Capítulo 31

¿Gozo cristiano?

Solía predicar que los cristianos son las únicas personas de verdad felices en todo el mundo. Y creíamos sinceramente que eso era verdad.

«La humanidad camina a tientas en el pecado y la oscuridad. Los no creyentes están confundidos y solos. El verdadero gozo viene a través de Jesucristo. ¿Cómo puedes sentirte pleno si rechazas el amor de tu Padre celestial? ¿Cómo puede funcionar correctamente la máquina humana si no haces caso del manual del usuario, la Biblia?». Mi congregación sonreiría y diría «Amén», creyendo que nuestra camaradería espiritual era una burbuja única de gozo en un mundo feo y dolido.

¿Sabía que la palabra JOY (gozo en inglés) es un acrónimo de Jesus-Others-You (Jesús-Otros-Tú)? Sólo podrá ser feliz si pone a Jesús en primer lugar en su vida, y si se pone a usted mismo el último. En cualquier caso, da para una bonita estructura para un sermón. Puedo oír cómo uno de ustedes herejes sugieren un acrónimo diferente: Jesus-Offends-You (Jesús Te Ofende). Pero yo nunca caería tan bajo como para usar esas tácticas.

Varios meses después de mi deconversión me reuní con un grupo de fundamentalistas para hablar de la biblia. Me identifiqué como ateo y no dudé en examinar críticamente las contradicciones y errores de su libro «sagrado». Después del encuentro, uno de los hombres más mayores se acercó a la ventanilla de mi coche y dijo:

—Dan, me parece que aún eres cristiano.

—¿Por qué dice eso? —pregunté.

—Porque pareces tan feliz. Eres una buena persona; disfrutas de la vida y quieres a la gente. Aprecias la belleza de Dios en la música, el arte y la naturaleza. ¿Cómo va a tener un ateo esa paz? ¿Cómo puede ser tan feliz un no cristiano?

Lo miré y dije:

—No, no soy cristiano. Ya no acepto esos mitos. La razón por la que soy feliz es porque decido ser feliz. Para mí, la felicidad es en principio un estado mental, y como ahora controlo mi mente, también controlo mi felicidad. Ya no soy la marioneta de una mente superior, ni un esclavo de la eternidad. Nunca conocí el gozo real antes de recuperar la posesión de mi mente. ¡Debería intentarlo!

¿Son los cristianos la gente más feliz del mundo? ¿Puede tener alguien aparte de los creyentes gozo en la vida? ¿Llegan los cristianos a ser felices?

Fíjese en que estoy tratando el gozo y la felicidad como sinónimos. Un tema favorito en los sermones es la supuesta distinción entre la «felicidad del encuentro» del paganismo y el «profundo y duradero gozo de Jesús». Hilar así de fino es una táctica religiosa que permite a los cristianos fingir que sus sentimientos particulares son más sublimes o puros que la innegable «felicidad mundana» que ven en las vidas de los no creyentes.

La característica atractiva de la religión es que ofrece una respuesta al dilema existencial. No importa que esta «repuesta» sea falsa. Está tan entrelazada con el tejido de la cultura humana que la mayoría de las personas se sienten desnudas sin ella. Como la armonía, el sentido, el propósito y el amor son ideas de relación, sólo pueden tener sentido contextualmente —ninguna puede existir en el vacío. La pregunta cósmica, «¿cuál es el sentido de la vida?» —si uno se empeña en plantearla— no se puede responder en un vacío cósmico. Por eso está Dios, o algo como Dios.

Los cristianos piensan que la verdadera armonía existe en la relación entre el Creador y los Creados, entre el Padre y el Hijo («Padre nuestro…»), o entre Varón y Hembra (la iglesia es la «Esposa de Cristo»). Por tanto, dicen ellos, el mayor amor y el más alto gozo sólo se pueden alcanzar dentro de la relación entre «Dios y el Hombre». Todo lo demás es amor barato, felicidad mundana, emociones temporales, sin valor.

El gozo cristiano tiene dos caras. Primero está el gozo que llega cuando se eliminan la culpa y el miedo: el perdón de los pecados, la redención de la vida eterna, la liberación de la vergüenza. El cristiano está «limpio con la sangre del Cordero». Como «la paga del pecado es muerte», y como Cristo murió por nuestros pecados, la pena se ha cumplido; somos libres de dejar la prisión de la culpa. Usted es un vago inútil, pero Jesús le ha sacado de las calles y lo ha limpiado y ha borrado sus crímenes. ¿No se siente lleno de agradecimiento?

Pero pensemos sobre esto. El propio concepto de pecado viene de la biblia. ¡El cristianismo nos ofrece solucionar un problema que él mismo ha creado! ¿Le estaría agradecido a una persona que le cortase con un cuchillo para venderle vendas? ¿Respetaría a un médico que le provocase enfermedades para poder seguir con su negocio? ¿Qué es más gozoso, «soy culpable pero me han perdonado» o «siempre fui inocente»? El pecado es un concepto viciado, una mentira insultante. Mantiene a la gente en estado servil. Hasta Jesús se supone que dijo «Quienes no están enfermos no necesitan médico».

