Capítulo 34

Fe ciega

Cristiano: No me puedes decir que Dios no existe porque hablo con Él todos los días.

Librepensador: ¿Eh? ¿Tienes una relación personal con un ser sobrenatural?

Cristiano: Así es. Sé que te resulta difícil de comprender, pero Dios es muy real para mí en mi espíritu. Nos comunicamos entre nosotros. Me da una paz real, una alegría indescriptible y una sensación de Su sagrada presencia que sólo pueden comprender otros cristianos que hayan tenido la misma experiencia.

Librepensador: Ya veo. Tienes ese sentido extra. ¿De verdad oyes una voz?

Cristiano: No. Pero he oído que algunos cristianos oyen la voz. No es una voz aural la que oigo, no es con el sentido del oído. Es un sentido espiritual, una «perspicacia» que trasciende el mundo material.

Librepensador: ¿Y dónde está este sentido espiritual?

Cristiano: En el corazón.

Librepensador: ¿En el corazón? ¿No estarás hablando del órgano físico que bombea sangre?

Cristiano: Por supuesto que no. El «corazón» del hombre es la sede de la emoción y la sensibilidad espiritual. Es lo que trae el amor y la compasión a los hombres.

Librepensador: Y también a las mujeres, supongo.

Cristiano: Por supuesto.

Librepensador: Luego ese «corazón» en realidad es tu mente. Tu mente en lo relativo a los sentimientos.

Cristiano: Supongo que no puedes expresarlo de otra manera. Pero es mucho más profundo que eso. Es una experiencia espiritual muy real. Si nunca la has sentido no sabrás de qué estoy hablando.

Librepensador: No, me parece que nunca he sentido exactamente lo que sientes, aunque he tenido muchas experiencias emocionales, algunas muy conmovedoras y potentes. Tienes que comprender que desde mi punto de vista parece que todo lo que estás teniendo no es otra cosa que una experiencia psicológica. Sucede en todas las culturas y religiones.

Cristiano: Por supuesto, tienes que decir eso. Careces de la realidad de la experiencia, así que no puedes hacer nada mejor que intentar explicarlo en términos naturales. Pero créeme, de verdad hablo con Dios.

Librepensador: ¿Por qué tendría que creerte?

Cristiano: Porque como careces del sentido espiritual, difícilmente puedes estar en posición de emitir un juicio sobre ello. Es como pedirle a un ciego que juzgue una pintura. Tendrás que aceptar mi palabra.

Librepensador: ¿No te das cuenta de que es un argumento circular? La existencia del «espíritu» es el punto en cuestión, y me dices que para determinar si existe antes tengo que tener un sentido «espiritual». Eso sería como decir que la única gente cualificada para emitir un juicio sobre la existencia de Santa Claus son quienes han conocido a Santa Claus personalmente. ¿Y si yo insistiera en que he tenido experiencias que demuestran que tu experiencia es una fantasía psicológica? ¿Aceptarías mi palabra?

Cristiano: No, porque mi experiencia es espiritual, basada en una sensibilidad más elevada que tus experiencias. El hecho de que pongas en cuestión mis afirmaciones es la prueba de que estás limitado a este mundo natural. Si alguna vez llegas a creer, antes tendrás que aceptar la palabra de alguien. Si no es mi palabra, será la Palabra de Dios.

Librepensador: No puedo hacer eso. Sería irresponsable por mi parte aceptar la verdad de una declaración sin alguna forma de verificación. Hasta que me des un modo de examinar tus afirmaciones tengo que insistir en que no estás experimentando nada externo a tu mente.

Cristiano: No seas absurdo. La mayoría de lo que sabes te llega a través del testimonio de otros. ¿Has verificado personalmente la existencia de los quarks o la historicidad de Julio César?

Librepensador: No. Pero podría si quisiera. Los científicos y los historiadores dejan su información y sus métodos al alcance de todos. Podría seguir sus mismos caminos y llegar a mi propia verificación.

Cristiano: ¿De verdad podrías? ¿Y si fueras ciego? ¿Podrías repetir cualquier experimento que exigiera luz?

Librepensador: Eso iba a ser difícil. Podría decidir aceptar la palabra de investigadores videntes, de forma provisional. Pero tendría mucho cuidado en exigir un acuerdo unánime entre un gran número de observadores independientes.

Cristiano: Ya estamos llegando a algún sitio. Eso es exactamente lo que estoy diciendo. Millones de personas a través de la historia han testificado acerca de la existencia del mundo sobrenatural. Como eres espiritualmente ciego no te queda más remedio que darte cuenta del acuerdo universal entre los cristianos: un testimonio universal de realidad espiritual. ¿Por qué ibas a objetar a tan abrumadora evidencia de la existencia de Dios?

