede si es usted masoquista? ¿Debería «hacer a los demás» lo que quisiera que le hagan a usted? ¿Y si le gusta que se pongan a predicarle? ¿Debería dar la lata a quien puede que no lo disfrute? ¿Qué pasa si tiene mal gusto con la comida o la ropa? ¿Debería preparar comidas o comprar regalos según lo que le gusta? ¿Y si es un asceta? ¿Impediría a otros llevar una vida cómoda? ¿Y si tiene gustos sexuales raros? ¿Debería hacer a los demás lo que le gusta que le hagan?

Esta regla no merece la medalla de oro. Sería mejor llamarla la «Sugerencia de Bronce».

Mientras que la versión positiva le dice «haz a los demás», hay mucha gente que no quiere que se le haga nada. Aunque se exprese positivamente, la Regla de Oro no da ningún consejo positivo. No dice «Haz cosas amables, cosas pacíficas, cosas compasivas a los demás». La versión negativa, por otra parte, permite que se deje en paz a la gente. Reconoce correctamente la esencia de la moralidad: no provoques daño. Me gustan las versiones hindú y budista porque identifican el dolor como el verdadero culpable en las decisiones morales.

Redactado positiva o negativamente, ¿qué hace con una mujer que odia los masajes en la espalda y un marido al que le encantan? La expresión positiva de la regla le diría al marido que le de un masaje en la espalda, algo que ella no quiere. La versión negativa le diría a la mujer que no de el masaje en la espalda a su marido, ¡algo que le encantaría! De cualquier forma, pierden.

La Sugerencia de Bronce de Jesús alguna vez se ha llamado Ley de Reciprocidad, y la idea general, por supuesto, es considerar cómo afectan tus acciones a los demás. Pero como no es exclusiva de Jesús, y como la versión cristiana está mal redactada, difícilmente apoya la afirmación de que la biblia es una guía superior para el comportamiento moral.

«AMA A TU PRÓJIMO»

Estrechamente relacionado con la Regla de Oro, está lo de «ama a tu prójimo». En Levítico 19:18 encontramos el mandamiento: «No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo: mas amarás a tu prójimo como a ti mismo». Aunque esto no aparece en ninguna versión de los Diez Mandamientos, Jesús y Pablo lo tratan como si estuviera en la lista principal.

En Mateo 19:16 un hombre pregunta a Jesús cómo alcanzar la vida eterna, y Jesús responde: «guarda los mandamientos». Cuando el hombre preguntó «¿Cuáles? Y Jesús dijo: No mataras: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra a tu padre y a tu madre: y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Si Dios supo que «ama a tu prójimo» era uno de los gordos, ¿por qué no lo incluyó en los Diez Grandes? ¿Por qué no ponerlo en lugar de cocer al cabrito en la leche de su madre?

Esta sección presenta un problema más para la mayoría de los protestantes a quienes enseñan que la salvación se logra sólo por la fe, no observando los mandamientos. Cuando el hombre preguntó a Jesús cómo alcanzar la vida eterna, ¿por qué no le dijo Jesús «cree en mí»? La biblia es contradictoria.

En Romanos 13:8-9 Pablo lista algunos mandamientos importantes: «porque el que ama al prójimo, cumplió la ley. Porque: No adulterarás; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás: y si hay algún otro mandamiento, en esta sentencia se comprende sumariamente: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». En Gálatas 5 Pablo escribió: «Porque toda la ley en aquesta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Santiago 2:8 también lo dice.

De nuevo, estando todos de acuerdo en que el amor es bueno, esta regla no es específica. No da ningún consejo sobre cómo tratar a los otros. ¿Qué hay de la gente que no se ama a sí misma? ¿Cómo pueden amar a los otros «como a sí mismos»? ¿Qué pasa si le educaron en una familia disfuncional y abusiva y tiene una muy mala imagen de sí mismo? ¿Qué pasa si es usted un suicida?

Es importante comprender que «ama a tu prójimo» en el Antiguo Testamento significaba algo menos que en el Nuevo Testamento. En la redacción del Levítico trata de «los hijos de tu pueblo», no del mundo entero. La palabra «prójimo» sólo significaba paisano israelita. Esto se hace obvio cuando observamos cómo trata el pueblo de Dios a otras naciones. En el contexto del Antiguo Testamento, «ama a tu prójimo» en realidad es discriminatorio. Sería como líderes de Ku Klux Klan recomendando a sus seguidores que «amen a sus prójimos blancos». Para el pueblo de Dios era perfectamente permisible odiar a los paganos. El rey David dijo que los odiaba «con perfecto odio». (Salmos 139:22).