Aunque se supone que a los creyentes se les perdona todas las transgresiones, nunca están libres de pecado. La tentación acecha en cualquier momento ocioso. «Resiste al Diablo y huirá de ti», tienen que repetirse constantemente. «Reza pidiendo fuerza». ¿Qué tipo de felicidad es esta? ¿Hasta qué punto puede ser feliz cuando cree que toda acción y pensamiento está siendo observado por un fantasma enjuiciador? ¡El padre celestial es un fastidio celestial!

¿Hasta qué punto puede sentirse gozoso cuando cree que la mayor parte de los miles de millones de personas del mundo, incluyendo muchos de sus familiares y amigos, están destinados al castigo eterno? ¿Cómo es de placentero hacer el amor con el ojo intruso de la valoración divina mirando por encima de su hombro? (El hombro del hombre, se supone). ¿Hasta qué punto es saludable aceptar la culpa por los crímenes de un antepasado? ¿Qué gozo hay en el sacrificio forzoso, en la humildad fingida y la antinatural negación de uno mismo? ¿Qué paz mental puede tener dando dinero para construir una bonita iglesia cuando sus hijos necesitan zapatos? ¿Qué orgullo hay en desear que alguien que no sea usted (Cristo, o sus representantes) asuma la responsabilidad de sus propios defectos?

Recuerdo que cuando era niño escuchaba absolutamente aterrorizado los sermones sobre el día del juicio y el infierno. A menudo me asolaba el pánico por pensar que Jesús iba a volver a la tierra en cualquier momento, descendiendo de las nubes en una explosión de luz, y que me iba a quedar atrás[30]. Muchas veces decía esperanzado, «¡Oh, por favor, déjame hacerme mayor y casarme y empezar una carrera antes de que todo termine!». Esos sermones de fuego y azufre eran efectivos —me agarré a Jesús como un gatito que se ahoga a un remo.

Los cristianos insistirán en que todo esto les proporciona alegría. Sí, claro. Es como la alegría de un esclavo que consigue pasar el día sin que lo azoten, o la alegría de un niño maltratado en un momento en el que lo dejan en paz, o la alegría de un prisionero muerto de hambre al que le arrojan restos de comida. Pero ¿es eso verdadera alegría? La auténtica alegría sería eliminar de una vez la opresión.

Como evangelista quinceañero trabajé con algunos grupos cristianos de rehabilitación de drogadictos como Teen Challenge. Oí cientos de testimonios del milagroso poder transformador de Dios. Vale, la religión puede motivar a la gente para realizar actos asombrosos. Pero eso es más bien como embocar una bola de billar con un cañón —cumple con la tarea, pero echa a perder el resto del juego. Es cambiar una dependencia por otra. ¿Por qué no mejor cambian la dependencia por autocontrol?

De modo que la cara del gozo cristiano no es más que el «gozo» de que te metan en vereda. La cruz del gozo cristiano es que ahora que nos han perdonado, y somos bienvenidos a la familia de Dios, obtenemos un gran placer de nuestra camaradería con el Padre celestial. Al igual que un padre que es a la vez severo y cariñoso, Dios tiene un lado cálido. Se supone que entrega su fuerza, sabiduría, consuelo y consejo superiores a quienes se lo pidan. ¿No es maravilloso?

Seguro, es un sentimiento genial. Es como soñar despierto, como enganchar tu carro a la fantasía. ¿Quién no quiere sentirse especial? ¿A quién no le gustaría saber que el universo está prodigándole una cariñosa atención a su felicidad particular? Mucha gente pasa así por la vida. Normalmente los llamamos neuróticos, como sugirió Freud, o en algunos casos psicóticos. A uno de mis hermanos, con formación en psicología, le gusta repetir el adagio: «Un neurótico construye castillos en el aire. El psicótico se muda a ellos».

Por supuesto, sabemos que mucha gente pasa por la vida muy bien sin religión. La mayoría de los librepensadores están libres de los miedos e inseguridades que llevan a la gente a esconderse bajo la manta de la superstición. Al igual que evitar el número trece puede hacer sentirse a ciertas personas más seguras, sé que los sentimientos religiosos pueden ser bastante fuertes, bastante convincentes. Pero de todos los sentimientos placenteros que puede producir el cristianismo no hay ninguno que pueda compararse al puro éxtasis del autocontrol ateo. Desafío a cualquier creyente a demostrar que su vida es más gozosa que la mía. No lo es. Y lo sé: recorrí todo el camino cristiano y allí no hay nada. Nada salvo mojigatería, miedo y confusión.

Hay alegría en la racionalidad, felicidad en la claridad de mente. El librepensamiento es emocionante y satisfactorio —absolutamente esencial para la salud mental y la felicidad.

No puede dar o recibir amor libremente hasta que se libere usted mismo; y no se puede amar a sí mismo si su única alegación de su validez llega como un regalo inmerecido de un dictador «misericordioso».

He vivido la vida cristiana. Ahora prefiero vivir mi propia vida.

Freethought Today, agosto 1985.