Librepensador: Porque no hay manera de comprobar tus afirmaciones. No noto ningún sentido espiritual en mí. Para mí, Dios no es real.

Cristiano: ¿Un ciego niega que el cielo sea azul? Hay millones que testificarán a favor de ese hecho. ¿Deja el cielo de ser azul porque haya algunos ciegos que lo duden?

Librepensador: No. Una persona ciega tiene buenas razones para creer que hay un color llamado azul, aunque no sea capaz de representarlo. El ciego y el vidente tratan con el mismo universo natural, lo que inutiliza tu analogía. El ojo físico se puede examinar como un dispositivo sensor. Se puede trazar la ruta de las señales de luz desde la retina hasta el cerebro. Se puede analizar las frecuencias que componen el espectro. Se podría construir una máquina que respondiese con un sonido al color azul y la persona ciega podría tener una prueba sólida indirecta de ese color. ¿Puedes darme una forma en la que pueda hacer eso con Dios, aunque sea espiritualmente ciego?

Cristiano: Por supuesto. Se llama fe.

Librepensador: ¿Y qué es la fe, sino creer lo que uno desea que sea cierto?

Cristiano: La Biblia dice que la fe es «la sustancia de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no se ven».

Librepensador: En otras palabras, creer según deseamos. ¿Cómo percibe una persona esta «demostración de las cosas que no se ven»?

Cristiano: Examinas la revelación de Dios tal como aparece en la Biblia y en la naturaleza. Basta con que creas que es verdad, aceptes la presencia de Dios, te dices que Él es real —y será real.

Librepensador: ¿Quieres decir que me mienta a mí mismo? ¿La fe es una mentira?

Cristiano: Obviamente no quieres creer, así que nunca lo harás. El egoísmo y el pecado pueden bloquear tu voluntad de aceptar la verdad. Hasta que te humilles y dejes de adorar tu propia inteligencia estarás ciego a la verdad que es tan obvia para el resto de nosotros, y serás un fugitivo de la gracia de Dios.

Librepensador: Para mí está bien así. Por lo que dices, la fe parece más una fantasía que un hecho. Del mismo modo podría decirme que Santa Claus es real. Después de todo, millones de niños testificarán a favor de su existencia.

Cristiano: ¿Cómo puedes comparar la fe de un cristiano maduro con las fantasías de un niño?

Librepensador: Con toda facilidad.

Cristiano: Tú eres infantil. Grandes eruditos han estudiado a Dios y han respaldado su existencia. ¿Eres más listo que todos ellos?

Librepensador: No hace falta mucha inteligencia para darse cuenta de que estos «grandes eruditos» nunca están de acuerdo entre ellos. ¿Cómo puede aceptar un ciego que el cielo es azul si algunos dicen que habitualmente es naranja, otros dicen que verde y aún los hay que dicen que es marrón con lunares lilas?

Cristiano: Es cierto que hay ciertos desacuerdos menores entre teólogos. Pero todos están de acuerdo, al menos en que Dios existe.

Librepensador: Claro, por supuesto. Cualquier teólogo que deje de creer en Dios deja de ser un verdadero teólogo, según tu definición. En los círculos teológicos hay más ateos de los que imaginas.

Cristiano: Los teólogos pueden tener todos ellos diferentes impresiones subjetivas o pueden estar enfatizando en exceso alguna posición doctrinal, igual que la gente puede percibir que el cielo tiene colores diferentes en tiempos coherentes. Pero todos ellos están de acuerdo en que hay, en efecto, algún tipo de reino espiritual. Seguro que estás al tanto de ello.

Librepensador: Sí, estoy al tanto de que hay muchos que creen, pero ahora no puedo decir de qué color es el cielo o ni siquiera si hay cielo en absoluto. Pensarlo es demasiado confuso. Empiezo a sospechar que el problema no está en la naturaleza de la realidad percibida, sino en el propio órgano perceptor. Seguro que estás al tanto de que millones de personas creyeron en Zeus, Zoroastro, Marduk y Mitra. ¿Por qué tienes razón tú y ellos estaban equivocados?

Cristiano: Porque sé que tengo razón. Es así de simple. Veo el cielo azul y lo cuento como lo veo. Esos creyentes de la antigüedad se engañaban a sí mismos, siguiendo su cultura y sus miedos primitivos. Pero yo poseo la realidad del Dios cristiano en mi corazón. No puedes decirme lo que siento o no siento dentro de mí. Es muy real, y sería arrogante por tu parte sugerir que me lo estoy inventando todo.

Librepensador: No me malinterpretes. No niego que tengas una experiencia real dentro de ti mismo. Sé que es fuerte. Ha motivado a gente de todas las religiones a construir hospitales y a luchar en las guerras. El cristianismo no es una excepción.