Jesús amplió el concepto al hacerlo universal: «Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Mas yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen». Esto es una mejora sobre el imperialismo israelita, pero el hecho de que sea no discriminatorio no lo convierte necesariamente en una guía moral excepcional.

No se puede dar órdenes sobre el amor. Nadie tiene el derecho de decirme que ame a otra persona. Puedo tratar a las personas con justicia, puedo respetar a quien merece respeto, pero no puedo simplemente poner en marcha el amor. El amor, si tiene algún significado especial, es algo que está reservado para quienes me son queridos, para quienes se han ganado mi admiración, para quienes encuentro atractivos o dignos de amor. Va contra la naturaleza humana esperar que pueda tener los mismos sentimientos hacia todo el mundo; y poner a todo el mundo al mismo nivel rebaja el amor. Cuando diga «te quiero» a su esposa o su amante, intente añadir «pero podría haber sido cualquier otro, porque a todos mis semejantes los quiero por igual».

¿Qué pasa si mi prójimo es gilipollas? ¿Y si a pesar de todos mis sinceros intentos de ser amistoso y amable mi prójimo sigue actuando destructivamente? ¿Es saludable para mí fingir que amo a esta persona? Podría importarme la forma de vida de esa persona (o no), y desear ver una mejora en su suerte y en la mía, pero ciertamente no voy a fingir el amor. El Jesús bíblico debería haber sabido que no se puede ordenar a los creyentes que finjan una emoción que a menudo es inapropiada, antinatural, irrelevante o falsa.

Como sucede con la mayor parte de las otras reglas bíblicas, Jesús convierte «ama a tu prójimo» en una condición para la recompensa: «Porque si amareis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis?, ¿no hacen también lo mismo los publicanos?… Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto». (Mateo 5:46-48. El dios bíblico no amaba a todo el mundo, así que él tampoco es perfecto). Intente decir a alguien al que ama: «la razón por la que te quiero es porque estoy intentando alcanzar la perfección, y espero verme recompensado algún día». Estas formas de hablar están basadas en el interés propio, y no tienen contacto con la realidad. Una guía mejor para el comportamiento humano tendría en cuenta las condiciones físicas, los casos individuales, la naturaleza de los sentimientos humanos y los resultados de ciertas acciones antes de lanzar un mandamiento generalista. «Ama a tu prójimo» da para un sentimiento noble, pero es una guía moral nada práctica.

LAS BIENAVENTURANZAS

La palabra «bienaventuranza» no aparece en la biblia. Las Bienaventuranzas describen los ocho primeros refranes del «Sermón de la Montaña» (una frase que tampoco está en la biblia) pronunciados por Jesús en el quinto capítulo de Mateo, que comienzan todas con «Bienaventurados los…».

Cinco de las bienaventuranzas no tienen nada que ver con la moralidad. Tomadas literalmente, el grupo es más una charla para infundir ánimo que un código de comportamiento ético. Ninguna de ellas es verdaderamente ética por sí misma, ya que son todas condiciones para una recompensa futura. Un código ético de verdad podría mencionar los beneficios («Bienaventurados») de ciertas acciones, pero debería poner el acento en el valor inherente del comportamiento por sus propios méritos antes de detallar la ganancia o la pérdida para el individuo.

(1) «Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos». Esto alaba una condición nada admirable. ¿Se supone que todos debemos volvernos «pobres en espíritu»? ¿Qué significa «pobres en espíritu»? Este versículo no aboga por ninguna acción específica, positiva ni ética. Sólo dice que si resulta que es usted «pobre en espíritu», será feliz porque va a ir al cielo. Versículos como este se han citado para mantener en su sitio a esclavos y mujeres con promesas de «castillos en el aire».

(2) «Bienaventurados los que lloran: porque ellos recibirán consolación». Como la primera, esta no aboga por ningún comportamiento, a no ser que se interprete como una orden para ponerse a llorar. En lugar de eso, ¿por qué no animar a la gente a consolar a quienes lloran?

(3) «Bienaventurados los mansos: porque ellos recibirán la tierra por heredad». Esto podría tener cierto valor si la mansedumbre fuera lo mismo que la amabilidad, pero incluso entonces se valora sólo como una condición para un beneficio importante en el futuro. Es como decir «sé bueno con la abuela, porque podría ponerte en su testamento». A propósito, la mansedumbre es un atributo que rara vez se ha visto en la historia cristiana, actual o pasada. ¿Cómo es de manso el himno popular «Adelante, soldados cristianos»? ¿Cuánta mansedumbre encontramos en el rostro del televangelista Jimmy Swaggart? ¿Cómo es de manso el papa? ¿Están llenas de bondad las caras de los antiabortistas mientras gritan amenazas y bloquean físicamente el acceso a las clínicas, todo en el nombre de Dios? ¿Cómo era de manso Jesús cuando maldijo a la higuera, expulsó a los cambistas, asesinó una piara o miró a sus discípulos «con enojo»? La mansedumbre podría ser un atributo útil de quienes se supone que deben ser sumisos, como los esclavos o las mujeres cristianas; pero como muchas situaciones de la vida exigen acciones firmes, decididas y en ocasiones enérgicas para corregir desigualdades y abusos, la «mansedumbre» parece una orden más bien débil e inútil.

(4) «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia[52]: porque ellos serán hartos». Esto simplemente recomienda los rituales religiosos, como la oración. No ofrece consejo sobre cómo tratar a otros seres humanos. Si la «rectitud» se interpreta políticamente, este es un versículo peligroso. La rectitud genera censura, segregación, persecución, desigualdad civil e intolerancia. Millones de personas han muerto y han sido perseguidos por la rectitud ajena.

(5) «Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos alcanzarán misericordia». Esto puede ser admirable, pero ¿cuántos de nosotros estamos alguna vez en una posición como para otorgar misericordia? La capacidad de conceder misericordia implica un gobierno autoritario sobre los demás: esclavitud, reinado, ejército. Los padres cristianos deberían observar este mandato cuando están a punto de seguir el mandamiento bíblico de azotar a sus hijos. Sin embargo, la motivación para esta Bienaventuranza está equivocada: «porque ellos alcanzarán misericordia». Esta bienaventuranza en realidad es una amenaza, que da a entender que Dios no será misericordioso con los que no lo son. ¿Por qué no iba a querer Dios ser misericordioso? ¿El «crimen» de la carencia de misericordia no sería una de las situaciones que provocan la necesidad de la misericordia de Dios? Un principio moral mejor diría «Bienaventurados los misericordiosos, porque ningún ser humano tiene el derecho de dañar a otro».

Este versículo tiene un lado oscuro potencial. Muchos creyentes están ansiosos por perdonar los pecados de sus pastores, curas y otros líderes de la iglesia, nada dispuestos a denunciarlos o buscar justicia civil o criminal cuando cometen crímenes. Esto se hace dolorosamente evidente en los muchos casos de pedofilia y abuso de menores entre el ministerio. Echando la culpa o no haciendo caso a la víctima, muchos miembros de la iglesia se agrupan para apoyar al ministro, consolándolo con «misericordia» en sus momentos de necesidad. Esta bienaventuranza provoca una carencia tal de responsabilidad que en realidad es un versículo maligno.

(6) «Bienaventurados los de limpio corazón: porque ellos verán a Dios». ¿Qué significa limpio en términos reales? Si significa «la falta de deseo de hacer daño a otros», no es malo. Si significa «ser espiritual, separado de preocupaciones mundanas», es intolerante y potencialmente peligroso. De las actitudes antisociales o autonegadoras no sale ningún beneficio ético. El Apóstol Pablo hablaba sobre tener «una conciencia limpia», y esto se puede considerar una actitud admirable en ciertos grupos, pero si no se detalla más acerca de cómo esto afecta a la conducta, es inútil como guía moral.

(7) «Bienaventurados los pacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios». Este es el mejor del ramillete. Todos queremos la paz. Pero ¿cómo la logramos? ¿La bomba de Hiroshima fue pacífica porque terminó con la guerra? ¿Las ojivas nucleares son «bienaventuradas»? Los Estados Unidos están ahora mismo «en paz» con los nativos americanos; ¿la política de los Estados Unidos hacia los indios fue por tanto pacífica? Además, Jesús contradijo su propio consejo, advirtiendo «No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espada».

(8) «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando os vituperaren y os persiguieren, y dijeren de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo. Gozaos y alegraos; porque vuestra merced es grande en los cielos: que así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». Esta bienaventuranza es potencialmente peligrosa. Además de estar en forma pasiva y no abogar por ningún comportamiento moral específico, «Bienaventurados los que padecen persecución» parece invitar, recomendar y alabar la confrontación y la disputa entre los seres humanos. Algunos incluso han interpretado ese versículo como una orden para salir y «hacerse perseguir». (Ver «El muro inamovible».) Este complejo de persecución, que los cristianos admiten que no todos comparten, contradice a la séptima bienaventuranza. Si busca problemas a causa de Jesús, será usted bienaventurado, y recibirá una gran «recompensa en el cielo». Se supone que debe «gozarse y alegrarse» cuando sus acciones inciten a otros a maltratarle. La persecución es algo que podría sucederle a cualquiera, tenga esa persona integridad o no, en el curso de apoyar una causa (los librepensadores han cosechado su buena cuota de abusos inmerecidos mientras trabajaban por la separación de la iglesia y el estado), pero buscarla y «gozarse» en ella es perverso.