Cristiano: Gracias.

Librepensador: No era un cumplido. Lo que digo es que acepto la realidad de tu experiencia religiosa, pero como no hay pruebas objetivas e independientes de la existencia de un reino trascendente, debo rechazar la realidad de lo sobrenatural. Por tanto, tu muy real experiencia tiene que estar enraizada en nuestro muy real mundo natural. La única «prueba» que me das son declaraciones que señalan a la existencia de un fenómeno psicológico y nada más.

Cristiano: Estás equivocado.

Librepensador: ¿Puedes mostrarme en qué? Se dice que Jesús dijo que podrías mover una montaña con la fe. De verdad que más le vale a Dios mantener Su palabra y hacer un milagro para convencer a un escéptico. Pareces tener mucha fe. Déjame ver cómo mueves una montaña.

Cristiano: No puedo hacer eso. Dios no hace trucos de magia bajo petición. Además, no todo en la Biblia se tiene que tomar al pie de la letra.

Librepensador: Imaginaba algo así.

Cristiano: Pero no necesito un milagro para convencerme de que lo que siento es real. Sólo por que tú estés ciego no voy a dejar de disfrutar una puesta de sol.

Librepensador: Una puesta de sol en tu mente.

Cristiano: ¿Ahora niegas la existencia de las puestas de sol?

Librepensador: En absoluto. Como no estoy ciego podemos estar de acuerdo en que tenemos una imagen mental de las puestas de sol y que de verdad existen fuera de nuestras mentes. También podemos estar de acuerdo en que los humanos tienen experiencias religiosas mentales, pero esto sólo es una declaración sobre el mundo natural. No estoy obligado a hacer tu salto de fe trascendental y aceptar la existencia de un reino sobrenatural. ¿Alguna vez has tenido miedo?

Cristiano: Seguro, muchas veces.

Librepensador: ¿Alguna vez has tenido un miedo enorme que resultó no tener fundamento?

Cristiano: ¿Qué quieres decir?

Librepensador: Una vez estaba caminando por la montaña y me encontré con una serpiente en el sendero. Me asustó porque había oído que en la zona había serpientes de cascabel. Salté hacia atrás y mi pulso se disparó. Pero mirándola mejor vi que sólo era un palo y me sentí tonto por haberme asustado. Hasta lo rodeé con cuidado. Ya sabes cómo en ocasiones el miedo puede atenazar la mente.

Cristiano: ¿Qué tiene esto que ver con la existencia de Dios?

Librepensador: Tuve una experiencia psicológica muy real que me convenció, por un momento, de que un palo era una serpiente. No puedes negar la realidad de mi experiencia, ¿verdad?

Cristiano: Por supuesto que no. Pero estabas equivocado.

Librepensador: Ahí es donde quería ir a parar.

Cristiano: Pero yo no estoy equivocado. Dios existe. Al igual que descubriste mirándola mejor que la serpiente no era real, así he descubierto mirándolo bien que Dios es real.

Librepensador: ¿Puedes demostrarlo?

Cristiano: A ti no.

Librepensador: Entonces no puedes demostrarlo. Supón que te digo que había una serpiente venenosa a unos metros de aquí. Supón que me muestro asustado y te conmino a creerme. ¿Estaría diciendo la verdad?

Cristiano: Puede ser.

Librepensador: Pero ¿estarías convencido de la realidad de mi miedo?

Cristiano: Bueno, si supiera que no puedes distinguir entre una serpiente y un palo podría tener mis dudas. Sin embargo, para estar seguro, podría decidir creerte de todos modos. Provisionalmente, como tú dices.

Librepensador: Pero ¿estarías en lo cierto? ¿De verdad hay una serpiente?

Cristiano: La única forma de demostrarlo es mirando.

Librepensador: No, te pido que aceptes mi miedo como única prueba.

Cristiano: ¿Eso es absurdo! Tendríamos que ser capaces de determinar si tu miedo está justificado.

Librepensador: ¿Y si no lo está?

Cristiano: Entonces deberías dejar de estar asustado y nos reiríamos un rato con todo esto.

Librepensador: ¿Y si sigo estando asustado?

Cristiano: Entonces tienes problemas. Podrías estar sufriendo inestabilidad psicológica, paranoia, delirio o inseguridades que te impulsen a buscar atención.

Librepensador: Entonces estás de acuerdo conmigo en que un sentimiento no demuestra un hecho.

Cristiano: Por supuesto. Quiero decir… excepto en cuestiones espirituales. En lo espiritual el sentimiento es parte de los hechos.

Librepensador: ¿Eso no es irracional?

Cristiano: Supongo que sí. Pero la fe trasciende a la racionalidad.

Librepensador: Ahí es donde quería ir a parar.

Freethought Today, julio 1985.