Las Bienaventuranzas son inmaduras: «Niños, si dejáis de pelear os daré postre». Como tienen pocos consejos sobre comportamiento y acentúan las actitudes internas de ser, alguna vez los predicadores las llaman las «Actitudes de ser»[53]. No tienen sustancia. Como ofrecen una guía moral mezquina, terminan por ser meros lugares comunes para mantener a los pobres y desencantados conformes con su lugar. No son buenas guías para el comportamiento.

«OFRECER LA OTRA MEJILLA»

He oído a muchos cristianos decir que «ofrecer la otra mejilla» es lo que hace único al cristianismo, comparándolo con la resistencia no violenta de Martin Luther King. Aquí está cómo lo expresó Jesús en el Sermón de la Montaña: «Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente. Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra». (Mateo 5:38-39).

En un primer golpe (no intento hacer un chiste) de vista esto parece ser un alegato a favor del pacifismo, y si se interpreta como tal es aceptable. Casi todos estamos de acuerdo en que normalmente es más moral evitar la violencia. Pero el modo en que lo expresa Jesús no es de resistencia no violenta. ¡Es no resistencia violenta! Invitar a una persona abusiva a seguir abusando no es pacifismo. Es temerario.

Algunos pueden argumentar que la frase «ofrece la otra mejilla» sólo es una forma de hablar y que Jesús no quería decir en realidad que tuviéramos que animar al maltrato. Pero la lectura del contexto en los versículos siguientes (Mateo 5:40-42) revela que eso es en realidad lo que quería decir, al ordenar a los creyentes que recompensen el doble a quienes roben o secuestren.

Una regla más sensata diría: «Si alguien te hiere en la mejilla derecha, ¡aléjate de esa persona! Defiéndete para evitar mayor daño. Pide ayuda, llévalo a juicio, intenta que el abuso no le suceda a otra persona. Deja saber a esa persona que ese tipo de comportamiento es inaceptable. Nunca invites al abuso».

¿Cómo podemos tener moralidad sin la biblia?

La biblia contiene desperdigados consejos potencialmente útiles, como la advertencia contra la vagancia de Proverbios 6:6-11; pero hasta ese admirable intento de mejorar el carácter fracasa al no señalar que no hay nada inmoral en la vagancia por sí misma. Las consideraciones éticas son situacionales, y la vagancia sería mala sólo si causara daño a alguien. En conjunto, la biblia no llega a captar la ética.

Incluso si todos estuviéramos de acuerdo en que es necesario un código moral absoluto, tendríamos un serio problema práctico. ¿Cómo sabemos qué código es? ¿Quién decide cómo se interpreta la biblia? Millones de cristianos y judíos devotos y creyentes en la biblia que estudian las escrituras minuciosamente no se pueden poner de acuerdo sobre muchas cuestiones morales importantes. Caen en lados distintos en el debate sobre la pena capital, el aborto, el suicidio asistido por médicos, la muerte con dignidad, la ordenación de las mujeres, los derechos de las mujeres, los derechos de los homosexuales, el control de natalidad, la guerra y muchas otras cuestiones. ¿De qué sirve tener un código ético divino si nadie sabe cuál es?

Si la moralidad significa algo, significa que somos responsables ante los demás. Los cristianos creen que no somos responsables ante las personas, sino ante Dios. Como Dios no existe, no son responsables ante nadie; e incluso si existe un dios, en la práctica no son responsables ante nadie del mundo real, lo que viene a ser lo mismo. Como los creyentes en la biblia son responsables ante Dios y no ante la humanidad, pueden pedir el perdón de Dios por cualquier crimen que cometan contra la humanidad. En otras palabras, pueden actuar con impunidad. Y lo hacen a menudo.

No hace ningún bien decir que Jesús murió en la cruz para pagar por nuestros pecados. ¿Qué persona que se respete a sí misma permitiría o querría que otro asuma la responsabilidad de sus acciones? Si cometo un crimen, Jesús puede morir un millón de muertes y seguiría sin cambiar el hecho de que la culpa es mía. Si me condenan por un delito, ¿permite la ley que otro vaya a la cárcel en mi lugar? ¿Qué bien haría? Sería una burla de la ley y la justicia, y me convertiría en una persona aún más reprensible por endosar mi responsabilidad a otro. Cantar «Jesús murió por mis pecados» es admitir que las malas acciones no tienen nada que ver con las consecuencias en el mundo real contra individuos de carne y hueso que reciben daño; tienen que ver con sobornar a una figura autoritaria imaginaria.

Los humanistas son responsables ante seres humanos reales y vivos, y ante las leyes humanas que se hacen cumplir, no ante una deidad indemostrable, un castillo en el aire. Esto convierte al humanismo en superior como guía para el comportamiento moral. El humanismo no sólo es mejor que la biblia, es la única forma en la que podemos ser morales.

La edición del 27 de mayo de 1992 del Wisconsin State Journal publicó esta historia:

Escrituras silenciadas en presión por pena de muerte

WASHINGTON (AP). —El martes el Tribunal Supremo rehusó permitir a los abogados de la acusación de Pennsylvania invocar la Biblia cuando intentaban obtener la sentencia de muerte para unos asesinos convictos.

Los jueces, sin más comentario, dejaron intacta una resolución del Tribunal Supremo de Pennsylvania que impedía a los abogados de la acusación referirse a la Biblia u otros escritos religiosos al intentar persuadir a un jurado de que impongan una sentencia de muerte.

El tribunal del estado dijo que tales referencias nunca son permisibles, y pueden someter a los fiscales a acciones disciplinarias. El Fiscal del Distrito de York, H. Stanley Rebert, arguyó que el tribunal del estado viola la libertad de expresión de los acusadores y es demasiado hostil hacia la religión. El Tribunal Supremo anuló el pasado noviembre la sentencia de muerte de Karl Chambers por un asesinato en York, resolviendo que tenía derecho a una nueva sentencia judicial.

El tribunal del estado confirmó la condena de Chambers por el asesinato el 1 de febrero de 1986 de Anna Mae Morris. La policía dijo que Morris fue golpeada hasta la muerte con el mango de un hacha y posteriormente le robaron.

En el juicio condenatorio, un acusador concluyó sus comentarios hacia el jurado declarando: «Karl Chambers ha acabado con una vida. Como la Biblia dice, “Y el asesino recibirá muerte”. Gracias».

El Tribunal Supremo del estado dijo que el comentario del abogado acusador le decía al jurado «que existe una fuente de la ley independiente para llegar a la conclusión de que la pena de muerte es un castigo apropiado para (Chambers)».

Higher Mind (Mente Superior)
por Dan Barker

Every now and then

Comes that lonely interlude.

I find myself again

In a melancholy mood.

It seems that life is wrong

And no one cares for me.

I can only sing a song

In a minor key.

But I will not despair —

I’ve come to comprehend

The answer’s always there.

I’ve found the perfect friend.

De vez en cuando

Llega ese interludio solitario.

Me encuentro de nuevo

Con ánimo melancólico.

Parece que la vida va mal

Y no le importo a nadie.

Sólo puedo cantar mi canción

En una clave menor.

Pero no desesperaré —

He llegado a comprender

Que siempre hay respuesta.

He encontrado el amigo perfecto.

Chorus

There’s a Higher Mind,

Yes, there’s a Higher Mind.

That mind is my own.

I’m never alone.

There’s a Higher Mind,

Yes, a much Higher Mind.

It rises above.

It rises to love.

Estribillo:

Hay una Mente Superior,

Sí, hay una Mente Superior.

Esa mente es la mía.

Nunca estoy solo.

Hay una Mente Superior,

Sí, hay una Mente Superior.

Se eleva.

Se eleva hasta el amor.

Love is not a thing

I can make myself believe.

Love is not a thing

I can give or receive

Until I find the pride

To love myself first —

To drink from deep inside

And satisfy this thirst.

It seems that peace of mind

Is precious and rare.

It’s not a thing I find

Rushing here and there,

Acting out a part

In someone else’s play.

I will listen to my heart,

And do it my own way.

El amor no es una cosa

En la que me puedo hacer creer.

El amor no es una cosa

Que pueda dar o recibir

Hasta que encuentre el orgullo

De quererme antes a mí —

Beber de lo más profundo

Y saciar mi sed.

Parece que la paz mental

Es preciosa y rara.

No es una cosa que encuentre

Corriendo de aquí para allá,

Interpretando un papel

En la obra de otro.

Escucharé a mi corazón,

Y lo haré a mi manera.